RESUMEN:

Introducción El presente artículo no persigue otro objetivo que documentar dos curiosos ejemplos de un caso típico del fútbol primigenio, cuando la práctica del deporte –visto ya entonces como una forma de fortalecer el cuerpo y el espíritu, y no tanto como un pasatiempo excéntrico o incluso peligroso– ofrecía también la ocasión de lucir en

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Josep Pla y Jaume Laporta, estudiantes y futbolistas en la Girona de 1912

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Introducción

El presente artículo no persigue otro objetivo que documentar dos curiosos ejemplos de un caso típico del fútbol primigenio, cuando la práctica del deporte –visto ya entonces como una forma de fortalecer el cuerpo y el espíritu, y no tanto como un pasatiempo excéntrico o incluso peligroso– ofrecía también la ocasión de lucir en un escaparate social, con el correspondiente reconocimiento público. Esa doble posibilidad atrajo a no pocos vástagos de familias acomodadas, quienes además de recursos disponían de tiempo libre, a foguearse en los terrenos de juego en una especie de rito iniciático hacia la madurez. Transcurridos los años, algunos de esos sportmen adolescentes alcanzaron el éxito en otras facetas intelectuales o profesionales hasta el punto de que borraron por completo todo rastro de su pasado deportivo, considerado como un aspecto biográfico cuanto menos prescindible del propio relato vital.

Nuestras indagaciones en la etapa de gestación del fútbol gerundense nos han revelado la participación, en uno de sus numerosos equipos estudiantiles, de dos personajes que nos llamaron la atención. Se trata del escritor y ensayista Josep Pla i Casadevall (Palafrugell, 1897-Llofriu, 1981) y de Jaume Laporta i Brugat (La Jonquera, 1897-Barcelona, ​​1981), médico, propietario rural y abuelo paterno del actual presidente del F.C. Barcelona, Joan Laporta. Ambos, más allá de compartir aulas e inquietudes, fueron testimonios y protagonistas de la implantación –tardía– del deporte balompédico en Girona, una plaza fuerte que aún arrastraba la influencia de los estamentos religioso y militar, así como de la pequeña burguesía comercial.

Precedentes futbolísticos

La etapa de Pla y de Laporta como estudiantes de bachillerato (1909-1913) coincide cronológicamente con el primer capítulo de la historia del fútbol en la ciudad, en el que se suceden dos primeros experimentos fugaces en forma de sociedades futbolísticas, Gerona Football Club (1909) y Gerona Sport (1909-1910), ambas formadas por una combinación de allegados de mandos militares, familiares del alto funcionariado trashumante y unos pocos estudiantes locales –popularmente llamados “cabras”, quienes cursando estudios superiores en Barcelona practicaban este deporte–, que, una vez desaparecidas, dejaron vía libre a la iniciativa estudiantil y la creación del club insignia, el Strong. Esta nueva sociedad tenía como referente –incluso por sus colores, amarillo y azul– el Universitary de Barcelona, club integrado por estudiantes de medicina de la capital catalana.

De hecho, el Strong era la culminación de una serie de intentos de fomentar entre la comunidad escolar la práctica deportiva desde el instituto de segunda enseñanza, en el que ejercían la docencia de educación física el venerable catedrático Ramon Balmes, gestor del primer gimnasio de la ciudad, y su joven delfín Carles Gómez, asistente en el instituto, más interesado éste, a diferencia de Balmes, en las nuevas modalidades de los deportes de equipo.

Balmes –hasta su muerte en 1913– y Gómez fueron los artífices, con el país apenas repuesto de la guerra de Melilla y la Semana Trágica, de un auténtico clima futbolístico jamás visto en la ciudad. Su magno proyecto por fin tomaba forma tras varios experimentos fallidos en los albores del siglo, que no pasaron de algunas batallas campales y un intento de equipo estudiantil, el FC Gironí (1906), cuya existencia no dejó prácticamente rastro documental.

