Margarita Miranda, una mujer pionera del deporte balear
De Manuel García GargalloNuestro más sincero agradecimiento a Carmina Lladó Fuster, familiar de la protagonista, así como a toda su familia, sin cuya colaboración este artículo no hubiese sido posible o hubiera quedado manifiestamente incompleto.
Introducción
Durante los años 70 el fútbol profesional en Baleares era un deporte marcadamente masculino en todas sus líneas, al igual que en el resto de deportes y siempre con excepciones aisladas aunque, como bien es sabido, una golondrina no hace verano. Todo el universo deportivo era privilegio del sexo masculino y la presencia de la mujer se reducía a un rol de mera acompañante y, a lo sumo, como socia (y siempre que un hombre la acompañase en la membresía).
Poco a poco, la mujer lograba acceder a la práctica deportiva como actividad de mantenimiento físico, pero llevarlo a cabo como actividad competitiva era impensable. Y si difícil era asomar la cabeza como deportista, lo era más aún como cargo ejecutivo. Las responsabilidades de gestión, administración y dirección de cualquier entidad seguían siendo patrimonio del hombre y no digamos en el caso de clubes deportivos, cuya actividad a la sazón era completamente masculina.
Sin embargo, a principios de los años 70 apareció una mujer que rompió con todos los esquemas imperantes hasta entonces. No lo hizo en Barcelona o Madrid, grandes ciudades teóricamente más proclives a recibir y acoger ideas más aperturistas, sino en lo que llamóse antaño “una ciudad de provincias”: Palma (Mallorca). Su nombre era Margarita Miranda Bordoy (Barcelona, 1919 – Palma, 1979).
Miranda nació en Barcelona, pero siendo muy joven la familia se trasladó a la capital balear, Palma. Fuentes familiares relatan que desde el principio fue una mujer de carácter, carismática, de iniciativa y con mentalidad abierta, nada proclive a limitarse al rol de sumisa y amantísima esposa habitual en su tiempo. Además fue practicante de varios deportes desde su juventud, algo que le venía de familia: un primo hermano suyo fue Joan Bordoy Cañellas (1898-1972), portero del CE Europa de Barcelona entre 1911 y 1927 y finalista de la Copa del Rey en 1923.
Proyección social
Su proyección social tuvo lugar sobre todo a través del fútbol. Especialmente ligada al Club Deportivo Atlético Baleares, entidad fundada en 1920 como Baleares Foot-Ball Club y que tradicionalmente ha sido el segundo equipo de la capital palmesana por historia, masa social y palmarés, acérrimamente opuesto al primero: el RCD Mallorca, fundado cuatro años antes, en 1916, en lo que se refiere a orígenes sociales, ideario y valores. Sin embargo, Miranda trascendió dicha rivalidad y, como se verá, tuvo un papel transversal que dejó a las claras su apuesta por una rivalidad deportiva sana, constructiva y cordial, generando unanimidades allá por donde pasaba.
Parte de su proyección social inicial se explica a través de la actividad de su esposo, el médico cirujano Vicente García Peñaranda (1893-1967). Vicente y su hermano Virgilio (1897-1971) eran naturales de Molina del Segura (Murcia) y se desempeñaron como médicos militares, destacando sus servicios durante la Guerra de Marruecos. Ya establecidos definitivamente en Mallorca, a mediados de los años 20 fundaron la Clínica Hermanos Peñaranda, centro sanitario especializado en cirugía. La clínica, situada en la antigua Carretera de Sóller de Palma (hoy calle Alfons el Magnànim), se mantuvo en activo hasta los años 70, después de que ambos hermanos falleciesen, y fue demolida a mediados de los años 80. Desde el principio el centro se caracterizó por su vocación social y de atención a los más desfavorecidos.[1]
Los hermanos Peñaranda destacaron como activistas culturales, lo cual incrementó y enriqueció su proyección social, yendo más allá de la estima que se les tenía como cirujanos. En su domicilio, sito en la misma clínica, fueron muy populares las tertulias, a las que acudían todo tipo de personalidades destacadas del momento. También se significaron políticamente como de izquierdas y liberales, aunque su actividad siempre se limitó a la actividad sanitaria. Así y todo, su compromiso ideológico les pasó factura durante la Guerra Civil (en Mallorca triunfó el golpe de estado desde el principio de la contienda) y estuvieron cerca de ser ajusticiados; pero gracias a amigos y contactos, que dieron testimonio favorable a su causa, lograron salvar la vida.
