España en los mundiales sub’20: Tailandia 2004
De Óscar DíezTras experimentar cierto auge a comienzos del siglo XX, especialmente en el Reino Unido, la maquinaria del profesionalismo masculino y las convenciones sociales imperantes bloquearon el crecimiento y desarrollo del fútbol femenino y lo convirtieron en algo anecdótico e injustamente marginal en la inmensa mayoría de naciones, incluidas las que se decían futbolísticamente desarrolladas pese a estar excluyendo de facto de la práctica del balompié a la mitad de su población. Olvidado o incluso prohibido por las federaciones nacionales y triste víctima de una inmensa nube de prejuicios, la propia FIFA lo ignoró por completo durante muchas décadas, hasta que el avance de los tiempos y el progreso de la sociedad exigieron un cambio de postura que, si bien no todos los estamentos implicados parecen haber adoptado con plena convicción, sí ha servido al menos para que el balón empiece a rodar de verdad en todo el planeta. Los efectos negativos de ese siglo perdido se ven todavía hoy en el día a día del fútbol femenino y se seguirán arrastrando durante mucho tiempo, pues el fútbol sigue siendo un mundo eminentemente masculino (e incluso machista) tanto en sus estructuras como en casi todo lo que le rodea, pero cabe pensar que el futuro será siempre mejor que el presente y el pasado. Y en esa progresión tienen lógicamente mucho que ver los Mundiales, tanto absolutos como de categorías inferiores.
Aunque anteriormente la FIFA ya había organizado algún torneo internacional de selecciones, el primer Mundial oficial de fútbol femenino en categoría absoluta se celebró en China en 1991. El reducido número de participantes (sólo doce países, por los veinticuatro que jugaban entonces el masculino), que los partidos duraran 80 minutos o que esa primera edición no se llamara Copa del Mundo de la FIFA, como el torneo masculino, sino “Campeonato del Mundo de Fútbol Femenino por la Copa M&M’s” dejan bien a las claras las cautelas con las que el organismo inició el camino de la normalización. Las distancias entre aquellos países en los que el fútbol femenino tenía ya cierta consideración y los que seguían poniendo trabas a su desarrollo, a veces simplemente ignorando su existencia, eran enormes (y aún hoy son difíciles de salvar), así que las dudas sobre el nivel de juego y la aceptación del público parecían hasta cierto punto lógicas. Y es que por entonces sólo Asia (desde 1975), Oceanía (desde 1983) y Europa (desde 1984) celebraban campeonatos oficiales de selecciones femeninas, de manera que el resto de confederaciones tuvieron que crearlos de la nada para organizar la clasificación mundialista. Las incógnitas sobre lo que se vería en esos primeros campeonatos, por tanto, eran muchas.
Pero si hace apenas veinticinco años el panorama en categoría absoluta era francamente desolador, por debajo las cosas estaban aún peor. El escaso número de practicantes y la falta de interés de los dirigentes por la promoción de su deporte entre las mujeres dejaron completamente olvidadas las categorías inferiores hasta la temporada 1997/1998, en la que la UEFA organizó el primer torneo continental oficial en categoría juvenil. Antes de ese primer Campeonato de Europa sub’18 ninguna confederación se había planteado organizar un torneo juvenil femenino (o, al menos, no había ejecutado la idea), mientras que en categoría masculina se venían disputando regularmente desde al menos veinte años antes en todos los continentes (en el caso europeo, desde hacía más de cuarenta años). Como hiciera a mediados de los setenta en el ámbito masculino, tuvo que ser la FIFA quien tirara del carro del fútbol formativo al crear el Campeonato Mundial de Fútbol Femenino Juvenil, ideado en principio para selecciones sub’19 (como aquel primer Mundial juvenil de Túnez del lejano 1977) y cuya primera edición se disputó en Canadá en el verano de 2002. Al igual que en los dos primeros Mundiales absolutos femeninos, sólo doce equipos viajarían a Norteamérica, en una decisión que volvía a evidenciar tanto el interés por abaratar los costes de un evento que no llamaba la atención de los patrocinadores como el temor a que la competición quedara deslucida por abruptas diferencias de nivel entre los contendientes. Al fin y al cabo, y por triste, injusto e indignante que parezca, a comienzos ya del siglo XXI nadie sabía realmente qué se podía esperar de unas futbolistas juveniles.
