RESUMEN:

Sí, “holandés”, porque a ese lugar de Europa, identificado por los tulipanes, los quesos y los molinos de viento, potencia comercial y ultramarina desde que se liberó de la tutela española allá por el siglo XVII, siempre lo hemos llamado “Holanda”, aunque vivíamos instalados en el error, pues Holanda es únicamente el nombre de una

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Wilkes: Pionero del fútbol holandés en España

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Sí, “holandés”, porque a ese lugar de Europa, identificado por los tulipanes, los quesos y los molinos de viento, potencia comercial y ultramarina desde que se liberó de la tutela española allá por el siglo XVII, siempre lo hemos llamado “Holanda”, aunque vivíamos instalados en el error, pues Holanda es únicamente el nombre de una región -aunque en ella se encuentren las tres principales ciudades, Ámsterdam, Rotterdam y La Haya-, y lo correcto es referirse a los “Países Bajos”. Otra cosa es que el apellido “Wilkes”  siempre me sonó más bien a anglosajón, seguramente influido por dos personajes relacionados con la Guerra de Secesión, uno real, John Wilkes Booth, el actor sureño que asesinó al presidente Abraham Lincoln, y el otro de ficción, Ashley Wilkes, el amor imposible de Escarlata O´Hara, también meridional  e  interpretado en “Lo que el viento se llevó” por el británico Leslie Howard.  Pero vayamos al grano.

     Agonizaban los años 60 del pasado siglo cuando la entonces erróneamente conocida como Holanda comienza a pisar fuerte en el panorama del fútbol europeo. El Ajax de Ámsterdam llega a su primera final de la Copa de Europa en 1969, acaudillado por un jovencito llamado Johan Cruyff, aunque paga la novatada y cae goleado -4 a 1- ante un mucho más experimentado Milán en partido celebrado en el “Santiago Bernabéu”,  y al año siguiente el Feyenoord de Rotterdam se proclama campeón del principal torneo continental al derrotar al  Celtic de Glasgow, precisamente en la capital lombarda. A partir de ahí, cuando se abran de nuevo las fronteras futbolísticas españolas y se permita la importación de jugadores extranjeros, la denominación de origen Made in Netherlands se convertirá en un marchamo de calidad muy atractivo para nuestros clubes. Pero en 1953, cuando el nivel del fútbol de los Países Bajos  era tan plano como lo es su orografía, el fichaje de un neerlandés suponía una nota de lo más exótico,  y es en ese contexto en el que va a aterrizar en Valencia Wilkes.

EL PRIMER CRACK NEERLANDÉS

     Servaas Wilkes Laarts, conocido para abreviar como “Faas”, había nacido el 13 de octubre de 1923 en Rotterdam, una población  portuaria que sufriría un duro bombardeo por parte de la Luftwaffe hitleriana en 1940, cuando el futbolista aun se encontraba en edad juvenil. Su primer equipo va a  ser el Xerxes, de su ciudad natal. Era un delantero centro muy alto -incluso para los estándares actuales, pues medía 1,90-, pero de una finura y elegancia inconmensurables. Parecía más un jugador latino o sudamericano que alguien procedente de las brumas de Norte, pues se trataba de un consumado regateador,  y además dotado de una notable capacidad realizadora. Permanecerá compitiendo en su país hasta 1949, debido a la guerra y a sus secuelas, y cuando el fútbol europeo vaya recobrándose de la catástrofe bélica fichará por uno de los más fuertes clubes italianos, el Inter de Milán.

     Con los neroazzurri jugará por espacio de tres temporadas, en las que disputa 95 encuentros, logrando 47 goles. En 1952  va a pasar a un Torino que aun no se había repuesto del gran trauma que significó la tragedia de Superga, acaecida cuatro años antes  cuando pereció todo su equipo, entonces sin discusión el mejor de Italia. Y con el cuadro piamontés visitará Mestalla el 20 de junio de 1953, para enfrentarse al Valencia en un amistoso. Se trataba de un partido de homenaje a Antonio Puchades, organizado por la Federación Valenciana de Fútbol, y en cuyos prolegómenos se le impondría al futbolista natural de Sueca la Medalla de Oro al Mérito Deportivo.

