La explosión de Rafa Benítez: CD Tenerife 2000/2001
De Eduardo Sánchez de la IglesiaHistóricamente, el fútbol ha sido una disciplina elitista y resultadista, donde las oportunidades son escasas y los triunfos demasiado perecederos. Este contexto, no beneficia de ninguna manera a aquellos profesionales que buscan su desarrollo y evolución, y mucho menos si se trata de personas sin experiencia previa que avale su trabajo. De esta manera, son muchos los entrenadores, preparadores físicos, pensadores e incluso futbolistas incomprendidos, que no han sido capaces de triunfar en este mundo, por falta de valentía de algunos dirigentes o por una comprensión del juego, adelantada a la época donde les tocó ubicarse.
Afortunadamente, este no es el caso de uno de los entrenadores españoles más reconocidos a nivel internacional, debido a los grandes éxitos cosechados en multitud de equipos y países: Rafael Benítez. Sin embargo, una carrera tan prolífera en los banquillos no se establece como fruto de la casualidad ni por el talento de jugadores concretos en momentos puntuales, sino que el éxito en clubes tan diversos como Valencia, Liverpool o Inter de Milán, demuestra grandes dotes de liderazgo y una gran versatilidad de esquemas de juego, que le han permitido consagrar un currículum para nada desdeñable. Aunque toda historia triunfal tiene un comienzo, para muchos desconocido, y en este caso, el destino quiso que la explosión meteórica del técnico madrileño tuviera lugar en Tenerife, con un equipo muy joven pero extremadamente talentoso.
Aunque cabe considerar a Benítez como mucho más que un entrenador al uso, puesto que, junto a su cuerpo técnico, fue uno de los precursores en España de lo que posteriormente se conocería como entrenamiento integral, donde los jugadores ejercitan el aspecto físico mientras trabajan numerosos ejercicios con el balón como protagonista. De hecho, uno de los denominadores comunes durante todas sus experiencias profesionales ha sido la preparación física de todos sus futbolistas. Llegando incluso a afirmar que los jugadores toman mejores decisiones cuando se encuentran en buena forma física, aumentando sus pérdidas y decisiones erróneas en los momentos en los que no se encuentran en su óptimo rendimiento.
Línea ascendente en los banquillos nacionales
Tras una carrera como jugador poco triunfal, Rafa comienza su trayectoria como técnico en las categorías inferiores del Real Madrid, en el lugar donde se había formado como futbolista en su juventud, y la que siempre había considerado su casa.
A finales de los ochenta comenzó a entrenar a futbolistas en edad juvenil, con los que consiguió sus primeros triunfos en los banquillos, en forma de Ligas y Copas en esa categoría. Unos títulos que le dieron la oportunidad de coger las riendas del Real Madrid Sub-19, con el que volvió a triunfar en forma de dos Copas de S. M. Rey y una Liga en la temporada 1992/1993. Estos logros le permitieron ascender en el escalafón interno del conjunto madridista, hasta llegar al primer filial madridista en la temporada 1993/1994, llegando a un Real Madrid B en transición, donde destacaban nombres como Morales o Dani García Lara.
Pero su paso por el filial iba a ser realmente corto, solamente estaría al frente del equipo 27 jornadas, cuando su buen hacer iba a llamar la atención de Vicente del Bosque, con quién se incorporaría como entrenador adjunto a la dirección del primer equipo esa misma temporada, tras la destitución de Benito Floro. La temporada siguiente volvería a establecerse como técnico del primer filial madridista, terminando, esta vez sí, el curso completo.
Su buen rendimiento, le valió sus primeras oportunidades fuera de la organización madridista. Primero en Valladolid, un equipo recién ascendido a Primera División por los problemas financieros de otros clubes, lo que permitió al equipo pucelano establecerse en la máxima categoría del fútbol español, en cuyas filas se podía encontrar futbolistas de la talla de Iván Campo, Rubén Baraja o César Sánchez. Aunque esta experiencia no acabó como se esperaba, ya que, tras 23 jornadas, Rafa fue destituido de su cargo por los malos resultados cosechados. Era un equipo muy joven, sin experiencia en la élite y que tardó en aclimatarse a la categoría, pero con mucho talento como refrendan los nombres anteriores.
