Chile vs Unión Soviética: Crónica de la repesca intercontinental de 1973
De Gustavo Farfán Saldaña
- Introducción
Aunque muchas veces se pretenda separar aguas, la realidad es que la política exterior de los países afecta al fútbol. La exclusión de las selecciones de Rusia y Bielorrusia es solo un caso más en una larga lista de situaciones extradeportivas que, más allá de su justificación, alteran los resultados deportivos.
En esta breve crónica repasaré la historia de la repesca intercontinental de 1973. En dicha oportunidad las selecciones de Chile y la Unión Soviética se disputaron el ultimo cupo al campeonato mundial de 1974, realizado en la Alemania Occidental.
Lo que pudo ser un repechaje como cualquier otro, se transformó en una disputa entre dos regímenes autoritarios que se despreciaban mutuamente.
Para este trabajo he recurrido a la revisión de archivos de la Revista Estadio, así como diversos estudios sobre la selección chilena, su situación durante la dictadura de Augusto Pinochet, y sobre la repesca intercontinental de 1973. Destaco especialmente La roja de todos(1985), de Edgardo Marín, El partido de los valientes (2023) de Axel Pickett, además del artículo de Olivier Compagnon y Alexandros Kottis publicado en el libro recopilatorio Le football des nations (2018).
- Situación política de Chile y la Unión Soviética en 1973
En 1973 la Unión Soviética era un régimen socialista, autodenominado como “dictadura del proletariado”, y gobernado en base al principio del centralismo democrático. Según esta regla la única entidad política autorizada era el Partido Comunista, que dominaba todos los aspectos de la vida, incluido el deporte. Desde 1964 el país era liderado por Leonid Brézhnev, secretario general del Partido Comunista, quien había logrado remover del poder a Nikita Jrushchov.
Chile, en cambio, era un país democrático y pluripartidista. Entre 1970 y 1973 el país fue gobernado por Salvador Allende Gossens, el primer marxista-leninista en alcanzar democráticamente la jefatura de un Estado. El gobierno de Allende impulsó la denominada “vía chilena al socialismo”, esto es el establecimiento de un Estado socialista, pero siguiendo vías democráticas y pacíficas. Las relaciones con la URSS y el bloque soviético fueron sumamente amistosas.
La narración de la experiencia socialista en Chile excede los marcos de este trabajo; lo cierto es que el gobierno de Allende terminó abruptamente el 11 de septiembre de 1973, tras un golpe militar que instaló en el gobierno a una Junta Militar, presidida por el general Augusto Pinochet Ugarte.
El nuevo régimen militar se definió inmediatamente como anticomunista, lo que implicó la persecución y exilio de funcionarios y militantes del gobierno derrocado. Pocos días después de asumir el poderla Junta Militar rompió relaciones diplomáticas con Cuba, Corea del Norte, Yugoslavia y la URSS, alegando que dichos países estaban interviniendo políticamente en Chile.
En los días que siguieron al golpe la mayoría de los países de la órbita socialista también rompieron relaciones con Santiago, con la notable excepción de la República Popular China
- Chile V/S Unión Soviética
3.1.El camino de Chile y la URSS a la Copa del Mundo 1974
En el plano futbolístico las diferencias entre ambos países eran evidentes, con una clara superioridad soviética.
Desde 1958 los soviéticos participaron ininterrumpidamente de cada Copa Mundial. Fueron subcampeones de la Eurocopa 1972, tras ser derrotados por Alemania Federal, y ese mismo año lograron el bronce en los Juegos Olímpicos de Munich.[1]
Para las clasificatorias al mundial de Alemania 1974 el equipo soviético integró el grupo 9, junto a las selecciones de Irlanda y Francia. Pese a ser derrotada por Francia en el primer encuentro, el elenco soviético logró reponerse, ganando su grupo y el cupo al repechaje intercontinental contra el clasificado de Conmebol.
El seleccionador soviético era Yevgeny Goryansky, que había dirigido por dos años al Zenit de Leningrado; su mejor resultado había sido un séptimo lugar en la Liga Suprema de 1972, entonces dominada por el incombustible Dinamo de Kiev.
