Ladislao Kubala: Laszi en el banquillo. 1961-1963. Segunda parte
De Fernando Cuesta FernándezEl socio y el seguidor culé confiaba en que la temporada 62-63 supusiera el renacimiento deportivo del Barça, comenzando por el triunfo en la final de la Copa de Ferias que se iba a disputar a doble partido en los primeros días del mes de Septiembre ante el Valencia, con su primer asalto en la ciudad del Turia. Ladislao Kubala, vistos los resultados de la campaña anterior, va a continuar al frente del equipo, un equipo en el que van a producirse un par de novedades con relación a las postrimerías de la campaña anterior: el fichaje de otro futbolista uruguayo de renombre, el centrocampista Alcides Silveira, procedente del Independiente de Avellaneda argentino, y la incorporación del canterano Eladio Silvestre, un fornido lateral izquierdo natural de la vecina Sabadell. Por el contrario, van a causar baja dos auténticos ases, Eulogio Martínez y Evaristo de Macedo. El hispanoparaguayo, a pesar de su juventud – 26 años – y su reciente participación en el Mundial de Chile, acusaba continuos problemas de sobrepeso, y tampoco puede decirse que su relación con Kubala, antiguo compañero suyo tan sólo un año atrás, fuese muy buena, de modo que firmará por el Elche, un destino habitual para sus compatriotas. Y en cuanto al brasileño, que había sido el máximo goleador del equipo la temporada anterior, sus problemas con la Directiva estaban vinculados a su repetida negativa a tomar la nacionalidad española (para no ocupar plaza de extranjero, debido a la nueva y restrictiva reglamentación), por lo cual se le acaba concediendo la baja. Y al igual que ocurrió en el caso de Tejada la temporada anterior, el Real Madrid va a apresurarse a contratarlo, aunque por el conjunto blanco va a pasar con más pena que gloria en las dos temporadas en las que vestirá sus colores. Abandonan también la disciplina barcelonista Pais, traspasado al Mallorca (Kubala no va a confiar en el joven jugador gallego, a diferencia de Miró, su predecesor en el cargo) y el mayor de los hermanos Rifé – que suscribirá contrato por el Deportivo de La Coruña-. En cuanto al menor de la saga, Quimet, es cedido al Racing de Santander, mientras que Marañón se va al Córdoba, también en el marco de una cesión.
COMIENZA A RODAR EL BALÓN
Estos son los hombres que forman la plantilla azulgrana para el nuevo curso: Sadurní, Pesudo, Celdrán, Foncho, Garay, Gracia, Benítez, Rodri, Eladio, Olivella, Gensana, Segarra, Vergés, Zaballa, Cubilla, Pereda, Kocsis, Re, Zaldúa, Fusté, Camps, Vicente, Szalay, Villaverde, Silveira y Goywaerts. Con estos efectivos, el Barça se presenta oficialmente ante su parroquia la noche del 25 de Agosto de 1962, en un amistoso que le enfrenta al conjunto griego del AEK de Atenas, un flojo rival al que se golea fácilmente por 6 a 1. Esta fue la primera alineación que elegiría Kubala en la temporada 62-63: Pesudo (Sadurní); Rodri, Olivella, Gracia; Vergés, Fusté; Cubilla, Villaverde (Kocsis), Zaldúa (Re), Goywaerts y Camps. Hay nada menos que cuatro novedades en la línea de ataque, y los tantos serán obra de Villaverde (2), Camps, Kocsis, Re y Vergés. Seguidamente el equipo vuela rumbo hacia Cádiz, para tomar parte en el Trofeo Ramón de Carranza, en calidad de vencedor de la edición anterior. El primer partido le enfrenta al San Lorenzo de Almagro bonaerense, con su gran estrella Sanfilippo. Vencen los azulgranas por un apretado 3 a 2, con goles de Villaverde, Re y Goywaerts.
En la gran final se ven las caras dos conjuntos españoles, Barcelona y Zaragoza. 0 a 0 en el tiempo reglamentario, 1 a 1 en la prórroga, obra de Re y Marcelino, y victoria del Barça en los lanzamientos desde el punto de penalti, un método para deshacer igualadas que se va a estrenar precisamente en esta edición del codiciado trofeo gaditano. El segundo “Carranza” ya está en la butxaca. Pero tan solo seis días después de este triunfo de prestigio, el Barça afronta su gran compromiso pendiente en el campo de «Mestalla». Con televisión en directo, ambos equipos forman con las siguientes alineaciones: por el Valencia, Zamora; Piquer, Quincoces, Mestre; Sastre, Chicao; Héctor Núñez, Ribelles, Waldo, Guillot y Yosu, y por el Barcelona, Pesudo; Benítez, Rodri, Olivella; Vergés, Gracia; Cubilla, Kocsis, Re, Villaverde y Camps. Tras un comienzo esperanzador, en el que el cuadro azulgrana se pone por delante en el marcador 1 a 2, con tantos de Kocsis, los de Kubala se vendrán abajo y terminarán encajando una goleada de escándalo, 6 a 2, idéntico resultado que en el último choque liguero jugado en el mismo escenario. Guillot (3), Yosu (2) y Héctor Núñez marcaron los goles chés en esta noche aciaga para el barcelonismo.