Esta desilusión, actuó como aprendizaje clave en su trayectoria en los banquillos, del que derivó la oportunidad de aterrizar en Pamplona, para dirigir al Club Atlético Osasuna que por entonces se encontraba en Segunda División. Sin embargo, esta sería una de las experiencias más desastrosas de su carrera como entrenador, ya que solo estuvo al frente del equipo navarro durante 9 jornadas.
Estos fracasos culminarían con la llegada de un éxito realmente poco esperado, y que serviría para comenzar a labrarse un nombre a nivel nacional. En la temporada 97/98, Rafa Benítez se hizo cargo del Extremadura en Segunda División, tomando el testigo de Jesús María Ortuondo, un técnico clave en la historia del conjunto extremeño y con el que consiguió su primer ascenso a primera, dos años antes. Un conjunto humilde y que no contaba con grandes figuras a priori, pero que a base de buen juego y saber estar, consiguieron la heroicidad del ascenso a primera, el segundo de toda su corta historia.
Aunque la siguiente campaña en la máxima categoría fue otro cantar, y a pesar de sus esfuerzos acabando la temporada en decimoséptima posición, terminó por descender a la categoría de plata por el sistema clasificatorio entonces imperante.
Después del descenso con el equipo extremeño, Rafa estaría una campaña completa sin equipo, tras la cual le llegaría la posibilidad de entrenar a un conjunto diferente y que por aquel entonces se hallaba en Segunda División, el CD Tenerife, una oportunidad que cambiaría por completo su trayectoria en los banquillos.
Una temporada para enmarcar
En verano del año 2000, Rafa aterrizaba en Tenerife para hacerse cargo de un conjunto que había invertido en la llegada de multitud de jugadores jóvenes, procedentes de las canteras de los mejores equipos del país, que buscaban una oportunidad para reivindicarse.
De hecho, ese curso no solo iba a ser la consagración del técnico madrileño, sino que también lo sería de un conjunto de jugadores que verían como su carrera daría un salto meteórico. Aunque sin olvidarnos del matiz, de que muchos de ellos venían de jugar en Segunda B, por lo que esa temporada debutaron en la división de plata del fútbol español. Una oleada de juventud diseñada para complementar a jugadores ya experimentados, que configuraban el núcleo sólido de un vestuario que soñaba con el ascenso.
De esta manera llegaron futbolistas de edad Sub-23, en busca de minutos de aprendizaje, sin saber que sería un trampolín excelente para llamar a la puerta de equipos de prestigio mundial. En ese periodo de fichajes estival, llegaron nombres de la talla de Curro Torres, lateral procedente de la cantera del Valencia; Luís García y Antonio Hidalgo, que llegaban desde el filial blaugrana; David Charcos, que ponía rumbo a Tenerife directamente desde la cantera de Atlético de Madrid, Pep Lluís Martí, que cambiaba ese verano Mallorca por Tenerife o Sergio Aragoneses, que llegaba procedente del filial del Celta de Vigo. También se fichó a un centrocampista mexicano, que desplegaría prácticamente la totalidad de su carrera en el fútbol español, y que sería internacional con la selección azteca en más de 100 ocasiones como Gerardo Torrado. Nombres a los que hay que sumar el de Miguel Ángel Ferrer “Mista”, que ya había aterrizado en Las Islas un año antes desde el filial madridista, y que sería determinante en este curso. Esta generación de insolente juventud, se incorporaría a un conjunto donde ya brillaban futbolistas históricos del equipo tinerfeño como Federico Lussenhoff, Alexis Suárez, Pier Luigi Cherubino o Igor Simutenkov.
Y es que tal era el potencial de aquella plantilla, que 25 de sus jugadores, incluyendo algunos canteranos que participaron en aquel curso como Ayoze Díaz, llegaron a debutar en la máxima categoría del fútbol español. 4 de ellos participaron en la máxima competición continental, alguno de ellos incluso jugando finales como Curro Torres y llegando a alzarse con el cetro como es el caso de Luis García. Cuatro de ellos alcanzaron a debutar con la selección nacional absoluta (Luis García, Curro Torres, Pier y Mista), mientras que cuatro integrantes más de esa plantilla fueron internacionales con sus respectivos países (Torrado con México, Simutenkov con Rusia, Marioni y Pablo Paz con Argentina).