Chile, en cambio, estaba en uno de sus peores momentos futbolísticos, tras fracasar en la clasificación a México 1970. Para el nuevo proceso Chile compartió grupo con Perú y Venezuela, aunque esta última se retiró antes de comenzar el torneo(Marín, 1985).
De esta forma la clasificación se definió en sendos partidos ida y vuelta entre Chile y Perú. Cada uno ganó su partido de local por 2-0, lo que forzó el desempate en Montevideo, con victoria chilena por 2-1.
El entrenador de Chile era Luis Álamos, quien se desempeñaba simultáneamente en el club Colo-Colo, subcampeón de la Copa Libertadores 1973. Había sido ayudante técnico de Fernando Riera, entrenador chileno que obtuvo el tercer lugar en el Mundial de 1962, y a su vez dirigió en solitario a Chile en el Mundial de 1966, sin superar la primera fase (Marín, 1985).
La FIFA definió que el partido de ida, en Moscú, se realizaría el 26 de septiembre de 1973, mientras que la vuelta en Santiago tendría lugar el 21 de noviembre del mismo año.
3.2. Partido de ida: Chile da la sorpresa en Moscú
El 11 de septiembre de 1973 estaba previsto que la selección chilena iniciase su periplo hasta Moscú, con escalas en México y Suiza, donde disputarían amistosos con equipos locales. En tierras aztecasesperaban sumar a Carlos Reinoso y Alberto Quintano, ídolos del América; mientras que en Suiza se reunirían con el defensa Elías Figueroa, capitán del Internacional de Porto Alegre. Cabe destacar que Figueroa no jugaba con la selección desde 1967, ya que su club no habían aceptado cederlo para los compromisos internacionales (Marín, 1985).
Sin embargo, el golpe de Estado significó la cancelación de vuelos y el retraso de toda la operación. Los chilenos recién pudieron partir el 18 de septiembre, y solo en compañía de un reducido grupo de periodistas de El Mercurio, medio afín al nuevo régimen (Sánchez, 2021).
Tal y como relata Axel Pickett en El partido de los valientes, el viaje de la selección chilena fue una verdadera odisea. Solo las características técnicas de un viaje semejante lo hacían complejo, a lo que debemos sumar el golpe militar y la abierta hostilidad entre ambas dictaduras ideológicamente opuestas (Vilches, 2016).
En México la selección chilena derrotó por 2-1 a la selección mexicana, con dos goles de Carlos Caszely, goleador de la Copa Libertadores 1973 con Colo-Colo, y recién incorporado al Levante. Sin embargo, la visita a México no fue exitosa; los dirigentes del América decidieron ceder solo al defensa Alberto Quintano, como de costumbre, pero se negaron a ceder al volante ofensivo Carlos Reinoso (Marín, 1985).
Tras superar muchas dificultades Elías Figueroa se incorporó a la selección en Suiza. El defensa debió superar la negativa de sus dirigentes, imponiéndose solo gracias a su condición de capitán del Internacional, y ante la providencial suspensión de un partido de la liga brasileña. En Zurich la selección chilena se enfrentó al Xamax Fútbol Club, derrotándolo con un solitario gol de Juan Crisosto (Pickett, 2003).
La última parte del viaje fue la más compleja; tras el golpe militar Chile y la URSS habían roto relaciones diplomáticas, y el ambiente era abiertamente hostil a los chilenos. Al aterrizar en Moscú las autoridades retuvieron a Carlos Caszely y Elías Figueroa, alegando irregularidades en sus pasaportes; en realidad esto solo fue una maniobra dilatoria, al tratarse de las principales figuras del equipo chileno (Axel Pickett, 2003)
Se ha difundido erróneamente que el médico de la selección, Elías Jacob, no viajó a Moscú, debido a que había temores fundados de que fuese detenido por los soviéticos, por ser miembro de la Fuerza Aérea (Sánchez, 2021, p. 53). Sin embargo, este autor ha podido comprobar que esto es falso, y que dicho profesional participó de toda la gira, así como del partido en el Estadio Lenin (Khromtsev, 2009).
En Moscú los chilenos pudieron visitar la ciudad, sin ser mayormente molestados en su hotel, gracias a la decisiva intervención de la FIFA, que deseaba evitar un incidente internacional con la delegación chilena (Sánchez, 2021).