El ejemplo del Strong F.C. –fundado a inicios de 1910, no se puso de largo hasta el 3 de septiembre de 1911 en un partido contra el Figueres Sport– cundió a gran velocidad y propició, entre el propio colectivo estudiantil, diferentes equipos que pugnaban con vehemencia por la hegemonía deportiva y una parcela de juego del Campo de Marte del parque de la Dehesa, por entonces destinado a las maniobras y juras de bandera del regimiento de infantería acuartelado en la ciudad.

Fascinados por el seguimiento y la capacidad de atracción del club azul-amarillo, desde el propio centro escolar surgió el primer concurrente, el Sport Club Gironí, modelo clásico de equipo-sociedad surgido a comienzos de 1912. Es allí, pues, en el instituto y en el equipo, donde ubicamos a Josep Pla y Jaume Laporta.

El vínculo con la ciudad

Veamos antes cuál es el motivo de esta coincidencia en la ciudad de los cuatro ríos. Ambos procedían de familias de propietarios rurales, en el caso de Pla en Llofriu y Palafrugell y el de Laporta, en La Jonquera, donde el padre de éste, Manuel Laporta Serra (Figueres, 1850-La Jonquera, 1912), poseía grandes extensiones de alcornocales.[1]

Josep Pla llegó a Girona en 1909 para cursar segundo de bachillerato –que terminó en cinco años en lugar de los seis preceptivos– en régimen de alumno interno en el colegio de los hermanos Maristas, establecimiento vinculado al instituto general y técnico para albergar a los alumnos foráneos. En cualquier caso, permaneció allí de interno hasta el último curso, cuando fue expulsado de la residencia y tuvo que examinarse por libre para lograr el bachillerato en 1913.

Por su parte, Jaume Laporta residía en Girona desde la temprana edad de dos años, cuando en 1899 su numerosa familia, por razón de los intereses paternos en la industria, su padre, en calidad de gerente, pasó a dirigir la fábrica de bobinas de papel L’Aurora, en Pedret, barrio donde establecieron la residencia familiar hasta la muerte del patriarca. Cabe suponer que el joven Jaume inició sus estudios de primero de bachillerato en Girona, en el curso 1908/09, un año antes que Pla ingresara en el centro.

La familia Laporta, fotografiada ante la fachada de su primer domicilio en Girona, en la calle de Pedret (1909). El primero por la izquierda, con gorra y apoyado en la mesilla, es Jaume Laporta, con doce años. Autor: Josep Maria Reitg Martí. CRDI/Ajuntament de Girona, fondo Josep Maria Reitg Martí.

Una pasión fugaz

Si con toda seguridad ambos se iniciaron en el fútbol de manera informal en la Dehesa, espacio propicio para la floreciente actividad deportiva, resulta más complicado determinar el momento exacto. No fueron ajenos a los partidos en el Campo de Marte en 1909 y 1910 entre el Gerona F.C. o el Gerona Sport con el rival común Sport Empordanès de Figueres, unos encuentros que generaron una gran expectación entre la población estudiantil. Fijar en esa época, pues, el inicio de la relación de Pla y Laporta con el fútbol nos permite determinar entre dos y tres años de práctica activa, dato que se ajusta con bastante exactitud al testimonio autobiográfico de Pla: “Yo fui un encarnizado jugador de fútbol: el mediocentro del colegio durante dos o tres años.”[2]

Pla y Laporta compartieron algo más que el interés por el fútbol; tampoco se les daba mal la literatura en su época estudiantil. Diari de Girona, 6/6/1912, p. 6.

