RESUMEN:

Fue un  futbolista de apellido corto, cortísimo, y nombre largo, el “Pequeño Cabo Rusty”, como le llamaban sus compañeros del Barça, en aquellos tiempos en los que por la naciente televisión en blanco y negro pasaban la serie “Rin Tin Tin”, el goleador diminuto que burlaba a gigantes, y uno de los mejores jugadores paraguayos

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Cayetano Re: un pequeño gran delantero

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Fue un  futbolista de apellido corto, cortísimo, y nombre largo, el “Pequeño Cabo Rusty”, como le llamaban sus compañeros del Barça, en aquellos tiempos en los que por la naciente televisión en blanco y negro pasaban la serie “Rin Tin Tin”, el goleador diminuto que burlaba a gigantes, y uno de los mejores jugadores paraguayos de todos los tiempos, reconvertido luego en excelente entrenador. Todo eso -y bastante más en el plano humano, según todos los que le conocieron- era Cayetano Re Ramirez, nacido en Asunción un 7 de febrero de 1938. Su abuelo tenía una popular fábrica de jabón, y su familia le matriculó en un colegio salesiano de curioso nombre -“Monseñor Lasagna”- y le puso a estudiar Contabilidad, por si algún día tenía que hacerse cargo del saponificio. Pero Cayetano era uno de los miles, millones de chavales, que siempre prefirieron el balón a los libros.

Con sólo 17 años ya formaba parte del primer equipo de Cerro Porteño, uno de los principales clubes de la capital guaraní. A los 20 es titular en la selección absoluta de su país, que dejó un grato sabor de boca en el Mundial sueco del 58, y al verano siguiente el mítico intermediario futbolístico de origen armenio Arturo Bogossian se lo lleva para España, enrolándolo en el Elche, que pagó por él millón y medio de pesetas de la época (más tarde los alicantinos cuadriplicarían la inversión), siendo uno de los primeros paraguayos que se aposentaron en la Ciudad de las Palmeras, seguramente el destino preferido para sus compatriotas durante muchos años.

Era aquel un Elche que había subido de Tercera a Primera en dos fulgurantes campañas, con José Esquitino como presidente y el legendario César Rodríguez, el Pelucas,  como jugador-entrenador. Re va a debutar en la máxima categoría junto a un montón de ilustres compañeros, aparte del divino calvo leonés: su compatriota Laguardia, el charrúa Dagoberto Moll, el hondureño Cardona, o los levantinos Fuertes y Pahuet, y en su segundo partido en la División de Honor ya van a derrotar a todo un Barcelona, campeón de Liga y Copa la anterior temporada.

Tres temporadas va a permanecer en “Altabix”, siempre como titular, y ofreciendo un altísimo rendimiento. Se movía preferentemente por el centro del ataque, pero podía llevar cualquier número a la espalda, tal vez con excepción del 7. Cuando se mide sólo 1,63, aunque estemos hablando del fútbol de hace sesenta y pico años, hay que suplir esa desventaja con otras cualidades en grado superlativo, y Cayetano Re las tenía. Era rápido, hábil, escurridizo, con un gran olfato de gol, y dotado de muchos recursos dentro del área. Pese a ser tan bajito, era fuerte y con un centro de gravedad que le fijaba al césped, y tampoco le hacía ascos al juego de cabeza (que más que de altura, suele ser cuestión de potencia y elevación en el salto, y de marcar bien los tiempos con el cuello), y además cuentan los contemporáneos que prodigaba una jugada personalísima, esprintando, parándose en seco, levantando el balón, y empalmando unas voleas impresionantes que le dieron no pocos goles. Todo un delantero, vaya.

