Vavá, un «pichichi» made in Béjar
De Fernando Cuesta FernándezEsta es la historia de un jugador que triunfó muy lejos de su tierra castellana, entre los palmerales mediterráneos, un muchacho de familia humilde que a base de trabajo y tesón, virtudes que le dieron muchos goles, se coronó como uno de nuestros mejores delanteros en los años 60, y eso sin salir de un club modesto como el Elche, convirtiéndose en objeto de deseo para entidades bastante más poderosas que los franjiverdes de “Altabix”, y llegando a vestir los colores de la Selección Nacional. También fue víctima, porque no decirlo, de aquel cuasi esclavista “Derecho de Retención”, por el cual los clubes encadenaban a sus futbolistas mediante la renovación automática de sus contratos con una subida ridícula. Eran cosas que pasaban hace algo más de medio siglo….
INICIOS EN EL EQUIPO DE SU PUEBLO
Luciano Sánchez García va a nacer un 28 de mayo de 1944 en Béjar, una histórica población de la provincia de Salamanca famosa por su industria pañera, lo cual le llevó, por ejemplo, a abastecer de uniformes al ejército español. En aquellos tiempos difíciles de Posguerra, viniendo al mundo en un hogar humilde y con muchos hermanos, el fútbol era uno de los pocos mecanismos de ascenso social al alcance de los de abajo. También podían meterse a toreros -en el propio campo charro abundaban las ganaderías de reses bravas-, o liarse a tortazos con otros malditos en un ring, pero el deporte del balón fue la salida escogida por un chico de no muy elevada estatura -1,69-, ojos vivaces y tez morena, circunstancia esta que le valió en sus comienzos el sobrenombre de Vavá, al sacarle la gente cierto parecido con el astro brasileño ganador de dos Mundiales, jugador del Atlético de Madrid entre 1958 y 1961. Y ya le quedó el mote para los restos.
De las categorías inferiores del Béjar Industrial va a saltar al primer equipo, militando en Tercera División, con tan sólo 17 años. Es un delantero centro valiente y bullidor, que va bien de cabeza a pesar de su no muy aventajada talla, y que sin ser un dechado de técnica sabe moverse con habilidad, cayendo a banda, disparando rápido con ambas piernas y consiguiendo goles con facilidad. En esa temporada 61-62 el Béjar llega a disputar la promoción de ascenso a Segunda, y poco más tarde Vavá va a ser recomendado al Elche por uno de sus compañeros de equipo, Periquín, que había actuado años atrás en el conjunto ilicitano, y que ejerce cierta presión sobre sus contactos alicantinos mencionando el posible interés del principal equipo de la tierra, la Unión Deportiva Salamanca, por el jovencísimo delantero bejarano.
RUMBO A ALTABIX
A cambio de 40.000 pesetas el Elche va a fichar al chico, cediéndole al Deportivo Ilicitano para foguearse, pues en ese preciso momento el puesto de ariete en el cuadro franjiverde lo ocupaba nada menos que el famoso futbolista hispanoparaguayo Eulogio Martínez, procedente del Barcelona y varias veces internacional con la Selección Española, habiendo jugado incluso en el Mundial de Chile de 1962. El Ilicitano acababa de ascender a Tercera División, y contaba con un equipo cuajado de grandes promesas, tales como Lico, un muchacho menudo, natural de un pueblo de la provincia de Alicante, que era un verdadero torbellino sobre el césped, y Curro, un jugador extremeño de cuyas excelentes maneras se supo en Elche gracias a un viajante de calzado, la principal industria de la localidad levantina, cuyos comerciales constituían una interesante red de informadores repartida por todo el territorio nacional.
De manera que Vavá se pasará la temporada 63-64 -excelente por otra parte para los de la Ciudad de las Palmeras, que se alzarán con la quinta plaza en Primera, superando a un montón de presupuestos muy superiores-, haciéndose a fuego lento, y al poco de comenzar la siguiente campaña el entrenador de los de “Altabix”, el antiguo internacional canario Rosendo Hernández, va a darle la alternativa, dentro de una política de rejuvenecimiento de un equipo demasiado veterano. Es el 11 de octubre de 1964, quinta jornada de la Liga 64-65, en el campo de “El Arcángel”, donde se enfrentan Córdoba y Elche, con victoria final para los andaluces por 2 goles a 0. Y este fue el once presentado aquella tarde de otoño por el cuadro franjiverde: Pazos; Chancho, Iborra, Quirant; Forneris, Llompart; Rodríguez, Villapún, Vavá, Romero y Oviedo.