LA FIGURA DEL VALENCIA

     Venció el Valencia por 4 a 1, pero algo muy especial debió de verse en la actuación de Wilkes, pues  cuenta la leyenda que en el banquete posterior al encuentro el presidente de la Federación Valenciana le pregunto al máximo mandatario del Torino cuántos vagones de naranjas valdría aquel holandés tan larguirucho como filigranero.  Y los italianos se lo tomaron muy en serio, de modo que el Valencia recogió el guante e iniciaron las negociaciones, que van a finalizar con el traspaso de Wilkes al conjunto Ché. Tenía ya casi 30 años, y acababa de superar una grave lesión de menisco, pero el legendario presidente Luís Casanova se arriesgó con  un futbolista que podría darles un plus de calidad y permitirles seguir siendo competitivos.Wilkes va a debutar oficialmente en la segunda jornada de la Liga 53-54, en los viejos Campos de Sport de El Sardinero. Aquella tarde el Racing de Santander derrotó al Valencia por 3 a 1, y el futbolista se presentaría ante su público al domingo siguiente, frente al Real Oviedo. Va a marcar su primer gol en la cuarta fecha, en el propio Mestalla y con el Sevilla como rival. El tanto, que fue el del momentáneo empate a uno, no pudo impedir la victoria andaluza por 2 a 3. Y en la jornada número 7, de nuevo al amparo de su parroquia,  conseguirá su primer hat-trick como valencianista, en el triunfo sobre el Atlético de Madrid por 4 a 1. La afición  va a flipar literalmente con Wilkes. Se trataba de un jugador diferente, espectacular, con un regate como nunca antes se había visto. Algunos de sus goles, por su extraordinaria belleza, van a ser saludados con flamear de pañuelos, algo que hasta entonces parecía privativo de las corridas de toros. Sus compañeros contaban que Wilkes era el único jugador capaz de hacer paredes consigo mismo, pasándose  el balón de un pie a otro, e iniciando una vertiginosa carrera hacia el marco contrario, con un cambio de ritmo demoledor que un par de décadas después va a ser la más recordada seña de identidad de otro ilustre compatriota suyo, un tal Johan Cruyff. Aunque a veces su genialidad desconcertaba a sus propios compañeros, de ahí el dicho valenciano que se hizo muy popular: Faas, ¿qué fas?

     Sin embargo sus prestaciones bajaban bastantes enteros lejos de Mestalla. En esa temporada 53-54 va a disputar 28 partidos, marcando 18 goles, pero solamente cuatro los consigue en campo contrario: dos en Atocha, y los restantes en Balaídos y San Mamés. Y tan sólo logró una de sus dianas desde el punto de penalti, ante el Español, en Mestalla, en la jornada 28. El Valencia fue finalmente tercero en la clasificación, el mismo puesto que obtuvo  Wilkes en la tabla de goleadores, por detrás de Di Stefano (29) y Kubala (23). Y dada su condición de extranjero no pudo disputar la Copa del Generalísimo, que conquistarían brillantemente los Chés a derrotar en la final con un rotundo 3 a 0 a un Barcelona que tampoco pudo alinear a Kubala, aunque en su caso  por culpa de una lesión. El resultado le produjo extrañeza, de modo que llegó a  declarar: “El Valencia con Wilkes no ha sido campeón de Liga, pero sin Wilkes lo ha sido de Copa. Es algo difícil de entender”.

EN EL NUEVO MESTALLAEn la siguiente campaña, la 54-55, su rendimiento va a descender sensiblemente, tanto en número de partidos disputados como en goles marcados (15 choques y 9 tantos), pues va a sufrir una enfermedad. En concreto, tuvo que ser intervenido quirúrgicamente de bocio, un problema endocrinológico caracterizado por el aumento de tamaño de la glándula tiroides, y que se visualiza por un abultamiento anormal bajo la laringe. Le suplió con muy buenos registros anotadores Badenes,  que era un gran rematador, pero sin la magia del holandés. Por aquellos mismos días el Valencia se encontraba inmerso en la ampliación del campo de Mestalla, y llegó a decirse que la presencia en el equipo de Wilkes fue la que pagó las obras de la nueva tribuna. Una afirmación tal vez algo exagerada, pero en todo caso no demasiado alejada de la realidad.

     En su tercera y última campaña jugó algo más -19 partidos y 11 goles-, pero a su finalización abandonaría el club. Regresará a su país, para actuar durante un par de años en el modesto VVV. Venlo, pero en la temporada 58-59 volverá a la Ciudad del Turia, esta vez para enrolarse en el Levante UD, que esperaba con su refuerzo poder ascender por fin a la Primera División. El presidente granota era Antonio Román, cuyo nombre llevó el nuevo estadio levantinista inaugurado bajo su mandato en 1969, y bautizado ahora como “Ciudad de Valencia”.

