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Escribir la Historia / Reescribir la Historia Uno de los artículos publicados en Cuadernos de Fútbol fue aireado por los medios de comunicación más diversos, recogido en muchísimos foros de fútbol y focalizado como punto de referencia para quienes escriben o reescriben la Historia. En efecto, Copas que fueron Ligas y Ligas que fueron Copas

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Escribir la Historia / reescribir la Historia

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Escribir la Historia / Reescribir la Historia

Uno de los artículos publicados en Cuadernos de Fútbol fue aireado por los medios de comunicación más diversos, recogido en muchísimos foros de fútbol y focalizado como punto de referencia para quienes escriben o reescriben la Historia. En efecto, Copas que fueron Ligas y Ligas que fueron Copas recibió titulares como: «El CIHEFE no homologa la Copa de 1903 a 1909» (Diario As), «Proponen quitarle 4 títulos al Madrid y uno al Barça» (La Vanguardia), «Le quiere quitar cuatro títulos históricos al Madrid y uno al Barcelona» (Marca), hasta ¡Le quieren robar cuatro títulos al Madrid! (Defensacentral y BlogMadrid), «Podrían quitarle una Copa al Sevilla» (eldesmarque.es), o «la fifa no kiere darnos la copa del 37« (granotas.es)… Eso sin entrar en valorar las aportaciones de los lectores aprovechando el apartado de «opinión» que la mayoría de las páginas de internet tienen a su disposición.

El aspecto que más me llamó la atención, dentro de la diversidad de comentarios, fue el de acusarnos de «reescribir la historia». El argumento principal era defender lo que «todos» sabemos del pasado tal y como nos ha llegado. Lo contrario es mover, cambiar, tergiversar, manipular la Historia. Lo que algunos llaman «reescribir».

Y tienen razón en cuanto al concepto «reescribir», pues no deja de ser sinónimo de revisar, adaptar, opininar… dándole una nueva interpretación, es decir, todos valores subjetivos que siempre son cuestionables pues suelen ir acompañados de notables concesiones a las simpatías, posicionamiento o ideología del autor.

Lo que sucede es que por la distancia en el tiempo, lo que muchos no saben es que la versión que la mayoría tiene de la historia del fútbol es de por sí una «reescritura» de la misma y por lo tanto se mueven en una adaptación o interpretación en el mejor de los casos, hasta llegar a la total manipulación cuando nos referimos al «reescritor» sin escrúpulos.

Así, por ejemplo, en nuestro artículo citábamos que las primeras competiciones coperas se disputaron por puntos enfrentándose todos conta todos. Ese hecho conocido por los que en aquellos años disputaron la competición fue modificado por «reescritores» posteriormente al identificar el torneo con la Copa y cuadricular el palmarés citando como final el último partido de la competición. Eso es «reescribir» la historia. No hubo final (entendida como el partido decisivo entre los dos últimos equipos tras la eliminación del resto de rivales), hubo clasificación por puntos y el vencedor fue el que más puntos sumó. Esta rectificación altera el cómputo de finalistas… porque no los hubo.

Otra inocente -porque propiamente no tiene trascendencia- «reescritura» fue la final de la Copa de la RUECF protagonizada por el FC Barcelona y la Real Sociedad. Fijada a dos partidos, donde, como se produjo empate en ambos enfrentamientos, fue necesario un encuentro de desempate. Vicente Martínez Calatrava nos escribe la historia de esa final en el artículo Una final de Copa de ida y vuelta, contrarrestando así un error histórico (Cuadernos de Fútbol nº 9), pues muchos contabilizan el «partido de vuelta» como primer desempate.

Los errores involuntarios pueden ser más considerables. Hago referencia a la medalla de plata de España en Amberes 1920. Los «reescritores» de la Historia recompusieron el desarrollo del torneo olímpico de tal manera que justificaron la clasificación de España en segundo lugar, pese a quedar eliminada por Bélgica en el segundo partido, porque fue necesario adjudicar la medalla de plata tras la retirada de Checoslovaquia. Nada más lejos de lo que ocurrió y, por lo tanto, de lo que vivieron los protagonistas. La organización dispuso de dos torneos paralelos: uno dirigido a la medalla de oro y otro dirigido a la medalla de plata, donde entraban los equipos que quedaban eliminados del anterior. España cayó con Bélgica y consecuentemente pasó al segundo torneo donde, tras derrotar a Suecia primero, Italia después y Holanda en la final  ganó por méritos propios esa medalla de plata. Más tarde, algún «reescritor», ignorante del doble sistema de competición, reconstruyó el medallero justificando con una carambola de unas suopuestas repescas la entrada de España en podium. Nadie lo cuenta mejor que Félix Martialay en Amberes. Allí nació la furia española.