Por desgracia, España no pudo estar presente en esa primera cita, a pesar de que en los años anteriores venía consiguiendo buenos resultados en el Campeonato de Europa sub’18, siempre con Ignacio Quereda en el banquillo (el madrileño es seleccionador absoluto desde 1988 y fue también el encargado del combinado juvenil entre 1997 y 2005). Así, por ejemplo, la selección española alcanzó un sorprendente y magnífico subcampeonato en la tercera edición del Europeo juvenil, en la temporada 1999/2000. Después de pasar dos rondas previas, en las que dejaron fuera a Islandia, Eslovaquia, Noruega, Inglaterra e Irlanda, las españolas se plantaron por primera vez en una fase final a la que entonces sólo accedían cuatro participantes y que presentaba un peculiar sistema de competición: una liguilla a una vuelta rematada con una final entre los dos primeros clasificados. España perdió con Alemania en la primera jornada pero derrotó luego a Suecia y a la anfitriona Francia, de modo que el título se decidió en un nuevo partido entre alemanas y españolas que cayó del lado germano por 4-2. Laura del Río, que anotó siete tantos en esos cuatro partidos de la fase final, fue la jugadora más destacada de una selección sub’18 en la que también estaban Sandra Vilanova o Eli Ibarra, por citar a dos futbolistas con larga trayectoria posterior en la absoluta.
Aquel año 2000 fue el primer gran momento del fútbol juvenil femenino español, que a partir de entonces siguió ofreciendo un buen rendimiento. La temporada siguiente, con el torneo catalogado ya como sub’19, España fue de nuevo una de las cuatro clasificadas para la fase final, que esta vez se disputó en Noruega con formato directo de semifinales y final. Las de Quereda terminaron en cuarta posición, tras perder sucesivamente con Alemania y Dinamarca. Con esa trayectoria reciente parecía factible que la selección española fuera una de las cuatro representantes del viejo continente en el primer Mundial sub’19, pero para eso habría que ganarse el billete en el Europeo de 2002, que serviría como clasificatorio mundialista. Establecida como cabeza de serie gracias a sus buenos resultados de los años anteriores y exenta por tanto de las dos primeras fases previas, España superó a Bélgica y Yugoslavia en una ronda preliminar en las localidades de Las Galletas y Los Cristianos, en el sur de Tenerife, y logró estar nuevamente presente en la fase final, que se disputó en Suecia y que acogió por primera vez a ocho combinados. Pero, por desgracia, esta vez no se pudo acceder a semifinales: encuadradas junto a Alemania, Suecia y Francia, las españolas perdieron con alemanas y francesas y acabaron en tercera posición de ese potentísimo grupo, quedando por tanto fuera del primer Mundial juvenil femenino de la historia.
En la cita canadiense, las selecciones norteamericanas impusieron su ley y Estados Unidos, que apabulló goleada tras goleada a todas sus rivales, se llevó el título mundial al derrotar en la final a las anfitrionas con un gol de oro de Lindsay Tarpley; la tercera plaza fue para Alemania, la campeona de Europa, que superó a Brasil en la tanda de penaltis de la final de consolación. La estrella del campeonato fue la canadiense Christine Sinclair, que se llevó tanto el Balón de Oro a la mejor jugadora como la Bota de Oro a la máxima goleadora (con diez goles en seis partidos). Otras futbolistas que, como la propia Sinclair, estuvieron en ese primer Mundial juvenil y se han convertido en importantes figuras son la estadounidense Heather O’Reilly, la alemana Anja Mittag, la francesa Camille Abily o la brasileña Marta (que con sólo 16 años ya dio muestras de lo que estaba por venir, ya que fue galardonada con el Balón de Plata). El público de Canadá respondió de forma abrumadora y la final ante sus vecinas del sur fue presenciada en directo por casi 48.000 espectadores. La FIFA se mostró más que satisfecha con esos resultados y, con el mismo fin que había inspirado la rotación continental de sedes de los primeros mundiales juveniles masculinos, el de promocionar el deporte por todos los rincones del mundo, concedió a Tailandia la organización de la siguiente edición del Campeonato Mundial de Fútbol Femenino sub’19. En esa elección también influyó, claro, el empeño personal del tailandés Worawi Makudi, miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA y director entonces de su comisión de fútbol femenino.