LA GRAN ESPERANZA DE VALLEJO

     A finales de agosto de 1958 una noticia bomba va a sacudir los mentideros futbolísticos valencianos. Aprovechando una visita del jugador neerlandés se barajó la posibilidad de que el Valencia le repescase, dos años después de su marcha. Wilkes no le hizo ascos al asunto, aunque existía un obstáculo, y este era que la normativa vigente sólo permitía dos jugadores extranjeros por equipo, y el club Ché ya tenía cubiertas esas plazas con los brasileños Walter y Machado. De modo que si Wilkes no se nacionalizaba español -algo que no contemplaba-, únicamente podría disputar partidos amistosos internacionales en tanto uno de los sudamericanos conseguía nuestra  nacionalidad.

     Y en esas terció Antonio Román. Sabedor de que el delantero deseaba establecerse en la ciudad -era un asiduo cliente  de “La Pepica”, el popular restaurante  de la playa de La Malvarrosa, uno de los templos de la paella-, se reunió con él y aceptó las mismas condiciones económicas que este pensaba plantearle  al Valencia, así que su encuentro con  Luís Casanova nunca llegó a celebrarse. El 23 de agosto, y a cambio de un millón seiscientas cincuenta mil pesetas por dos temporadas, Wilkes estampaba su firma por el Levante. Román había apostado muy fuerte, echando la casa por la ventana, pero sabía que la presencia del astro neerlandés en Vallejo rendiría pingües beneficios económicos, y también deportivos, al club de los Poblados Marítimos, pues el Levante realizaría con él una excelente campaña.

    Solventados algunos problemas de índole burocrática relacionados con la edad del futbolista -35 años-, este podrá debutar vestido de azulgrana. Va a despachar una campaña más que decorosa, muy notable, pues jugará 25 encuentros, marcando la cifra de 13 goles -su segundo mejor registro en España-, con un hat-trick y tres dobletes, al lado de un joven delantero de la tierra que pronto pasaría al Valencia, Paredes. Sin embargo el Levante pincharía en el sprint final, perdiendo la posibilidad de ascenso directo al fallar en las dos últimas jornadas (una derrota en Málaga y un empate en Vallejo frente al Ceuta). De modo que quien sube a Primera por la vía rápida es el Elche, y los granotas tuvieron que conformarse con intentarlo en la promoción.

     La van a disputar frente a la Unión Deportiva Las Palmas, pero no llega con el mejor de los ambientes. El técnico Álvaro (mítico y durísimo defensa valencianista de la inmediata Posguerra) será destituido, y en su lugar el propio Wilkes se va a hacer cargo del equipo en calidad de jugador-entrenador, al igual que lo hacía Cesar en aquel triunfal y sorprendente Elche que había ascendido de Tercera a Primera en tan sólo dos campañas. Antes dirimirán con resultado adverso una eliminatoria de Copa contra el Real Zaragoza -que Wilkes no podrá jugar debido a su condición de foráneo-, y acto seguido afrontarán la promoción.

     Sin embargo en el partido de ida  de Vallejo se imponen los canarios por 1 a 2, secando por completo el amarillo Felo -más tarde jugador del Real Madrid- a Wilkes. Y antes de la vuelta en el Insular, el neerlandés, sin permiso de su club, va a tomar parte en un amistoso que enfrentó a dos de sus ex equipos, Valencia e Inter. Como es lógico y natural, el hecho sentó muy mal en el seno de la directiva levantinista, y el delantero  va a ser apartado del equipo y ya no viajará a la capital grancanaria, donde se logró un insuficiente empate a uno, con una vieja gloria granota en el banquillo, Agustín Dolz.

     De manera que Wilkes se desvincula de un  Levante que aun tendría que esperar cuatro años para hacer realidad su sueño, sin cumplir la segunda temporada que había firmado. Retornará definitivamente a su país, para seguir jugando en el Fortuna 54, y retirarse,  ya con cuarenta años, en el mismo club donde se iniciase, el Xerxes.  Había sido 38 veces internacional con la Oranje, marcando 35 tantos, lo que le convierte en su tercer máximo realizador histórico tras Patrick Kluivert y Dennis Bergkamp, pero con la salvedad de que jugó menos de la mitad de partidos que quienes le preceden. Abrió en Rotterdam una boutique llamada “Monísima”, y falleció en su localidad natal el 15 de agosto de 2006, a los 82 años de edad,  pero en Valencia los viejos aficionados nunca se han olvidado de aquel delantero tan alto y pinturero,  que les levantaba de sus asientos a base de regates imposibles y goles majestuosos.

WILKES, EL PRIMER GRAN HOLANDÉS EN ESPAÑA

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