Después de la guerra los hermanos Peñaranda continuaron su actividad profesional en la clínica homónima, manteniendo su filosofía social y sumándole ahora su condición de “desafectos al régimen”, que en cierta manera los señalaba, pero que también debió granjearle numerosas simpatías por parte de muchos otros derrotados, empobrecidos o señalados por la dictadura franquista. Como reconocimiento a su labor de su labor, el ayuntamiento dedicó a ambos una vía en Palma (la calle Germans García Peñaranda), muy cerca de donde se ubicó su centro sanitario
En este ambiente vivió Margarita Miranda. Inicialmente en un segundo plano como esposa de Vicente García Peñaranda, pero en contacto permanente con ese entorno de compromiso social y de ayuda a los más desfavorecidos a través de la medicina. Más adelante, estos ideales la llevarían a dirigir sus inquietudes desde su prisma personal a través del deporte.
Recorrido vital
Primeros pasos
El 19 de noviembre de 1967 fallecía Vicente García Peñaranda. Dada la diferencia de edad entre ambos (24 años), Margarita Miranda enviudó a una edad relativamente temprana: solo tenía 48 años. Se encontró viuda, pero con muchos años por vivir (aunque finalmente no fueron tantos, como veremos) y energía suficiente para continuar sola, económicamente independiente, y gozando de una posición social firme a partir del legado de su marido y cuñado. Desde entonces empezó a volar por sí sola y su protagonismo empezó a crecer, desempeñándose en primera línea y no como consorte o acompañante.
Inicialmente el protagonismo de Miranda se centró en honrar el legado de su marido. Así, en 1969 impulsó la Beca Vicente García Peñaranda, para estudiantes de medicina y cirugía en sus dos últimos años de carrera con dificultades económicas, por un valor de 50.000 pesetas. Dicha beca se concedió anualmente y se mantuvo vigente hasta el fallecimiento de Miranda.
En 1970 falleció su cuñado Virgilio y, entonces sí, su figura empezó a definir perfil propio, más allá de la herencia de su marido. Y se proyectó a través de una de sus más apasionadas aficiones: el deporte. En concreto, a través de su condición de aficionada del Atlético Baleares. Dada su edad (recién llegada a la cincuentena) le era del todo imposible practicarlo y carecía de formación como técnico. Así que focalizó su actividad desde un papel activo, más allá de la grada y de asistir al partido de los domingos como una aficionada más. Desde entonces su figura se multiplicó en varios frentes.
Discretamente y entre bastidores, Miranda iba labrándose un prestigio y un lugar entre los aficionados balearicos que explotaría poco después con su salto al primer plano. Una de sus primeras apariciones públicas fue en la entrega de trofeos del Trofeo Xim, torneo de categoría juvenil celebrado por el Atlético Baleares entre 1970 y 1982 durante los veranos. Ella adquirió uno de los trofeos que se concedían (solían ser costeados por directivos o personalidades destacadas del club de su bolsillo, pero nunca una mujer) y además protagonizó su entrega al equipo ganador durante varias ediciones. Era algo puntual, pero fue una declaración de intenciones de lo que se avecinaba.
Elección como presidenta de la Procampo
La eclosión de Margarita Miranda como personaje público fue tan repentina como brillante a mediados de 1970. La asamblea ordinaria anual del CD Atlético Baleares, celebrada el 26 de junio de 1970, fue especialmente convulsa por los problemas de toda índole que arrastraba el club blanquiazul. La prensa destacó que Miranda tomó la palabra y su intervención destacó por su moderación y sensatez; algo nada baladí, primero por tratarse de una mujer en un universo de hombres, y porque contrastaba con el tono del resto de intervenciones. Esto fue tan solo un anticipo de lo que vendría después.
