La llegada del fútbol a Lleida
De Daniel BadíaEl fútbol ya se practicaba en la ciudad de Lleida en el año 1903. A esta conclusión llegamos después de leer la primera mención que de este deporte se hace en la prensa local: en la portada del Diario de Lérida del domingo 13 de septiembre de 1903 se publica el «Programa de las ferias y fiestas que han de celebrarse en esta ciudad en los días 12 al 16 del corriente». Para el lunes, 14 de septiembre, está programado «A las 5 de la tarda gran partido de Foot-ball en el Campo de Marte».
El problema es que ya no hay más reseñas de este partido ni de ningún otro, en los ejemplares anteriores y posteriores a la fecha señalada. Es por ello que no conocemos ni los contendientes ni el marcador de dicho encuentro. Se supone que disputaron el partido jugadores locales, pero con el asesoramiento de gente de fuera, donde el fútbol ya estuviera establecido. Lo único que nos aclara la nota periodística es la localización: se anuncia que se jugarà en el Campo de Marte, que en aquellos primeros años del siglo XX era una gran planicie despoblada situada a los pies de la Seu Vella, donde se celebraban las ferias de ganado de la época y también hacían la instrucción los soldados residentes en la Seu Vella. A medida que aquella zona se fue urbanizando (hoy en día forma parte del barrio Zona Alta de Lleida), trasladó a los primeros «futbolistas» de la ciudad a la espaciosa planicie situada en la cima de la meseta de Gardeny, emplazamiento militar primero y actualmente Parc Tecnològic empresarial de la ciudad.
De cualquier manera, la paternidad del fútbol en Lleida siempre se le ha otorgado a Prudencio Manuel Azoz Arizcuren, a quien se considera el introductor de este deporte en la ciudad en el año 1910, tal como publica Joan Prenafeta en su libro Historia del deporte leridano (1947).
Nacido en la localidad navarra de Alsasua en 1889, Azoz llegó a Lleida durante el mes de marzo de 1910, procedente de Barcelona, para trabajar de administrativo en la fábrica de aceites que la firma Manuel Porcar Tió tenía en la ciudad. En Barcelona, donde vivía con su familia desde los 11 años, jugó al fútbol con diferentes clubs modestos, como el del club de tenis la Salut, donde su padre trabajaba de cocinero. Y esta afición la trasladó a Lleida, cumplidos ya los 21 años.
Tal como describe Joan Prenafeta en su libro «Movido por su afición y al objeto de conservar la agilidad y facultades físicas trajo consigo, junto con el equipaje, las prendas para vestirse de jugador. El primer día festivo de marzo de 1910 cogió el balón partiendo hacia el Campo de Marte y allí ataviado con pantalón corto de color blanco, medias y zapatos de reglamento, empezó a jugar solitariamente, causando extraño asombro a cuantos transitaban por la carretera cercana que probablemente pensaban en sus adentros la inutilidad del ejercicio y la ridiculez del vestido que llevaba para practicarlo e incluso, por los comentarios que en alguna ocasión captó de los expontáneos (sic) espectadores, creíanle expuesto a una pulmonía. Fueron varias las veces que acudió al citado Campo de Marte pero casi siempre debía jugar sin conseguir lo probasen quienes le contemplaban, ya que de esta forma hubiérase distraído y hecho menos monótono su ejercicio. Pero más adelante algunos chiquillos y soldados, siguiendo sus lecciones, intentaron jugar mostrándose reacios en hacerlo porque la falta de costumbre no permitíales dar dirección a las patadas a la pelota fallando la mayor parte de las veces mientras en otras tropezaban con el pie en el suelo o perdían estabilidad cuando levantaban la pierna para devolver un balón alto, percances debidos a la falta de práctica. Azoz era un entusiaste deportista y si bien, según cuenta, no jugaba en el Campo de Marte con aires de inventar el fútbol en Lleida porque su intención era entrenarse y captar a quien pudiera interesarle con el fin de organizar ataques a gol que convirtiesen más eficaz su entreno, en cambio la novedad que esto representaba para quienes le contemplaban, la admiración que les producía el dominio de la pelota de Azoz que tanto con los pies como con la cabeza, constituyó probablemente, incluso sin habérselo propuesto, la iniciación de la pràctica del balompié en ésta al darlo a conocer y por ello es justo figure en el primer relato de la historia del fútbol leridano».
Y es así como aquel joven alto y fuerte, bigotudo y desvergonzado, introdujo la práctica del fútbol en la ciudad de Lleida, que entonces tenía unos 24.000 habitantes y vivía de espaldas a un deporte que llegó a España a finales del siglo XIX.
