Entrevista a Félix Martialay
De Víctor Martínez PatónEl próximo 9 de septiembre de 2019 se cumplirán diez años del fallecimiento de Félix Martialay, presidente de honor del CIHEFE y maestro de la historia del fútbol español. Con ese motivo, y al margen de otros proyectos de recuperación de originales que venimos realizando desde hace ya varios años, he considerado oportuno recuperar una entrevista que le hice a Martialay el 14 de agosto de 2009, apenas tres semanas antes de su fallecimiento.
Fue la última vez que estuve con don Félix, y ninguno de los dos sabíamos que sería la última. Mi intención original era publicar esta entrevista en el número 2 de los Cuadernos de Fútbol, siguiendo a la que se había publicado con Gustavo Bueno en el número 1. Pero el repentino agravamiento de su enfermedad me llevó a guardarla para un mejor momento.
Aprovecho también la ocasión para publicar por primera vez algunas fotos que encontré en el archivo privado de Martialay a las que precisamente hace referencia él en la entrevista, en las que aparece don Félix de joven vestido de futbolista.
– Primero, y esto no lo tengo muy claro, don Félix, ¿usted ha jugado mucho al fútbol?
– No. O sea, yo jugué al fútbol en el colegio y en la Academia General Militar, además de en el primitivo Numancia cuando vivía en Soria. Lo que no te sé decir es por qué me apunté al Numancia, porque entonces en Soria había tres equipos: uno era el Águila Roja, que era el equipo digamos proletario, en el que jugaban los mecánicos, los de los talleres, etc. Luego estaba el Numancia, que era quizás el de menos personalidad, y por último estaba el Urbión, por los picos de Urbión, que era el de la gente acomodada. Durante los veranos era cuando más se jugaba en Soria, porque en invierno estaba todo helado y nevado. En esos años, por ejemplo, jugué contra el padre de Solans, el del Zaragoza, que estaba en el Urbión
No obstante dentro de la mediocridad debía de tener cierta calidad, porque jugué varios partidos seleccionado por Educación y Descanso de Soria y fuimos por toda la provincia. Ahora que lo pienso, ¿quién sería el descerebrado que me seleccionaría? (ríe).
Luego tuve otra actividad futbolera cuando estaba en el batallón de ferrocarriles de Zaragoza, donde nos apuntamos a un campeonato militar con gente muy fuerte.
De todo ello conservo algunas fotos [que se publican para ilustrar la entrevista].
Y eso es todo, a mí me interesaba el fútbol más que el jugarlo el trasfondo del fútbol y yo siempre he sido muy aficionado a la historia, con lo cual fui entrando.
– ¿Qué quiere decir con trasfondo?
– Los entresijos del fútbol, no darle una patada al balón, sino la táctica y la técnica. Pronto empecé a ser el entrenador de mis propios colegas. En ese momento inventé yo lo que ahora hace todo el mundo, el saque del centro y no sacar hacia adelante, sacar al interior y del interior al medio centro.
Cuando iba a Soria las crónicas las hacía el hermano del entrenador del Numancia y yo le hacía unos apoyos, como dicen ahora, y ahí empecé a escribir de fútbol. Se publicaban en el periódico de Soria.
– ¿De qué años estamos hablando?
– En el año 1940, 1941 y 1942.
– ¡Pero era usted muy joven!
– Claro, yo empecé a escribir a los ocho años en el periódico del colegio y tengo todo guardado, lo tengo todo. Toda mi obra completa de esa pequeña, quiero decir. Luego tengo carpetas y carpetas de críticas de cine que, como están impresas en aquel papel de tiras, algunas se han borrado.
También es verdad que los años te hacen desinteresarte de las cosas, así que hace mucho tiempo que no vuelvo sobre todo aquello. El tiempo cambia mucho los intereses: antes yo me hubiera dejado la vida por una foto y ahora te dicen “oye esta foto” y joder, pues que le den por culo a la foto. Y eso son los años. Yo lo calibré perfectamente cuando mis nietos llegaban a casa y se ponían a jugar con el cenicero de cristal de roca que habíamos traído de Murano y que habíamos mimado durante años y años. Pues de repente veía a mis nietos con él como si fuera una baratija y les dejaba jugar sin más, sin miedo ninguno a que se rompiera.
