Pedro Berruezo: Barro, sudor y muerte
De Julio Jareño PastorA mi amiga Mar con toda mi estima.
El 7 de enero de 1973 el futbol español en general y la grandes familias sevillistas y malaguistas en particular, se oscurecieron de luto y tiñeron de tristeza y de conmoción el panorama futbolístico por la noticia del fallecimiento del jugador Pedro Berruezo en el estadio pontevedrés del Pasaron. Berruezo fue el primer futbolista profesional español que falleció en un terreno de juego. Ocho lustros después mi pequeño homenaje a este gran y honrado deportista, extremo de extraordinaria zurda y de gran compromiso con sus colores.
Pedro Berruezo Martín nació en Melilla el 22 de mayo de 1945. Sus comienzos futbolísticos fueron en el Melilla. En la temporada 1963-64 forma parte de la plantilla del At. Malagueño, las cuatro siguientes temporadas vistió la del C.D. Málaga.
En el año 1968 es traspasado al Sevilla F.C. por una cantidad de cuatro millones doscientas mil pesetas donde permaneció hasta el día de su muerte. En sus cinco temporadas en el club de Nervión su rendimiento fue notable.
En la temporada 1972-73 el club sevillista estaba hundido en el pozo de la Segunda División del futbol español e inmerso en una grave crisis institucional tras la dimisión de su presidente José Ramón Cisneros.
El calendario liguero quiso que el 7 de enero el Sevilla C.F. visitara Pontevedra para disputar su partido de futbol correspondiente a la decimaoctava jornada de liga contra el equipo titular de esa ciudad gallega. Ese mismo día Berruezo escribió a su esposa Gloria Bernal (la cual estaba encinta) y a su pequeña hija, una postal desde el Parador Nacional de Turismo de la ciudad pontevedresa donde el equipo blanco estaba alojado. El periodista alcaleño José María García publico dicho texto en el diario deportivo AS cuando se cumplió el treinta aniversario del fallecimiento del jugador Berruezo A continuación detallo dicho texto por su valor periodístico y su alta carga emocional y sentimental:
«Hola chatillas: Dentro de poco salimos para el campo pues son las 2 de la tarde del domingo y mientras estoy en la habitación me pongo contigo con estas líneas. ¿Qué tal estáis? ¿Y la pequeña? Me figuro lo guapa y graciosa que estará con el trajecito de marmota y su cochecito. Y tú, ¿qué tal? Cuídate en comer y todo lo necesario. Esta noche te llamaré. Bueno, esto te lo digo y me escucharás antes de leerlo. Supongo que tu madre y hermana seguirán bien. Dale besos a la niña y familia, y para ti, de quien mucho te quiere, tu Pedro».
Ya en el campo y a las órdenes del colegiado Balsa Ron los equipos presentaron las siguientes alineaciones:
Pontevedra C.F.: Amador, Hachero, García T., Amavisca, José Manuel, Norat, Neme, Jorge, Vava, Amutio y Suco II.
Sevilla C.F.: Paco, Blanco, Catalán, Hita, Pazos, Bea, Bueno, Lora, Acosta, Berruezo (Garzón) y Sanjose (Lebrón).
La primera mitad finalizo 1-0 a favor del equipo local. En el minuto 5 de la reanudación Blanco sacaba de banda sobre Berruezo, el propio Blanco hacia estos valiosos comentarios sobre lo vivido
«Íbamos nosotros a sacar de banda y Pedro intento correr para desmarcarse. Justo entonces cayó al suelo».
«Algunos nos quedamos petrificados, sin podernos mover y otros lloraban como niños……..» (al enterarse sus compañeros de la noticia del fallecimiento)
Otro testimonio estremecedor fue el del jugador sevillano Rodri
Pedro comenzó a hacer una flexión como hacía siempre que no se encontraba bien, quiso intentar ponerse en pie miró al banquillo y gritó con mucha fuerza ¡¡¡eeeeeeh!!! Jamás olvidaré ese grito. Pedro se desplomó al suelo levantando la mano derecha. Salimos corriendo hacia él, el médico del Pontevedra saltó la grada y Manolín Bueno, que era el que estaba más cerca, le metió la mano en la boca para que no se tragara la lengua. Los camilleros de la Cruz Roja lo trasladaron a los vestuarios. En un lado de la camilla estaba Isabelo, yo al otro«.