Esa intrepidez adolescente se canalizó con la materialización en una sociedad futbolística, el Sport Club Gironí, de la cual ambos pasarían automáticamente a ser socios y jugadores. La legalización de la entidad, además, permitía poder optar a la asignación y señalización de un campo propio situado en la gran parcela del Campo de Marte.[3] Pero pese al entusiasmo inicial, en lo deportivo, el recién fundado club adoleció de lo mismo que los proyectos coetáneos: inestabilidad, falta de medios e inexperiencia organizativa. Si a ello le añadimos que en la fecha de fundación sus componentes estaban en la recta final de sus estudios (y por ende, próximos a la graduación) el resultado ya predecía un camino tortuoso y lleno de obstáculos, lo que no impidió, como veremos, gozar de unos pocos momentos de gloria y la admiración de los presentes.

Pla y Laporta vivían en Girona en circunstancias completamente distintas. Cabe no olvidar que el primero de ellos residía lejos del seno familiar, mientras que el segundo acudía al instituto diariamente desde su domicilio. No es un dato gratuito, pues la cercanía del hogar (y la eventual oposición familiar a un deporte con el estigma de rudo y bestial) condicionaba directamente la práctica del fútbol. ¿Eso permite afirmar que Pla gozó de mayor libertad que Laporta para jugar? Lo ignoramos completamente, aunque también es indudable la implicación de Jaume Laporta con el club y con su junta directiva por el hecho de ser de la ciudad, o quizás también por los beneficios que podía aportar a la entidad una poderosa influencia familiar.

Conviene recordar, llegados a este punto, un hecho crucial: las connotaciones del deporte futbolístico en una ciudad capellanesca a inicios de siglo XX no eran las actuales. El escaso arraigo del ideario deportivo, de sus valores, principios y beneficios universales, convertían el fútbol en terreno abonado para la sublimación (pública) de los bajos instintos. Ese espíritu violento del fútbol de entonces –que por otro lado aportaba un aliciente añadido al espectador local, atraído por los lances brutales y el juego de contacto, ajeno al juego de equipo, al pase y la táctica, conceptos por aquel entonces poco o nada desarrollados– fue el que cuajó en Pla, para quien el fútbol fue un remedio válido para forjar el carácter infantil y prepararlo para la edad adulta: “Contra esa infección de morbidez pueril y cínica, había un eficaz antídoto: el fútbol. El juego, que practicábamos con notoria violencia, fatigaba el cuerpo y distendía el espíritu. […] Si no me rompí varios elementos del esqueleto debió de ser porque en aquella edad los huesos son tiernos y el cuerpo flexible. El juego me apasionaba más que el chismorreo equívoco proveniente de ese pequeño mundo alimentado con fábulas de Samaniego y literatura blanca”.[4] Esa pasión desapareció por completo en Pla, hasta convertirse en un espectador desinteresado de este deporte y llegar a dejar por escrito, muchos años después, que “el fútbol no me interesa ni en sus detalles ni en sus cominerías”.[5]

Trayectoria corta pero intensa

Finalmente, tras muchos ensayos, la presentación en sociedad del Sport Gironí tuvo lugar la tarde del domingo 21 de abril de 1912, ante el todopoderoso Strong, con un resultado totalmente incierto. Parece que, a parte del anuncio en prensa, solo el dentista Léon Audouard, aficionado a la fotografía, directivo del Strong y padre de Lluís Audouard, también integrante del Sport, tuvo la feliz idea de inmortalizar con su cámara aquel evento, uno de los pocos (sino el único) testimonios gráficos que se conservan del Pla futbolista.

El Sport Gironí (alineación formada en su mayoría por internos de los Maristas) en el Campo de Marte antes del encuentro contra el Strong en abril de 1912. Entre sus integrantes, en el centro Josep Pla. También formaban parte del equipo los hermanos Pompeu i Domènec Pascual Carbó, Josep M. Olivé, Romà Alemany i Josep M. Falgueras. Autor: Lleó Audouard Deglaire. CRDI/Ajuntament de Girona, fondo Família Audouard.

El turno le llegó a Laporta pocos días después de ese primer partido, el 2 de mayo, en un desplazamiento al colegio de seminaristas del Collell, en la comarca de la Garrotxa, donde el Sport Gironí cayó derrotado contra el combinado local por un ajustado 2-1. En esa contienda, Laporta era el delantero centro del equipo, en una formación clásica de 2-3-5.