En la temporada 2002/2003 la selección española sub’19 volvió a clasificarse para la fase final del Europeo, pero volvió también a quedarse fuera de las semifinales: la victoria contra Francia y las derrotas contra Países Bajos y Noruega condenaron a España a la cuarta posición de su grupo. Y entonces, al año siguiente, llegó el tan ansiado éxito. Tras superar en la primera ronda previa a Bélgica, Islas Feroe y la anfitriona Bosnia-Herzegovina, España se deshizo de Dinamarca, Irlanda y Eslovaquia en la Ronda Élite (que se jugó en la localidad cordobesa de Lucena) y se metió una vez más en la fase final del Campeonato de Europa sub’19. El torneo se celebraría en Finlandia entre julio y agosto de 2004 y pondría en juego las plazas europeas para el Mundial de Tailandia, a disputarse en el mes de noviembre. Tras una concienzuda preparación, las españolas debutaron en esa fase final con una victoria por 3-1 frente a Suiza y se garantizaron el pase a semifinales (y, por tanto, la histórica clasificación para el Mundial sub’19) al golear 4-0 a las finesas en la segunda jornada. El estrepitoso 0-7 encajado después ante Alemania, en un partido que Quereda usó para dar minutos a las menos habituales, no cambió nada en la clasificación del grupo, pero tanto el técnico español como su colega alemana Silvia Neid (actual seleccionadora absoluta germana) coincidieron luego en señalar que resultó psicológicamente decisivo para lo que estaba por venir.
Ya en semifinales, España derrotó a Italia con un solitario gol de Miriam Diéguez en el último minuto y se coló en su segunda final continental juvenil, en la que debería verse nuevamente las caras con Alemania, que había aplastado a Rusia por 8-0 en la otra semifinal. Algo confiadas por su manifiesta superioridad durante todo el torneo (23 goles a favor y ninguno en contra) y contra una España que no tuvo nada que ver con la de seis días antes y jugó un enorme partido, las alemanas se vieron sorprendidas desde el comienzo y no pudieron desplegar su juego habitual. Jade Boho adelantó a España con un golazo de vaselina antes de la media hora y, aunque Alemania empató al borde del descanso, las de Quereda se volvieron a poner por delante al comienzo de la segunda parte con un gran lanzamiento de falta de la capitana Iraia Iturregi. A partir de ahí, la selección española se mantuvo firme en defensa y logró culminar su gesta alzándose con su primer (y único hasta la fecha) título continental sub’19. Así, durante un año España pudo presumir de ser campeona de Europa juvenil tanto en hombres como en mujeres, algo que hasta ahora no ha conseguido ningún otro país.
Quedaban poco más de tres meses para la disputa del Mundial sub’19 de Tailandia 2004, el primer mundial de fútbol que disputaría una selección española femenina, así que no había demasiados motivos para retocar la lista de seleccionadas. Sólo dos de las dieciocho campeonas de Europa no viajaron al sudeste asiático (Ana Belén Aguilera “Chicho” y Ohiana Galdona, ambas defensas), incorporándose al grupo un total de cinco jugadoras. La ausencia más destacada, no obstante, seguía siendo la de Adriana Martín, goleadora más que consolidada ya en Primera división y que había brillado con la selección juvenil durante los dos años anteriores pero que se mantenía ausente del grupo por decisión técnica desde la concentración previa al Europeo. La convocatoria definitiva se hizo pública el 27 de octubre de 2004, quedando concentradas las veintiuna elegidas en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas entre el 2 y el 5 de noviembre, día en el que iniciaron el largo viaje a Tailandia. Estas fueron las seleccionadas:
Nº |
Pos. |
Nombre | Fecha Nac. | Club |
1 |
P |
LUCÍA MUÑOZ Mendoza | 08/12/1985 | CE Sabadell |
2 |
DF |
Irantzu CASTRILLO Sáinz de Murieta | 09/07/1985 | Athletic de Bilbao |
3 |
DL |
Verónica BOQUETE Giadans | 09/04/1987 | Xuventú Aguiño |
4 |
MC |
Miriam DIÉGUEZ de Oña | 04/05/1986 | RCD Espanyol |
5 |
DF |
RUTH GARCÍA García | 26/03/1987 | Levante UD |
6 |
DL |
Aintzane ENCINAS Gómez | 22/04/1988 | Real Sociedad |
7 |
DL |
NATALIA PABLOS Sanchón | 15/10/1985 | Rayo Vallecano |
8 |
MC |
Nuria ZUFÍA Elizalde | 04/04/1985 | Lagunak |
9 |
DL |
JADE Boho Sayo | 30/08/1986 | AD Torrejón |
10 |
MC |
IRAIA Iturregi Sustatxa | 24/04/1985 | Athletic de Bilbao |