Cuatro días más tarde se disputará el partido de vuelta en Barcelona, pero ya como un mero trámite, dada la gran ventaja valencianista. Los levantinos presentan la misma alineación de la ida, mientras que en el Barça Kubala pone en liza a: Pesudo; Benítez, Garay, Gracia; Vergés, Fusté; Cubilla, Goywaerts, Kocsis, Villaverde y Camps. Marcó por delante Kocsis, ya en la segunda mitad, para empatar finalmente el joven Guillot, el auténtico héroe de esta finalísima a doble partido. El Valencia recibió el trofeo que le acreditaba como campeón de manos de Sir Stanley Rous, Presidente de la FIFA, en lo que va a constituir la primera gran decepción de la temporada, aunque en teoría correspondiese a la campaña anterior.
La Liga 62-63 se inicia el 16 de Septiembre de 1962, y en un campo difícil, «San Mamés», donde el Barça no acostumbraba a cosechar resultados positivos, y con el equipo fuertemente cuestionado a causa de su triste exhibición frente al Valencia. Por consiguiente, Kubala introducirá numerosos cambios en la alineación titular, quedando esta configurada de la siguiente forma: Sadurní; Foncho, Garay, Gracia; Vergés, Segarra; Zaballa, Kocsis, Zaldúa, Fusté y Camps. Va a mostrarse superior el Athletic de Bilbao, pero los errores arbitrales minarán su moral y darán a la postre el triunfo a los azulgranas. Se adelantaron los rojiblancos con gol de Menchaca, Kocsis y Camps dieron la vuelta al marcador, y Arieta empató. Y en la segunda parte de nuevo Camps, en posición de fuera de juego, brindó la victoria al Barça.
El mayor atractivo de la segunda jornada desde el punto de vista culé -visita del Betis al «Camp Nou»- lo constituye el debut de Alcides Silveira en las filas azulgranas. La alineación fue la misma que había ganado en San Mamés, con el único cambio de Segarra por el jugador uruguayo, pero ni el partido ni la actuación de Silveira van a convencer en absoluto a los aficionados. Zaldúa consiguió el único gol del encuentro en la primera mitad, y tan sólo el joven Fusté se salvará en la delantera local, muy floja. El rendimiento exhibido ante los verdiblancos sevillanos no hacía presagiar nada bueno para el próximo desplazamiento, el siempre complicadísimo Estadio «Santiago Bernabéu», donde el Barça no vencía en partido de Liga-ni tan siquiera arrancaba un punto – desde la temporada 48-49.
Y la tradición va a seguir manteniéndose en esta ocasión (2 a 0). El encuentro resultó aburrido, pero el Real Madrid fue más eficaz de cara a la portería contraria que un Barcelona que se quedará en meros fuegos de artificio. Di Stefano marcó los dos goles, uno en cada tiempo, y Kubala va a presentar la siguiente alineación: Sadurní; Foncho, Benítez, Rodri; Segarra, Garay; Cubilla, Vergés, Zaldúa, Villaverde y Pereda. Con este resultado, el conjunto blanco pasaba a encabezar la tabla con 6 puntos – tres victorias en otros tantos partidos-, y el Barça se quedaba con 4. Y al miércoles siguiente volvía una nueva edición de la Copa de Ferias, cuando aun no se habían apagado los ecos de la final a doble partido contra el Valencia. El adversario era el Os Belenenses lisboeta, y el Barça se va a traer de la capital lusa un buen marcador – empate a un gol-, con tanto de Fusté y esta alineación: Sadurní; Foncho, Rodri, Benítez; Vergés, Garay; Cubilla, Pereda, Zaldúa, Fusté y Camps. Lo peor del encuentro fue la grave lesión del joven Zaldúa, que le tendrá varado en el dique seco por espacio de varios meses.
La visita del Deportivo de La Coruña la aprovechará la cuestionada delantera azulgrana para destaparse por fin: 5 a 2. Inauguró el Barça el marcador con un gol en propia puerta de un ex-blaugrana, Llorenç Rifé, pero dos tantos del internacional Veloso pusieron en ventaja a los gallegos, aunque tan sólo un par de minutos le bastaron a los locales para remontar esa delicada situación y encaminarse hacia la goleada final, con dianas de Pereda, Re (2) y Fusté. Este fue el equipo que batió tan ampliamente a los herculanos: Sadurní; Foncho, Rodri, Gracia; Vergés, Garay; Cubilla, Pereda, Re, Fusté y Camps. A destacar que en este encuentro se reencontraron tres prometedores futbolistas que habían sido campeones juveniles de España en 1959: Sadurní, Fusté y Escolá, el hijo del gran delantero de los años 30 y 40, ahora en las filas deportivistas.
La vuelta ante Os Belenenses va a deparar una desagradable sorpresa, ya que los catalanes van a ser incapaces de superar a los portugueses, viéndose así obligados a jugar un tercer partido de desempate. Se repitió el 1 a 1 de la ida – en esta ocasión fue Cayetano Re el goleador-, con un decepcionante Barça que formó de la siguiente manera: Sadurní; Foncho, Rodri, Benítez; Vergés, Garay; Zaballa, Pereda, Re, Fusté y Camps. Al domingo siguiente el Málaga pagaría los platos rotos en el «Camp Nou», ya que el propietario del terreno no tuvo demasiados inconvenientes para endosarle un severo 4 a 0, con goles de Fusté (2), Re y Camps. Jugaron los mismos once hombres que no habían podido eliminar unos días antes a los lusos. Y Kubala introduce algunas novedades en la alineación para el siguiente partido, en el que el Barça arrancará un punto de Altabix (1 a 1, con gol del reaparecido Gensana), un choque que se caracterizó por los desordenados ataques del equipo local y la sistemática pérdida de tiempo por parte de los barcelonistas, que formaron con: Pesudo; Foncho, Rodri, Benítez; Gensana, Garay; Zaballa, Villaverde, Re, Fusté y Camps.