Un mes más tarde, el 3 de julio, se celebró en la sede social de la Asistencia Palmesana la asamblea de accionistas de la Procampo, comunidad de pequeños propietarios dueña de los terrenos donde fue construido el coliseo del club blanquiazul: el Estadi Balear, inaugurado en 1960. Durante su celebración la junta directiva en pleno presentó la dimisión, así como su presidente, el Sr. Piña, que ejercía el cargo desde 1964. Los accionistas allí reunidos eligieron a Margarita Miranda como presidenta con 169 votos por los 50 de Piña, presidente saliente. Un tercer candidato, Cruellas, obtuvo un apoyo testimonial.[2]
Sin embargo, no era un nombramiento definitivo. El 23 de julio de 1970 volvió a reunirse la asamblea para ratificar formalmente el nombramiento más la junta directiva que la acompañaría, siempre que ella aceptase y la junta propuesta fuera del agrado de los accionistas. No hubo problemas y, por unanimidad, una mujer fue elegida por primera vez como presidenta de la comunidad de propietarios de la Procampo, entidad dueña del Estadi Balear. La junta entrante fue la siguiente:
Presidenta, Margarita Miranda
Secretario: Gregorio Garí
Tesorero: Lorenzo Julià
Vocales: Antonio Sard, Miguel Bujosa, Guillermo Pascual y Amador Sitges
Cabe reseñar que el resto de la asamblea fue acalorada en el resto de cuestiones, lo cual confirmaba que el mal ambiente reinante previamente seguía sin resolverse. Miranda, por el contrario, era el único factor que generaba unanimidad entre la afición.[3]
Actividad como directiva
A partir de entonces la presencia pública de Margarita Miranda se amplificó. La presidencia de la Procampo había sido, desde su creación en 1959, un contrapeso a la presidencia del club pero hasta entonces escasamente visible. Pero desde que Margarita Miranda llegó a la presidencia adquirió un perfil más marcado y relevante en la vida social del Atlético Baleares. Durante esos años la colaboración y vinculación entre el club y la Procampo se intensificó, marcando ésta última perfil propio y un mayor protagonismo, sin ser por ello una alternativa a la presidencia ni un poder en la sombra.
Uno de los principales objetivos de Miranda fue motivar a los accionistas de la Procampo a hacer donativos para ayudar económicamente al club, entonces en una situación económica crecientemente preocupante. Esto se producía en un momento en que la economía del club dependía cada vez más de las aportaciones personales de sus directivos y menos de las taquillas, cada vez más exiguas, lo cual mantenía la entidad en un estado de inestabilidad permanente.
El 20 de agosto de 1970 se presentó la temporada 1970-71 del Atlético Baleares en el Estadio Balear. El entonces presidente blanquiazul, Gabriel Genovart, apareció junto a Margarita Miranda. No era casual: según la prensa, Miranda había contribuido económicamente al fichaje de tres o cuatro jugadores. Su influencia crecía.
Entrevista
A principios de agosto de 1971, recién reelegida presidenta de la Procampo, Miranda concedió una de sus primeras entrevistas como dirigente deportivo.[4] Desgranaba los principales males del club: que la afición iba cada vez menos al Estadi Balear y faltaban medios económicos para equipararse al RCD Mallorca (entonces en Segunda División, pero que venía de jugar varias temporadas en Primera). Además, revelaba que había donado hasta el momento medio millón de pesetas (hablamos de 1971) a la entidad blanquiazul, una cantidad muy superior a cualquier otra realizada hasta el momento, y que tenía previsto hacer otra donación semejante o mayor.
Por otro lado, Miranda hacía gala del talante moderado y conciliador que tantos apoyos le había proporcionado. Así, manifestaba que iba a ver regularmente partidos del equipo mallorquinista con frecuencia y que incluso le ayudaría económicamente si hiciese falta, tal como directivos mallorquinistas habían hecho anteriormente. En suma: su filosofía era procurar dar lo mejor al aficionado, por encima de colores, filias/fobias y rivalidades.
