Narciso Masferrer Sala, impulsor y modernizador del periodismo deportivo en España (1897-1920)
De Xavier Pujadas1. Introducción
Como se sabe, la figura de Narciso Masferrer Sala (1867-1941) está indiscutiblemente ligada al proceso de penetración y primer desarrollo del fenómeno deportivo moderno en España. Si bien su difusión es todavía escasa y merece una atención biográfica que todavía no se le ha brindado hasta estos días, una cierta recuperación del personaje ya se ha ido sucediendo en la historiografía social del deporte de este país desde perspectivas diferentes y con matices diversos (Pujadas y Santacana, 1997; Bahamonde, 2011; Torrebadella, 2015; López, 2016a). En verdad, podríamos decir tal y como ya se ha escrito, que Masferrer lideró en buena medida “la mayoría de iniciativas de institucionalización deportiva que se llevaron a cabo” en la España de finales del siglo XIX y primeras décadas del novecientos (López, 2016b). De hecho, si nos fijamos en los factores que contribuyeron a la modernización del fenómeno deportivo en España desde un punto de vista social y cultural durante el primer tercio del siglo XX (Bahamonde, 2011), nos damos cuenta de que Narciso Masferrer participó en el impulso de la gran mayoría de ellos. No en vano, es incuestionable su aportación a la creación de entidades y federaciones deportivas (Sociedad Gimnástica Española en 1887, Asociación Catalana de Gimnástica en 1897 o Federación Atlética Catalana, de 1915), su contribución a través de la prensa deportiva a la consolidación del deporte como un fenómeno público, el impulso efectuado al proceso de institucionalización del deporte, o su trabajosa obra en favor del olimpismo en Cataluña y en España (Torrebadella, 2015). Se trata, por lo tanto, de un caso indudablemente relevante en la construcción inicial del sistema deportivo en España y en Cataluña: más allá de sus orígenes catalanes por parte de padre y madre, la mayor parte de su vida la pasó en Barcelona desde que llegara a esta ciudad en 1895. Paradójicamente, Masferrer no fue –como sí lo fueron la mayoría de pioneros de la institucionalización deportiva- un asiduo practicante de las actividades físicas, más allá de un temprano contacto con la gimnasia y con el ciclismo (López, 2016a). Sin embargo, podemos afirmar que Masferrer Sala tuvo un contacto con el novedoso fenómeno deportivo de finales del siglo XIX parecido al de sus contemporáneos defensores de la cultura física, es decir desde perspectivas muy diversas: como promotor, divulgador, director, gestor, empresario y practicante. En definitiva, un sportsman de corte decimonónico (Pujadas y Santacana, 1995).
Entre los diferentes ámbitos que lo vincularon al deporte, el que lo relaciona con la práctica e impulso del periodismo especializado fue especialmente fértil en resultados y, probablemente, uno de los que más espacio ocuparon en su vida. De hecho, si bien no es extraño que un divulgador deportivo a finales del siglo XIX escribiera e impulsara plataformas periodísticas ligadas al deporte, en su caso otros aspectos de carácter personal podrían haber incidido en su amor por la escritura, tales como una formación cosmopolita recibida en Francia, su salud frágil –que lo acercó a la cuartilla más que al campo de deportes– y su facilidad innata por la expresión escrita. Sea como fuere, Masferrer se inició en la prensa madrileña y barcelonesa desde su juventud, dado que con 18 años ya colaboraba en la sección de deportes del periódico La Censura (1886), y con 21, en 1888, ya era redactor de periódicos diversos de talante progresista y republicano federal como La República (1888-1891) y El País (1887-1921), y de periódicos de larga tradición como La Publicidad (1878-1922). Entre tanto, en 1887, fundaría la efímera revista El Gimnasta, tras haber creado la Sociedad Gimnástica Española en marzo de ese mismo año (López, 2016a).
