…Y Carmelo, de delantero centro.
De José López CarreñoCuando este artículo sea publicado faltarán escasas fechas para que la selección española se enfrente a Noruega en encuentro clasificatorio para la próxima Eurocopa de Naciones a celebrar el próximo año.
De nuestra relación con los noruegos quedará para siempre en la memoria el partido amistoso que se disputó 24 de abril de 1996 –segundo en el historial de ambas selecciones-, disputado en Oslo, en el estadio Ullevaal Stadion. Aquel día, con Javier Clemente como seleccionador, la noticia no estuvo en el resultado –empate a cero-, sino en la circunstancia que acaeció en el minuto 78 del encuentro. España había agotado “su material de banquillo”. Además de López, Donato, Kiko y Alfonso, que ya habían saltado al terreno de juego para sustituir a sus respectivos compañeros, habían sido seleccionados también Alcorta, Sergi y Caminero, si bien, todos ellos estaban lesionados, de tal suerte que en el banquillo solamente quedaba el portero suplente José Francisco Molina Jiménez.
El defensor López tenía problemas para continuar en el campo. Ante la tesitura de jugar con diez componentes el último cuarto de hora, y para no dar ventaja al equipo contrario por inferioridad numérica, ocurrió lo que nadie esperaba, el seleccionador optó por una decisión que podría calificarse como, al menos, sorprendente. “Jose, calienta” le indicó Clemente. Jose, era Molina, el portero del Atlético de Madrid, que todavía estaba inédito con la selección española. El cancerbero iba a debutar, pero no en su demarcación habitual, sino como interior izquierdo.
Molina se movió con soltura por la banda, como si estuviera en sus dominios del área grande. Jugó quince minutos, tocó nueve balones y únicamente una vez lo envió silbando a Noruega. Su actuación fue más que digna; es más, en uno de sus toques, el balón casi termina en gol, lo que hubiera sido el acabose. Con decir que fue el disparo más peligroso de España en todo el partido, queda definido el choque.
Al finalizar, Molina se expresó con frases como “…cuando vi que Clemente iba en serio fui a lo que saliese…”; “…hay que jugar de lo que sea…”; “…el seleccionador me dijo que me pegara a la izquierda, que hiciese lo que supiera y así lo hice…”; “…si llego a marcar el gol, me voy del campo…”.
Para los nostálgicos de aquella España de los 90, el conjunto que se presentó en terreno noruego, con camiseta y pantalón azul, fue el formado por Zubizarreta (capitán), Belsué, Abelardo, Nadal, Ferrer, Hierro (López, 53’) (Molina, 78’), Amor (Donato, 53’), Manjarín, Guerrero (Kiko, 53’), Luis Enrique (Alfonso, 53’) y Pizzi.
Único debutante por España: Molina y sus circunstancias.
Aquella anécdota fue lo más destacado del partido. Toda la prensa internacional se hizo eco del estreno de un portero como jugador de campo. Así se escribe la historia.
En su trayectoria con la selección española, Molina fue convocado en veinte ocasiones, disputando 9 encuentros. En julio del año pasado, fue nombrado director deportivo de la Selección por la Real Federación Española de fútbol en sustitución de Fernando Hierro.
Hasta entonces, el firmante de este artículo había creído que esta circunstancia no se había producido anteriormente – ¡qué cosas! -. Repasando la documentación que se ha ido acumulando a lo largo de los años, me topé no hace mucho con la noticia de que, 39 años antes, había ocurrido un hecho similar.
Les cuento. El 30 de Mayo de 1957, en el estadio bilbaíno de San Mamés, se celebró un encuentro amistoso del equipo vasco contra el conjunto inglés del Burnley F.C. Según informan los papeles, salvo el trío de la defensa del Atlético, el resto del equipo no tuvo su tarde. Mal partido, que la escasa afición rojiblanca asistente al estadio se podía haber ahorrado y no hubiera pasado nada. Para colmo, perdieron por 1 – 5.
El Atlético formó con Carmelo, Canito, Garay (Etura), Sertucha, Maguregui, Santamaria, Julito (Bilbao), Aguirre, Uribe, Arteche (Echarri) y Gainza. Los ingleses se presentaron con Mc Donald, Angus, Adamson, Winton, Setih, Shannon, Newlands, Mc Ilroy, Robson, Chelsebrough y Connolly. El único gol bilbaíno fue anotado por Uribe a los cuatro minutos de comenzado el encuentro; posteriormente vino la avalancha inglesa y adiós muy buenas.
Y como en Noruega, pasó lo que pasó. En la segunda parte se retiró Gainza, saliendo de nuevo al campo Julito, que ya había sido sustituido anteriormente. Después, el portero Lezama reemplazó a Carmelo. A los veinticinco minutos de este periodo, se lesionó el defensa Canito y al no tener más jugadores disponibles, pues los ya sustituidos estaban lesionados, durante unos momentos el Atlético jugó con solamente diez jugadores. El entrenador, Fernando Daucik, ordenó que, de nuevo, Carmelo Cedrún volviera al terreno de juego, figurando el número 11 en su camiseta (históricamente este número era asignado al extremo izquierdo) pero en la demarcación de…¡delantero centro!.
Por aquel entonces, el hecho se calificó entre los aficionados de… ¡ tomadura de pelo ! ¡ esto no se ha visto nunca ! ¡ flaco servicio al jugador ! ¡ es una burla !…y otras lindezas emitidas por el respetable aficionado bilbaíno. El periodista de turno, muy prudente él, se expresó con este comentario “…al parecer, la cosa sentó mal al público…”.
Consecuencia. Al día siguiente, el entrenador fue cesado sin contemplaciones. El comunicado que emitió la Junta Directiva fue el siguiente: “Se ha acordado, en sesión celebrada en la mañana de hoy, prescindir de los servicios del entrenador don Fernando Daucik, habiéndoselo comunicado oficialmente al mencionado preparador”. Se daba la paradoja de que había renovado hacía poco tiempo por otra temporada más en el banquillo rojiblanco.
Carmelo Cedrún Ochandategui jugó en el Athletic Club de Bilbao entre 1950 y 1964. Antes de la irrupción de Iribar, que le sustituyó, fue un portero mítico en San Mamés. Internacional con España en trece ocasiones, debutó el 14 de marzo de 1954 ante Turquía y disputó su último encuentro con la selección el 13 de junio de 1963 en el estadio Santiago Bernabéu ante Escocia.
Dedicado a Pilar de los Ríos Clapés.