Cuando en 1927 nuestro fútbol abrazó estatutariamente el profesionalismo, a semejanza de lo ocurrido en Inglaterra cuatro lustros antes, y siguiendo hasta cierto punto los pasos de Hungría, Austria, Italia, o cuantos países disputaran un campeonato Nacional de Liga, ni uno sólo de quienes hasta entonces actuasen como “amateurs marrones” se preocupó de ver recogido…