El miércoles 24 de Octubre de 1962 va a tener lugar en el «Camp Nou» un encuentro internacional amistoso entre el Barcelona y el Mantova italiano con motivo de recaudar fondos con destino a los damnificados de la gran riada que había asolado la vecina comarca del Vallés semanas antes. Las lluvias torrenciales que acostumbran a producirse en las regiones del Levante español a finales de verano y principios de otoño, habían desencadenado una verdadera tromba de agua en la noche del 25 de Septiembre, provocando el desbordamiento de los ríos Llobregat y Besós, que flanquean la ciudad de Barcelona. En aquellos años de fuerte emigración a Cataluña, muchas personas de humilde procedencia y escasos recursos habían edificado precariamente sus viviendas en los cauces secos o rieras, que resultaron inundados con vertiginosa rapidez y en medio de la oscuridad, destruyendo la riada todo lo que encontró a su paso y cobrándose cientos de víctimas mortales. Jamás llegó a saberse con certeza el verdadero número de desaparecidos – hay incluso quien habla de varios millares-, ya que la transparencia informativa no era precisamente una de las notas que distinguían al régimen franquista, pero la magnitud de la tragedia fue tal, que toda España se volcó en ayuda de los centenares de miles de damnificados, destacándose en esta tarea de movilización de las conciencias humanitarias el periodista radiofónico Joaquín Soler Serrano. El partido contra el Mantova, celebrado un mes después de estos luctuosos acontecimientos, formó parte de dicho torrente solidario, y lo de menos fue el resultado, aunque ganó el Barça por 1 a 0, con un tanto de Re.
En la séptima jornada visita el «Camp Nou» el Real Valladolid. Los pucelanos, entrenados por el legendario Antoni Ramallets en su primera experiencia en los banquillos, estaban despachando un notable campeonato hasta la fecha, y el domingo anterior habían dado buena cuenta del mismísimo Real Madrid en su terreno de Zorrilla, goleándole por 4 a 2 tras un soberbio partido. Reseñemos, pues, las alineaciones de azulgranas y blanquivioletas en el encuentro disputado el 28 de Octubre de 1962: por el Barça, Pesudo; Foncho, Rodri, Benítez; Villaverde, Garay; Pereda, Kocsis, Re, Fusté y Vicente, y por los vallisoletanos, Calvo; García Verdugo, Pini, Pinto; Ramírez, Sanchís; Aramendi, Endériz, Morollón, Rodilla y Molina, un estupendo equipo que terminaría clasificándose en una brillante cuarta posición. El Barcelona pasaría muchos apuros para doblegar a los castellanos, a los que se impondría finalmente por un ajustado 2 a 1, con tantos de Re y Kocsis.
El feudo blaugrana va a ser también el escenario del desempate entre Barça y Os Belenenses, que se saldará con otro apretado 3 a 2 favorable a los locales, con goles de Pereda, Benítez y Kocsis, y la siguiente alineación: Pesudo; Foncho, Olivella, Benítez; Villaverde, Garay; Zaballa, Kocsis, Re, Pereda y Vicente. Y de vuelta a la Liga, la segunda derrota del campeonato, y ante el otro equipo revelación, el Real Oviedo. Vencieron los asturianos por un claro 3 a 1, que aun pudo ser más amplio si los delanteros locales no llegan a fallar goles prácticamente cantados. El canario Vicente salvó el honor de un Barça que formó así en el «Carlos Tartiere»: Pesudo; Foncho, Garay, Benítez; Villaverde, Fusté; Zaballa, Kocsis, Re, Pereda y Vicente. Pero a pesar del resultado adverso, el Barça no se alejaba todavía mucho en la tabla, encabezada por el Real Madrid con 12 puntos – los pupilos de Laszi tenían a su vez once-, debido a que los merengues también contaban en su haber, al igual que los barcelonistas, con dos derrotas.
Sin embargo el Barça va a defraudar una vez más en el «Camp Nou» con motivo de la visita del Valencia, en un partido que acabó con empate a uno, pues al gol de Vicente le contestaron los levantinos con otro de Héctor Núñez, y la cosa aun pudo ser peor si el meta barcelonista no llega a detener un penalti. Este fue el equipo presentado por Kubala: Sadurní; Foncho, Gensana, Gracia; Villaverde, Garay; Pereda, Kocsis, Re, Fusté y Vicente. Y a la semana siguiente el Barça se irá alejando un poquito más de la cabeza al caer derrotado en el «Sánchez Pizjuán» por 1 a 0, en una nueva demostración de impotencia. Volvía a la formación titular Silveira, pero su concurso no sirvió de mucho. Esta fue la alineación blaugrana: Sadurní; Foncho, Rodri, Gracia; Silveira, Garay; Cubilla, Kocsis, Benítez, Fusté y Camps. Llamaba la atención poderosamente que Benítez se alinease como delantero centro, síntoma de que las cosas no iban nada bien y de que cundía el desconcierto. Los nuevos fichajes, o no estaban rindiendo lo esperado – caso de Re y los dos uruguayos-, o bien no podían actuar debido a la reglamentación, tal como ocurría con el belga Goywaerts, que únicamente podía alinearse en partidos de Copa de Ferias. Algo mejores eran las prestaciones de Camps, pero sin hacer olvidar al gran extremo izquierdo que había sido en las filas del Español, y el único que estaba dejando buenas sensaciones era el más modesto de los nuevos, Fusté, el Noi de Linyola, que ya en la temporada anterior y en las filas de Osasuna había dado muestras de su gran calidad.
