De la Olimpiada Popular a la Liga del Mediterráneo (Julio 1936-Enero 1937) – Parte VII
De José del OlmoEl fracaso de la Liga Catalana.
La negativa de los clubs catalanes a compartir un torneo con los clubs valencianos hizo que inicialmente cada grupo buscase una solución para sus necesidades. En Valencia se habló de la Copa País Valenciano en la que participarían Valencia CF, Gimnástico FC, Levante FC, Hércules FC y Athletic de Castellón61. Y en Barcelona se retomó la idea de Ramón Eroles: jugar una Liga Catalana con los catorce equipos de Primera A y B, lo que daría un calendario de veintiséis jornadas, o sea, se cubriría las fechas restantes de lo que era una temporada oficial en España antes de la Guerra Civil.
De todas formas había que esperar a que primero acabase la competición de Primera B para conocer qué equipos iban a disputar el torneo de promoción junto a Badalona y Sabadell. Eso suponía tener que esperar hasta finales de enero. Y otra cuestión era el rango de oficialidad que podría tener esa propuesta Liga Catalana. A los equipos de Primera A no les convenía que hubiese ningún reconocimiento porque, no hay que olvidarlo, el Campeonato de Cataluña de Primera A estaba insertado en el sistema del Campeonato de España como un superregional y, en consecuencia, tenía estipulado su propio sistema de ascensos y descensos. Si esta Liga Catalana tuviese un mínimo de rango oficial podría provocar una modificación sustancial de los equipos con derecho a participar en el superregional llegado el momento en que se restableciese el sistema de competiciones de la Federación Española de Fútbol. Y tampoco se puede dejar de lado el interés político que respaldaba la propuesta de Ramón Eroles, la de organizar el fútbol catalán de manera separada e independiente del resto del fútbol español, y el que quería imponer Soler Damians, anulando la existencia del fútbol profesional en beneficio de un deporte más popular y libre de los vicios aburguesados que mermaban la salud física del pueblo.
Con estas dudas sobre la mesa, así empezaron las distintas reuniones en el seno de la Federación Catalana de Fútbol nada más acabado el Campeonato de Cataluña de Primera A62. Es posible que la propuesta de los clubs valencianos todavía estuviese resonando en el ambiente.
Como bien se podía entrever, los equipos de Primera A dejaban muy claro que esta Liga Catalana debía tener un carácter amistoso y atenerse al calendario que dejase libre el torneo de promoción, que sí tenía el carácter oficial ya que los dos primeros equipos clasificados de dicha liguilla jugarían en Primera A en la temporada 1937/38. Otra diferencia que apuntaban en la reunión era que solo serían diez equipos los participantes, porque los cuatro clasificados de Primera B entre el quinto y el octavo lugar tendrían que poner en juego sus plazas con los campeones de Segunda División Preferente. Por la línea que se mantuvo en la reunión todo indicaba que Ramón Eroles, el presidente incautador, no había asistido pues se hace difícil entender esa supuesta reducción de catorce a diez los equipos que habrían de disputar la Liga Catalana.
Dos días más tarde llegó el turno de los ocho equipos de Primera B para analizar la situación63:
Como era de esperar la Primera B defendió sus intereses y trató de acercar posturas presentando una propuesta atractiva a la Primera A: catorce equipos en la Liga Catalana, teniendo en cuenta que los partidos entre los seis equipos que debiesen promocionar -Badalona, Sabadell y los cuatro mejores de Primera B- dentro de la competición contabilizarían a todos los efectos como partidos de promoción. De esta manera se respetaría la correlación del Campeonato de Cataluña con los superregionales del resto de España.
Así demostraban que la Liga Catalana no tendría ni reconocimiento ni repercusión en las competiciones oficiales de la Federación Española. No era una mala propuesta en ese sentido, sin embargo, no respondía a la otra liguilla de promoción pendiente: la que tendrían que jugar los cuatro peores equipos de Primera B con los mejores de la Segunda Preferente. Salvo que se les indultase de la disputa de ese torneo. Y, para no perjudicar a los de la división inferior, se ampliaría la Primera B a doce equipos, otorgando el ascenso directo a los cuatro mejores de la Segunda Preferente. Con ello se recuperaba la propuesta ampliacionista que había sido rechazada64 justo en los días anteriores a la asamblea federativa que se iba a celebrar el 18 de julio.
