El Cagliari evoca la figura de su mejor calciatore, Luigi Riva
De Javier Blanco Navarro2020 será un año festivo en Cerdeña. El modesto Cagliari, que celebra el cincuenta aniversario de su único Scudetto y en mayo hará un siglo de vida, también está “cumpliendo” sobre el verde en la Serie A. Los de Rolando Maran, dispuestos a reverdecer viejos laureles, son hasta la fecha el equipo revelación del campeonato. Aunque hayan pasado un acusado bache invernal (llegando a acumular cuatro derrotas consecutivas) siguen teniendo grandes opciones de acabar el año en Europa. En algún lugar de Cerdeña el mítico Luigi Riva apaga orgulloso un cigarro. Su escuadra, hasta el momento, cumple con el recuerdo.
Cagliari no es una ciudad cualquiera. Esta perla mediterránea, bañada en la Bahía de los Ángeles al sur de Cerdeña, ha sido objeto de deseo y ocupación de muy diversas civilizaciones ya desde la Edad de Bronce. Vértice de importantes rutas comerciales, ha tenido colonizadores fenicios, romanos, vándalos, sarracenos y hasta catalano-aragoneses, pero ninguno como ‘Gigi’, el conquistador zurdo de la Lombardía.
Riva, norteño de una pequeña aldea de Varese, no necesitó corona ni cetro para poner al pueblo sardo a sus pies. O, mejor dicho, a su pie -el izquierdo-, porque como contaba el ‘míster’ Scopigno, “Gigi sólo tenía el derecho para subir al tranvía”. El atacante, símbolo rossoblù durante más de una década, conseguiría lo impensable con el modesto Cagliari Calcio: birlarle el título de campeón al todopoderoso Inter de Fachetti, Mazzola, Jair o Suárez. Por primera -y única vez- la conquista sería sarda.
Pese a nacer en Leggiuno, los tifosi del Cagliari abrazaron a Riva como si fuera un ídolo propio. El jugador, que era huérfano y vivió una trágica historia familiar, agradeció la cálida acogida y entregó su vida deportiva a la roja y azul. Luigi había perdido a su padre con nueve años, con dieciséis a su madre y de las dos hermanas menores que quedaron a su cargo, una murió con leucemia y la otra quedó inválida tras un accidente. Quizá ‘Gigi’ sólo buscaba una familia. Venía de cuna humilde y se había hecho a sí mismo, como el pueblo sardo. Aquel era su sitio. El que sería apodado por el periodista Gianni Brera como ‘Rombo di tuono’ haciendo alusión a su increíble potencia de disparo (traducido ‘rugido de trueno’), sigue siendo el máximo anotador de la historia del club. En 186 dejó el tope goleador. Zocato cerrado, aprovechaba su potencia para volar en el ala izquierda, pero siempre sin perder de vista el arco, el gol, su única meta en la vida.
Tras ascender con el Cagliari y comenzar a destacar en la Serie A llegó un momento en que la delicada situación económica del club empujó a la directiva a ponerle en venta, pero Cerdeña respondió encolerizada. Luigi era más que un orgullo, era el símbolo sureño contra un poderoso Norte que les trataba de pastores y pescadores sin posibilidad de prosperar. Aquellos «paletos» tuvieron que hacer algo adelantado a su tiempo para conservar a ‘Gigi’: convertirse en sociedad anónima y obtener, con la ayuda de las principales empresas sardas, dinero suficiente como para mantener vivo el proyecto. Orgullosos y tercos, los sardos se habían cansado de ser pisoteados.
La figura de Riva, que crecía paralelamente a la de su equipo, fue atrayendo futbolistas de mayor talento a Cagliari. En la temporada 1968-69 lograron ser finalistas de la Copa de Italia y quedar en cuarta posición de la liga. La siguiente campaña, la del título, el equipo sardo contaría con hasta seis habituales en el once de la selección italiana: el meta Albertosi, Nicolai, Cera, Domenghini, Gori y el propio Riva. El éxtasis llegó a Cerdeña un 12 de abril de 1970 tras vencer 2-0 al Bari en casa. El título era del pueblo. La hazaña de ‘Gigi’ y los suyos había dado la vuelta al mundo.
Los 21 tantos del capocannoniere le valieron, además, para acabar en tercera posición del Balón de Oro de aquella campaña, sólo por detrás Bobby Moore y el ‘Torpedo’ Müller. Por si fuera poco, aquel año había Mundial en México, y la Italia de Luigi Riva -que venía de ganar la Eurocopa del 68′– dio un excelente nivel hasta la final, en la que caería estrepitosamente (4 a 1) frente a la legendaria ‘Brasil de los cinco dieces’ (Pelé, Rivelino, Gerson, Tostao y Jairzinho). El combinado transalpino había vencido en ‘semis’ y en una vibrante prórroga a Alemania -en lo que vino a llamarse ‘El partido del siglo’- pero nada pudo hacer en el definitivo enfrentamiento ante el plantel del ‘Lobo’ Zagallo.
La campaña siguiente el Cagliari se estrenaría jugando la Copa de Europa en el Estadio de Sant’Elia, con capacidad para 60.000 espectadores, pero fue eliminado por el Atleti de Luis Aragonés tras una histórica remontada. ‘Gigi’ se iría apagando con las lesiones y su Cagliari con él, pero el recuerdo de aquella gesta ha permanecido indeleble en el tiempo, especialmente en su isla. Medio siglo después, ‘Rombo di tuono’ –todavía máximo goleador de la Azurra con 35 tantos- sigue siendo venerado en Cerdeña, donde nunca perdió el aura de mito. ¡Y pobre de aquel que ponga en duda que Luigi es sardo! Por terquedad, orgullo y fidelidad ha demostrado serlo más que nadie. Este año, por tantas razones, toca cumplir con su recuerdo.
Reportaje realizado para la materia de “Historia del Periodismo Deportivo” que imparte Xavier G. Luque en el Máster de Periodismo Deportivo de la UPF.