RESUMEN:

¿Qué relación puede existir -aparte de la nacionalidad y la edad- entre un futbolista, por muy “Pichichi” que este haya sido en la Liga española, ¿y un escritor que ha alcanzado los más altos peldaños de la gloria literaria, culminando con la consecución del Premio Nobel? Estoy hablando de Juan Seminario, delantero peruano que destacó

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Seminario, «El Loco»

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¿Qué relación puede existir -aparte de la nacionalidad y la edad- entre un futbolista, por muy “Pichichi” que este haya sido en la Liga española, ¿y un escritor que ha alcanzado los más altos peldaños de la gloria literaria, culminando con la consecución del Premio Nobel? Estoy hablando de Juan Seminario, delantero peruano que destacó en Portugal, España e Italia, y Mario Vargas Llosa, cuyo nombre y renombre no necesitan presentación. Pues bien, existe, aunque no vamos a adelantar acontecimientos. Comenzaremos por hablar del jugador, que vino al mundo cuatro meses después que el laureado novelista, autor teatral y ensayista nacido en Arequipa.

Efectivamente, Juan Roberto Seminario Rodríguez nació en la localidad peruana de Piura el 22 de julio de 1936, y ha sido uno de los futbolistas más importantes que ha dado Perú, aunque sus mejores años los viviera muy lejos de su patria. Y ya era alguien con el balón en los pies, un adolescente rebelde e imprevisible, cuando le matriculan en un curioso colegio llamado “Leoncio Prado”, en El Callao, al lado de Lima, la capital peruana. El mismo centro donde está ambientada “La ciudad y los perros”, la novela que dio a conocer internacionalmente a un joven escritor llamado Mario Vargas Llosa. En dicho colegio estudiaban Secundaria cientos, o tal vez miles, de muchachos procedentes de todos los rincones del país, uniformados bajo una rígida disciplina militar antes de acudir a la Universidad. Y es muy posible que el futbolista y el escritor hayan compartido incluso aula, por cuestiones de edad.

ESTRELLA DEL FÚTBOL PERUANO

Pero es evidente que sus caminos van a divergir pronto. Mientras Vargas Llosa se inicia en el periodismo muy tempranamente, a Seminario su destreza con el balón le va a llevar a integrarse en las filas del Club Municipal de Lima, uno de los principales equipos peruanos, con tan sólo 18 años. A los 20, en 1956, ya debuta con la selección de la franja roja diagonal atravesando el pecho. Su consagración definitiva, la que le colocará en el escaparate, va a tener lugar en la primavera de 1959, antes de cumplir los 23. En el Campeonato Sudamericano disputado en Buenos Aires, la selección peruana, que iba perdiendo por 2 a 0, acaba empatando su partido contra Brasil -nada menos que la entonces vigente campeona del Mundo, con astros como Pelé, Didí o Garrincha en la alineación- merced a dos tantos conseguidos por Seminario en tres minutos de vértigo. Pero es que sólo un par de meses más tarde, en un amistoso celebrado en el Estadio Nacional de Lima, Perú bate a la poderosa Inglaterra por 4 a 1,  en el transcurso de un partido memorable que permanece grabado indeleblemente en las retinas de todos los que tuvieron la suerte de presenciarlo in situ.

       Ese día la delantera peruana la formaban Gómez Sánchez, Loayza, Joya, Terry y Seminario, y tres de los tantos llevaron la firma de este último, completando la goleada Juan Joya, otra alhaja que luego triunfaría en el Peñarol uruguayo. No es nada extraño que nuestro protagonista encendiera todas las alertas entre los principales clubes españoles. Pero un problema burocrático va a retrasar durante un tiempo su incorporación a nuestras competiciones, puesto que se producirá una duplicidad de firmas a nivel contractual, ya que por una parte un apoderado suyo se compromete con el Zaragoza, y por otra Seminario recibe la visita de un tal Helenio Herrera, a la sazón entrenador del Barcelona, con la intención de llevárselo para el “Camp Nou”, y claro,  a ver quien le decía que no al Mago…

A pesar de dicha duplicidad, Seminario va a irse para Cataluña acompañado por Miguel Loayza (un gran jugador que no triunfaría en el fútbol español, aunque sí en el argentino), pero una vez en España no se resuelve el problema, pues la RFEF no le concede su licencia, y el de Piura tiene que irse a Portugal para poder proseguir su carrera. Una carrera que por cierto ya no contemplará más entorchados internacionales a nivel de selección, puesto que los rectores del fútbol peruano pasan olímpicamente de todos los jugadores avecindados allende sus fronteras. Ellos se lo perdieron…

       Pero, a todo esto, ¿qué cualidades tenía como futbolista este muchacho tan disputado? Era, como dicen por allí, un puntero zurdo con gran habilidad, rapidez e instinto goleador. Un delantero nato, un hombre de área que se introducía con escurridiza facilidad allá donde los defensas repartían más leña, y que hacía cosas inesperadas e inverosímiles -de ahí el sobrenombre de “El Loco”-, pero sobre todo marcaba muchos goles,  que ha sido siempre la suerte más cotizada del fútbol. Los va a conseguir durante su estancia en Portugal, enrolado en el Sporting,  y cuando el Zaragoza vuelve a por él, los aficionados del club lisboeta mostraron palpablemente su desaprobación.