Lo mismo me ha pasado con la selección nacional. He escrito mis dos libros y ya he hecho mi labor, ahora tengo que seguir haciendo otras cosas. Ahí he cortado y he cortado, ya está, hasta ahí he llegado.
– ¿Cuándo le surgió el interés por la historia del fútbol?
– Recuerdo que antes de la guerra en casa venían dos periódicos, por la mañana El Debate –claro, era de mi tío y se le apoyaba– y por la tarde Informaciones. Y yo ya arrancaba ya las hojas de las alineaciones de primera y segunda división. Recuerdo también que yo pagaba una perra gorda a un tío que era mayor, no me acuerdo de cómo se llamaba, ni tengo su imagen ni nada, por la última página del Crónica. Crónica era como un Interviú, despelote puro, y venían en la última página fotos de Álvaro, que eran las que yo quería. Por cierto, que ahora que lo pienso creo que aquel viejo abusaba de mí, porque con una perra chica ya habría sido suficiente, que Crónica tenía 32 páginas…
Pero bueno, ahí empecé a guardar y guardar hasta que de repente salió el libro de Fielpeña Los 60 partidos de la selección española y entonces cogí todos mis recortes de años y los tiré: ¡aquí está todo, no necesito todos esos papelotes para nada…!
Y ahí empecé a coleccionar libros, y casi de manera simultánea empecé a darme cuenta de que algo fallaba: yo escuchaba los partidos por la radio, sobre todo los internacionales que eran los que siempre me han interesado más, y después cogía el libro y no decía lo mismo. El mejor ejemplo quizá sea el libro de Escartín titulado Lo de Brasil fue así, y no, no fue así ni parecido.
– Usted empezó a comprar libros y luego ha comprado muchísimos, pero nunca con ánimo de coleccionista.
– El coleccionismo es una especie de fetichismo que no me ha interesado nunca. Hombre, si yo hubiera tenido una casa más grande en el sentido de tener un almacén pues no descarto que me hubiera nacido esa manía coleccionista, pero tampoco creo, porque a mí lo que me interesaba era la Historia. Luego lo que pasa es que me da pena tirar los libros, pero vamos que si me pusiera hacía una purga que de los mil más o menos que habrá por casa de fútbol tiraba 700 y me quedaba tan ancho.
– Yo creo que en todos estos libros de historia del fútbol ha habido un antes y un después evidente, que es precisamente su libro Implantación del profesionalismo y nacimiento de la Liga, que es el primer estudio serio que se publica en España (1996).
– Bueno, entenderás que sobre eso no diga nada, pero ya sabes que estoy de acuerdo (ríe).
– Quizá el cambio radique en que hasta esa obra los libros no dejaban de ser crónicas periodísticas, pero no había investigación histórica.
– Efectivamente, la mayor parte de libros los escribían periodistas, muchas veces viejas glorias. Incluso periodistas que debían saberse bien las cosas porque las vivieron, y que no sé si es que no se acuerdan o prefieren no acordarse.
Por ejemplo hace unos días el otro día leí un artículo de Jesús Ramos, antiguo director de Marca, en el que pone a caer de un burro a Troncoso, diciendo entre otras cosas que era muy autoritario. Hombre, Jesús, que tú eras director de Marca en los años de Prensa del Movimiento…
Pero es que lo peor es que lo que cuenta no es cierto. Retrotraer el fútbol a 1936 fue una idea genial. Con lo extremadamente difícil que era la situación, todo lo hizo estupendamente: por ejemplo el partido entre el Aviación y el Osasuna. Además que Troncoso fue un hada madrina para todos los futbolistas, porque cuando se enteraba de que fulano había llegado al campo de concentración, y sabía que había sido miliciano, lo sacaba inmediatamente. Habrá salvado la vida a un centenar de futbolistas. Por ejemplo fue el caso de Ortúzar, que era ertzaintza y había pertenecido al PNV. En cuanto llegó al campo de concentración Troncoso lo sacó.
