Walter: La Curva de la Muerte
De Fernando Cuesta FernándezWalter fue el primer jugador brasileño que se incorporó al Valencia, y su inesperado y trágico final sobrecogerá al fútbol español en los estertores de la temporada 1960-61. Su rendimiento en el cuadro Ché había sido irregular, hasta entonces, yendo de más a menos por culpa de las dichosas lesiones, pero Walter, indirectamente y de manera por supuesto involuntaria, va a conseguir que de algún modo cambie la historia del club de Mestalla, una entidad que durante los años 50, tras la década prodigiosa que siguió al final de la Guerra Civil, atravesaba por una auténtica sequía de títulos -salvo la solitaria Copa del Generalísimo del 54-, motivada en buena medida por la gran escalada del Real Madrid y el Barcelona, avalados por la presencia de grandes ases extranjeros, y contando con unos megaestadios cuya capacidad alcanzaba los cien mil espectadores.
Pero no adelantemos acontecimientos…
DE PESCA EN BRASIL
El curso 56-57 había arrojado unas notas indignas de un club del potencial del Valencia, con un indecoroso undécimo lugar en la Liga. Acababa de ampliarse el campo de Mestalla, y el conjunto del murciélago se había quedado sin su gran estrella, el neerlandés Faas Wilkes. de modo que algo había que hacer para devolver la ilusión a la parroquia Ché. Así que el secretario técnico Eduardo Cubells se subió a un avión y se dirigió a Brasil, donde al parecer la cosecha de buenos futbolistas era ubérrima. Cuenta la leyenda que a Cubells le hablaron de un crío de tan sólo 16 años que apuntaba maneras fabulosas. Se llamaba Edson Arantes do Nascimento, pero por allá le decían Pelé, y jugaba en el Santos FC, el principal equipo de dicha ciudad costera del estado de Sao Paulo, cuyo puerto era el gran centro de exportación de café.
Y sí, efectivamente el chico era muy bueno, y Cubells pudo comprobarlo en directo, pero tenía únicamente 16 años, y el trasvase de alguien tan joven e inmaduro a un mundo muy diferente podría no salir bien. Y luego estaba lo del dichoso nombrecito, eso de Pelé…Por aquellos días en Valencia era muy popular una cancioncilla titulada “Pelé, Melé y el Xiquet de la Bengalé”, y Cubells razonó que si se presentaba con aquel niño debajo del brazo, y además con semejante apodo, nadie le iba a tomar en serio, y sería el hazmerreír de todos. De manera que se puso a buscar otro mirlo blanco, aunque tuviera la piel más bien oscura….Y lo encontró en Vasco da Gama. Se llamaba Walter Marciano de Queirós, (Santos, 15 de septiembre de 1931) y tenía una calidad inmensa, de lo mejorcito de Brasil, e internacional, por descontado. Tan sólo había un problema, y es que Walter no era lo que se dice un hombre en punta, como Wilkes o el propio Pelé, sino más bien un organizador, un creador de juego, aunque a veces se destapaba como realizador. Pero bueno, ese pequeño detalle ya se arreglaría luego, porque ser, era un fenómeno.
UN RENDIMIENTO IRREGULAR
Y de ese modo el santista va a convertirse en el primer jugador brasileño que vestiría la camiseta del Valencia. Comienza la temporada 57-58, la de la gran riada del Turia, cuyo desbordamiento anegó toda la ciudad aquel aciago 14 de octubre de 1957, ocasionando cerca de un centenar de víctimas mortales y una factura millonaria en pérdidas materiales. Aun así, esa primera va ser la mejor campaña de Walter entre naranjos, con 25 partidos jugados y 13 goles en su haber, rivalizando con el otro punta, Ricardo, que se proclamaría “Pichichi”, empatado con Di Stefano y un ex valencianista, Badenes. El rendimiento global de Walter se puede considerar bueno, aunque el jugador tiene momentos de intermitencia, y es capaz tanto de brillar a gran altura, realizando una jugada genial merced a su enorme calidad, como de eclipsarse e irse del partido. De todas formas el Valencia no consigue salir de su mediocridad, pues Real Madrid y Barcelona se muestran intratables, y como tercero en discordia anda por ahí el Atlético de Madrid, que a la chita callando está formando también un excelente equipo.
