Los orígenes de la clausula del miedo: de Munitis a Eto’o hasta llegar a Morientes.
De Laura Miró BonnínEn la primera década del presente milenio el Real Madrid C.F vivió unas aciagas experiencias con la política de cesiones del club. Los continuos fichajes de jugadores catalogados como galácticos propiciaron que se tuviera que aligerar la plantilla de jóvenes dispuestos a luchar por un puesto en el primer equipo. Una de las opciones más recurrentes era el cierre de un acuerdo de cesión para que el rodaje de estos jugadores no se viera interrumpido por largas estancias en el banquillo blanco.
Después de dos años con pocas oportunidades en el Real Madrid, Pedro Munitis regresaba en calidad de cedido al Racing de Santander en la temporada 02-03, precisamente el club de donde procedía antes de su fichaje por los blancos. El jugador cántabro se convirtió en una de las referencias del Racing en ataque, junto con compañeros como Benayoun, Javi Guerrero o Regueiro. [1]
En la sexta jornada de liga, Munitis vivió un partido especial, en el que se enfrentó al equipo al que pertenecía, pero al mismo tiempo en el que se le negó una oportunidad y optó por cederle. Santander y Madrid se vieron las caras en El Sardinero en un partido marcado por la participación de Munitis. En la previa, Vicente del Bosque no dudó en declarar que si él fuera Pedro no disputaría el encuentro y recordó que cuando él mismo jugó como cedido en el Castellón y en el Córdoba declinó participar en los encuentros frente al Real Madrid. Tal vez, esta circunstancia incidió en la motivación de Munitis, quien vio como su equipo se adelantó gracias a un gol de Regueiro. El momento de Pedro Munitis llegó en el minuto 50, cuando recibió un balón en el área y definió a la perfección con una vaselina perfecta para superar a Casillas. Munitis no solo había jugado y marcado contra el club que pagaba parte de su ficha, sino que procedió a celebrar ese gol con tal euforia que se desprendió de su camiseta.[2]
Uno de los casos más sonados fue el de Samuel Eto’o, quien entre 1997 y 1999 vivió diferentes idas y venidas que le llevaban del Real Madrid a cesiones diversas a Leganés y Español. Pero la cesión decisiva para Samuel fue la que le vinculó al Mallorca en el mercado de invierno de la temporada 99-00. En la isla Eto’o creció como futbolista de tal forma que todavía hoy es reconocido como el jugador más grande que ha pasado por el club balear, refrendado por unas cifras goleadoras que le sitúan como el máximo goleador histórico del Real Club Deportivo Mallorca.
Samuel Eto’o se erigió en el líder de un Mallorca que firmaba temporadas históricas, llegando incluso a clasificarse para disputar la Champions League. Esta circunstancia hacía pensar a Samuel que pronto llegaría su oportunidad en el Real Madrid. Pero hasta que esta llegara, Eto’o siguió dando guerra desde la isla cada vez que se enfrentaba a los merengues. En la temporada 02-03 Eto’o se consolidó como una de las bestias negras del Madrid. Le marcó un total de cuatro goles: uno intrascendente en la victoria por 1-5 del Madrid en Son Moix, dos en la vuelta de la eliminatoria de cuartos de final de la Copa del Rey en la que el Mallorca venció por 4-0 y el último en una goleada espectacular de los bermellones en el Bernabéu por 1-5. En todos estos partidos el liderazgo de Samuel fue indiscutible y es sobre todo recordado el gol realizado en la que todavía hoy es la mayor goleada conseguida por el Mallorca como visitante en primera división. En este gol fue capaz de dejar retratado a uno de los mejores laterales izquierdos de la historia a través de una jugada eléctrica que sentenciaba el match.[3] En esta temporada el conjunto mallorquín se alzó con la Copa del Rey y Samuel fue reconocido con el galardón de mejor jugador del continente africano.
En la temporada 03-04, última de Eto’o como jugador del Mallorca, Samuel realizó una exhibición sin precedentes en el Bernabéu. Por esta época Eto’o ya no tenía la condición de cedido, pero su propiedad era compartida entre el RCD Mallorca y el Real Madrid CF. El conjunto de Carlos Queiroz firmó una temporada claramente de más a menos, acabando la misma con unos resultados muy pobres. A dos jornadas del final recibía la visita de los de Aragonés, liderados nuevamente por el temido Samuel Eto’o. En este partido, que acabó 2-3, aportó dos goles pero actuó como todocampista, realizando numerosos eslálones que hubieran podido proporcionar una goleada escandalosa. En la celebración de cada uno de estos goles Eto’o reivindicó al palco que él había sido propiedad del Real Madrid y que su presidente nunca supo buscarle un sitio para triunfar en el club blanco.[4]
El mayor despropósito llegó en verano de 2004, cuando Joan Laporta firmó a Eto’o por el FC Barcelona. El Real Madrid tenía derecho preferente para su compra, aunque frenó su fichaje por verse cubiertas las tres plazas extracomunitarias disponibles (Roberto Carlos, Walter Samuel y Ronaldo Nazario). A partir de entonces, Eto’o triunfó con el club blaugrana y siguió teniendo a Iker Casillas como una de sus víctimas preferidas.