De esta forma el 26 de septiembre de 1973 Chile y la Unión Soviética se enfrentaron en el Estadio Lenin, ante 70.000 espectadores (Marín, 1985). El ambiente era manifiestamente hostil, al punto de que los locales se negaron a intercambiar los tradicionales banderines, como muestra de repudio al régimen militar chileno (Retamal, 2006).
La Unión Soviética salió a la cancha con un 4-3-3, basándose en un juego de posiciones que explotó las bandas, pero sin profundidad, gracias a la efectiva dupla de centrales Figueroa-Quintano. En el arco Juan Olivares tuvo una noche brillante, evitando la principal acción de peligro generada por el joven Anatoly Kozhemyakin[2] (Dinamo de Moscú) en el primer tiempo. Chile respondió con un 4-4-2, que por largos pasajes derivó en un 6-3-1, dejando a Caszely como el único delantero, casi simbólico, a la espera del contragolpe, si fuera posible. (Revista Estadio, 9 de octubre de 1973).
Pese al control soviético del balón, los locales no pudieron superar a la defensa chilena, asegurándose el 0-0. Las figuras fueron el arquero Juan Olivares, de Santiago Wanderers, y los defensas Elías Figueroa y Alberto Quintano. El periodista Edgardo Marín resume así el encuentro: “la orden que reciben es una sola. Los soviéticos no pueden pasar […] Y los soviéticos no pasan”. (La Roja de Todos, p.171).
Sin perjuicio de la estrategia ultradefensiva, la prensa chilena de la época resaltó que el segundo tiempo fue más favorable a Chile, llegando incluso a desperdiciar dos ocasiones claras de gol (Revista Estadio, 9 de octubre de 1973).
Algunas fuentes han planteado que el arbitro brasileño, Armando Marques, favoreció el “juego duro” de Chile. Marques era un anticomunista convencido, por lo que se ha planteado que en realidad el colegiado fue favorable a los chilenos, versión alimentada por diversos medios chilenos (Kottis y Compagnon, 2018).
Sin embargo, este autor no encontró ninguna referencia favorable al árbitro en los reportes chilenos de la época. Tampoco se encontraron críticas al referato en la prensa soviética consultada, y ni siquiera los jugadores de dicho país criticaron la dirección de Marques, más bien culparon a su mala fortuna y la solidez defensiva de Chile, sin acusar violencia desmedida; por lo tanto, se debe considerar que esto es un elemento más de la leyenda que rodea al juego (Khromtsev, 2009).
Las autoridades soviéticas prohibieron la transmisión en directo del partido, por lo que los chilenos solo se enteraron del resultado del encuentro una vez concluido, y por llamada telefónica. En la misma URSS no fue muy distinto, ya que tras el empate se ordenó eliminar las grabaciones de la televisión estatal, por lo que es imposible acceder al partido completo. Solo subsisten fotografías, captadas por la prensa extranjera y local (Kottis y Compagnon, 2018).
Los militares chilenos celebraron con entusiasmo el resultado, calificándolo como “el partido de los valientes”(Kottis y Compagnon, 2018). Los seleccionados tuvieron un recibimiento triunfal en Santiago, e inclusive fueron felicitados personalmente por el general Pinochet, entonces presidente de la Junta Militar, quien declaró que:
“Para nosotros, miembros de la Junta de Gobierno, es muy grato saludarlos después de su comportamiento en un país con el que no tenemos ningún tipo de relaciones. Pese a los factores en contra, ustedes lograron lo que yo considero un verdadero triunfo” (Revista Estadio, 9 de octubre de 1973, p. 7).
3.3. Partido de vuelta: la retirada soviética y el partido fantasma
Tras el 0-0 en Moscú todo se definiría en Santiago, o al menos esa era la idea de la FIFA. A fin de dar una imagen de tranquilidad institucional, los dirigentes chilenos ofrecieron jugar el partido en el Estadio Nacional, principal recinto de la capital, que por esos días albergaba a unos 15.000 prisioneros políticos, en tránsito a otros centros de detención.
Los soviéticos, que se negaban a jugar en Chile alegando razones de seguridad de su plantel, se opusieron enérgicamente la posibilidad de jugar en el Estadio Nacional, alegando que dicho recinto era utilizado por los militares como centro de ejecuciones y torturas (Sánchez, 2021).[3]La prensa afín al nuevo régimen omitió la argumentación soviética, presentando la negativa a participar como una mera expresión de desprecio por él país, posición respaldada por miembros del nuevo gobierno (Vilches, 2016).