En 1962 el Barça va a pensar en él para encargarle la siempre difícil misión de conseguir goles. Evaristo y su compatriota Eulogio Martínez abandonan la entidad blaugrana, Kocsis ya está mayor, y Zaldúa es todavía demasiado bisoño, de manera que 6 millones de pesetas -un buen pellizco para la época- convencen al Elche para que suelte a una de sus perlas. Conservaban a Romero, la gran estrella del conjunto, y se trajeron a otro paraguayo, Juan Carlos Lezcano, formando una tripleta central con total acento guaraní, porque el propio Eulogio va a dejarse caer también por entre los palmerales…

En Can Barça Re tuvo unos comienzos no demasiado fáciles, y su primera temporada resultó discreta, perdiéndose bastantes partidos. La afición se quejaba de su mala puntería, y el equipo realizó una Liga lamentable, clasificándose en un indigno sexto lugar. Luego maquillaron la campaña adjudicándose la Copa del Generalísimo, aunque él apenas sí actuó en dicho torneo.  Las cosas van a cambiar con la llegada al  banquillo azulgrana de su antiguo compañero y entrenador César, que creía ciegamente en sus posibilidades.  Cuando no llevaba el 9 -que en ocasiones lucía Zaldúa- , vestía el 10 o el 11, pero siempre era un fijo en el equipo. Va ser uno de los máximos realizadores del Campeonato 63-64, anotando 17 tantos, el Barça rozará el título -fueron segundos tras el inevitable Real Madrid-, y su fichaje ya empezaba a parecer muy rentable…

Su eclosión definitiva llegará en el curso siguiente, el 64-65, donde el Barça volverá a reincidir en una indecorosa sexta posición final. Re va a ser lo único destacable en una temporada tan gris, y se corona como máximo goleador del campeonato con 25 tantos, haciéndose acreedor al Trofeo “Pichichi”. Su gran estado de forma obligará a que su teórico competidor para el puesto de ariete, Zaldúa, sea cedido ya avanzada la campaña a Osasuna, el cuadro más representativo de su tierra navarra. Pero en ese éxito personal estaría precisamente el motivo de su pronta e inesperada marcha del “Camp Nou”. Re no llegará a un acuerdo con la directiva barcelonista acerca de la renovación de su contrato -el Vil Metal, ya se sabe…-, y eso va a agriar las relaciones entre ambas partas, pese a que finalmente estampa su firma.

No obstante Cayetano comienza la temporada 65-66 igual que acabó la anterior, viendo puerta con facilidad, y nadie podía pensar entonces que ya tenía los días contados en Can Barça. El equipo va a entrar sin embargo en una muy negativa racha de resultados, con varias derrotas consecutivas en su propio feudo que le alejan de las primeras posiciones, y al regreso de un nuevo fracaso, precisamente en el terreno  ilicitano  de “Altabix”, su antigua casa, se desencadenarán los acontecimientos.

Vicente Sasot, el segundo entrenador, que había reemplazado en aquel desplazamiento al técnico titular, el argentino Roque Olsen, ausente por asuntos particulares, va a emitir un informe muy crítico con el rendimiento de dos futbolistas en concreto, el propio Re y el canario Vicente, que serán apartados fulminantemente del equipo, e incluso se les prohibirá el acceso a las instalaciones blaugranas, teniendo que seguir entrenándose por su cuenta. La situación se prolongará durante varios meses, hasta que en escena aparezca un actor inesperado, el RCD. Español, que se interesa por contratar los servicios del delantero paraguayo, cosa que finalmente conseguirá a cambio de un precio irrisorio, pues el Barça parecía haber perdido de repente  todo interés hacia un futbolista que tan sólo unos meses antes lideraba la tabla de realizadores.

