Paco Molina, un chileno nacido en Cataluña
De José Alberto LópezHace un año por estas fechas, en concreto el 14 de noviembre de 2018, fallecía Paco Molina. Futbolista y entrenador de larga trayectoria, sobre todo en Chile, aunque en España también jugó en el Atlético de Madrid. Sólo los más veteranos le recordarán pues fue colchonero entre 1952 y 1956, hace más de 60 años. Sirva este escrito breve de modesto homenaje y recuerdo a su figura.
Francisco Molina Simón, este era su nombre completo, fue un chileno nacido en Cataluña el 29 de marzo de 1930. En concreto en la localidad de Suria, a 15 kilómetros de Manresa.
Siendo un crio, a los nueve años, debido a la complicada situación que atravesaba España recién acabada la Guerra Civil, junto a su familia abandona la tierra natal con destino Chile, a donde arribará en el paquebote Winnipeg, fletado por el gobierno de ese país. Durante el viaje se contagió de tifus, al igual que otros chavales, siendo el único que sobrevivió a la enfermedad, tal como él mismo comentó: «Un doctor se sentó en mi cama y me dijo: ‘Paco’, tus amigos se fueron, pero tú no vas a morir. Me han pasado tantas cosas que he olvidado, pero siempre recordaré al doctor Vizcarra.»
A primeros de septiembre de 1939 desembarca, junto a sus padres y hermanos, en Valparaíso; ciudad en la que se estableció la familia. Allí estudia, juega… vive y se desarrolla.
Su carrera futbolística la inicia en un club denominado “Roberto Parra”, en el cerro Mariposas de Valparaíso, dependiente de la Asociación de Fútbol “Osmán Pérez Freire”, que aún hoy acoge a varios equipos de fútbol aficionado. Después se integra en las categorías juveniles del renombrado equipo Santiago Wanderers. Donde recorrerá todo el escalafón hasta debutar con el primer equipo el 26 de septiembre de 1948, en un partido que les vencieron los de Colo-Colo (3-1). A los 19 años firma su primer contrato profesional con los “caturros”, así llaman en Chile a los del Wanderers.
Con los “wanderinos”, entre 1948 y 1950, juega 31 partidos en los que marca 16 goles, una excelente media de un gol cada dos partidos. Después de estos tres exitosos años, en 1951, es fichado por el equipo de la Universidad Católica de Santiago de Chile. Allí continúa desarrollando un buen fútbol y marcando goles, 24 en 53 partidos. Gracias al buen trabajo que desarrolla con los “cruzados”, como llaman en Chile a los de la UC, logra que le seleccionen para jugar con “la Roja”, la Selección nacional chilena, el Campeonato Sudamericano de 1953 que se celebró en Lima, Perú. Allí, marcó ocho goles en seis partidos, que le convirtieron en el máximo anotador del campeonato. Era el tercer chileno en alcanzar esa condición después de David Arellano (1926) y Raúl Toro (1937).
Ese buen papel como goleador en el Campeonato Sudamericano de Perú hizo que se fijasen en él varios equipos europeos. De entre las diferentes ofertas que le hicieron se decidió por la española, la del Club Atlético de Madrid. Con quien firma un contrato por tres años.
En el mes de mayo de 1953 llega a Madrid y comienza a jugar con los “colchoneros”. Debuta en partido de “Copa del Generalísimo”, frente al Sevilla, el 17 de mayo, marcando un gol. Buen inicio de su carrera rojiblanca.
Al finalizar su primer contrato de tres años renueva de nuevo por el mismo tiempo, añadiendo una cláusula especial, por la que el club se comprometía a negociar con el gobierno español la vuelta de su padre a España; así lo manifestó Molina en 2014 en unas declaraciones al diario chileno La Tercera: «Cuando terminó el primer vínculo, cerramos otro por escrito, con una cláusula especial: que mi padre volviera a España, a reunirse con mi madre y mi hermana, quienes habían podido acompañarme en Madrid. De esa forma, aseguraba un contrato de tres años más y podría reunirme de nuevo con mi familia. Sin embargo, no se pudo dar esa opción.»
En otoño de 1956, el hecho de que no se pudiese cumplir esa cláusula y las diferencias con Antonio Barrios, en aquel entonces entrenador del Atleti, le decidieron a negociar su salida del club. El último partido de rojiblanco lo jugó el 23 de diciembre, en el Metropolitano, frente al Jaén, de nuevo marcó un gol.
Con el Atlético jugó 67 partidos, 58 de Liga y 9 de Copa del Generalísimo. Marcó 40 goles, 33 en Liga y 7 en Copa. Habitualmente jugaba de interior derecha y lució el dorsal 8, que después heredó la gran leyenda colchonera, Adelardo Rodríguez.
De su etapa rojiblanca escribió, en 2010, Fernando Santiago Muñoz, en el Diario de Cádiz: «Su generosidad en el terreno de juego, su forma de hacer todo fácil lo hacían, es verdad, poco visible. Pero el Atleti, sin él, parecía distinto, un poco más distante. […] fue siempre oscurecido por la fama de otros delanteros.»
De vuelta a Chile, en 1957, juega con el Audax italiano donde sería campeón de la Liga chilena de primera división, marcando 6 goles en 15 partidos. Era el cuarto título de los itálicos, con quienes permaneció dos temporadas más. En esos tres años juega un total de 50 partidos en los que marca 21 goles. Durante este tiempo jugó su último partido con la selección, el 20 de septiembre de 1959; fue en São Paulo, frente a Brasil por la Copa O´Higgins, “la Roja” perdió 1-0.
Con la selección debutó en un amistoso jugado en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, el 18 de febrero de 1953, contra el Hajduk Split yugoeslavo que estaba de gira por Sudamérica. En ese partido marcó uno de los cuatro goles que sirvieron a “la Roja” para ganar. Luis Tirado lo selecciona para disputar el Campeonato Sudamericano donde realiza una gran actuación, como indiqué antes.
En total son ocho partidos con la selección y nueve goles; con un triplete, frente a Uruguay, dos dobletes, a Ecuador y Brasil. Fue titular en siete partidos, de ellos cinco los jugó completos. Fernando Riera era el seleccionador de Chile en el último partido que jugó con “la Roja”, en el resto fue seleccionado por Luis Tirado.
Una curiosidad, en cinco de los seis partidos que jugó en el Campeonato Sudamericano de 1953 el árbitro fue el inglés Richard Maddison. Charles Dean, también inglés, pitó el otro partido.
En 1960 ficha por la Unión Española, donde estará una temporada, en la que juega 10 partidos.
En 1961 vuelve a jugar con la Universidad Católica con quien queda campeón de la liga chilena una vez más.
Finalizará su carrera de futbolista jugando en el Coquimbo Unido, equipo conocido como “los piratas” en su país. Aquí jugó siete partidos entre 1963 y 1964. Incluso ejerció de jugador-entrenador.
Tras acabar su carrera como futbolista comenzó la de entrenador. Entre otros equipos de los que fue técnico destacan el propio Coquimbo, Unión Española, Colo-Colo, Everton…
Establecido definitivamente en la ciudad de Antofagasta, en el norte de Chile, será aquí donde fallezca, hace ya un año.
Antes de finalizar quisiera agradecer a Alfonso Gómez Serrano su ayuda con los datos de los equipos chilenos en los que jugó el protagonista de este artículo. ¡Gracias!
PACO MOLINA. ¡IN MEMORIAM!