11 |
MC |
Ana María Romero Moreno, “WILLY” | 14/06/1987 | CD Híspalis |
12 |
DL |
Irune MURUA Cuesta | 23/04/1986 | Athletic de Bilbao |
13 |
P |
María Sánchez Mina, “MARIATXI” | 14/05/1986 | CD Amaya |
14 |
DF |
SILVIA Doblado Peña | 22/03/1987 | CD Rayco |
15 |
DF |
Ane BERGARA Artieda | 03/02/1987 | Lagunak |
16 |
MC |
Carmen FERRER Tatay | 10/11/1986 | Levante UD |
17 |
MC |
JULIA de la Paz Vera Valhondo | 09/07/1987 | Sporting Plaza Argel |
18 |
DF |
ZURIÑE Gil García de Azilu | 20/02/1987 | Athletic de Bilbao |
19 |
DL |
JUDITH Acedo Guerrero | 26/01/1986 | FC Barcelona |
20 |
MC |
Irene SAMPIETRO Guillén | 03/11/1986 | Transportes Alcaine |
21 |
P |
María Rodríguez Naves, “MARU” | 10/05/1987 | Oviedo Moderno |
El reparto de plazas entre las distintas confederaciones instaurado en Canadá 2002 se mantuvo en Tailandia 2004: anfitrión aparte, habría cuatro equipos de Europa, dos de Asia y de la CONCACAF y uno de Sudamérica, de África y de Oceanía. El sorteo se celebró el 11 de junio, cuando aún no habían concluido los clasificatorios de Europa y África; una vez resueltos esos torneos, el cuadro de la primera fase presentó este aspecto:
GRUPO A (Bangkok, Chiang Mai) |
GRUPO B (Chiang Mai, Bangkok) |
GRUPO C (Phuket, Bangkok) |
Tailandia |
Brasil |
España |
Alemania |
Italia |
Rusia |
Australia |
Nigeria |
EE.UU. |
Canadá |
China |
Rep. Corea |
El Campeonato Mundial de Fútbol Femenino Juvenil de Tailandia 2004 se disputaría entre el 10 y el 27 de noviembre, repitiendo presencia mundialista con respecto a la primera edición las selecciones de Brasil, Nigeria y Australia (campeonas y únicas representantes de sus respectivas confederaciones), así como Canadá, Estados Unidos (ambas inalcanzables en la CONCACAF) y Alemania. Pasaban a cuartos de final las dos primeras clasificadas de cada grupo y las dos mejores terceras, por lo que España partía con bastantes esperanzas de superar esa primera fase a pesar de la evidente dificultad del grupo C. En cuanto a la organización, se habilitaron tres sedes: la capital Bangkok (con dos estadios), y las turísticas ciudades de Chiang Mai, al norte del país, y Phuket, en la isla homónima, remodelándose en profundidad los cuatro estadios utilizados. El calendario se diseñó para que los partidos de la tercera jornada se disputaran simultáneamente en cada grupo, desplazándose dos selecciones de su sede principal (la primera que figura en la tabla, en la que se jugaban las dos primeras jornadas íntegramente) para disputar ese tercer encuentro.
El público tailandés respondió de forma numerosa, aunque las cifras de asistencia estuvieron lejos de las alcanzadas en Canadá dos años antes. El calor y la humedad fueron intensos, a pesar de la época del año, y también hubo ciertos problemas con los transportes, sobre todo en los primeros días, pero no llegaron a ocurrir incidentes dignos de reseña. Como era ya norma en los torneos femeninos, la FIFA únicamente envió árbitros de dicho sexo: doce principales y dieciséis asistentes. Entre ese grupo de auxiliares estuvo la coruñesa Yolanda Parga Rodríguez, de sólo veintiséis años, que inició en Tailandia una larga trayectoria en campeonatos internacionales de selecciones que, si nada se tuerce, continuará en Canadá 2015. La española actuó en dos partidos del grupo A y también en el encuentro por el tercer y cuarto puesto.
EL CAMPEONATO
El debut en un torneo siempre es importante, pero en esta ocasión lo era aún más. España iniciaba su andadura en el Mundial sub’19 de Tailandia enfrentándose a la selección con la que teóricamente debería jugarse el pase a los cuartos de final, puesto que en las quinielas tanto Corea del Sur (que había ganado su torneo continental ante la potente China) como sobre todo Estados Unidos (sempiterna favorita) parecían superiores a los equipos europeos. Un buen resultado ante Rusia encarrilaría el pase a las eliminatorias, mientras que una derrota obligaría a puntuar ante las favoritas y a estar pendiente de los marcadores que se dieran tanto en este grupo como en los otros dos, por aquello de ver quiénes pasaban como mejores terceras. Lo que no entraba en ninguna ecuación era que España, la campeona de Europa, saliera goleada ante el tercer clasificado del reciente Europeo, pero precisamente eso fue lo que ocurrió aquel 11 de noviembre en Phuket.