Tras un parón obligado por los compromisos internacionales de la Selección Española de cara a la Eurocopa de 1964, se reanudó la Liga ya en el mes de diciembre con un Barça-Atlético de Madrid que vino a poner de manifiesto, una vez más, el bajo momento de forma barcelonista (0 a 0), pero antes, y aprovechando el mencionado receso, los azulgranas habían realizado una minigira por Europa, jugando tres victoriosos encuentros amistosos en Edimburgo (1 a 3), Berlín (1 a 2) y París (1 a 2), que al menos situaron en buen lugar el pabellón del club e inyectaron algo de dinero en Caja. Ante los colchoneros, sin embargo, se volvió a las andadas, en un partido en el que las defensas se impusieron a los ataques, y que aun así bien pudo haberse ganado de no desperdiciar Sandor Kocsis varias claras ocasiones para marcar. Esta fue la alineación que dejó ya al Barça a cuatro puntos de la cabeza: Sadurní; Foncho, Garay, Gracia; Vergés, Silveira; Cubilla, Pereda, Kocsis, Fusté y Camps.
Tampoco era como para tirar cohetes el resultado que se cosechó en Belgrado, en partido de ida de la siguiente eliminatoria de la Copa de Ferias, ante el Estrella Roja. 3 a 2 vencieron los serbios, marcando dos uruguayos, Cubilla y Villaverde, los goles barcelonistas. Jugaron en tierras balcánicas: Celdrán; Foncho, Olivella, Gracia; Rodri, Vergés; Cubilla, Villaverde, Silveira, Fusté y Camps. Continuaban las alineaciones surrealistas: ahora era Alcides Silveira el que ocupaba la teórica posición de delantero centro. Y también continuaban las derrotas en campo contrario. En «La Romareda» el Barça volvió a demostrar que no era ya el de años anteriores, y sucumbió ante la rapidez y la peligrosidad de los aragoneses, que estaban poniendo los cimientos de un equipo legendario. 2 a 1 para el Real Zaragoza (con tantos maños de Murillo, de penalti, y Villa, y Sigfrid Gracia por el Barça) y un equipo compuesto por: Sadurní; Foncho, Garay, Gracia; Silveira, Vergés; Cubilla, Pereda, Kocsis, Fusté y Vicente.
El Estrella Roja, ya en vísperas de las fiestas navideñas, rinde su preceptiva devolución de visita al «Camp Nou», y únicamente va a salir derrotado por un solitario gol de Cubilla, con lo que fuerza un partido de desempate en campo neutral. Jugaron los mismos que habían sido derrotados en «La Romareda», con el único cambio de Benítez por Kocsis en el centro del ataque. El húngaro no parecía atravesar precisamente por su mejor momento, pero el recurso a Julio César como ariete-a pesar de la gran clase y potencia del futbolista charrúa-se antojaba como una solución punto menos que desesperada. Sin embargo Kubala la volvió a ensayar al domingo siguiente frente al Córdoba, y no le salió del todo mal, porque el uruguayo fue el autor de uno de los dos goles – el otro fue obra de Vergés – que le dieron los dos puntos al Barça frente al recién ascendido equipo de la ciudad de los Califas, con el que por cierto venía un jugador cedido por el Barcelona, el cántabro Ramón de Pablo Marañón. La alineación que derrotó por un apurado 2 a 1 a los andaluces fue la misma que se había impuesto también por la mínima a los yugoeslavos.
ANATOMÍA DE UNA CRISIS
El Barça despidió el año 1962 con una nueva derrota en un desplazamiento, cayendo por 3 a 1 en el campo pamplonica de «San Juan» frente al siempre animoso Osasuna. Villaverde salvó el honor barcelonista, conjunto que puso en liza a: Sadurní; Foncho, Rodri, Eladio; Segarra, Gensana; Cubilla, Zaballa, Benítez, Villaverde y Vicente. Llamaban la atención varios detalles: la insistencia de Kubala por colocar a Benítez en la punta del ataque, la alineación de un extremo derecho nato como era Pedro Zaballa en la demarcación de interior, y el debut de Eladio en el lateral izquierdo de la zaga, en lugar del habitual Gracia. Comenzaba de este modo la brillante trayectoria barcelonista del sabadellense Eladio Silvestre, un defensor fornido, duro y expeditivo que iba a usufructuar el dorsal número “3” durante casi una década.
Se inicia 1963 con el Barça alejado a cinco puntos de la cabeza, en la que figuraban el Real Madrid y un sorprendente Real Oviedo. Y no era mayor la diferencia, porque los merengues estaban rindiendo esta temporada por debajo de lo esperado-de hecho, habían sido sorprendentemente eliminados en la primera ronda de la Copa de Europa por el Anderlecht belga-, y ya se habían dejado unos cuantos puntos por esos campos de Dios. Pero el primer partido del nuevo año seguiría la tónica negativa de los últimos meses. Se celebró en Niza, ciudad designada para albergar el encuentro de desempate entre el Barcelona y el Estrella Roja de Belgrado, y terminó con la eliminación de los azulgranas al caer derrotados ante los balcánicos por 1 a 0. Estos fueron los protagonistas de una triste visita en pleno invierno a la Costa Azul: Sadurní; Foncho, Gensana, Gracia; Vergés, Segarra; Zaballa, Re, Benítez, Fusté y Cubilla.
Alarmada por los malos resultados, la directiva va a hacer pública el día 4 de enero la siguiente nota, para tratar de salir al paso de la profunda inquietud que empezaba a apoderarse de la gent blaugrana:
«Los reveses deportivos de nuestro equipo profesional han creado un clima de desilusión en nuestra ingente masa de socios y simpatizantes, que este Consejo Directivo, por su representación no ignora y cada uno de sus componentes, como un socio más, comparte.