Desde la Procampo el protagonismo de Miranda adquirió notable relevancia. En agosto de 1971 anunció que esperaba reunir una cantidad económica importante entre los accionistas para ayudar al club económicamente. Un año después, el 28 de agosto de 1972 y quince días después de revalidar nuevamente la presidencia, hizo público en prensa el “Manifiesto Balearico” en el cual hacía público un superávit de 75.000 pesetas y pedía a los accionistas que hiciera donativos de 500 o 1000 pesetas para el club a cambio de un pase de temporada.[5] Desconocemos todavía el alcance real de sus llamamientos, pero la proyección obtenida es indiscutible.
Paralelamente, Miranda participaba con un papel relevante en otros actos sociales del club, como el homenaje al expresidente del Atlético Baleares, Antonio Álvarez, en febrero de 1973.
Incorporación a la junta directiva
Eran malos años para el club blanquiazul. Después de descender de Segunda División en 1963, el club balearico había mantenido un potencial fuerte en Tercera y aspiraciones al ascenso hasta que a finales de los 60 empezó el declive a todos los niveles, pasando a transitar por posiciones de media tabla y luego a coquetear con el descenso a divisiones regionales. Falta de ingresos, poco público, resultados mediocres, malos o peores, conflictos internos, expectativas desmesuradas y deudas permanentes: una espiral perversa de la que era muy difícil salir y que año tras año empeoraba la situación.
En 1973 se produjo el desastre y el equipo descendió a categoría regional, colofón de la deriva producida en los últimos años. Esta circunstancia, mal que bien, dio la oportunidad a Margarita Miranda de subir otro escalón dentro de la vida social del club.
Durante la temporada 1973-74, ya en categoría regional, las cosas no mejoraban a nivel deportivo y menos a nivel institucional. El 23 de febrero de 1974 el club celebró una asamblea extraordinaria que nombró una comisión gestora para relevar al presidente dimisionario, Antoni Mestres. Dentro de la comisión se encontraba Margarita Miranda como encargada de relaciones públicas y comunicación.
Unos meses más tarde, el 28 de junio, la asamblea general ordinaria consiguió elegir una junta directiva encabezada por Jeroni Petro. En ésta permaneció Margarita Miranda, que mantuvo sus funciones como relaciones públicas, ahora sí, como directivo de pleno derecho y pagando 50.000 pesetas como el resto de directivos (una cantidad testimonial, teniendo en cuenta lo que había desembolsado a fondo perdido hasta entonces). Dos meses después hizo un amago de dimisión, esgrimiendo motivos familiares; pero fue solventado, pues en la asamblea del 13 de junio de 1975 seguía figurando como miembro de la directiva.
Durante estos años Miranda mantuvo sus responsabilidades al frente de la Procampo y sus ruegos a los accionistas para que aportasen dinero para ayudar a las raquíticas arcas del club.
En 1975 el club logra retornar a Tercera División. Casualmente ese mismo año el RCD Mallorca desciende de Segunda a la misma categoría, con lo que ambos clubes volvían a encontrarse al mismo nivel deportivo, algo que no sucedía desde 1959. A priori la presencia de los dos grandes clubes de Palma en la misma categoría abría una etapa esperanzadora y emocionante; pero la realidad era que ambos pasaban por situaciones muy delicadas a nivel social y deportivo que podría acabar hasta con su desaparición.
Dimisión
En una nueva entrevista concedida en mayo de 1976,[6] Margarita Miranda desgranaba sus sensaciones. Mantenía sus funciones como relaciones públicas del club y seguía aportando cantidades económicas importantes; pero dejaba entrever que no le compensaba en la mayoría de ocasiones. A pesar de su ayuda la economía del club seguía siendo maltrecha y deficitaria: el fútbol español debía reestructurarse, especialmente la Tercera División, al ser inviable económicamente (la creación de la Segunda División B estaba al caer). Pero el problema económico no era únicamente externo, y eso se reveló poco después.