Foto conjunta del Sport Gironí (a la izquierda, con camiseta rayada) y del Collell F.C. (a la derecha, con jersey oscuro). Laporta podría ser el primero por la izquierda de la fila superior. El Sport Gironí alineó a Lluís Matas Guytó, Francesc Pi Pagès, Lluís Ribas, Jordi Monsalvatje Iglésias, Enric Gómez Cama, Juli Mateu Matas, Planell, Jaume Veray Pallimonjo, Jaume Laporta Brugat, Francesc Geli Maymí y Martí Almeda Boix. Autor desconocido. Archivo particular Jaume Curbet Boj.

Una semana más tarde, el 10 de mayo, se convoca asamblea del Sport Gironí, en la que se elige la junta directiva, encabezada por el presidente Salvador Albert, el secretario Carles Sureda Costas y el tesorero, cargo para el cual es nombrado Jaume Laporta.

Algunos autores han situado a Pla como jugador del colegio Maristas, donde, recordemos, estaba interno pero no cursaba estudios, sino en el instituto de bachillerato, de titularidad estatal. Sin embargo, está probada su condición de socio –lo que significa que tenía derecho a jugar– del Sport Club Gironí, en un documento firmado de su puño y letra junto al resto de integrantes del club y fechado en 15 de diciembre de 1912, reivindicando el derecho a usar el Campo de Marte. Aparentemente, el mismo paraguas institucional del Sport Gironí daba cobijo a dos onces totalmente diferentes, que se alternaron en los pocos partidos que disputaron. En uno se alineaban los internos de la residencia del colegio Maristas, entre ellos Pla, y el otro estaba formado por estudiantes locales o con residencia en la ciudad, como era el caso de Laporta.

Usurpadores y usurpados

Tras el partido –el tercero– del 19 de mayo contra el tercer equipo del Strong, la actividad en los terrenos de juego se ve bruscamente interrumpida, supuestamente por la llegada del verano y/o la preparación de exámenes. De todos modos, un hecho luctuoso acontecido en agosto, la enfermedad y posterior fallecimiento del padre de Jaume Laporta,[6] empujaría a éste a centrar sus esfuerzos en el apoyo familiar y dejar de lado la práctica deportiva. Cabe suponer el peso que por su carisma tenía el benjamín de los Laporta –también, recordemos, por su implicación en la junta directiva en calidad de tesorero– el fatal suceso sin duda afectó no sólo el núcleo familiar, que se vio obligado a trasladar su domicilio al centro de la ciudad, sino el conjunto del club, sin duda pendiente del fatal desenlace.

Aprovechando la situación de inactividad otoñal, poco antes de Navidad, la asociación de estudiantes de la escuela Normal de maestros solicitó por escrito a la comisión de Fomento la autorización preceptiva para utilizar la parte del Campo de Marte destinada al Sport Gironí.[7] Posiblemente, la influencia de los más veteranos y de su nuevo presidente, Carles Bellsolà, popular jugador del Strong, permitió parar el golpe y ganar tiempo, aunque sin llegar a jugar partidos ni hacer uso del terreno de juego. Tal era la situación de completo abandono de la actividad deportiva por parte del equipo de Pla, posiblemente absorto en la preparación de los exámenes por libre, y Laporta, que a mediados de enero se produce el robo de uno de los postes de la portería del campo del Sport, “por entero socavado del lugar de emplazamiento”. Sin duda, la sustracción respondía a un intento premeditado para ejercer presión sobre el Ayuntamiento para lograr la renuncia de los responsables del equipo a su trozo de pastel. Es evidente que la guerra sucia precipitó los acontecimientos: “Las circunstancias que rodean el escandaloso robo hicieron que este fuera muy comentado entre el gran número de espectadores que acuden al Campo de Marte para contemplar los sports. ¿Tan abandonada está nuestra Dehesa, señor alcalde?”.[8]

Detalle de las firmas de Josep Pla y Jaume Laporta como peticionarios que se les permita mantener el terreno de juego. Ajuntament de Girona-arxiu municipal.