Inmediatamente fue trasladado al vestuario donde fue atendido por el doctor del Pontevedra Díaz Lema y Antonio Gómez el kinesiólogo del equipo blanco que viajo en lugar del medico del club Antonio Leal Graciani, este ultimo ausente no viajo a Pontevedra con el equipo por motivos personales. Al no reaccionar a la inyección de coramina que le fue puesta se decidió trasladarlo de forma urgente a la clínica Mayoral, a su llegada sufrió una parada cardiaca irreversible.
El propio Antonio Leal Graciani relato en La Actualidad Española como recibió la noticia de la muerte de Berruezo, fue, tras la conversación con el presidente Eugenio Montes Cabeza:
– Presidente: «¿Sabes que ha pasado en Pontevedra?»
– Doctor Leal: «Si, que hemos perdido por 2-0»
– Presidente: «Ha pasado una cosa gravísima»
– Doctor Leal: «¿Qué ha pasado, Don Eugenio?
– Presidente: «Que se ha muerto Berruezo»
«A mi me dicen en aquellos momentos que se ha acabado el mundo y no me hubiese causado tanta impresión», termino su relato el doctor Leal.
Los jugadores sevillistas no se enteraron del fatal desenlace hasta finalizar el partido que termino con el resultado de 2-0 con los goles pontevedreses de Neme y Vava. Tras unas diligencias rápidas y efectivas el cuerpo sin vida de Berruezo viajo a Sevilla llegando en la tarde de lunes donde le esperaban veinticinco mil personas. La capilla ardiente se instalo en el Sánchez Pizjuan y su cuerpo fue velado durante la noche por sus compañeros de equipo. Desde el propio estadio salio el cortejo fúnebre rumbo hacia Málaga donde fue enterrado.
Aunque su muerte se certifico como colapso cardiaco hubo voces discrepantes que pensaban que su fallecimiento se debió a un infarto cerebral, basándose en que Berruezo había sufridos varios desfallecimientos, el primero en Alicante, después en Sabadell y el ultimo y mas fuerte ante el Baracaldo el 10 de diciembre de 1972. A partir de ese momento quedo ingresado en la clínica Santa Isabel y fue tratado por el doctor Felipe Martínez donde se creo un cuadro de médicos para examinar las causas de sus desvanecimientos. Después de numerosas pruebas medicas y un chequeo exhaustivo no se detecto anomalía alguna por lo que tras tres semanas de baja, se reincorporo al equipo para jugar en Pontevedra, donde se encontró con la muerte.
El contrato del futbolista con el Sevilla C.F. estaba pendiente de renovación por lo que la directiva organizo un partido homenaje, su viuda percibió casi cinco millones de pesetas procedentes del club, de la Mutualidad Deportiva y del encuentro homenaje. El 20 de febrero de 1976 la Magistratura de Trabajo estimo una demanda de la viuda entendiendo como accidente de trabajo el fatal acontecimiento, condenando al club a entregarle quince mil trescientas pesetas mensuales hasta la mayoría de edad de sus hijos.
Casualidades de la vida su hijo póstumo Pedro Berruezo Bernal tuvo la ocasión de jugar en el Pasaron treinta y cinco años después vistiendo la camiseta de la A.D. Ceuta.
El 7 de enero de 2010, el Sevilla C.F. le rindió un merecido homenaje en el estadio Ramón Sánchez Pizjuan, presidido por su presidente José María del Nido y acompañado de su viuda y demás familiares descubrieron en el acceso al palco una talla en bronce a la cera de su figura.
Pedro Berruezo fue aclamado y venerado por su afición, a la cual supo ganarse por su pundonor y entrega a esos colores donde llevo siempre cosido el escudo sevillista a su corazón. Mito en vida con su fallecimiento comenzo su leyenda.