Quereda apostó por su once base, dando la oportunidad a la navarra Mariatxi en la portería (ella y Lucía Muñoz se habían alternado en la titularidad durante el Europeo) y plantando un 4-4-2 en el que Vero Boquete actuaba como segunda punta, aunque luego la joven promesa gallega se incrustaba en la línea media cuando tocaba defender. El partido se puso cuesta arriba muy pronto, en el minuto 10, cuando Elena Terekhova aprovechó un fallo de la zaga española al tirar el fuera de juego para adelantar al combinado ruso, y a partir de ahí casi todo jugó en contra de España. La colegiada local, muy errática durante todo el encuentro, anuló un tanto a Jade por un muy discutido fuera de juego, aunque minutos después Nuria Zufía logró empatar la contienda con un buen cabezazo a centro de Iraia. España siguió acercándose a la meta rival, pero las imprecisiones en el remate y los despistes defensivos tiraron por tierra el buen trabajo de creación. Así, a diez minutos para el descanso, un gol olímpico de Ekaterina Sochneva volvió a adelantar a Rusia, que no estaba haciendo mucho para merecer esa ventaja pero que incluso pudo haber aumentado la cuenta antes de la pausa.
La segunda parte arrancó con España volcada en ataque, asociándose quizás con lentitud pero con bastante eficacia, y así llegaron varias ocasiones para conseguir el empate. Por desgracia, la guardameta Elvira Todua se empleó a fondo para evitarlo, y donde no llegaba la rusa aparecía el larguero, como en un remate de Vero Boquete, o la colegiada tailandesa, que anuló un nuevo tanto a las españolas por una falta previa que también resultó muy discutida. Los nervios comenzaron a aflorar en el equipo de Quereda y Rusia aprovechó los espacios para sentenciar el partido al contraataque: primero fue la recién incorporada Olga Petrova quien batió por alto a Mariatxi y luego, ya casi al final, la central Zuriñe culminó la aciaga tarde española marcando en propia puerta un cuarto gol que complicaba muchísimo la clasificación para cuartos de final.
11/11/2003 |
Primera jornada del Grupo C. |
RUSIA (4) |
Todua; Sedova, Semenchenko, Tsybutovich, Kharchenko (-76, Gomozova); Titova, Morozova, Sochneva (-82, Fomina), Tsidikova; Peshina (-69, Petrova), Terekhova. |
ESPAÑA (1) |
Mariatxi; Bergara, Zuriñe, Ruth García, Silvia; Diéguez, Zufía (-70, Julia), Iraia, Natalia Pablos (-75, Willy); Boquete, Jade. |
Goles |
1-0 Terekhova (RUS, min. 10); 1-1 Zufía (ESP, min. 24); 2-1 Sochneva (RUS, min. 36); 3-1 Petrova (RUS, min. 76); 4-1 Zuriñe (ESP, min. 88)(p.p.). |
Árbitro |
Pannipar Kamnueng (TAI). |
Tarjetas |
Sedova (RUS, min. 32); Kharchenko (RUS, min. 48); Silvia (ESP, min. 71). |
Estadio |
Surakul Stadium (Phuket). 5.000 espectadores. |
La derrota ante Rusia hizo mucho daño tanto por lo abultado del marcador como por la forma en que se había desarrollado el partido, ya que las rusas apenas necesitaron realizar cinco lanzamientos entre los tres palos para anotar cuatro goles. España se mostró técnicamente superior, pero la falta de contundencia en ambas áreas supuso un lastre demasiado pesado. Con cero puntos y una diferencia de goles alarmantemente negativa, las de Quereda debían vencer a Corea en la segunda jornada por el margen más amplio posible y esperar que el resto de marcadores favorecieran a sus intereses. El técnico madrileño sólo introdujo una novedad en el once, la de su peculiar rotación en la portería, y España salió dispuesta a demostrar ante las surcoreanas que la derrota de la jornada inaugural había sido un accidente. Eso mismo, claro, buscaba Corea del Sur, que había perdido 3-0 ante Estados Unidos y que en los primeros minutos tuvo un par de ocasiones en las botas de Park Eun Sun, polivalente jugadora que en la primera jornada había actuado como central pero que a partir de la segunda volvió a su puesto natural en la delantera.