Desde la FIFA se envió una comisión especial a Santiago, presidida por Helmuth Kaeser, secretario general de la organización, con el fin de analizar las condiciones de seguridad en el país, y la situación del estadio. Rápidamente los militares comenzaron a trasladar los prisioneros, a fin de ofrecer una mejor impresión a los visitantes. El informe de Kaeser fue claro y contundente:
«La situación en Santiago de Chile es normal. He recorrido sus calles, visité el Estadio Nacional, conversé con gente de todos los niveles, y no encontré nada que impida la realización del encuentro» (Revista Estadio, 9 de noviembre de 1973, p. 54).
Por lo tanto, la Unión Soviética estaba obligada a viajar hasta Chile para jugar el partido definitivo.
Hubo negociaciones secretas entre la Asociación Central de Futbol de Chile la FIFA, a fin de conseguir realizar el partido, pero en otro estadio del país, o inclusive aceptar que se jugar en cancha neutral; sin embargo, la filtración de esta información a la prensa arruinó las tratativas, y reafirmó la decisión soviética de no jugar el partido de vuelta (Sierra, 2022).
Es importante considerar que, al menos en Chile, el empate en Moscú era visto como un triunfo moral. Además, tras conocerse las dificultades sufridas por el plantel no había disposición a perder la localía. Ante esto, Chile insistió en jugar en el Estadio Nacional, y los soviéticos rechazaron acudir al país andino, decisión que informaron solo tres días antes del partido. (Revista Estadio, 20 de noviembre 1973)
Pese a que los soviéticos no acudirían a jugar en Santiago, la selección chilena realizó tres partidos de preparación en el Estadio Nacional, todos en noviembre de 1973. El primero fue un empate a cero con Cerro Porteño (Paraguay), una victoria 2-0 ante el Atlanta (Argentina), y una derrota 5-0 frente al Santos en el Estadio Nacional, sin Pelé en cancha (Marín, 1985).
El 21 de noviembre de 1973, poco antes del partido con Santos, los dirigentes chilenos organizaron uno de los eventos más extraños del futbol mundial. Se informó a la prensa local que por reglamento FIFA era necesario acreditar la inasistencia soviética; para ello la selección salió a la cancha, en formación normal, y sin oposición se anotó un único gol, en lo que se pretendía era la muestra de la victoria chilena.
La revista Estadio criticó duramente la puesta en escena organizada por la Asociación Central de Fútbol señalando correctamente que no existe ninguna regla semejante:
“Ese ‘gol reglamentario‘ o ‘simbólico‘ o como quiera llamársele, no existe en el fútbol. Ni en el más modesto partido de barrio -o de campo- se procedería tan burdamente para sancionar un W. O. Pero se hizo pasar por ese bochorno a la Selección chilena con una desaprensión irritante” (Revista Estadio, 27 de noviembre de 1973).
Más allá del absurdo gol fantasma, el objetivo de dicho partido era cubrir el déficit financiero que causó la falta del partido con la URSS; la asociación chilena de fútbol demandó infructuosamente el pago de una indemnización de $200.000 USD ($1.200.000USDde 2024) por concepto de derechos televisados y venta de entradas en lo que se esperaba sería un partido a estadio lleno(Revista Estadio, 27 de noviembre de 1973).
Evidentemente desde la FIFA ignoraron el partido fantasma, y decidieron convocar a una reunión de directiva al efecto para decidir el resultado. Finalmente, el 5 de enero de 1974 se confirmó que el partido era adjudicado como victoria chilena por 2-0, ante la inasistencia del combinado soviético. No se pagó la indemnización reclamada por los chilenos, pero lograron asegurar su participación en la Copa del Mundo 1974 (Marín, 1985).
- Conclusiones
El trabajado empate de Chile en Moscú fue opacado por un absurdo partido fantasma en Santiago, el cual no tuvo ningún efecto real en la clasificación al Mundial de Alemania Federal 1974. Chile logró clasificar gracias al empate en Moscú y el posterior W.O soviético.