Rafa se establecía en la isla tinerfeña con el aval de su ascenso con el Extremadura y con una fama de juego poco vistoso, que le ha acompañado toda su carrera. Sin embargo, este Tenerife era un conjunto con oficio y con una buena base táctica, otorgada por su entrenador, pero también era un equipo muy ofensivo y extremadamente competitivo.
Prueba del dominio del equipo en las dos áreas, fueron los 58 goles a favor en toda la temporada (tercer mejor registro del campeonato tras el Sevilla y el Atlético de Madrid), y los 32 goles en contra recibidos (segunda mejor cifra tras el Recreativo de Huelva). Estos números fruto del trabajo colectivo, sirvieron por engrandecer dos nombres por encima del resto: Sergio Aragoneses en la portería y Luís García como realizador, que, a pesar de no ser delantero centro, finalizó el curso con 16 dianas como cuarto máximo realizador de la categoría.
Todas estas circunstancias facilitaron el ascenso del CD Tenerife a Primera División, tras haber finalizado la temporada en tercer lugar tras los dos equipos sevillanos: el Sevilla y el Betis. Un ascenso, que como en el caso del Extremadura, no era uno de los objetivos principales a principio de curso, pero que sirvió para llamar la atención de grandes conjuntos.
Como resultado de la extraordinaria temporada, el siguiente curso se produjo una desbandada. Comenzando por el héroe en los banquillos, puesto que el Valencia puso sus ojos sobre Rafa Benítez, al que acabaría firmando ese mismo verano. Ese cambio de aires también arrastraría a dos de los héroes del ascenso, Curro Torres y Mista, que, de la misma manera, aterrizaron en la capital del Turia. Tampoco seguiría el máximo goleador de la temporada, ya que Luís García cambió Tenerife por Valladolid ni Gerardo Torrado. Lo que produjo una cierta inestabilidad, que terminaría por traducirse en el descenso el año siguiente, tras finalizar el curso en penúltima posición, bajo la dirección de Pepe Mel en primer lugar y de Javier Clemente posteriormente.
De Tenerife al estrellato
Realmente, Rafa Benítez siempre ha expresado su gratitud al club tinerfeño, recordando con mucho cariño aquella temporada que pasó en Canarias. Rememorando el aprendizaje adquirido, el fútbol realizado y los extraordinarios futbolista que tenía a su disposición.
Y no es para menos, ya que ese curso redondo le valió la oportunidad de sustituir a Héctor Cúper al frente de un Valencia, que venía de ser finalista de la Champions League el año anterior. Una oportunidad absolutamente aprovechada por el técnico madrileño, puesto que con el equipo ché, ganó 2 Ligas y un Copa de la UEFA.
Estos títulos le llevaron a firmar por el Liverpool en su primera experiencia en el extranjero, donde marcaría una época y saborearía las mieles del triunfo tras ganar la Champions League, en la tan recordada final en Estambul frente al Milán en el año 2005. Ese equipo pasará a la historia del fútbol como el “Spanish Liverpool”, puesto que contaba con cinco jugadores nacionales entre su plantilla (Xabi Alonso, Luís García, Morientes, Josemi y Antonio Núñez), a los que se unieron posteriormente Pepe Reina y Fernando Torres.
Después se produjeron experiencias diversas con el Inter de Milán, Chelsea, Nápoles o incluso su queridísimo Real Madrid, con resultados dispares. Aunque todas estas vivencias alrededor del mundo le han permitido alzarse con trece títulos internacionales en tres países diferentes, además de conseguir diversos galardones individuales entre los que destacan: dos veces nombrado mejor entrenador por la UEFA, en las temporadas 2003-2004 y 2004-2005; la distinción como Mejor Entrenador del Mundo por La Gazzetta dello Sport en 2009 o las seis veces distinguido como Manager del Mes en la Premier League, entre los años 2005 y 2013.
Por lo tanto, se puede considerar la carrera de Rafa Benítez de todo punto exitosa en los banquillos de media Europa, pero con un inicio y punto de inflexión bastante desconocido en el banquillo del Heliodoro Rodríguez López de Tenerife, de donde saltó al estrellato del fútbol mundial.
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