Las españolas se sobrepusieron a ese arranque y pasaron a dominar el juego, adelantándose en el marcador a los veinte minutos con un cabezazo de Jade en un saque de esquina. Llegaron entonces un par de oportunidades más que podrían haber dejado el partido visto para sentencia, pero nadie acertó y, poco a poco, las campeonas asiáticas empezaron a sentirse más cómodas sobre el campo y a rondar la portería española, aunque no llegaron a disparar entre los tres palos en toda la primera mitad. Tras el paso por vestuarios, la República de Corea redobló su insistencia y vio cómo se le anulaban dos buenas acciones por discutidos fueras de juego antes de que Jade se escapara en una contra y batiera por segunda vez la meta de Jun Min Kyung. Pero el gol, en vez de tranquilizar a España, espoleó a su rival, que logró recortar distancias un cuarto de hora más tarde al transformar Park Eun Sun un lejano libre directo. Con el 2-1, Corea se volcó y Lucía Muñoz tuvo que realizar varias paradas de mérito para asegurar un triunfo que, pese a esos apuros de última hora, pudo haber sido incluso más amplio si Irune Murua hubiera aprovechado la ocasión de la que dispuso en el descuento.
14/11/2004 |
Segunda jornada del Grupo C. |
ESPAÑA (2) |
Lucía Muñoz; Bergara, Zuriñe, Ruth García, Silvia; Diéguez, Zufía, Iraia, Natalia Pablos (-76, Willy); Boquete (-90, Murua), Jade (-82, Julia). |
REP.COREA (1) |
Jun Min Kyung; Cha Yun Hee, Lee Ye Eun, Park Mi Jung, Yoon Young Geul, Lee Jin Hwa; Song Yu Na (-65, Park Eun Jung)(-79, Jeon Jae Min), Lee Yang Mi; Kim Joo Hee, Park Eun Sun, Han Song I (-55, Jung Sey Hwa). |
Goles |
1-0 Jade (ESP, min. 19); 2-0 Jade (ESP, min. 57); 2-1 Park Eun Sun (KOR, min. 72). |
Árbitro |
Deidre Mitchell-Zealand (RSA). |
Tarjetas |
Lee Jin Hwa (KOR, min. 6); Yoon Young Geul (KOR, min. 13); Natalia Pablos (ESP, min. 22); Miriam (ESP, min. 69); Park Eun Sun (KOR, min. 79). |
Estadio |
Surakul Stadium (Phuket). 13.563 espectadores. |
El 18 de noviembre, cuando se disputó la tercera y definitiva jornada en el grupo C, la primera fase había concluido ya en los otros dos grupos, por lo que las de Quereda tenían perfectamente claros todos los cálculos: tendrían que puntuar ante las vigentes campeonas mundiales juveniles para seguir adelante. Con tres puntos y una diferencia de goles de -2, una nueva derrota impediría mejorar los guarismos de Nigeria (tercera del grupo B con cuatro puntos) y de Australia (tercera del grupo A con tres puntos, como España, pero con una diferencia de goles de 0). Así pues, un empate garantizaría superar a las australianas y pasar junto a las africanas como una de las dos mejores terceras; eso en el peor de los casos, porque ese puntito podría incluso suponer la clasificación directa como segunda de grupo, en función del resultado que se diera en el partido que Rusia y Corea del Sur disputarían simultáneamente en Bangkok.
Dentro de la evidente complicación, en la expedición española había cierto optimismo porque el juego desplegado en los partidos anteriores había sido bueno y porque las norteamericanas llegaban ya clasificadas como primeras de grupo después de haber goleado a Corea (3-0) y Rusia (4-1) y darían descanso a varias jugadoras clave. Entre otras, el seleccionador Mark Krikorian dejó en el banquillo a las centrocampistas Angie Woznuk y Megan Rapinoe y a la atacante Amy Rodríguez, y España aprovechó las circunstancias para controlar prácticamente en todo momento al potente equipo estadounidense. Con el mismo once que había derrotado a Corea del Sur (rompiéndose así la alternancia en la portería a favor de Lucía Muñoz) y su habitual juego pausado pero seguro, la selección española sub’19 puso en bastantes apuros a la guardameta Ashlyn Harris, que al filo de la media hora salvó apuradamente en dos tiempos un gran lanzamiento de Miriam Diéguez en la ocasión más clara del primer tiempo. También Natalia y Vero Boquete disfrutaron de buenas oportunidades, mientras que sus rivales sólo generaron peligro por medio de Jessica Rostedt. Y fue precisamente Rostedt quien, al borde del descanso, aprovechó un despiste en su marca para escaparse por velocidad y controlar un pase largo a la espalda de la defensa hispana; tras una hábil maniobra, la estadounidense batió a Lucía sin remisión y sumó su tercer tanto en el campeonato.