A la semana siguiente Rosendo Hernández sigue confiando en él, y Vavá no le va a defraudar, pues marcará su primer gol con el Elche, ante su propio púbico de Altabix y frente a la Unión Deportiva Las Palmas. Y ya se quedará fijo en el equipo, jugando todos los partidos desde ese momento hasta la jornada número 23, a partir de la cual una inoportuna lesión le tendrá algún tiempo varado en el dique seco. En total en esta campaña como rookie -en la que también se revelaron jugadores de su misma quinta como Tomeu Llompart, Canós o Marcial Pina- actúa en 19 partidos de Liga, consiguiendo 10 tantos, una cifra muy notable, y algunos de ellos ante equipos de la talla de Zaragoza (2), Barcelona o Valencia. Reaparece en la Copa, pero no puede evitar que el equipo sea eliminado a las primeras cambio por el Pontevedra, que acababa de ascender de nuevo a la máxima categoría (0-0 en Pasarón y 1 a 2 en Altabix, con una diana insuficiente del delantero bejarano)
1965-66: SU MEJOR CAMPAÑA
Vavá vivirá uno de sus grandes momentos de gloria en la siguiente temporada, la 65-66. En un Elche rejuvenecido, ahora a las órdenes del singular técnico brasileño Pedro Otto Bumbel, y al que se asomarán también futbolistas como los ya mencionados Lico y Curro o el paraguayo Casco, va a mantener desde un primer momento un idilio permanente con el gol, llegando a las puertas de la última jornada con grandes posibilidades de conquistar el preciado “Trofeo “Pichichi”, igualado con el colchonero Luís Aragonés, con 18 tantos para cada uno. El Elche recibía ese domingo al Valencia en Altabix, en un encuentro en el que ninguno de ambos conjuntos se jugaba nada, mientras que el Atlético de Madrid debía visitar Sarriá, con la obligación de ganar si quería llevarse el título, aunque los locales corrían peligro de caer en promoción e incluso descender. Pero también Vavá y Luís dirimían su batalla particular esa tarde. En el campo del Español va a salir triunfante el cuadro rojiblanco, proclamándose campeón de Liga después de quince años a verlas venir, pero ninguno de sus dos tantos iba a ser obra del Sabio de Hortaleza, mientras que Vavá sí será el autor del solitario gol que daba la victoria a los suyos sobre el Valencia, al rematar en el último suspiro del choque una magistral asistencia de Romero. Queda constancia gráfica de la emoción del futbolista de Béjar, y del entusiasmo de la afición, estrujando materialmente a su “Pichichi”
INTERNACIONAL
Consagrado ya definitivamente con este galardón, a Vavá van a abrírsele muy pronto las puertas de la Selección Española. Pero antes, en los estertores de esa triunfal campaña 65-66, reforzará al Barcelona -junto con su compañero Lico y los béticos Antón y Rogelio – en un partido amistoso internacional contra el Vasco da Gama carioca disputado en el Camp Nou. Ya está en el punto de mira de alguno de los grandes, pero justo por aquellos mismos días el presidente ilicitano Martínez Valero acaba de traspasar a Marcial al Español, y no era el momento de desprenderse de otra de sus figuras, de manera que Vavá tendría que esperar hasta mejor ocasión…
Se inicia la temporada 66-67, y el nuevo seleccionador español, el catalán Domingo Balmanya, va a convocarle para el partido que debía jugar España en Dublín, contra la República de Irlanda, valedero para la fase de grupos de la Eurocopa de 1968. Aquel día, 23 de octubre de 1966, empataron a cero en “Dalymount Park” irlandeses y españoles, y el técnico gerundense presentó el siguiente equipo: Iríbar; Sanchís, Santamaría, Reija; Glaría, Violeta; Vavá, Luís, Ansola, Marcial y Paquito. Tres debutantes, Santamaría, Vavá y Marcial, los dos últimos con ADN franjiverde.