– Si me permite decirlo con estas palabras, usted está obsesionado con el rigor
Sí, sí, obsesionado quizá sea buena palabra, pero es que no hay otra manera de trabajar en serio. Recuerdo hace unos meses que escribí cinco o seis páginas preciosas sobre un tío que había matado a cinco o seis durante la guerra, con todo lujo de detalles. Y cuando ya lo tenía todo perfecto me enteré de que no era él, sino su hermano. Así que los papeles a la basura sin pensarlo. A mí se me podría haber pasado por la cabeza dejarlo, porque a ver quién me hubiera quitado la razón, pero es que el historiador tiene que tirar seis folios o seis tomos si se entera de que no son verdad.
La pista me la dio Rafael Casa de la Vega, que el pobre ahora está muy enfermo. ¡Es que somos muy viejos, leche!
– ¿Cómo tomó conciencia de que había que escribir los libros de fútbol de otra manera?
No sé, yo empecé a escribir y me salía así la cosa. Quiero decir, que no me ponía en plan recio “voy a escribir para la Historia”… Tampoco tengo sentimiento de haber sido precursor en la verdad de la historia del fútbol.
Sí es cierto que por ejemplo Bernardo Salazar tiene una memoria extraordinaria y no escribe mal, pero creo que es más coleccionista que escritor. A él le priva la joyita de una entrada, la joyita de los cromos, la joyita de una foto… Por ejemplo yo he cogido párrafos suyos sobre la creación del Aviación y todo está bien escrito y bien alineado, pero ahí se queda, no tiene producción de fondo. Del mismo modo, en los libros que hemos escrito juntos, por ejemplo España en la Copa de Europa, los capítulos que escribo yo son cuarenta folios y él con diez lo daba por despachado.
En todo caso lo que quiero decirte es que yo no tengo sensación de ser un Cristóbal Colón de la historiografía ni mucho menos, solo es que no sé hacerlo de otra manera.
– En todo caso su reconocimiento es unánime, incluida la medalla de oro que le dieron en la Federación y la inclusión en el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia.
– Bueno, lo de la Federación no lo digas muy alto que igual me la quitan (ríe). Dispuestos como estamos a quitar honores, ¿por qué no a mí? Yo siempre me pregunto por qué hacen la tontería de quitar la placa y dejar el pantano, que es el verdadero símbolo. Si quieren acabar con el símbolo lo que deben es dinamitar el pantano.
– Por otro lado, y cambiando de tema, usted también ha tenido mucho reconocimiento en el mundo del cine.
– Pues mira, precisamente hace tres días, por la tarde, me llamó un señor que estaba haciendo una tesis doctoral sobre el cine español y que había ido preguntando a la gente y José Luis Borau le había dicho que si seguía vivo hablara conmigo, porque “Félix Martialay fue el punto clave en el cine español”.
– ¿Y por qué dice Borau que usted es el punto clave del cine español?
– Era la opinión de Borau, no me preguntes qué era el punto clave… Supongo que Borau sabría por qué lo dijo, pero nada más.
– En todo caso su labor en el cine fue mucho más allá de la de un simple crítico, porque un simple crítico no llega a ser clave en el cine.
– Yo fui muchos años presidente del Círculo de Escritores Cinematográficos, y director de Film Ideal. Es que yo parí las revistas Film Ideal, Esquemas de películas y Temas de cine, y todas se publicaban al mismo tiempo. Este señor que está haciendo la tesis me preguntó qué me había motivado a toda aquella creación en catarata. Por ejemplo, por qué creamos Esquemas de películas lo recuerdo muy bien. Yo estaba en Propaganda Popular Católica, y muchos curas venían allí y me decían que querían hacer un cine club pero que no sabían ni tenían información. Así que yo les daba una nota del director y demás, hasta que se me ocurrió hacer eso mismo cada quince días y publicarlo. Fue así de sencillo.