Aun admitiendo que no existe la invencibilidad en la práctica de cualquier deporte, el historial del Club de Fútbol Barcelona, la plantilla de jugadores y técnicos de que dispone, habían hecho esperanzar (sic) una mejor clasificación en este momento de la actual Competición de Liga.
El Consejo Directivo, con plena conciencia y responsabilidad, de cuanto acontece, estima que debe mantener la suficiente serenidad para afrontar lo que puede suponer una desafortunada fase transitoria en la actuación del equipo, y que la adopción de cualquier actitud o medida precipitada e irreflexiva, sólo conduciría a empeorar la situación.
Al estimar la ponderada actitud mantenida por los asociados y simpatizantes azulgranas a lo largo de las actuales competiciones, desea este Consejo solicitar de los mismos, el apoyo que precisa nuestro equipo para superar la circunstancia del momento»
Las cosas iban de mal en peor, y la crisis va a estallar definitivamente el día de Reyes, con motivo de la visita del Mallorca. Los baleares – que en la jornada anterior habían goleado en el «Luís Sitjar» al mismísimo Real Madrid, venciéndole por 5 a 2 – confirmaron su buen momento de forma y se llevaron un positivo de regreso a la isla (1 a 1). Zaballa fue el autor del gol barcelonista, y esta fue la alineación que se ganó las iras de una afición ya muy cansada de aguantar fiasco tras fiasco: Sadurní; Foncho, Gensana, Eladio; Vergés, Segarra; Zaballa, Re, Cubilla, Fusté y Vicente. A la finalización del partido se van a precipitar los acontecimientos. Llaudet y Kubala estuvieron reunidos durante casi toda la noche-se habló de cinco horas-en el domicilio particular del presidente, discutiendo la situación y sus posibles soluciones, y al parecer, en un momento dado, Laszi llegó a ofrecerse al presidente como jugador, creyendo que su presencia sobre el campo podía galvanizar a los que aun no hacía mucho tiempo eran sus compañeros de equipo. Llaudet, sin embargo, va a rechazar rotundamente el ofrecimiento, y optará por cambiar de entrenador, el recurso clásico. Sólo llevaba año y medio en el cargo, y ya había caído su segundo técnico…
Tras salir de su reunión con el máximo mandatario azulgrana, Kubala se encaminará hacia su hogar, para hacer partícipe a su familia de lo acordado, y a las 9 de la mañana del día 7 de enero se personará en el «Camp Nou», para dirigir su último entrenamiento. Una vez finalizados los ejercicios, y ya en el vestuario, Laszi informará a toda la plantilla acerca de la situación y de su relevo al frente del equipo. Entre los futbolistas habrá sorpresa-aunque algunos ya debían sospechar algo-e incluso lágrimas. Y a la una de la tarde, en el local social del club, Llaudet va a convocar a la prensa para informarles del acuerdo tomado, con arreglo a la siguiente nota oficial:
«El Consejo Directivo del C. de F. Barcelona, de acuerdo con el contenido de su nota del pasado día 4, ha estudiado con todo detenimiento la situación planteada por la marcha del equipo profesional habiendo consultado con su entrenador don Ladislao Kubala, a fin de adoptar las medidas más apropiadas en beneficio del club, para devolver al conjunto azulgrana el ritmo y éxito que por su historial se merece, admitidas las circunstancias de tipo psicológico y moral que están actualmente evidenciadas en el seno del equipo.
Tras esta consulta se ha confirmado, como ya se señaló en anteriores declaraciones, el pleno deseo, por parte del Consejo directivo, de elogiar el gran interés demostrado por el señor Kubala al frente del equipo.
El señor Kubala, pese a la convicción de que su trabajo ha redundado en beneficio del club, ha ofrecido toda clase de facilidades para que le pueda ser rescindido el contrato que, como entrenador, le une al C. de F. Barcelona, a fin de facilitar las soluciones que la entidad estime más convenientes para su inmediato futuro.
En su virtud, se rescinde el repetido contrato, cesando don Ladislao Kubala como entrenador del equipo profesional, encargándose de la preparación del mismo a don José Gonzalvo Falcón, ex jugador internacional del club»
Enric Llaudet, visiblemente emocionado, calificó el hecho como «desagradable», y dio cuenta de la reunión de la directiva con el entrenador tras el partido jugado contra el Mallorca, para tratar de buscar una solución a la grave situación por la que atravesaba el equipo. Se rechazó la oferta de Kubala, formulada por escrito, para incorporarse como jugador, tanto por considerar que a los dos años de su retirada-en realidad año y medio-no podría ya rendir satisfactoriamente, como por creer perjudicial para los propios futbolistas la presencia de su entrenador junto a ellos en el campo. En vista de todo esto, el propio Kubala les pasó la patata caliente, como diríamos hoy, es decir, que les invitó a que fueran ellos, la Directiva, quienes buscasen la solución más adecuada, que va a pasar por la rescisión de su contrato, que le ligaba al club hasta el 30 de junio de 1963.
