Zoltan Czibor: El pájaro loco
De Fernando Cuesta FernándezComo un zíngaro bohemio y genial, Zoltan Czibor era un futbolista desconcertante e imprevisible, capaz de maravillar al Respetable en sus mejores tardes, y de recibir broncas con abundante música de viento cuando no le salían bien las cosas. Un talento artístico parangonable al de ciertos toreros, que aborrecen los términos medios y las corridas rutinarias, lidiadas a base de faenas de aliño. Su propia imagen, coronada por ese rebelde tupé de ave exótica, era el espejo de una personalidad diferente, difícilmente encasillable, porque se negaba a ser encorsetado por tácticas y pizarras, y de ahí que se llevase tan mal con Helenio Herrera, gran psicólogo y excelso motivador, pero férreo e inflexible estratega en la aplicación de sus sistemas, con los que triunfó tanto en España como en Italia.
Czibor era un primer violín en aquella orquesta de virtuosos del balón que formaba la Hungría de la primera mitad de los años 50, un futbolista creativo e improvisador, un mago que oficiaba sus trucos con un balón en los pies. Seguramente su intermitente desempeño no entraría en los estándares de profesionalidad que se exigen hoy en día, pero estamos hablando del fútbol de hace 70 años, que sólo se parece al actual en detalles nimios como son las dimensiones de terreno de juego, áreas y porterías, el número de participantes, la duración del encuentro, y la ineludible presencia de un medio de forma esférica cuya posesión se disputan frenéticamente 22 atletas.
LOS MAGIARES MÁGICOS
Czibor había nacido en 1929, en Kaposvár, y cuentan que de joven condujo una locomotora. Desde luego le pega, por lo veloz de su fútbol, aunque siempre fue un futbolista que se salía del carril, que desdeñaba lo trillado. Extremo de ambos lados, va a jugar primero en Komarom AC y Komarom MAV, para pasar posteriormente al Ferencvaros, donde se proclama campeón de Liga en 1949, más tarde al Csepel SC, y finalmente al Honved de Budapest, el equipo patrocinado por el Ejército, y que les otorgaba a sus jugadores graduaciones militares (y también un sueldo, convirtiéndoles en amateurs marrones, como se decía entonces). Con esta escuadra, una de las mejores del mundo en aquel momento, por más que no existiesen competiciones internacionales que lo certificasen -que por eso precisamente nacieron, entre otras razones, para introducir un punto de objetividad en esa anárquica jerarquía-, va a conquistar dos Ligas (1954 y 1955), obteniendo unos excelentes registros goleadores -100 tantos en 175 partidos.
Jugador muy rápido, con gran sprint y desconcertante disparo, menudo de cuerpo (1 metro con 69 centímetros y 68 kilos de peso), se convierte pronto en uno de los habituales de la selección magiar -43 partidos y 17 goles-, Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Helsinki, en 1952 (haciendo el 2-0 definitivo en la final frente a Yugoslavia), y uno de los grandes favoritos para el Campeonato del Mundo de Suiza, a celebrar en 1954. Pero en tierras helvéticas van a ser batidos sorprendentemente por Alemania Federal en la final de Berna, después de adelantarse en el marcador por un claro 2 a 0 (siendo también Czibor el autor del segundo gol ). Y en el otoño de 1956 van a producirse en Hungría. los terribles sucesos que ensangrentaron el país, rebelado contra el inflexible sistema soviético y tratando de romper el Telón de Acero levantado por los blindados del Ejército Rojo, que abortaron brutalmente dichas veleidades. Millares de muertos, centenares de miles de refugiados, y un auténtico terremoto en la esfera futbolística.
ESCOGIO LA LIBERTAD
Aprovechando que el Honved se encontraba fuera de Hungría para disputar un partido de Copa de Europa, concretamente contra el Athletic de Bilbao, Czibor va a escoger también la libertad. Al principio los propios jugadores organizan una gira de recaudación de fondos, que les lleva a Italia, Portugal, España e incluso hasta Brasil, y luego, de regreso a Europa, se dispersan. Establecido en Italia, Zoltan jugará algunos amistosos con la Roma, y una vez finalizado su período de inhabilitación (la Federación Húngara había solicitado a la FIFA que suspendiese a los huidos, y el máximo organismo internacional accedió), se va a venir a España, con una Liga atractiva, buenos salarios y un ambiente político muy distinto al de su país natal.
El Barça se hará con sus servicios, avalado por Kubala, y pronto se les unirá otro ilustre magiar, Sandor Kocsis, también fugitivo del terror rojo.