En la sesión plenaria municipal de 31 de enero de 1913, se ratifica la concesión del campo de juego al Sport Gironí,[9] aunque todo apunta a que en ese momento el terreno ya estaba ocupado por un grupo de seminaristas que no tan solo se apropiaron del campo sino también de la denominación, una usurpación de identidad futbolística en toda regla que perseguía no tan solo mantener la cartera de seguidores sino algo más importante: obtener los derechos sobre la concesión nominal del terreno de juego.

Pasado un mes, los miembros de la sociedad legítima elevan una instancia al alcalde para que se posicione acerca del derecho real a usar el campo de juego, ante la ocupación por parte de “unos individuos que según referencias son estudiantes del Seminario de esta ciudad”, alegando estos “que son ellos los que pueden disfrutar del mismo, por haber llegado a sus manos el traslado de la concesión de V.E. a favor de la mencionada sociedad”.[10]

La petición no surte efecto, más aún, la situación se gira como un calcetín y los compañeros de Pla y Laporta en abril de 1913 pasan a ser calificados de impostores por la prensa católica local: “Parece que se trata de arrebatar por parte de determinados elementos el campo de juego que en la Dehesa el Ayuntamiento concedió a nuestros seminaristas, que constituyen la entidad Sport Club Gironí. Reservándonos insistir sobre el asunto esperamos que por quién corresponda no se tolerará tamaño atropello.”[11]

El 8 de mayo la prensa se hizo eco del último intento de recuperación del campo y de la entidad por sus legítimos titulares, conflicto que obliga a disputar un partido de los impostores contra el Strong en el campo de estos últimos, “por hallarse aún pendiente de superior resolución el asunto del campo del Sport Club, que como dijimos fue concedido, sin duda impremeditadamente, a otra entidad similar”.[12] El conflicto duró otro año más, hasta que el nuevo sorteo de asignación, el 26 de septiembre de 1914, de campos de juego –hasta ocho en una misma parcela– ratifica de facto el uso del terreno a los seminaristas, desahuciando definitivamente a los estudiantes de bachillerato –ya sin Pla ni Laporta en la escena gerundense–, que seguramente ya habían desistido de su noble causa.

Un nuevo ciclo

Pensamos que tal tejemaneje no alteró en exceso los planes deportivos de nuestros dos protagonistas. El periplo gerundense, en el caso de Pla, terminó precisamente por aquellas fechas, pues en 1913 se matriculó en ciencias en la Universidad de Barcelona e inició estudios de medicina, que tras poco tiempo abandonó para pasarse a Derecho. En cambio, tras terminar el bachillerato, Laporta suponemos que también se trasladó a Barcelona para cursar la carrera de médico, eso sí, manteniendo la residencia en Girona (en la calle de Sant Josep) por lo menos hasta 1922, fecha en la que supuestamente se establece en Zaragoza, donde termina sus estudios cuatro años más tarde, en 1926.[13] Laporta ingresó en el cuerpo de inspectores municipales de Sanidad, tras aprobar las oposiciones en abril de 1927, antes de ser destinado como facultativo en Passanant i Belltall, municipio de la Conca de Barberà, y posteriormente a Sarral, localidad en la que echó raíces y donde su nieto Joan Laporta fue nombrado hijo adoptivo en 2009.