Llaudet quiso agradecer también la postura y facilidades dadas por Kubala para la rescisión de su compromiso, e insinuó incluso una posible dimisión en bloque de la Junta si no se lograba enderezar la situación, después de reconocer los méritos y los esfuerzos de Kubala. Lamentó el «resultadismo» que presidía el mundo del fútbol, con la necesidad de buscar siempre una «cabeza de turco» cuando las cosas no marchaban bien, para a renglón seguido-dónde dije digo…-añadir que si con la dimisión del Consejo Directivo todo se arreglase, él y el resto de sus miembros la presentarían de inmediato, pero que en un momento como aquel consideraba que era su deber mantenerse firme, al pie del cañón, continuando hasta lograr corregir el rumbo torcido. E insiste en que no se había fichado a ningún jugador sin el previo informe favorable de Kubala (algo que este posteriormente desmentiría) ni del anterior técnico, Lluís Miró. Y tras agradecer a los socios su paciencia y a la prensa su colaboración, Llaudet va a dar por concluido el acto y se despide con un ! Visca el Barça y fe en la victoria !. Se iniciaba otro nuevo capítulo en la larga y ajetreada historia del club blaugrana.
Pepe Gonzalvo, el Gonzalvo II de las alineaciones de los años 40 y el Campeonato Mundial de 1950 en Brasil, estaba en posesión del título nacional, y había sido presidente de la Escuela Regional Catalana de Preparadores y del Colegio Catalán de Entrenadores, Y va a declarar lo siguiente: » he aceptado porque creo que era un honor y mi deber servir nuevamente al Barcelona». Dedicado profesionalmente a sus negocios particulares y carente de experiencia manejando equipos de nivel, subrayará su carácter provisional, de solución de emergencia, y por lo tanto únicamente hasta final de temporada. Añadirá que en esas condiciones de interinidad no podía ser objeto de remuneración económica (o sea, que va a asumir el cargo de manera desinteresada, como «servicio del socio al club»). No se plantea seguir aun en el caso de conseguir éxitos, pues eran muchas sus obligaciones particulares. Estaba dispuesto, no obstante, a trabajar todo lo que fuera necesario por el bien del club, procurando elevar la moral del cuadro de jugadores. Creía que con toda la segunda vuelta por delante todavía podía hacerse una buena campaña, y señala que ejercerá sus funciones sin ninguna limitación, con plena y total autoridad, pero que también aceptará de buen grado cuantos consejos puedan darle los técnicos del Barcelona. Pide un margen de confianza y apoyo al equipo de cara al próximo partido. Inmediatamente sería presentado a todos los jugadores en la zona de vestuarios, y pasaría a dirigir su primer entrenamiento. Unos pocos días más tarde, concretamente el domingo 13 de Enero, se sentaba por vez primera en el banquillo del «Camp Nou» con motivo del partido Barcelona-Athletic de Bilbao, con el que se abría la segunda ronda del campeonato.
LASZI CRUZA LA DIAGONAL: ALTA TRAICIÓN
A medida que vayan pasando los días después de su cese, Kubala-que en un primer momento, según sus propias palabras, había acatado disciplinadamente la decisión de la directiva azulgrana, por considerar que la misma había sido tomada pensando únicamente en el interés de la entidad- va a experimentar una creciente sensación de desasosiego, considerándose maltratado por los dirigentes del Barça. Llegará a declarar que el club le impuso jugadores, como fue el caso de los uruguayos Silveira y Cubilla, que no eran personalmente de su agrado, mientras que marginaba a Goywaerts, que sí entraba en sus planes, y que Llaudet hizo oídos sordos a todas sus peticiones (el lateral rojiblanco Rivilla, el inglés Bobby Charlton y el yugoeslavo Sekularac, e incluso su sobrino Yanko, que finalmente se enrolará en el Real Madrid). Su desvinculación del Barcelona va a ser total, puesto que la «Escuela de Jugadores», que él había puesto en marcha, con técnicos como su compatriota Bela Sarossi y sus antiguos compañeros Seguer y Flotats, se irá al garete por motivos presupuestarios, y tendrá que pasar década y media larga hasta que Josep Lluís Núñez rescate la idea y materialice el gran sueño de la pedrera con la creación de «La Masía», en 1979.
En su fuero interno aun se sentía futbolista, y esa frustración llegará de algún modo a oídos de los responsables del eterno rival ciudadano del Barça, el RCD. Español-ya se movía por allí el dinámico empresario textil Juan Vilà Reyes en calidad de vicepresidente-, que le tentarán con una posible vuelta a los terrenos de juego. No es cuestión de especular aquí sobre si Kubala atravesaba problemas económicos y recibió una interesante oferta del club perico, con la cual tampoco tendría que salir de Barcelona, en cuyas inmediaciones poseía un hermoso chalet en plena naturaleza, en la localidad de San Quirze de Safaja. Algunas fuentes aseguran que iba a cobrar medio millón de pesetas al mes, mientras que otras hablan únicamente de un simbólico salario de 500 pesetas mensuales, dado que no podía suscribir ficha de «amateur». Lo que si es significativo fue la reacción de importantes sectores del barcelonismo mediático, que van a recibir su sorprendente fichaje por la entidad blanquiazul, firmado el 5 de septiembre de 1963, a muy pocas fechas del comienzo de la temporada 63-64, como una auténtica traición, una puñalada por la espalda a quienes tanto le habían idolatrado durante largos años, volcándose en su homenaje, y recibiendo a cambio la mayor de las ofensas. Era más que un cambio de camiseta-o de chaqueta-; era un cambio de trinchera. Con motivo de aquel auténtico terremoto futbolístico, van a publicarse cosas tan duras como lo siguiente, aparecido en las páginas del semanario «Barça», de algún modo órgano oficioso del club:
«…Olvidarse de que tiene ya muchos años, de que engaña a todos con sus hipotéticas posibilidades de juego, del adiós que parecía definitivo a una afición que le adoró, para cometer la bajeza-sí, la bajeza-de fichar por el Español, demuestra que aquella calidad humana que le suponíamos está absolutamente ausente del corazón y la cabeza del «as». Kubala demuestra ahora que la inteligencia de los pies no tiene nada que ver con la otra, con la auténtica. Kubala demuestra que no es inteligente. Ha jugado una carta falsa y nadie en el futuro creerá en él. Creemos que lo mejor que puede hacer es hacer pronto las maletas y marcharse, porque su final será estrepitoso. En España tenemos muchos defectos, pero algunas virtudes. Entre ellas, la repugnancia instintiva al que tiene pasta de traidor»
Atleta portentoso, sin embargo no había descuidado en ningún momento su preparación física y se mantenía en plena forma, tanto, que a los 36 años ofrecía mejor estampa que muchos futbolistas más jóvenes y en activo. Y va a rendir muy decorosamente en esa última temporada, jugando la friolera de 35 partidos (y marcando ocho goles), aunque no podrá impedir que el Español caiga a puestos de promoción y tenga que jugarse la permanencia frente al Sporting de Gijón-entonces todavía «Real Gijón»-, al que superará sin demasiados problemas. Va a seguir en el club perico, pero ahora dirigiendo desde el banquillo. Vilá Reyes, el auténtico hombre fuerte de la entidad de «Sarriá». se va a rascar los bolsillos para reforzar el equipo con una serie de magníficos jugadores, entre los que destaca por encima de todos la contratación de Alfredo Di Stefano, al que, ya con 38 años, dejará marchar el Real Madrid, y que se pondrá inmediatamente a las órdenes de su gran amigo Laszi. La Saeta Rubia será la principal novedad en el mercado de fichajes del verano del 64, incluso por encima de incorporaciones tan señaladas como las de Seminario, Ufarte o Luís. Con él llegarán también los Carmelo (desplazado por el joven Iribar de la portería de «San Mamés»), Kuszman, Osorio, Bergara, Ramírez, Riaji, Rodilla o Vall. No obstante, la campaña españolista va a ser gris, y los blanquiazules tampoco anduvieron muy lejos de las posiciones de peligro, aunque al final no pasaron apuros. Como anécdota reseñemos que Kubala va a hacer debutar en Primera División, y con sólo 16 años y 83 días, a su hijo Branko, que más tarde le acompañaría en su aventura americana.
Vinieron luego un fallido intento para dirigir al Elche-en el verano del 63 ya le había pasado algo parecido con el Murcia-, y una nueva vuelta al terreno de juego, que en esta ocasión ya será la definitiva, en Suiza y en Norteamérica, cuando se intentó poner en marcha nuevamente lo que allí se conoce como soccer. Numerosos futbolistas españoles y algunos extranjeros de nuestra Liga cruzaron entonces el Charco, atraídos por el dulce olor de los dólares (Mateos, Kuszman, Fernando Mendonça, Jesús Tartilán, Szalay, Benegas, Iguarán, Ponce, Lima, Kaszas, Antonio Collar, Santistéban, Carmelo Cedrún…), y Laszi, aparte de disputar sus últimos minutos como futbolista, ya con 40 años .-la misma edad a la que se va a retirar su amigo Di Stefano- entrenará allí a los Toronto Falcons.
De regreso a España, y concretamente a la Ciudad Condal, a comienzos del curso 68-69-a todo esto el barcelonismo, enfrascado en otras guerras, ya le había perdonado su traición-, no tardará en incorporarse al banquillo de un club en serios aprietos, el Córdoba de los Simonet, Jaén, Juanín, Alfonso, Arana, Rojas o Luís Costa, que en la jornada 11 se encuentra ya en última posición, con sólo 6 puntos y 6 negativos, tras haber destituido a su entrenador, el catalán Fernando Argila. El equipo andaluz pronto estará desahuciado, pero con Kubala a los mandos los verdiblancos mejorarán sensiblemente la calidad de su juego, obteniendo algunos resultados muy notables (empates ante Real Madrid en «El Arcangel» y Valencia en «Mestalla», y victorias sobre Barça y Atlético de Madrid, esta última a domicilio). Al final no podrán eludir el descenso, tras siete años consecutivos en la élite, pero la labor de Kubala al frente del cuadro cordobés no va a pasar en absoluto desapercibida para los responsables de la Real Federación Española de Fútbol, que pensarán en el hispano-magiar para ponerle al frente de la Selección Nacional, que había quedado fuera el Mundial que se iba a celebrar en Mexico al año siguiente, y cosechado un absoluto y sonrojante fracaso en su último partido, al caer derrotada por la modestísima Finlandia (cuajada de jugadores amateurs) en Helsinki por 2 a 0.
SELECCIONADOR NACIONAL. BATIENDO RECORDS DE LONGEVIDAD EN EL CARGO
Kubala, de alguna manera, va a revolucionar al combinado nacional, insuflándole un nuevo espíritu, eminentemente combativo. Para empezar, debutará en un encuentro intrascendente pero cargado de connotaciones políticas. Se trataba del último compromiso de la fase clasificatoria para el Mundial azteca del 70, del cual España ya hacía meses que había sido eliminada. Se celebró el 15 de octubre de 1969, en la localidad gaditana de La Línea de la Concepción, un escenario insólito para dicha clase de choques, con Finlandia como adversario, y vencieron los nuestros por un concluyente 6 a 0. La elección del escenario vino marcada por el histórico contencioso con el Reino Unido a causa de Gibraltar. Desavenencias entre los gobiernos español y británico habían conducido al cierre de la Verja, y a la consecuente expulsión de numerosos trabajadores españoles del Peñón, y ello puso en marcha un plan especial de ayuda para la comarca del Campo de Gibraltar, uno de cuyos resultados sería la construcción de un estadio de fútbol en La Linea, al que se bautizó con el nombre de «José Antonio» (Primo de Rivera, se entiende). Allí van a estrenarse los Kubala Boys, como dio en llamarse a la Selección, que aquel señalado día presentó la siguiente alineación: Reina; Gaztelu, Barrachina, Eladio; Violeta, Pirri,; Amancio, Velázquez, Gárate (Quino), Asensi y Gento (Pujol), siendo los autores materiales de la goleada Gárate (2), Pirri,Velázquez, Amancio y Quino.