En asamblea general del club, celebrada el 13 de julio de 1976, Margarita Miranda presentó su dimisión irrevocable como directiva del Atlético Baleares. El club necesitaba dos millones de pesetas para pagos inmediatos y un millón más para fichajes, un dinero que casi siempre acababan por aportar los directivos, entre ellos Miranda, que llevaba varias temporadas aportando ingentes cantidades a las arcas del club. A pesar de ello, fue el único miembro de la directiva que presentó la dimisión.[7]
Esto no significó su desvinculación de la vida social del club blanquiazul, todo lo contrario. Unos días antes, el 9 de julio, la asamblea de accionistas de la Procampo declaraba un ingreso de 1,4 millones de pesetas procedentes de la expropiación de los terrenos del Estadi Balear. La junta directiva, presidida por Miranda, aprobó donar la cantidad al club para levantar su maltrecha economía. Una concesión más, sin rencores ni demandas.
Homenajes
Su retirada como directiva dejó un buen sabor de boca entre aficionados, simpatizantes y el mundo del fútbol en general. Así, el 17 de octubre de 1976 se le rindió un homenaje en el Estadi Balear antes de la disputa del derbi en liga entre el Atlético Baleares y el RCD Mallorca. En el acto se le entregó la insignia de oro del club e hizo el saque de honor previo al partido.[8] Además, el 25 del mismo mes la Federación Balear de Fútbol le hizo entrega de una placa conmemorativa por los méritos contraídos hasta la fecha.[9]
De todas maneras, durante el curso de la temporada Miranda volvió a la directiva. Duró poco tiempo, como veremos después.
Candidata a la presidencia
En 1977 se creó la Segunda División B, categoría a la que había conseguido ascender al Atlético Baleares. Entonces Miranda, ya como directivo, propuso algo inaudito en una breve entrevista en prensa: que el club renunciase y permaneciera en Tercera División para enjugar el creciente déficit y no incrementar la deuda irresponsablemente. Argumentaba la falta de apoyo que la directiva recibía, la frialdad y falta de compromiso de los socios (primordialmente en el plano económico) para afrontar un presupuesto adecuado en Segunda División B, que para ser fiable debería ascender a veinte millones de pesetas.[10] Finalmente la renuncia, harto impopular a primera vista para cualquier aficionado, no se llevó a cabo.
Ahora se sumaba un factor más a la ecuación. Desde mediados de año su nombre sonaba en los mentideros como algo más que directivo del club o dirigente de la Procampo: nada menos que como candidata a la presidencia del club. El 17 de agosto de 1977 se presentaba oficialmente el equipo y Miranda seguía como directivo;[11] aunque dimitiría a principios de temporada.
Su nombre empezó a sonar cada vez con más fuerza y en octubre la prensa anunciaba abiertamente su nombre como posible candidata a presidir el Atlético Baleares, aunque solo como una posibilidad en proyecto.[12] El club seguía con los mismos problemas endémicos, los ingresos en taquilla eran claramente insuficientes y el presidente desde 1974, Jeroni Petro, no estaba dispuesto a poner más dinero de su bolsillo y hasta podría marcharse. Miranda se muestra favorable si hubiera una adecuada reestructuración de la deuda y tuvieran lugar cambios a fondo.
Dos días después, en una entrevista Margarita Miranda descubrió sus cartas.[13] Declaró que realmente no buscaba optar a la presidencia y que se presentaba para corresponder al ofrecimiento de un grupo de seguidores que le brindaban su apoyo. Por un lado Miranda plantea cambiar la política de presupuestos altos llevada a cabo hasta entonces por otra, menos ambiciosa pero más sostenible, esperando además que alguien cubra las deudas generadas hasta el momento. Además, el presidente Jeroni Petro manifestaba que se iría sin presentar oposición y sin reclamar el dinero invertido. La situación económica del club en ese momento era crítica: se adeudaban hasta seis millones de pesetas.
