El fatídico código penal
De Antonio StatisDebió ser una fiesta la temporada 1993-1994 para el fútbol gallego. Porque sus dos máximos referentes (el Deportivo La Coruña y el Celta de Vigo) estuvieron a pasos de llevarse la Liga y la Copa del Rey, respectivamente.
El fixture indicó que el camino de la Liga debía comenzar en Galicia y el enfrentamiento terminó sin goles.
Para entender la campaña de ambos conjuntos la localía es un tema a tener en cuenta. El equipo vigués no recibió goles en su casa por la Copa del Rey, y el Deportivo La Coruña apenas 7 en 19 juegos.
Pese a avanzar en tres de las primeras cuatro eliminatorias por apenas un gol, el Celta en octavos de final se clasificó por tanda de penales ante el Logroñés (0-1 y 1-0, victoria 5-4).
En cuartos de final, liquidó la serie en Balaídos con un rotundo 5-0, reponiéndose al 0-1 de la ida. Y en las semis otra goleada (3-0) en casa, esta vez ante Tenerife, lo dejó en las puertas de la final. En la revancha, un empate a dos lo terminó de clasificar.
El rival en la final sería el Real Zaragoza a disputarse en el estadio Vicente Calderón, de Madrid, el 20 de Abril. Tras 120 minutos el resultado terminó en blanco. La serie de penales definiría al campeón de la edición 1993-1994 de la Copa del Rey. El Celta tenía el antecedente de octavos de final, ante el Logroñés. Para el conjunto aragonés, era su primera definición por esa vía.
Para dicho encuentro, el entrenador del Celta (Txetxu Rojo) dispuso que jueguen: Cañizares; Dadie, Patxi Salinas, Alejo, Otero; Salva, Engonga, Vicente, Ratkovic; Andrijasevic y Gudelj.
La serie no tuvo yerros en las primeras ocho ejecuciones, quedaba un penal por bando. Allí fue donde apareció el arquero aragonés (Andoni Cedrún) para detener el remate de Alejo, y luego Higuera convirtió su remate para que Copa del Rey viajara hacia Zaragoza.
El Deportivo La Coruña quería confirmar todo lo bueno que había conseguido en la temporada 1992-1993 de La Liga, donde había dado lugar al nacimiento del «Súper Depor» al finalizar tercero. Bajo las órdenes de Arsenio Iglesias la idea era volver a estar en zona de clasificación a copas europeas. En un equipo donde sobresalían el trío brasileño formado por Donato, Mauro Silva y Bebeto, se le sumaban la calidad para crear de Fran y la capacidad para llegar al gol de Claudio y Manjarín.
El arranque fue más que auspicioso, donde apenas perdió un juego en las primeras 10 jornadas. No solo se destacaba el ataque del Depor sino también la defensa merced a la poca cantidad de goles que recibía (apenas 6 en la primera rueda) donde además mantuvo 15 vallas en cero.
En la segunda rueda el puntapié inicial volvió a ser ante Celta de Vigo, en el clásico gallego. Esta vez se jugó en Balaídos pero el resultado fue el mismo de la primera rueda: 0-0. El conjunto deportivista apenas caería derrotado dos veces en la segunda rueda y sería ante los dos más poderosos: 0-2 ante Real Madrid y 0-3 ante el Barcelona, en el duelo de aspirantes al título.
Luego de esa derrota ante el Barsa, otras tres igualdades conspiraron contra las ilusiones del Deportivo. Sin embargo, una racha de 5 triunfos (4-1 a Athletic Bilbao, 5-2 al Oviedo, 2-1 a Atlético de Madrid, 1-0 a Racing de Santander y 2-0 a Tenerife) lo pusieron más cerca de la Liga.
El sprint final no parecía ser complejo para el Depor, pero en dichas instancias no hay que subestimar a ningún rival. Sino basta con ver como el Lleida le quitó un punto como local a falta de 4 fechas para el cierre, y luego el Rayo Vallecano una fecha más tarde también le quitó una unidad en otro empate a cero.
Quedaban 2 fechas y la ventaja era del Deportivo sobre el Barcelona por solo un punto (se otorgaban 2 unidades por victoria). El primer match point para el conjunto gallego fue el 8 de Mayo, cuando visitó a Logroñes (lo derrotó 2-0 a domicilio) y su rival, el Barcelona, visitaba al Real Madrid en el Clásico de España. La afición coruñesa ansiaba con que esa fuese la fecha de la consagración. Pero no pudo ser porque el Barcelona venció a los Merengues 1-0 con un gol de Guillermo Amor en el último cuarto de hora de partido.
La definición quedaba entonces para la última jornada. En caso de igualdad de puntos el ganador sería el equipo que mejor diferencia de gol registrara y en ese ítem el Barcelona le sacaba una ventaja considerable a Deportivo La Coruña (+49 contra +36). Es decir, el Deportivo debía ganarle al Valencia para no depender un resultado adverso del Barcelona que recibía al Sevilla de Davor Suker y Diego Simeone, entre otros.
Los once de Arsenio Iglesias aquélla tarde noche fueron los siguientes: Liaño; Voro, Djukic, Nando, Ribera; Donato, Mauro Silva, López Rekarte, Fran; Manjarín y Bebeto.
Todo el público que acompaño al Deportivo la tarde del 14 de Mayo de 1994 en el estadio Municipal de Riazor empezó a sentir más cerca el primer título de Liga cuando a los 12 minutos del primer tiempo, Diego Simeone adelantó al Sevilla en el Camp Nou ante Barcelona. Pero fue por apenas unos minutos ya que, a los 20, igualó el búlgaro Hristo Stoichkov y la ventaja volvía a ser de solo una unidad.
Volvió a explotar el Riazor casi al cierre de la primera mitad con otro gol de Sevilla, esta vez del croata Davor Suker. Pero en el complemento el Barcelona barrió al conjunto andaluz con una ráfaga de goles: a los 5, igualó Stoichkov, a los 25 desniveló Romario, cinco minutos más tarde aumentó Michael Laudrup y a falta de tres minutos para el cierre, Bakero liquidó el partido.
Quedaba todo en manos del Deportivo, debía ganar para festejar, como desde el inicio de la última fecha. El gol no llegaba hasta que en el minuto 89 el juez López Nieto le otorga un penal al Deportivo La Coruña. Fue el momento en el que ambos estadios en donde se disputaba la Liga 1993-1994 enmudecieron. En Riazor los rezos era para que fuese gol; en el Camp Nou los rezos eran para González, el arquero del Valencia.
Las súplicas surgieron efecto en Cataluña y González detuvo el disparo del serbio Miroslav Djukic. Fue muy polémica la decisión del goleador brasileño Bebeto quien se negó a ejecutar la pena máxima.
Ciento veinte segundos después de ese penal, el pitazo del juez fue el último sonido que se escuchó en Riazor. Las lágrimas se apoderaron de todos los jugadores del Deportivo. Su afición, como retribución a la gran temporada realizada, invadió el campo de juego y los abrazó a cada uno como verdaderos campeones.
La clasificación final fue una igualdad en 56 puntos en el primer lugar, pero con una mejor diferencia de gol para el equipo blaugrana. Otra vez un penal impidió en esa temporada la consagración de un equipo gallego. Lo que debió ser una fiesta para el fútbol de Galicia.