En la temporada 58-59 la efectividad goleadora de Walter decae, al igual que la de Ricardo y todo el conjunto Ché .Y en la siguiente, ahora a las órdenes de su compatriota Otto Bumbel, tan sólo consigue 5 goles en 30 partidos, entre Liga y Copa. Pero mucho peor le saldrán las cosas en la campaña 60-61, donde las lesiones sólo le van a permitir disputar 12 partidos entre Liga y Copa del Generalísimo -se había nacionalizado español- , todos ellos en el tramo final de la temporada, y con el escueto bagaje de 2 goles. Y así llegamos al 21 de junio de 1961, festividad de San Luís Gonzaga. Por el Valencia acaba de fichar un jugador de dicho nombre, Luís Coll, un extremo gerundense procedente del Barça y que llegaba en el marco de la operación de traspaso del guardameta Pesudo al club azulgrana. En seguida hace buenas migas con sus nuevos compañeros, y junto a un grupo de ellos, entre los que encuentra Walter, deciden celebrar la onomástica por todo lo alto. Que tratándose de Valencia, debe incluir forzosamente una buena paella.
LA ÚLTIMA PAELLA
Se zampan una muy suculenta en un conocido restaurante próximo a Mestalla, regada con sangría y una copita de coñac a los postres (el brasileño pasó, porque no probaba el alcohol). En un par de coches se dirigen a Sueca, para llevar al centrocampista Sendra hasta su casa. Son ocho, cinco en un coche, y los tres restantes en otro, un SEAT “1400” conducido por Walter, acompañado por el agasajado Luís Coll y por el defensa Sócrates. Enfilan la carretera del Saler, pero se detienen a repostar gasolina y el otro vehículo les adelante. Y para no perderlo de vista, Walter pisa a fondo el acelerador. Pero en una curva, al tratar de esquivar a otro auto, pierde el control y va a estrellarse contra una camioneta de reparto de una popular marca de refrescos, pereciendo en el acto. Sus dos compañeros resultaron prácticamente ilesos, tan sólo con algunos rasguños de escasa consideración.
La noticia, al conocerse, produjo una gran conmoción, y el entierro, efectuado dos días más tarde, movilizó una gran manifestación ciudadana de duelo, con miles de personas en la calle y la presencia de las autoridades locales y provinciales. El club va a reaccionar con rapidez, organizando un encuentro en beneficio de la viuda e hijos, precisamente frente a un equipo del país del jugador fallecido el Fluminense, que se encontraba de gira por Europa. El partido tendrá lugar el día 1 de julio de 1961, y el Valencia estará reforzado para la ocasión por varios jugadores brasileños, como Evaristo, Didí o Recamán. Triunfaron los tricolores por 2 a 3, con dos tantos de su delantero centro, un tiarrón de una potencia descomunal llamado Waldo Machado da Silva, y la directiva Ché se apresurará a contratarlo.
Acertaron de pleno, pues Waldo va a ser de inmediato un revulsivo para el equipo, sobre todo en la Copa de Ferias, erigiéndose en la gran estrella del Valencia durante cerca de una década, y formando una letal sociedad con un joven de la casa ya escaso de pelo, Vicente Guillot. A rey muerto, rey puesto, podríamos pensar….Walter tenía únicamente 29 años, y alcanzó a disputar 91 encuentros oficiales con el escudo del rat penat y la senyera en el pecho, consiguiendo 27 goles, la mitad de ellos en su primera temporada como valencianista. No llegó a triunfar plenamente, pues la desgracia se cruzó en su camino una tarde de junio, en el kilómetro 13 de la carretera del Saler, en la llamada “Curva de la Muerte”.