En noviembre, un mes después, la prensa describe un compás de espera para el relevo. El grupo que presta su apoyo a Miranda estaría trabajando al respecto y el presidente Petro continuaba dispuesto a ceder el puesto.
Fusión Mallorca-Baleares
En diciembre de 1977 se abre un nuevo frente: surge la posibilidad de una fusión entre los dos clubes de Palma, RCD Mallorca y Atlético Baleares, dada la preocupante situación deportiva y social de ambas entidades. A partir de entonces empiezan los contactos de las instituciones con ambos clubes para estudiar la situación, en este caso encabezada por el entonces alcalde de Palma, Paulino Buchens. Inicialmente Miranda se manifestó en contra de la fusión porque argumentaba que la deuda blanquiazul era mucho menor que la bermellona, que sin precisarse debía ser mucho mayor.[14]
Aunque su opinión era en teoría secundaria, pues entonces ni siquiera era directiva del club, seguía siendo una voz autorizada y su protagonismo posterior en este proceso sería muy destacable. Posteriormente, Miranda vio con mejores ojos la posibilidad de fusión e incluso tuvo un papel destacado.
El 31 de marzo de 1978 se reunió una comisión de diez personas vinculadas a sendos clubes para hablar de la posible fusión. Eran nueve hombres y una sola mujer: Margarita Miranda.[15] Entre ellos, una figura clave en el futuro mallorquinista: Miquel Contestí, futuro presidente de la entidad meses después.
Para nuestra protagonista, el principal problema para abordar la fusión era la astronómica deuda del Mallorca y la falta de proyección social del At. Baleares. No se avanzó en el proceso, primero por la inminencia de las elecciones en el RCD Mallorca (10 abril) y la necesidad de conocer a ciencia cierta la deuda del club bermellón.
Mientras tanto, el debut del Atlético Baleares en Segunda División B iba cada vez peor. El club ni siquiera disponía de recursos para costear los desplazamientos a la península para poder jugar sus partidos. La intervención de Miranda sirvió para salvar en un primer momento la situación, abonando 100.000 pesetas más de su bolsillo. Tal como estaban las cosas, jugar en dicha categoría era inviable y que el RCD Mallorca pasase por un via crucis similar en la misma categoría no servía, en absoluto, de consuelo.
Candidatura oficial
El 5 de mayo de 1978 la prensa daba por hecha la candidatura de Margarita Miranda a la presidencia del Atlético Baleares.[16] Tenía el apoyo de varios miembros de la junta directiva vigente y de la Peña Dinámica, entonces una de las más activas del club. Ella pensaba aceptar, pero faltaba por confirmar la plena colaboración de quienes le habían dado su apoyo, especialmente en lo económico. El 23 de dicho mes tenía que celebrarse la asamblea de socios del club blanquiazul; allí sería presentada la candidatura, así que era necesario no demorar más los pasos a dar.
Sus líneas básicas de acción pasaban por reestructurar el club, establecer presupuestos realistas y formar un equipo amateur, no profesional: es decir, planteaba expectativas más humildes en lo económico pero acordes con la capacidad real de la entidad, que en lo deportivo podría reportar resultados similares o, quién sabe, alguna grata sorpresa. En cualquier caso, Miranda se mostraba firme en dejar de hacer aportaciones personales que pusieran en peligro su patrimonio, como había hecho hasta entonces.
Gradualmente, las posibilidades de la candidatura fueron menguando. No se producía la presentación oficial, todo iba demasiado lento y el apoyo económico no era el esperado.[17] El 15 de mayo se produce una última reunión y la realidad se impone: había poco interés y compromiso, y la candidatura naufraga por falta de apoyo. El presupuesto del club, de nueve millones de pesetas, era inasumible por el equipo de Margarita Miranda. El 23 de mayo de 1978 tuvo lugar la asamblea de socios, en la cual ante la falta de una alternativa Jeroni Petro siguió como presidente de la entidad, ejerciendo hasta 1980.