Manuel Azoz, que junto con su hermano también practicó otros deportes como la pelota vasca y el tenis, murió soltero en el barrio de Gràcia de Barcelona el 21 de noviembre de 1974, con 85 años. Sólo vivió un par de años en Lleida, pero su huella permanece intacta en la historia del deporte local.
Pero al margen de Azoz, la colectivización del fútbol en Lleida se consolida cuando los trabajadores extranjeros de la Canadiense (la empresa que entre 1912 y 1916 construye en Lleida las compuertas, el canal y la central de Seròs) se unen a los practicantes locales para jugar partidos.
La Barcelona Traction Light & Power, popularmente conocida como la Canadiense, es una empresa colonial, instalada en diferentes localidades de Catalunya con el objetivo de electrificar el país.
Pere Almacelles, en la revista Ciudad de junio de 1963, escribe un artículo en el que explica que, en los primeros años del siglo XX, sin especificar ninguna fecha, los jóvenes de la buena sociedad leridana practican el «foot-ball» de forma más festiva que otra cosa, en la planicie de Gardeny. Cita los apellidos Banqué, Llorens, Segarra Plubins y Felip y dice que se orientan en la reglamentación que publica la revista deportiva francesa La Vie Au Grand Air. Lo que la revista denomina dribler le balon, ellos lo traducen como baila con la pelota. Así no es extraño que los curiosos que les observan les califiquen despectivamente de bailarinas, por las posturas que adoptan. Además, como que no pueden usar las manos, ponen los brazos en la espalda o en la cintura, lo cual aumenta su ridiculez.
El fútbol llega con cierto retraso a Lleida, a diferencia de otras localidades catalanas y españolas. El hecho de ser una ciudad del interior no ayuda nada, porque los puertos marítimos son la principal vía de entrada de este deporte en la península, gracias a los marineros y a los trabajadores británicos.
El primer equipo de fútbol del que se tiene constancia en la ciudad de Lleida es el Montserrat, en el año 1913. Lo forman alumnos del colegio Montserrat de los Hermanos Maristas y juegan en la planicie de Gardeny. Pero su valor es más testimonial que práctico porque el fútbol, como otros deportes, no se consolida en Lleida hasta que los partidos políticos no trasladan al escenario deportivo sus rivalidades.
El 23 de enero de 1913 el diario local El Ideal publica que «para conseguir formar una entidad futbolística convocamos a todos los aficionados». A partir de este anuncio se organiza un partido, en Gardeny, con dos equipos de 7 jugadores cada uno, que se denominan Català y Espanyol.
Pero el primer club de fútbol de Lleida no se constituye oficialmente hasta el 1914.
El 11 de junio de 1914 El Ideal publica que se constituye la sociedad denominada Club de Foot-ball Lleida, que podemos considerar el primer club de fútbol de la ciudad. El presidente es Manuel Andreu, el vicepresidente Carlos La-Rosa, el secretario Emilio Pardiñas, el tesorero Aurelio Núñez y los vocales son José Vera y José Llorens.
Este mismo periódico publica que pocos días después, el domingo 21 de junio, a las 11 de la mañana, se reunen en las Casas Consistoriales los fundadores de la Asociación Foot-ball Lleida para constituirse oficialmente. El presidente es Mario Sol y tienen unos 60 socios.
Estos clubs tenían la problemática de tener que encontrar equipajes, pelotas, botas y un campo donde poder jugar.
Esta situación de aparente provisionalidad dura hasta el año 1917. Durante este periodo inicial, el fútbol se practica en Lleida con más ilusión que posibilidades de poder competir. Los clubes nacen y mueren con la misma rapidez por la falta de facilidades.
Es así como se fundan diferentes equipos: Associació Cultural Catalanista de Lleida y Club Colonial (1915) y Atlético Metalúrgico (1916).
La situación no varía hasta el año 1917, que es cuando los partidos políticos comienzan a interesarse por el fútbol y le dan el impulso definitivo en Lleida.
Primero es el Partido Radical con el FC Lleidatà (1917); después Joventut Republicana con el FC Joventut (9-11-1918) y finalmente la Penya Deportiva Salvat, de orientación política conservadora, con el FC Lleida (1-2-1923). Cada uno de estos equipos construye su propio campo de fútbol, con especial mención para el todavía existente Camp d’Esports, inaugurado por Joventut Republicana el 1-1-1919, como una de las mejores instalaciones deportivas de Catalunya de la época y con un coste de más de 100 mil pesetas.
Nacen las rivalidades y el apasionamiento de los seguidores y el fútbol se consolida definitivamente en Lleida porque se convierte en un deporte de competición.