EN ZARAGOZA Y FLORENCIA

        A todo esto, el Barça había renunciado a sus posibles derechos sobre el peruano, para facilitar el fichaje del uruguayo Benitez, precisamente jugador del Zaragoza. Y a orillas del Ebro es dónde Seminario va a ofrecer su mejor rendimiento. En su primera temporada en “La Romareda”, la 61-62, disputa todos los partidos y se proclama máximo goleador de Primera División con 25 tantos, superando a artilleros tan cualificados como Puskas, Evaristo, Kocsis, Di Stefano o Waldo.  Es un Zaragoza dirigido por César y donde ya militan algunos de los futuros Magníficos -Marcelino y Carlos Lapetra-, junto con futbolistas de la talla de Miguel, Duca o Murillo.  Inicia su segunda campaña como un tiro, marcando con la misma facilidad, pero ya está en el punto de mira del Calcio.  Y con los emisarios de la Fiorentina en el palco, dispuestos a contratarle, consigue 4 goles como 4 soles en un encuentro frente  al Mallorca, y hace de inmediato las maletas con destino a Italia,  dejando 20 millones en las arcas aragonesas -el Zaragoza lo había comprado al Sporting de Lisboa por 2.100.000 pesetas tan sólo un año antes-,  casi tanto dinero como el presupuesto anual del club maño.

En el conjunto toscano rinde bien, aunque no alcanzará los mismos registros anotadores que en España. Son los tiempos en que el catenaccio más ortodoxo impone su férrea ley, y el juego de los delanteros resulta bastante perjudicado, al igual que el espectáculo.  Además, Seminario deseaba volver a España, y por eso, tras dos temporadas en la Fiore, va a aceptar la oferta del otro club que le pretendía en 1959, el Barça, que además tiene de inquilino en el banquillo a su viejo amigo César. 8 millones de pesetas desembolsan los blaugranas, que se las prometen muy felices al juntar al peruano con otro buen goleador sudamericano, el paraguayo Cayetano Re.

EN CAN BARÇA Y LA NOVA CREU ALTA

       Pero el Barça de los años 60 atravesaba su particular Travesía del Desierto, ayuna de títulos y carente de un sistema de juego definido. Y al poco de llegar, para más inri, su gran valedor César -con quien incluso compartía negocios particulares- va a ser destituido a causa de los malos resultados. Aun así, Seminario se mantendrá como titular durante toda la temporada 64-65, pues había que justificar la fuerte inversión, y entre él y Ré (que se proclama “Pichichi”), firmarán cuarenta dianas, una cifra que no estaba nada mal, aunque no se tradujese en grandes victorias. Pero, a pesar de que también comienza jugando la campaña siguiente, 65-66, tanto el peruano como el paraguayo no van a ser santos de la devoción del nuevo técnico de los del “Camp Nou”, el adusto Roque Olsen -a quien, pese a su origen argentino, no parecían agradarle mucho los jugadores sudamericanos-, y con motivo de una inesperada derrota ante el Elche en “Altabix” (donde por cierto no actuó Seminario), ambos delanteros, junto al canario Vicente, serán apartados del equipo. Re y Vicente ya no volverán a vestirse de blaugrana, siendo traspasados a Español y Granada respectivamente, pero a Seminario le perdonan, aunque ya va a entrar con cuentagotas en la formación titular, y al finalizar el curso 66-67 se desvinculará por completo de la entidad culé, fichando por el Centro de Deportes Sabadell, que se estaba convirtiendo en una especie de cementerio de elefantes para barcelonistas rebotados. Allí, a las órdenes del incombustible Pasieguito y rodeado por un cuadro confeccionado a base de retales -es decir, jugadores descartados de clubes con mayores pretensiones- despacha una primera temporada bastante aceptable y una segunda muy foja. Y entonces, en 1969 y casi con 33 años, decide abandonar España.

        Regresa a su país en vísperas del Mundial de México-70, para el que la selección peruana se había clasificado brillantemente dejando a la poderosa Argentina en la cuneta. El técnico del combinado nacional, el mítico centrocampista brasileño Didí, el “Rey de la Folha seca”, sondea su convocatoria una década después de su última llamada, pero Seminario se niega a participar, tras tantos años postergado por el único delito de jugar fuera de su país.  Más tarde se arrepentiría de ello, pues a su edad era una ocasión única de vivir una experiencia inigualable, y además Perú desempeñó un buen papel en tierras aztecas. Atlético Grau de Piura, Juan Aurich de Chiclayo, y finalmente Atlético Torino fueron testigos de los últimos compases de su carrera, realizando también labores de entrenador en algunos de ellos. Una vez retirado, va a establecer su residencia en Manacor, ya que ha regentado negocios hoteleros en la isla de Mallorca durante muchos años. Allí conocerá y se hará muy amigo de un niño natural de esa turística localidad balear, sobrino de un futbolista internacional del Barça, y atraído por el tenis desde muy pequeño ¿Adivinan de quien estamos hablando? Y es que no me negarán que la biografía de Seminario no tiene curiosos cross over…

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