Últimos homenajes
Su retirada definitiva de la carrera presidencial le acarró nuevos reconocimientos. El 26 noviembre de 1978, dos años después del primer acto celebrado en el Estadi Balear, Margarita Miranda fue homenajeada.[18] Como en aquella ocasión tuvo lugar antes del derbi Atlético Baleares-RCD Mallorca, de Tercera División, pero en esta ocasión el homenaje fue triple: del At. Baleares, del RCD Mallorca —Miranda seguía siendo asidua de la tribuna del Lluís Sitjar— y de la Federación Balear de Fútbol. Jeroni Petro, presidente del At. Baleares, le hizo entrega de una placa, y Miquel Contestí, presidente del RCD Mallorca desde agosto de ese año, le entregó un diploma. Todo ello ante Joan Seguí, presidente del ente federativo balear. Como sucedió dos años atrás, Miranda hizo el saque de honor previo al encuentro.
A finales de año proseguían las reuniones de la comisión que estudiaban la posible fusión Baleares-Mallorca. El 23 de diciembre de 1978 se reunieron en el Consell Interinsular (ente precedente del actual gobierno autonómico balear) para hablar sobre el tema y, además, la probable construcción de un campo comunal para el club resultante. Pero seguía sin llegarse a nada concreto.[19] Acudieron representantes de las instituciones, así como de los clubes: en nombre del RCD Mallorca acudió el presidente, Miquel Contestí, y en nombre del Atlético Baleares, Margarita Miranda, que pese a encontrarse fuera del equipo directivo blanquiazul seguía ostentando una autoridad indiscutible en el club balearico.
Fallecimiento
Las reuniones para debatir la fusión Mallorca-Baleares fueron uno de sus últimos actos públicos. En poco tiempo la enfermedad se adueñó de ella y su salud declinó rápidamente. El 8 de julio de 1979, con apenas 60 años de edad, Margarita Miranda dejaba de existir. Al día siguiente tuvieron lugar las exequias fúnebres en la parroquia de Sant Francesc de Paula de Palma.
Tal fue la repercusión de su óbito que la presentación oficial del equipo blanquiazul para la temporada 1979-80, prevista el 20 de julio, fue suspendida y aplazada al día 26.[20] Dicho día se ofició una misa en su memoria a la que asistieron los dirigentes y equipos del club balearico, en señal de duelo, previamente a la presentación del equipo.
Conclusiones
Pocas personas como Margarita Miranda han logrado en el ámbito futbolístico una estima tan unánime por encima de edades, creencias, ideas e ideologías. Elocuente, carismática y ponderada, fue querida por los balearicos, respetada por los mallorquinistas y escuchada como voz autorizada del fútbol balear. Aunque apenas tocase un balón de fútbol —si exceptuamos los dos saques de honor que hizo en sendos homenajes—, dentro de sus posibilidades demostró que la mujer podía asumir responsabilidades, organizar, convencer, disuadir y persuadir como el que más. Una figura pionera del deporte femenino en un ámbito totalmente masculino.
No tuvo un papel activo a pie de campo como jugadora. Tampoco sabemos (de momento) si de alguna manera contribuyó a los primeros pasos del fútbol femenino balear, que a principios de los años 70 vivió un efímero surgimiento que culminó en la celebración del primer campeonato femenino oficial (Cuadernos de Fútbol, 132). Es, en cualquier caso, una figura por reivindicar.
Miranda ha sido uno de los pocos referentes femeninos del Atlético Baleares en sus cien años de historia. En el club blanquiazul tenemos el caso de Lita Soler Arimón (1918-1975), Miss Baleares 1935 y presidenta de honor del club blanquiazul entre 1935 y 1936, ostentando un cargo más honorífico que ejecutivo, además de breve, pero muy visible y surgido en un momento de total invisibilidad de la mujer en el plano deportivo. También es remarcable el efímero equipo femenino de la temporada 1984-85 y, más recientemente, el surgido a partir de 2018; pero aquí es difícil personalizar en casos concretos. Esto puede convertir a Miranda, desde el punto de vista de los actuales postulados feministas, en un referente destacado y a tener muy en cuenta.