Re, por consiguiente, va a cruzar la Diagonal, y si bien ya no puede alinearse en la Liga por cuestiones reglamentarias, si lo hará con su nuevo equipo en la Copa de Ferias y en la Copa del Generalísimo de aquella temporada 65-66, dándose la curiosa circunstancia de que en el torneo ferial se enfrentará a los que tan sólo unos pocos meses antes eran sus compañeros. En aquel Español de mediados de los 60 el auténtico hombre fuerte era el dinámico empresario del sector de la maquinaria textil Juan Vilá Reyes -posterior protagonista del sonado “Caso MATESA”-, que estaba empeñado en convertir al club perico en una alternativa de poder respecto a los principales conjuntos del país: su gran rival ciudadano azulgrana, los dos clubes de la capital, o el Zaragoza de Los Magníficos, sin olvidarnos de Valencia o Athletic de Bilbao. Le cambia incluso el diseño de la camiseta, recuperando las franjas anchas anteriores a la Guerra Civil. Ya había llevado a “Sarria” a Kubala y a Di Stefano, si bien en sus últimos compases, y ahora va a formar una delantera de ensueño, acompañando a Re con el donostiarra Amas, el ilicitano Marcial, el castellano Rodilla y el asturiano José María, bautizados por un periodista como los Cinco Delfines

Puestos a las órdenes del técnico húngaro Jeno Kalmar, los blanquiazules despacharán una magnífica campaña 66-67, alcanzando el tercer lugar, tan sólo por detrás de Real Madrid y Barça. Los números de Re, empero, van a  bajar, porque en aquel Español el gol era misión de todos, y estará muy repartido. Pero el estado de gracia del conjunto se esfuma en el curso siguiente, irregular y con numerosos problemas físicos, con un discreto noveno lugar en la tabla. pero Vilá Reyes se lo va a tomar como un mero paréntesis, y reforzará la medular con dos auténticos pesos pesados: el internacional Jesús Glaría, procedente del Atlético de Madrid, y Lico, el correcaminos del Elche. Con una plantilla cuajada de figuras, el Español sale a por todas en la temporada 68-69, pero muy pronto va a estrellarse, Cambio de entrenador, comme il faut,  Argilés por Kalmar, y una dinámica negativa, un círculo vicioso donde las lesiones y el nerviosismo, dentro y fuera de la cancha, acaban abocando a la entidad perica a su segundo descenso, consumado en un funesto partido en “La Rosaleda”, con dos equipos que se marchan al pozo cogidos de la mano, aunque aquella tarde los de la Costa del Sol hicieron cuatro goles, por ninguno de los de “Sarria”.

En la nueva temporada en el Infierno, Re va a ser clave para salir pitando de la Categoría de Plata, recuperando sus promedios goleadores a pesar de rebasar ya la treintena. Pero ya sólo le restará una campaña en la élite, la 70-71, en la que el club consigue la permanencia aunque sus prestaciones personales se van a ir  eclipsando sin remedio. Y al final del curso abandona la nave blanquiazul, donde más tarde confesaría que se sintió más a gusto que en Can Barça. Tarrasa, y un brevísimo paso por el modesto Badalona, jalonan su retirada, con 34 años cumplidos, y un balance de 360 partidos disputados y 142 goles, en el transcurso de trece temporadas en España. Pero no abandona el mundo del fútbol, sino que se dispone a sentar cátedra desde el banquillo.

 Va a dirigir a diversos equipos de la Comunidad Valenciana, entre ellos el propio Elche, y a mediados de los 80 vivirá su momento de gloria, venciendo en la Liga paraguaya con Guaraní, y llevando de nuevo a la selección de su país a un Mundial, en este caso el disputado en México en 1986, donde va a pasar la fase previa, cayendo ante la Inglaterra de Gary Lineker. Le cabrá también el dudoso honor de haber sido el primer entrenador expulsado en un Campeonato del Mundo, pues su personalidad, muy temperamental, le jugará una mala pasada. Igualmente dirigirá en diversos países del Nuevo Continente (Chile, Perú, México, Paraguay de nuevo), así como en nuestros Córdoba y Betis. Establecido definitivamente en Elche, falleció el 26 de noviembre de 2013, a los 75 años, víctima del Mal de Alzheimer, esa devastadora enfermedad que tiene nombre de defensa central alemán, y que ni siquiera perdona a los delanteros más listos y escurridizos, como sin duda lo fuera el pequeño pero grandioso Cayetano Re.

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