Otra página «reescrita» de la Selección Nacional corresponde al España-Portugal del 29 de mayo de 1927 que tuvo que jugarse el mismo día del Italia-España por el calendario. Todavía hay quien sigue copiando al «reescritor» de los años 50 que desclasificó el partido como España «B» y de golpe le quitó la internacionalidad a los 11 jugadores que defendieron la camiseta nacional. Recuperar este partido en el palmerés de la Selección Absoluta no se trata de cambiar la Historia, sino de evitar que la cambien.

También ha habido «reescritores» de la Historia con intereses muy evidentes. Incluso en épocas relativamente tempranas, a pesar de que los pioneros de nuestro fútbol todavía vivían. José Ángel Berrando en sus memorias manuscritas sutilmente oscurece la fecha de fundación de la Real Unión Española de Clubs de Football (que fue en 1912), remontándola a 1910 y validando con ello la organización del trofeo de Copa de San Sebastián a cargo de la Real Sociedad. Nada que ver con la realidad. Pero esa supuesta «reescritura» sirvió para que la Real Sociedad, que nunca había ganado la Copa, se alineara en el grupo de los «minimalistas», los seis clubs que la habían ganado, y así formar parte de la élite que originó el Primer Campeonato de Liga en 1928. Años después todavía hay quien contabiliza el título del Club Ciclista de 1909 en el palmarés de la Real Sociedad, que paradójicamente todavía no existía cuando se disputó aquella copa.

Ni que decir tiene que los «reescritores» pierden más credibilidad cuando confunden sus hipótesis como documentación. Ahí ya se combina el partidismo del mal investigador, el empeño personal, la ideología política y el resultado es nefasto. Es el caso de los errores de bulto que han aparecido en la «Historia del Llevant UD», obra prevista en cuatro tomos de los que ya se han publicado los dos primeros. Con ello no les quito el mérito del tiempo invertido en recoger documentación y testimonios. Simplemente señalo que esa labor en ciertos capítulos la echan a perder por anteponer su idea preconcebida a la lógica evaluación de los datos. Es el caso de insistir hasta la saciedad y el aburrimiento del lector que la inscripción en el registro civil del FC Cabañal de 1907 corresponde a la del Levante FC de 1909, y así aumentar en dos años la antigüedad del club. Dos entradas diferentes en el registro civil corresponden a dos sociedades diferentes, por muy estrecha vinculación que uno quiera interpretar que había entre ellas. Más tarde, rechazan la desaparición del primer Levante FC en la segunda década, sin ninguna documentación válida: tan sólo argumenta que la represión política de la clase trabajadora de los Poblados Marítimos de Valencia hacía que la prensa local omitiese cualquier referencia de sus actividades deportivas, en vez de reconocer la profunda crisis que el fútbol valenciano sufrió en ese período que llevó a la desaparición de los clubs más importantes, como el primer FC Valencia. Finalmente, la aparición del tomo II vino acompañada con el anuncio a bombo y platillo de la publicación de argumentos irrebatibles para el reconocimiento oficial de la Copa España Libre. Después de firmar una lamentable entrada sin aportar nada nuevo al tema, José Ricardo March confunde su opinión sobre el informe de CIHEFE con la presentación de pruebas irrefutables. Para ser más concretos, su exposición «objetiva» se basa en que la circular federativa del 3 de octubre de 1936 donde se indica que «se suspende la temporada de juego para todas las competiciones oficiales dependientes de la Nacional» no dice lo que a primera lectura se entiende, sino que en sí se desprende que con ello la Nacional  da permiso a las territoriales para organizar la Liga y/o la Copa. Por eso, -siguiendo la línea argumentativa de José Ricardo March- en la zona mediterránea, las territoriales acordaron un calendario oficial con carácter nacional y organizar, al menos, el Campeonato de España. No tiene ni actas, ni circulares, ni notas de prensa donde se divulgue tal decisión. Según esa hipótesis (delegar en las territoriales la organización de las competiciones nacionales), cualquier federación regional, sin importar qué bando contendiente controlase su territorio, tendría potestad para organizar su Campeonato de Liga y/o su Campeonato de España (la Copa) -dependiendo de sus posibilidades-, e incluso podría haber reclamado la participación en el Campeonato del Mundo de 1938. Confundir la hipótesis como prueba es asumir el significado más peyorativo de «reescribir» la Historia.

Con este repaso podemos ver que quienes «reescribieron» los acontecimientos aprovecharon la falta de memoria colectiva de los aficionados para transmitir su versión. Posteriormente los malos historiadores, aquello que se limitan a copiar literalmente lo que encuentran publicado sin revisar el contenido, potenciaron y extendieron la «reescritura» hasta convertirla en la única versión conocida. Así, de tanto repetir, el error se acaba fijando. CIHEFE apuesta por escribir la Historia y devolver a sus protagonistas el contexto más fidedigno posible, y éste es nuestro compromiso.

 

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Jefe de documentación de la IFFHS

Publicado en: General