La respuesta de la Primera A no se hizo esperar y no se ajustó a lo que se preveía65:
La negativa de los equipos de Primera A se inspiraba en matices motivados por agravios comparativos. La Primera B funcionaba como bisagra de la competición propuesta y trataba de sacar el máximo provecho de su situación. Por eso la Primera A, que incluso estaba dispuesta a transigir con una posible ampliación del grupo a ocho participantes para la temporada 1937/3866, exigía que sus dos equipos, Badalona y Sabadell, quedasen liberados de la promoción, equiparándose de esta manera con los cuatro peor clasificados de la Primera B, que eran los directamente beneficiados por la ampliación. En esos momentos los que salían ganando, ya que no tenían prácticamente opciones para pelear por la promoción a Primera A, eran el Sans, que paradójicamente había liderado a los antiampliacionistas en julio, y el Horta.
Se devolvía la pelota a la Primera B que celebró una nueva reunión67:
De todas estas reuniones se podía sacar varias conclusiones. La más importante era que la Federación Catalana de Fútbol iba a la deriva sin mando alguno y de ahí que los clubs mirasen exclusivamente por sus intereses dispuestos a no ceder en lo más mínimo. Todos buscaban la solución que más les pudiese convenir para salir al paso en la presente temporada y los clubs fuertes para no ceder en sus derechos para la siguiente, por si la guerra acababa decidiéndose a favor de la República, que era el sentimiento general todavía a finales de 1936.
Las exigencias de los equipos de la Segunda Preferente se amparaban en esa supuesta democratización en el fútbol que proponía Soler Damians, el comisario de Educación Física y Deporte.
Mientras se resolvía la futura competición, los equipos de Primera A retomaron su ronda de partidos amistosos para hacer taquillas. El Valencia visitó al Barcelona el 3 de enero. Con los jugadores volvía su presidente, José Rodríguez Tortajada. En la previa al partido en Las Corts el presidente valencianista comentó68:
-¿Y después de estos amistosos [con el Barcelona], qué hará el Valencia?
-No tenemos ninguna decisión tomada en firme, pero la tendremos que tomar en breve, porque la afición en toda nuestra región está en pleno auge y hay que organizar algo para no defraudarla en plena temporada.
-¡Lástima que se fuera al agua aquel proyecto de Liga Levantina-Catalana!
-Nos dolió aquella negativa tan rotunda del Español, por muchos motivos…
– El problema económico…
-Si fuese por eso, nosotros no tendríamos ningún inconveniente en jugar un torneo de diez estableciendo el reparto equitativo de las taquillas conjuntas y, así, ningún quebranto económico sufrirían los clubs catalanes. Además el torneo sería sumamente interesante porque, tanto el Hércules como el Gimnástico y Levante están en gran forma y con excelentes equipos.
– ¿Hay posibilidades de avenencia?
– Por nuestra parte, todo serán facilidades, para poner de relieve la fraternidad que debe existir entre los clubs de primera línea de los dos pueblos hermanos.
Y en el palco del estadio barcelonista se confirmó que el acuerdo podía producirse con cierta inminencia69:
–Lo que interesaría por encima de todo es la organización de la Liga de Cataluña y Levante. Falta que se decida el Español.
-Por parte del Barcelona no hay ningún inconveniente en jugarla -dijo el señor Carbonell-.
-Lo malo son las cuotas de arbitraje -terció el señor Casals, encargado de asuntos administrativos del Barcelona-. Hoy es la primera vez que sale un árbitro de Las Corts sin cobrar el arbitraje. La culpa no es nuestra. Se ha presentado con un recibo de 160 pesetas, sin contar las de los linesmen. Eso no es justo. Con las taquillas que hacemos y la situación actual, no está bien que se descuelguen con un recibo así. Habrá que discutirlo en otro lugar.
Íbamos a despedirnos de los valencianos, pero el señor Rodríguez Tortajada no quiso despedirse todavía.
-No. Mañana en la Federación es posible que veamos. Yo no salgo de Barcelona hasta el miércoles. Confío todavía en que cuaje la Liga catalanovalenciana.
El 6 de enero El Mundo Deportivo publicó dos artículos que se contradecían en forma y en espíritu. En la misma primera columna de la portada, si bien por debajo del dedicado a la reunión con Rodríguez Tortajada, se da cuenta de lo lejos que estaban de la realidad los equipos más modestos.
Porque la noticia más importante, la que encabezaba la primera columna del periódico era otra:
Al final los clubs catalanes expusieron sobre la mesa la palabra clave: dinero. Necesitaban de los equipos valencianos unas garantías que les hiciese rentable la participación en ese torneo ya que, al menos deportivamente, sí era más atractivo que la Liga Catalana que impulsaba Ramón Eroles. Y al dinero los valencianos estaban dispuestos a decir que sí, porque, al igual que los equipos catalanes, una vez finalizado el torneo superregional, solo les quedaba jugar esa Copa País Valenciano que cubriría diez fechas y luego los reiterados y tediosos encuentros benéficos que ya empezaban a ser cansinos para el público. El argumento más próximo favorable para un acuerdo había sido el amistoso Barcelona-Valencia que aparte de haber registrado una buena entrada en Las Corts, el nivel de los equipos satisfizo a todos. Fue la mejor presentación que podía tener la propuesta de Rodríguez Tortajada.