En resumen, Margarita Miranda fue un referente deportivo en un ámbito paralelo al de la práctica puramente deportiva, como dirigente y gestora en un marco histórico especialmente difícil: por un lado, lidiando una situación crítica a todos los niveles del club de sus amores; por otro lado, nadando a contracorriente en un mundo monopolizado por los hombres, todo ello poniendo en juego su propio patrimonio.
Después de enviudar, en lugar de optar por llevar una vida discreta, en un segundo plano, gris y apocada, como era bien visto en una mujer de su condición, hizo lo contrario. Llevó la iniciativa, jugó sus cartas, dio la cara sin intermediarios, apostó y peleó por hacerse un lugar en el mundo deportivo que le tocó vivir, sin apenas resquicios para el protagonismo femenino. Y lo consiguió.
De no ser por la enfermedad que interrumpió su vida, podemos dar por seguro que su trayectoria hubiera continuado por derroteros similares a pesar de su frustrado asalto a la presidencia del Atlético Baleares. Posiblemente hubiera planeado un nuevo asalto a la presidencia del club balearico y, tal vez, ahora estaríamos hablando de una de las primeras mujeres que llegó a presidir un club de fútbol en España, si no la primera. Esta hubiese sido otra historia, una prometedora continuación, pero que nunca podremos contar.
Bibliografía
Prensa diaria y semanarios
- Baleares
- Diario de Mallorca
- Hoja del Lunes
- Mallorca Deportiva
- Mundo Deportivo
- Mundo Gráfico (Madrid)
- Última Hora
Archivos
Fondo familia Margarita Miranda Bordoy
[1] «Virgilio García Peñaranda.» Gran Enciclopèdia de Mallorca, vol. VI, pág. 169
[2] «Dimitió la Junta Pro-Campo del Estadio Balear, siendo elegida presidenta doña Margarita Miranda.» Baleares, 4 de julio de 1970
[3] «Se celebró la asamblea más acalorada que jamás ha celebrado la junta pro campo del Estadio Balear.» Diario de Mallorca, 24 de julio de 1970
[4] «Dª Margarita Miranda y su entusiasmo por el fútbol». D. de M., 4 de agosto de 1971
[5] «Manifiesto balearico.» D. de M., 28 de julio de 1972
[6] «Temo por el futuro del equipo. Margarita Miranda, “public relations” del At. Baleares». D. de M, 20 de mayo de 1976
[7] «La próxima temporada, con la misma directiva.» D. de M., 14 de julio de 1976
[8] Diario de Mallorca, 19 de octubre de 1976
[9] «Margarita Miranda, placa de la Federación Balear de Fútbol.» D. de M., 23 de octubre de 1976
[10] Diario de Mallorca, 21 de junio de 1977
[11] «El At. Baleares se presentó oficialmente». D. de M., 17 de agosto de 1977
[12] «Margarita Miranda, a la presidencia del At. Baleares». D. de M., 27 de octubre de 1977
[13] «Hay que cambiar la imagen del Atlético Baleares. Margarita Miranda, una mujer de empresa para la presidencia de un club de fútbol.» D. de M., 29 de octubre de 1977
[14] «No a la fusión.» D. de M., 2 de diciembre de 1977
[15] «Nueve hombres y una mujer, hacia la fusión del Mallorca y Atlético Baleares.» D. de M., 1 de abril de 1978
[16] «Margarita Miranda, candidata a la presidencia del At. Baleares.» D. de M., 5 de mayo de 1978
[17] «Compás de espera en el At. Baleares.» D. de M., 11 de mayo de 1978
[18] «At. Baleares – Mallorca, con el homenaje a Margarita Miranda.» D. de M., 26 de noviembre de 1978
[19] «La fusión del At. Baleares y Mallorca, compás de espera.» D. de M., 23 de diciembre de 1978
[20] «El Atlético Baleares celebró su primera sesión de entrenamiento.» D. de M., 21 de julio de 1979