Fernando Morientes sufrió la política de fichajes estelares, tras temporadas relegado al banquillo el club decidió su cesión en verano de 2003. El Mónaco firmó una temporada histórica, llegando a la final de la Champions League, en la cual fue derrotado por el Oporto de Mourinho. Junto con Morientes, destacaron jugadores como Evra, Ibarra, Giuly, Nonda o Squillaci.
A semifinales de Champions llegaron Mónaco, Oporto, Deportivo de la Coruña y Real Madrid. El sorteo eligió la combinación Mónaco-Real Madrid y Deportivo de la Coruña-Oporto. El morbo estaba servido al darse la posibilidad de que Morientes refrendara la gran temporada eliminando al club al que pertenecía, club con mayor número de Copas de Europa.
La ida se disputó en el Santiago Bernabéu, donde los galácticos lograron imponerse por 4-2. En este partido “el Moro” dejó su sello con un gol que recortaba distancias. En el estadio Louis II, Raúl conseguía adelantar a los blancos, en lo que parecía la sentencia de la eliminatoria. Pero los monegascos reaccionaron liderados en su juego por Giuly, futuro jugador del FC Barcelona, que aportó dos goles a la victoria y por Fernando Morientes, que con un testarazo directo a la escuadra marcó el segundo gol. El resultado de la vuelta fue 3-1, por la diferencia de goles en campo contrario el Mónaco pasaba ronda. Se repetía la historia que contábamos con Munitis y Eto’o, el Real Madrid se convertía en carne de parodia: el cedido Morientes llegaba a la final de la Champions, mientras el Real Madrid se despedía de la competición plagado de estrellas.[5]
Esta fue la gota que colmó el vaso madridista. A partir de entonces en todas sus cesiones procuró incluir una cláusula que impidiera a su jugador competir contra ellos. Esta tendencia se expandió por gran cantidad de clubes y de cada vez se ha hecho más habitual que los equipos deban de abonar una cantidad ingente de dinero si quieren que el cedido dispute el encuentro.
Esta cláusula fue sufrida por jugadores y equipos como Pablo García (Celta), De la Red, Granero y Pedro León (Getafe), Callejón y Lucas Vázquez (Español), Drenthe (Hércules), José Rodríguez (Deportivo), Javi García y Soldado (Osasuna), Canales (Valencia) o Cheryshev (Villarreal). El caso más flagrante fue el de Negredo, quien ya desvinculado del Real Madrid y propiedad del Almería, vio negada su participación en el Santiago Bernabéu por reminiscencias de su pasado blanco.
Esta herramienta dejó de tener validez en competiciones europeas en abril de 2014, precisamente en la semifinal de Champions que enfrentó a Chelsea y Atlético de Madrid. El conjunto inglés pretendía evitar la participación del portero Courtois. La UEFA negó la validez de la cláusula del miedo en su competición.[6]
Así pues, en la pasada edición de la Champions League se dio una circunstancia muy parecida a la de Morientes. Carlo Ancelotti decidió que el canterano Álvaro Morata no tenía sitio en la plantilla del Real Madrid y el canterano fue vendido a la Juventus de Turin. El Real Madrid conservaba una opción de compra. En ese contrato el Madrid pretendió incluir la cláusula del miedo, pero esta condición no fue aceptada por la Vecchia Signora. El sorteo asignó a la Juventus como rival del Real Madrid en la semifinal de la competición europea. Morata fue completamente decisivo, aportando el primer gol del 2-1 de Turín y empatando el encuentro en el Bernabéu (1-1). De esta forma, la historia se repetía. El instrumento legislativo propiciado por el caso Morientes no pudo usarse para evitar un caso equivalente.[7] A pesar de ello, en la competición doméstica muchos clubes siguen usándola, entre ellos el Real Madrid CF.
Por la circular 1.464, en diciembre de 2014 la FIFA abolía la «cláusula del miedo», aunque la FEF y la CSD no han estipulado el cambio de normativa.[8] Con todo, parece que esta polémica condición contractual tiene los días contados.