La cuestión estaba en el calendario que se había fijado en la Federación Catalana al comienzo efectivo de la temporada. En aquellos días los clubs de Primera A se negaron a aceptar la propuesta del presidente incautador, Ramón Eroles, y rechazaron la Liga Catalana alegando que lo reglamentario era disputar el Campeonato de Cataluña tal y como se había acordado. Y así se hizo, manteniéndose el campeonato reglamentado en todas las divisiones.
Y como también se había acordado, al finalizar el Campeonato de Cataluña tendrían lugar las promociones entre las distintas categorías que eran las siguientes:
Para Primera A: los dos últimos de Primera A, esto es Sabadell y Badalona, y los cuatro primeros de Primera B. Pasarían a 1ª A los cuatro primeros del torneo por ampliación a ocho equipos.
Para Primera B: Los cuatro últimos de Primera B y los 6 mejores de Segunda Categoría Preferente. Se clasificarían los cuatro primeros para Primera B.
Para Segunda Preferente: los 6 peores de Segunda Categoría Preferente y los ocho mejores de Segunda Ordinaria. Se clasificarían los 6 primeros.
La polémica estaba en que ahora había equipos, Sabadell y Badalona, que, al retomarse la idea de la Liga Catalana veían una oportunidad para eludir la promoción y la mejor forma de hacerlo era anularlas o, lo que era lo mismo, ignorar el trabajo que había realizado Juan Bautista Roca para salvar el Campeonato de Cataluña y el fútbol profesional a manos de Ramón Eroles. Roca dimitió y en su lugar llegó Jaime Güell que también era directivo de la Unió de Federacions Esportives de Catalunya.
Llamaba la atención una vez más la inacción de Ramón Eroles o cómo lo ignoraban los clubs más fuertes. Que se reuniesen con Rodríguez Tortajada en la sede del FC Barcelona ya era de por sí un plante al presidente incautador que no encontraba la fórmula para hacerles aceptar su propuesta de una Liga Catalana con catorce equipos.
Había que ver qué iban a responder definitivamente los clubs de Primera B:
Estaba claro que los acuerdos unánimes eran más fáciles si con ellos no salía nadie beneficiado. Suprimir las promociones favorecía a los equipos peor clasificados, pero con las ampliaciones de las categorías, no se impedía el ascenso con lo que quedaba todo un poco más compensado.
También había que considerar que las promociones eran un torneo relativamente corto. Cubrían tan solo diez fechas lo que obligaría a buscar una nueva solución para marzo/abril lo suficientemente sólida como para convencer a todos y poder finalizar la temporada satisfactoriamente. Sucedía que al aceptar que se jugasen las promociones, la anhelada Liga Catalana se hacía inviable porque se quedaba sin fechas suficientes.
Como bien señalaba el texto de El Mundo Deportivo, los que ya habían adelantado su solución económicamente muy interesante eran los cuatro primeros de la Primera Categoría A.
(continúa)
61 Ante la negativa de algunos clubs de fútbol catalanes a la propuesta hecha por los equipos valencianos para jugar una Liga entre Valencia y Cataluña, se proyecta un torneo que se denominará “Copa País Valenciano”, en el que tomarán parte los clubs Valencia, Levante, Gimnástico, Hércules y Castellón. Publicado en La Correspondencia de Valencia, 18 de diciembre de 1936.
62 Publicado en El Mundo Deportivo, 23 de diciembre de 1936.
63 Publicado en El Mundo Deportivo, 25 de diciembre de 1936.
64 Publicado en El Mundo Deportivo, 15 de julio de 1936.
65 Publicado en El Mundo Deportivo, 30 de diciembre de 1936.
66 La aceptación de la ampliación de Primera A de seis a ocho equipos estaba favorecida por el hecho de que al completarse la jornada décima de Primera B, eran cuatro equipos de Barcelona los que figuraban entre los seis primeros: Martinenc y Vich, con 13 puntos; Tarrasa, 12; Júpiter y Europa, 11; y Sant Andreu, 10.
67 Publicado en El Mundo Deportivo, 31 de diciembre de 1936.
68 Publicado en El Mundo Deportivo, 3 de enero de 1937.
69 Publicado en El Mundo Deportivo, 4 de enero de 1937.
70 Publicado en El Mundo Deportivo, 9 de enero de 1937.