El club blaugrana que se encuentra Czibor está dirigido por Helenio Herrera, que ha regresado a España tras una breve experiencia en los banquillos en Portugal. Y de mano va a contar con el exterior húngaro. Su presentación en partido oficial se produce en la primera jornada de la Liga 58-59, marcando un tanto en la contundente victoria sobre el Valencia por 6 a 0. A partir de ahí será titular cada domingo, hasta llegar al Barça-Real Madrid de la séptima jornada, en el que los catalanes golearán a los blancos por 4 a 0, en una gran tarde del brasileño Evaristo, que consiguió tres goles (el otro fue marcado por Tejada), aunque Czibor es expulsado a causa de un incidente con el madridista Santamaría, que también iba a tomar el camino de las duchas antes de tiempo. Pero una vez cumplida la sanción de cuatro partidos retorna al equipo titular, de donde ya no va a salir prácticamente en todo el resto del campeonato, que se lleva el Barça a sus vitrinas batiendo todos los récords existentes hasta el momento (puntos, victorias, goles a favor…). En total intervendrá en 20 encuentros, con un balance personal de 7 tantos. En la Copa, sin embargo, actuará en una única ocasión.
Su segunda temporada como azulgrana será más floja (18 partidos, repartidos entre cuatro competiciones: Liga, Copa, Copa de Europa -en la que debuta el Barça- y Copa de Ferias), aunque continúa viendo puerta con cierta facilidad, logrando once dianas. Y ya sin Herrera al frente del equipo, su presencia sigue siendo intermitente, aunque alcanza a participar en la final de la Copa de Europa frente al Benfica, un choque que podía salvar la irregular temporada 60-61 y coronar al Barça como nuevo monarca continental, sucediendo al pentacampeón Real Madrid, al que los azulgranas habían eliminado en octavos de final.
El encuentro se disputa el 31 de mayo de 1961 en el Wankdorfstadion de Berna, el mismo escenario donde siete años antes la selección húngara había caído derrotada ante la RFA. Ese dato no les da buena espina a Czibor y a su compañero Kocsis, y menos aun cuando les toca ocupar el mismo vestuario de entonces. Y efectivamente, se va a repetir el resultado adverso, 2 a 3, aunque en esta oportunidad con una increíble mala suerte en forma de goles tontos encajados y numerosos tiros escupidos por la madera del marco lisboeta -aquellos malditos postes de sección cuadrada-. Y al igual que sucediera en el 54, Czibor va a volver a marcar, pero su gol será inútil a la postre. La derrota supondrá, asimismo, el desmantelamiento del equipo, y Czibor va a ser uno de los futbolistas a los que se les enseñe la puerta de salida.
DANDO TUMBOS
Pero Zoltan tiene solamente 32 años, y conserva las ganas de seguir jugando al fútbol, ese fútbol anárquico e intuitivo, hecho de quiebros imposibles y diabólicos disparos marca de la casa. De modo que cruza la Diagonal y se enrola en el rival ciudadano del Barça, el Español, que se estaba reforzando con jugadores veteranos como el madridista Rial, el argentino del Granada Carranza o el donostiarra Gordejuela, puesto que iba a estrenar también nueva competición: la Copa de Ferias. Pero su temporada 61-62 va ser un verdadero desastre, y se saldará con el primer descenso blanquiazul a Segunda, de manera que Czibor pasará por Sarriá con más pena que gloria. Acto seguido malbarata su fama en equipos del entorno e inferior categoría (Europa en Tercera, Hospitalet en Segunda), para acabar cambiando de aires, estableciéndose en ligas menores -Basel suizo, Austria de Viena…-, y recalando finalmente en el soccer norteamericano, jugando para el Primo Hamilton FC de Canadá.
Una vez retirado, y de regreso a España, va a regentar durante varios años en Barcelona un bar que llevaba el nombre de “Kek Duna” (en húngaro “Danubio Azul), lugar de encuentro y solaz para la colonia magiar en la Ciudad Condal. Pero su bonhomía bohemia no debía conciliar mucho con el mundo de los negocios, a diferencia de su ex – compañero, Tejada, una hormiguita radicada también en el sector hostelero. Su recuerdo, no obstante, pervivió en la memoria de los viejos aficionados que habían tenido la suerte de verle jugar como un verdadero prestidigitador, un ilusionista que sorprendía siempre al auditorio con sus trucos, como si sacase conejos -y lo que se terciase- de la chistera. Un hijo suyo, llamado igualmente Zoltan, ha trabajado como fotógrafo de prensa deportiva durante mucho tiempo. El padre va a hacer mutis por el foro el primer día del mes de septiembre de 1997 en Györ, en su país natal, con tan sólo 68 años de edad. Se iba así el Pájaro Loco, el mago del balón, protagonista y testigo de la mejor Hungría de la historia, reyes sin corona del fútbol de los años 50, lluvia de goles para después de una guerra y antes de una revolución, sofocada a sangre y fuego…