De la trayectoria posterior de Pla sobra cualquier comentario al respecto, pues su legado trasciende de mucho los propósitos de este artículo. A diferencia de su obra literaria, en la que el fútbol pasó a un plano irrelevante, en sus trabajos periodísticos mostró de forma vehemente su oposición a la “cretinización general” de este deporte, aupado por el régimen franquista a fenómeno de masas. Pla siempre fue un implacable detractor de la profesionalización y la introducción de métodos técnicos y tácticos en un deporte que cada vez tenía menos que ver con el de su etapa adolescente, en el que los jugadores utilizaban por igual los pies, las manos y el ingenio –en suma, todos los recursos disponibles– en beneficio del colectivo. Algo que puede sintetizarse en una de sus frases agudas, a propósito de la coletilla a la crónica de un partido: “Así, el partido no fue más que esto: un partido jugado exclusivamente con los pies, sin la menor intervención de un órgano superior cualquiera”.[14]

Bibliografía

Clara, Josep (1994). «Expedient i exàmens de Josep Pla a l’Institut de Girona». Revista de Girona, nº 166, septiembre-octubre 1994, p. 37.

Curbet Boj, Jaume (1992). Història del futbol a Girona. Vol I (1904-1957). Girona: Ajuntament de Girona.

Pla, Josep (1954). “Remate del fútbol”. Destino, año XVIII, nº 884 (17/7/1954), p. 8.

Pla, Josep (1956). Girona, un llibre de records. Barcelona: Selecta, 1956.

Pla, Josep (2016). El quadern gris: un dietari. Barcelona: Destino, 2016.

Archivos

Archivo Municipal de Girona. Fondo Ajuntament de Girona. Expedient de cessió del Camp de Mart per a esport – futbol

Archivo particular Jaume Curbet Boj

CRDI – Ajuntament de Girona

Publicaciones periódicas

Baix-Empordà

Diario de Gerona de avisos y noticias

El Norte: diario católico-monárquico

Patria: órgano de la Juventud Conservadora Maurista

Veu de l’Empordà, La

[1] Manuel Laporta padre fue alcalde de La Jonquera durante la última guerra carlista y diputado provincial por el Partido Conservador; su hijo, también Manuel, fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Girona en 1919 y posteriormente concejal.

[2] Del libro Girona, un llibre de records. Traducción del autor del artículo.

[3] «Dada cuenta de una instancia de la sociedad Sport Club Gironí solicitando señalamiento de terreno para un campo de juego en la Dehesa, acordose su conformidad a la petición». Manual de Acuerdos, Ajuntament de Girona, 15/3/1912.

[4] Girona, un llibre de records, op. cit.

[5] En El quadern gris desveló que el verdadero aficionado al fútbol era su hermano Pere, dos años menor, “a pesar de haberse roto un brazo y una pierna”. Se ha llegado a señalar que Josep Pla formó parte del Ateneu Palafrugellenc de su localidad natal hacia 1914 (ver Clara, 1994, p. 37), aunque todo apunta a que en realidad fue Pere quien militó en 1913 en un segundo o tercer equipo –lo que sería un infantil o cadete– del mencionado club (Baix-Empordà, 27/7/1913, p. 3), pasando posteriormente al equipo del Casal Popular, donde jugó por lo menos hasta 1917 (Baix-Empordà, 24/6/1917, p. 2).

[6] “Después de una penosa enfermedad que venía aquejándole hace algún tiempo, ha fallecido en su casa solariega de La Junquera el que fué nuestro respetable amigo D. Manuel Laporta y Serra”. Diario de Gerona, 13/8/1912, p. 6. Patria: órgano de la Juventud Conservadora Maurista de Gerona, de 20/8/1912, añade que se encontraba en su casa solariega de La Jonquera veraneando con su familia.

[7] El Norte, 14/12/1912, p. 2.

[8] El Norte, 21/1/1913, p. 2.

[9] Diario de Gerona, 1/2/1913, p. 6

[10] Arxiu Municipal de Girona. Fondo Ajuntament de Girona. Expedient de cessió del Camp de Mart per a esport – futbol. Reg. 510.943

[11] El Norte, 26/4/1913, p. 3

[12] El Norte, 9/5/1913, p. 3

[13] La Veu de l’Empordà, 19/6/1926, p. 6.

[14] Destino, nº 412 (9/6/1945), p. 8.

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