El gol supuso un duro mazazo para la confianza de la selección española, que en la segunda parte tardó en volver a entrar en el partido. La presencia de Amy Rodríguez le dio más profundidad al ataque americano y España sufrió varios sustos, aunque la buena actuación de Lucía Muñoz mantuvo al equipo con vida hasta el final. El objetivo estaba a un solo gol de distancia y las de Quereda lo intentaron por todos los medios, dominando claramente durante muchos minutos. Los ajustes tácticos introducidos con los cambios funcionaron y prácticamente todas las jugadoras del ataque español tuvieron su oportunidad para marcar, pero Harris se mostró inexpugnable y el partido se consumió con dos nuevas intervenciones salvadoras de Lucía. Pese a la buena imagen mostrada, España se iba de su primer Mundial juvenil femenino a las primeras de cambio.
18/11/2004 |
Tercera jornada del Grupo C. |
EE.UU. (1) |
Harris; Holmes, Buehler, Sauerbrunn, López; Logterman, Gray, Schnur (-58, Redmond), Orand; Rostedt (-46, Amy Rodríguez), Hanks. |
ESPAÑA (0) |
Lucía Muñoz; Bergara, Zuriñe, Ruth García, Silvia; Diéguez, Zufía (-56, Murua), Iraia, Natalia Pablos (-74, Willy); Boquete, Jade. |
Goles |
1-0 Rostedt (USA, min. 44). |
Árbitro |
Virginia Tovar Díaz (MEX). |
Tarjetas |
Iraia (ESP, min. 83). |
Estadio |
Surakul Stadium (Phuket). 9.652 espectadores. |
Al final la selección española cayó al último puesto de su grupo y a la décima posición final. La victoria de la República de Corea por 2-0 ante Rusia generó un triple empate a tres puntos en el que los resultados de la primera jornada fueron decisivos: con la misma diferencia de goles que las surcoreanas (-2), Rusia acabó segunda de grupo merced al mayor número de tantos anotados, mientras que el combinado asiático, pese a acabar por delante de España (que finalizó con un golaveraje de -3), caía eliminado como el peor tercero de los tres grupos. Las juveniles españolas regresaron a casa en el anonimato propio de quien sale por la puerta de atrás de un torneo sin enviados especiales y que aquí sólo se pudo seguir en televisión a través de Eurosport, pero con una valiosa experiencia y unos bellos recuerdos de un paradisíaco lugar, Phuket, que apenas un mes después sufriría el impacto del terrible tsunami que asoló el sudeste asiático el 26 de diciembre de 2004.
Lógicamente ajena al desastre que estaba por llegar, la competición siguió adelante. En cuartos de final, China derrotó a Canadá por 3-1, aprovechándose de una tempranera acción que supuso un penalti a favor y la expulsión de la portera canadiense, mientras que Estados Unidos también cumplió sin apuros ante Australia (2-0). En cambio, Brasil y Alemania tuvieron que sudar durante toda una prórroga (el gol de oro ya había sido eliminado por FIFA) para deshacerse de Rusia y Nigeria, respectivamente. Las brasileñas se vieron fuera del torneo durante muchos minutos, hasta que la ariete Cristiane apareció en el descuento para lograr el empate a dos; luego, dos tantos en la segunda parte de la prórroga ante unas desmoralizadas rusas pusieron el definitivo 4-2 en el electrónico. Más aún sufrió Alemania, que también logró empatar en los últimos compases del tiempo reglamentario con un gol de Mittag pero que en la prórroga no fue capaz de romper el 1-1. En la tanda de penaltis, las de Silvia Neid se mostraron más acertadas que las nigerianas y se llevaron el triunfo por 5-4.