La selección chilena quedó ubicada en el grupo 1, junto al local Alemania Federal, Alemania Oriental, y Australia. En el partido inaugural los locales derrotaron a Chile 1-0, con un solitario remate de Paul Breitner. En el segundo encuentro selección chilena igualó a un tanto con Alemania Oriental, cerrando su participación con un deslucido 0-0 frente a una entonces débil Australia.
Tal y como en Moscú, durante el mundial de 1974 los chilenos mostraron una gran solidez defensiva, gracias a la dupla de centrales formada por Elías Figueroa y Alberto Quintano. Figueroa se consagraría tras su paso por el mundial, logrando obtener el título de mejor futbolista de América en los años 1974, 1975, y 1976.
La selección soviética tampoco pudo clasificarse para el Mundial de 1978, celebrado en Argentina, gobernada a la sazón por una brutal dictadura militar; cabe destacar que en dicho proceso los soviéticos no cuestionaron la realización del mundial en dichas condiciones, pese a que muchos estadios argentinos fueron utilizados directamente como centros de tortura y exterminio de prisioneros políticos.
Chile nunca volvería a enfrentar a la selección soviética. Recién en 2017 los sudamericanos enfrentaron a la selección rusa,registrándose un empate a un gol en el Arena CSKA de Moscú.
Bibliografía
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Kottis, Alexandros; Compagnon, Olivier. (2018). Un butdans la Guerrefroide. Le match Chili-URSS du 21 novembre 1973. En Archambault, Fabien; Beaud, Stéphane; y Gasparini, William (Eds.) Le football des nations: Des terrains de jeuaux commun autés imaginées. Éditions de la Sorbonne, París, Francia.
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Revista Estadio (1973). N°1581, del 27 de noviembre de 1973. Editora Nacional Gabriela Mistral, Santiago, Chile.
Retamal, Pablo (2006). “Más que una pasión, un sentimiento nacional”: El fútbol chileno y la conformación de un discurso nacionalista: 1962 – 1973 – 1974. Tesis para obtener el grado de Licenciado en Historia. Universidad de Chile. Obtenido de https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/110317
Sánchez Acevedo, Manuel. (2021). Historia social e imaginarios. Uso y abuso del deporte de masas. El caso de la selección chilena de fútbol entre los años 1973 y 1982. Tesis para obtener el grado de Licenciado en Historia y Licenciado en Educación. Universidad de Valparaíso, Chile. Obtenido de: https://repositoriobibliotecas.uv.cl/handle/uvscl/4131
Sierra Calderón, Pablo. (2022). Un balón con comba violenta: el fútbol chileno durante la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1987). En Quirón, Revista de estudiantes de historia Núm. Especial (2022): Memorias del XIX Encuentro de Estudiantes de Historia, pp. 8-31. Obtenido de: http://revistafche.medellin.unal.edu.co/ojs/index.php/quiron/article/view/456
Vilches Parra, Diego (2016). Del Chile de los triunfos morales al “Chile, país ganador”. La identidad nacional y la selección chilena de fútbol durante la Dictadura Militar (1973-1989). En Historia Crítica, núm. 61, pp. 127-147, Universidad de los Andes, Chile. Obtenido de: https://revistas.uniandes.edu.co/index.php/hiscrit/article/view/4481
[1] Entre 1948 y 1980 el torneo olímpico de fútbol solamente incluyó a selecciones amateur. Las selecciones de los países socialistas dominaron rápidamente dicho torneo.
[2] Anatoly Kozhemyakin era un joven delantero nacido en 1953; con 24 goles en 64 juegos se alzaba como una de las principales promesas del fútbol soviético. Sin embargo, tenía fama de indisciplinado, por lo que fue suspendido por su entrenador, el legendario Lev Yashin; regresó poco después del partido con Chile. Falleció trágicamente tras quedar atrapado en un ascensor moscovita con un amigo; decidieron liberarse sin la ayuda del operador, y cuando Anatoly escalaba la puerta el elevador se accionó nuevamente, atrapando al joven delantero, quien falleció inmediatamente.
[3] Este argumento soviético fue reutilizado en 1984, cuando boicotearon los Juegos Olímpicos d Los Ángeles. También se puede encontrar paralelos con la determinación española de no presentarse a jugar contra los soviéticos en la Eurocopa de 1960.