Tendría que esperar unos cuantos meses el siguiente compromiso internacional, y ya con carácter amistoso. De hecho fueron dos encuentros, muy próximos en el tiempo,y estos sí sirvieron como buena piedra de toque, pues los rivales eran sendas selecciones de campanillas, nada menos que la RFA, la anterior subcampeona del Mundo, e Italia, que había conquistado la última Eurocopa, la de 1968. El primer partido se disputó en el «Sánchez Pizjuán» sevillano, y el resultado supuso todo un subidón de moral para nuestro alicaído fútbol, que venció a los germanos por 2 a 0. Kubala alineó al sevillista Lora, un jugador modesto pero todo entrega y sacrificio, que de algún modo va a convertirse en el símbolo de este nuevo combinado hispano, cuya filosofía resumirá Laszi en la fórmula «querer, saber y poder». Pocos días después, y en el «Bernabéu» madrileño, España obtendrá otro buen resultado, un empate a dos contra la Squadra Azzurra, tras remontarles un 0 a 2 a los italianos.
Seguirán luego algunos triunfos más en confrontaciones amistosas, y llegará el primer revés de la Era Kubala, cuando los nuestros no logren clasificarse para la fase fin de la Eurocopa de 1972, superados por la selección de la URSS. También quedaremos fuera del Mundial de Alemania-74, eliminados por Yugoslavia en un desempate disputado en Frankfurt. Y de la Eurocopa del 76, donde el obstáculo insalvable será en esta ocasión la RFA. No obstante, los responsables de la RFEF-primero Pérez-Payá y más tarde Pablo Porta-seguirán confiando en Kubala y le mantendrán en el cargo. De ese modo conseguiremos volver a estar presentes de nuevo en una gran cita internacional al lograr la clasificación para el Campeonato del Mundo a celebrar en Argentina en 1978, al superar esta vez a Yugoslavia tras un partido épico en Belgrado.
Sin embargo no nos irá nada bien en tierras argentinas, donde caeremos a las primeras de cambio, pero Laszi sigue hasta la siguiente Eurocopa, la de 1980, donde un nuevo fiasco ya va a ser demasiado, y pondrá fin a su dilatadísimo período como máximo responsable de nuestro fútbol a nivel de Selección. Inmediatamente va a aceptar una oferta de Josep Lluís Núñez-que en dos años de presidencia ya había quemado a tres entrenadores-y volverá a Can Barça, ya del todo perdonado por la gent blaugrana, para se hacerse cargo de una plantilla de ensueño en la que se reúnen futbolistas como Migueli, Alexanko, Simonsen, Schuster, Rexach, Quini, Krankl, Asensi o Lobo Carrasco.
Pero en su caso se va a volver a hacer realidad el viejo dicho de que «segundas partes no son buenas»-y eso que las primeras tampoco habían sido como para tirar voladores…-. Laszi va a permanecer únicamente en el cargo las nueve primeras jornadas de Liga, porque los resultados mandan, con el equipo mal clasificado en el campeonato y eliminado de la Copa de la UEFA tras una estrepitosa derrota en el «Camp Nou» ante el Colonia alemán por 0 a 4. Será reemplazado en el banquillo por un Helenio Herrera ya septuagenario, en la que constituirá su tercera y última etapa como técnico blaugrana. Protagonistas directos de aquellos hechos como Charly Rexach, que apuraba ya sus últimos meses en el Barça, señalarán el hecho de que Kubala era «demasiado buena persona», dando a entender que fue incapaz de gestionar correctamente un vestuario repleto de grandes jugadores pero difíciles de manejar.
Seleccionador en Arabia Saudí, a su regreso a España dirigirá brevemente al Real Murcia (13 partidos en la temporada 86-87), y al año siguiente al Málaga, club que conseguirá finalmente el ascenso a Primera División cuando él ya no ocupe su banquillo, y donde tuvo a sus órdenes a jugadores como Juanito y Esteban. En 1992 va a colaborar con su gran magisterio al triunfo de la Selección Olímpica Española en los juegos celebrados en Barcelona, y su último cometido como entrenador será dirigir brevemente a la Selección de Paraguay en 1995. Durante casi toda la década de los 90 presidiría también la Agrupación de Veteranos del Barça, que tan encomiable labor social realiza entre quienes un día fueron aclamados en el estadio, y después la vida les negó el éxito.
Ladislao Kubala Stecz va a fallecer el 17 de mayo de 2002, a punto de cumplir los 75 años, a causa de una enfermedad degenerativa cerebral. La capilla ardiente, por la que desfilaron miles de personas para dar su último adiós a quien tanto les hiciera disfrutar con su fútbol mágico, se instaló en la zona presidencial del «Camp Nou», y el féretro con sus restos mortales fue portado a hombros por ex jugadores tan ilustres como Alfredo Di Stefano, Gustau Biosca, Eduard Manchón, Estanislau Basora, Joan Segarra, Josep Bertomeu, Luís Suárez, Antoni Ramallets y Mariá Gonzalvo.