FINALISTA DE COPA
No podrá emular en esa temporada 66-67 sus grandes números de la campaña anterior (8 goles en 29 partidos ahora), pero volverá a repetir como internacional, en esta ocasión en la Selección “Sub-23”, que golea a su homóloga de Luxemburgo en Sarriá, con un hat-trick del bejarano y la compañía de Lico, Canós y Marcial, grandes colegas generacionales. Ese año el Elche tampoco pasó apuros -alcanza incluso las semifinales de Copa-, pero sí al siguiente. Comenzó la Liga 67-68 con Alfredo Di Stefano sentado en el banquillo, en su primera experiencia como técnico, y mediada la temporada tuvo que ser sustituido, pues el equipo se iba a pique. Su reemplazo, el veterano Fernando Daucik, consiguió reflotar la nave franjiverde, en un año en el que se revelaron otros dos jóvenes talentos de la región: el setabense Francisco Ballester -de tristes destinos- y el alicantino Juan Manuel Asensi. Vavá continuó siendo un peligro constante para sus rivales, con 13 dianas en 32 partidos, entre Liga y Copa.
La temporada 68-69, ahora a los sones de la batuta que manejaba el técnico uruguayo Roque Gastón Máspoli, va a ser otro de los momentos culminantes de la biografía deportiva de Luciano Sánchez, pues el Elche -por primera y hasta ahora única vez en su historia- logra clasificarse para la final de la Copa del Generalísimo, tras eliminar en un tercer partido disputado en el Santiago Bernabéu a la Real Sociedad, frustrando así la posibilidad de una final vasca. En el encuentro decisivo, en el mismo escenario y ante el clásico Athletic de Bilbao, los ilicitanos no pudieron materializar su mejor juego de la primera parte, y acabaron cayendo derrotados por un solitario gol de Antón Arieta, cuando las manecillas del reloj ya se acercaban a la culminación del tiempo reglamentario. Al año siguiente, por el contrario, las pasarán canutas, salvándose in extremis al derrotar a un Barça únicamente de turismo en Altabix. Para cuadrar balances se desprenden de Ballester y Asensi, pero Vavá continúa, un año más, en el equipo. Y en febrero del 69 disputaría su segundo partido -y último- como internacional absoluto, en aquel accidentado Bélgica-España de Lieja, que nos privó de estar presentes en el Mundial mexicano del 70, al sucumbir por 2 a 1.
UN TEMPRANO DECLIVE
Pero la prodigiosa aventura franjiverde toca a su fin en la temporada 70-71, tras doce años maravillosos dando espectáculo y haciendo amigos. Aun así, en ese curso, y en la tercera jornada, el delantero salmantino logrará su mejor marca en un sólo partido, cuatro goles en una manita al Sporting de Gijón. Tal vez hubiera sido preferible que los repartiese mejor… En Segunda continúa siendo un habitual de las alineaciones, pero ya apenas sí ve puerta. Trabaja esforzadamente para el equipo, como siempre, pero son los jóvenes Sitjá y Melenchón quienes ponen ahora los goles. Y además su tren ya ha pasado definitivamente, perdidas las oportunidades para dar el gran salto, como hicieran en su día Re, Cardona, Marcial, Lico o Asensi. Para colmo sufre una grave lesión de rodilla, y el Elche ya no le renovará el contrato.
Una temporada con el Deportivo de La Coruña en Segunda, la 73-74, nada relevante, seguida por otras dos con el Melilla en Tercera, para retirarse finalmente con el ignoto Don Benito en 1979, tras casi quince años como futbolista profesional. Alrededor de 250 partidos oficiales con el club de la franja verde, y 72 goles, que no están nada mal. ¿Cuántos hubiera marcado de haber vestido de azulgrana, o llevado el murciélago en el pecho? Nunca lo sabremos. Vavá se quedará para siempre en Elche, la ciudad donde había triunfado, y por una de esas ironías que tiene el destino, habitando en un piso construido sobre el solar del antiguo escenario de sus éxitos, el viejo y entrañable campo de Altabix, y que Dios le guarde muchos años.