Alemania no acusó el cansancio en semifinales y se impuso con claridad y justicia a Estados Unidos por 3-1, mientras que China consiguió frenar el ímpetu ofensivo brasileño y, con dos goles en la primera parte, selló su pase a la gran final. Después de que las estadounidenses superaran con un cómodo 3-0 a Brasil en el partido por el bronce, en el encuentro por el título Alemania se encontró con un tempranero gol de Simone Laudehr que allanó su camino a la victoria. Un juego sólido y sin fisuras y un segundo tanto obra de Melanie Behringer en los últimos minutos permitieron a la selección europea conquistar en Bangkok su primer Campeonato Mundial Juvenil femenino.
En cuanto a los galardones individuales, la brasileña Marta (que a esas alturas ya había brillado en el anterior Mundial juvenil, en el Mundial absoluto de Estados Unidos 2003 y en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004) demostró estar un par de pasos por delante del resto de futbolistas de su edad y se llevó el Balón de Oro como mejor jugadora, superando en las votaciones a Angie Woznuk, cerebro de la selección estadounidense, y a la atacante alemana Anja Mittag. Por su parte, la delantera canadiense Brittany Timko (que hoy, debido a su matrimonio, se apellida Baxter) se alzó con la Bota de Oro al anotar siete goles en cuatro partidos, mientras que Anja Mittag se llevó la de Plata con seis tantos. Tras ellas, nada menos que nueve jugadoras (la brasileña Cristiane, la estadounidense Megan Rapinoe o la alemana Celia Okoyino Da Mbabi -hoy Celia Šašić-, entre otras) anotaron tres goles, por lo que hubo que utilizar los criterios de desempate para otorgar la Bota de Bronce, que finalmente recayó en la estadounidense Angie Woznuk por haber dado también tres asistencias (igual que Marta, pero disputando menos minutos que la genial brasileña). La selección española también tuvo su pequeña mención en los reconocimientos individuales: pese a jugar sólo tres partidos, a sus diecisiete años Vero Boquete fue elegida por el Grupo de Estudios Técnicos de la FIFA como una de las cuatro mejores delanteras del torneo, junto a Timko, Mittag y Cristiane. No tenían mal ojo las expertas designadas por la FIFA, entre las que se encontraba la actual seleccionadora sueca Pia Sundhage.
El torneo, en definitiva, sirvió para confirmar que el fútbol femenino juvenil avanzaba a buen ritmo, y la edición de 2006, que se celebró en Rusia, acogió ya a 16 selecciones de categoría sub’20 en lugar de las doce sub’19 de los dos primeros campeonatos. Paralelamente, la FIFA empezó a plantearse la creación de un torneo sub’17 que completara y racionalizara las etapas formativas del fútbol femenino y las equiparara definitivamente a las del masculino. Aunque esa categoría era entonces completamente inexistente en el calendario oficial internacional, la mayoría de equipos sub’19 presentaba siempre un buen número de jugadoras de 16 y 17 años, lo que indicaba que la materia prima existía y era prontamente detectada (y promocionada) por los clubes y federaciones nacionales. Ese nuevo Mundial sub’17 terminaría naciendo en 2008 y supondría también la creación de torneos continentales para esa edad en todas las confederaciones, pero esa es otra historia.
Por desgracia, España no ha vuelto a clasificarse para un mundial juvenil. Lejos de suponer un trampolín para seguir creciendo, la presencia en Tailandia 2004 dio paso a una larga época de sinsabores en categoría sub’19: la selección española no estuvo en las fases finales de los Europeos de los años 2005, 2009 y 2013 y se quedó fuera de las cuatro primeras plazas en 2007 y 2011, perdiendo por tanto la opción de disputar los sucesivos Mundiales sub’20 celebrados hasta la fecha. Los resultados en los Campeonatos de Europa de los años pares (los no clasificatorios) tampoco han acompañado, y sólo recientemente se han vuelto a conseguir grandes logros, con dos subcampeonatos en 2012 y 2014 que, sumados a los éxitos en categoría sub’17, vuelven a generar esperanzas sobre el futuro del fútbol femenino español.
Porque, a pesar de las muchas dificultades y zancadillas, de la escasa atención del público y los medios (y, en ocasiones, de la propia RFEF), las futbolistas españolas que brillaron como juveniles a principios de siglo (y muchas de las que luego no pudieron reeditar esos triunfos en los años siguientes) no han dejado de dar pasos hacia adelante. Esperemos que la participación en la Eurocopa absoluta de 2013 y, sobre todo, la histórica presencia en el Mundial de Canadá que arranca el próximo mes de junio no sean un mero paréntesis, sino un auténtico punto de partida para un futuro mejor.
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Fuentes consultadas:
Hemerotecas y archivos digitales de los diarios As, El Mundo Deportivo, Marca.