– En revistas de fútbol ha fundado dos con el mismo nombre, Cuadernos de Fútbol. ¿Qué cree que puede significar esta reaparición de los Cuadernos? ¿Qué cree que podemos conseguir con estos nuevos Cuadernos de Fútbol?
– Pues por lo menos que haya gente que lea cosas, quizá a través del internet se pueda conseguir más difusión y que nuestras cosas lleguen a más gente. Ese fue el principal hándicap de los primeros Cuadernos, que solo llegaban a las autoridades y a la prensa, y ni unos ni otros tenían ningún interés.
– ¿Cree que es posible una evolución en el fútbol similar a la del cine? Quiero decir, que poco a poco se convierta en objeto de estudio y análisis.
– A ver, volviendo a lo del punto clave de Borau, yo estuve viajando mucho por toda España implantando cines clubs con el objetivo último de que el cine fuera objeto de estudio, y al final conseguimos que estuviera en la universidad. No es que yo hiciera nada ni presionara nada en el ámbito universitario, pero sí hice mucho porque el balón rodara y luego desde la propia Universidad me llamaron, y di clase en la Universidad de Salamanca y en la Universidad Complutense.
Ahora hay una academia de cine y una filmoteca magnífica, por ejemplo. Y no es imposible, claro, que el fútbol siga un proceso paralelo, ojalá. En todo caso me viene a la cabeza lo que me dijo Ymelda Navajo, la directora de La Esfera de los Libros: que el fútbol es un espectáculo más de ver que para estudiar, que nadie lo quiere leer. Pero quizá hasta con más razón se podría decir lo mismo del cine: tú llegas, te sientas, te cuentan un romancito entre el guapo y la guapa y adiós, te vas a casa.
Y lo mismo con la literatura. Los tíos que leen de repente pueden tener interés por comprarse un libro de historia de la literatura. Pero por algún motivo que no sé explicar los que van al fútbol no tienen esa tentación.
– Lo curioso es que se siguen publicando libros de fútbol.
– Y no lo entiendo, porque la mayor parte siguen siendo malísimos. Quizá el caso más sangrante es el de los libros del Barcelona, que es el equipo del que por otro lado más se ha escrito. Los catalanes independentistas son unos farsantes de mil pares de narices, en el 90% de las cosas delicadas o importantes falsean los datos y mienten sin rubor, siempre a favor de su fantasía secesionista.
– ¿Qué papel podría tener la Federación en todo esto?
– Muchísimo, total. Con la cantidad de dinero que hay en el fútbol la Federación podría montar un chiringuito de esto y ni se entera de que lo está pagando. Y podría hacer un trabajo verdaderamente encomiable, riguroso y único en el mundo. Podría aspirar a ser líder mundial en el estudio del fútbol.
– ¿Qué opinión tiene del presidente Villar?
– Personalmente siempre le he tenido mucho aprecio, pero además creo sinceramente que está haciendo mucho bien al fútbol español. Por ejemplo, y esto es clave, ha parado completamente el desarrollo de las selecciones autonómicas. Y esto es fundamental no solo para el fútbol español sino también para la continuidad de España como Estado. Y fíjate que no debe de ser nada fácil, porque dentro de la Federación tiene por ejemplo a Joan Laporta.
Hoy por hoy las selecciones regionales tienen menos fuerza que durante el franquismo; entonces era frecuente que cuando había un partido internacional de España se aprovechaba para hacer un partido de selecciones regionales en otras ciudades. Aquí hoy sería terrible, un escándalo que el mismo día que juega España se jugara un partido entre Cataluña y Navarra.
El desarrollo de las selecciones regionales lo ha parado entero Villar, porque cualquier otro habría dejado manga ancha e incluso podría haberse apoyado en los precedentes, que realmente existieron.