No obstante, su relación decisiva con el periodismo deportivo se produjo fundamentalmente a partir de su llegada a Barcelona (1895), momento en el que desplegó una actividad sistemática en ese terreno. Las características de esta actividad y su impacto en la gestación de la incipiente periodística deportiva de la época –materia de análisis del presente estudio– constituyeron a nuestro entender tres aportaciones que participaron en gran manera en el proceso de especialización, modernización y profesionalización de la prensa deportiva en España hasta 1920. Dicho de otra manera, que la prepararon para el gran salto cultural y socioeconómico que significaría la eclosión de la prensa de masas a partir del período de entreguerras. Esas tres aportaciones –en las que Masferrer Sala fue protagonista principal– fueron las siguientes. En primer lugar, el desarrollo de un periodismo especializado polideportivo y superador del adoctrinamiento inicial, conectado internacionalmente y ligado a iniciativas empresariales deportivas. En segundo lugar, la construcción de un espacio comunicativo propio del periodismo deportivo escrito, con un universo simbólico, un lenguaje y unos referentes que le serían propios. Finalmente, un esfuerzo indudable por la profesionalización del periodismo deportivo y por la dignificación del periodista como trabajador en un contexto emergente de la prensa deportiva en España. A continuación analizaremos cada uno de estos ámbitos de influencia de Masferrer en el citado contexto.
2. Los Deportes y la superación del periodismo deportivo de apostolado (1897-1905)
Cuando Narciso Masferrer llegó a Barcelona en 1895, se encontró con una ciudad en plena efervescencia deportiva. La influencia portuaria, industrial y comercial de la capital catalana permitió el desarrollo de un contexto de intercambio muy favorable a la aparición de las actividades deportivas de origen europeo y de plataformas asociativas vinculadas generalmente a los círculos de la burguesía local. En este marco de dinamismo asociativo, los deportes náuticos, la gimnástica, el frontón y, por supuesto, el ciclismo, ya gozaban de una cierta extensión (Lagardera, 1992; Pujadas, 2008). Vinculado a esta efervescencia inicial, la ciudad –y en menor medida otros núcleos urbanos catalanes como Reus y Tarragona– habían desarrollado un primerizo universo comunicativo muy centrado en la difusión de noticias de las primeras asociaciones deportivas y de algunas empresas a través de las cuales se estructuraban determinadas actividades como es el caso del frontón. Se trataba, sin duda, de un periodismo o protoperiodismo deportivo basado en el apostolado de las novedosas actividades físicodeportivas y de sus asociaciones. En realidad, se trataba de boletines informativos y revistas muy ligadas a clubes y entidades, realizadas y consumidas –en gran medida– por sus propios asociados y que conformaban un primer núcleo informativo y comunicativo especializado, más allá de las crónicas sobre Sociedad y Sports que ya aparecían en la prensa general. De la misma manera que había pasado en Gran Bretaña, donde la prensa se había convertido en un instrumento esencial para la promoción del ocio público (Rowe, 2008), en Cataluña las cabeceras deportivas jugaron un papel fundamental en la extensión de un sistema asociativo institucionalizado. No en vano, en la década de 1890, aparecieron 17 cabeceras especializadas en deporte, de las cuales 14 en la ciudad de Barcelona, lo cual refleja el dinamismo de este periodismo deportivo iniciático, en el contexto en el que Masferrer se trasladó a la ciudad condal. De las 14 cabeceras aparecidas, el 50% estaban explícitamente dedicadas al ciclismo y al frontón, si bien intentaban abarcar informaciones deportivas más generales (Pujadas y Santacana, 1997). A pesar de que algunas de ellas declaraban tener una demanda relevante –como La Bicicleta, que en 1896 afirmaba tirar 6.000 ejemplares (Marqués, 1896)–, la realidad es que, como reconocería el propio Masferrer algunos años después, no era suficiente “hoy por hoy, la afición en España, para el sostenimiento de ningún diario dedicado exclusivamente al sport cíclico, como en el extranjero” (Masferrer, 1899).
Entre 1896 y 1899, no obstante, el periodismo deportivo barcelonés inició un proceso de transformación y modernización que debe relacionarse, en general, con el crecimiento de las actividades deportivas –sin duda la emergencia del fútbol en aquellos años no puede pasar por alto–, con la consolidación empresarial de algunas cabeceras y con la influencia de las nuevas tendencias periodísticas internacionales de finales del siglo XIX. Fruto de esta transformación, se produjo la eclosión del primer proceso de modernización del periodismo de deporte en Barcelona, naturalmente muy ligado a la aparición y consolidación general de los nuevos géneros periodísticos en el contexto de la Restauración (Seoane y Saiz, 2007).
Este proceso es realmente importante porque daría como resultado la aparición un nuevo tipo de prensa deportiva basada en paradigmas inexplorados hasta ese momento. Por un lado, con una cierta diversificación de la oferta más allá del ciclismo y de la pelota vasca, lo cual mostraba igualmente la diversificación del tejido asociativo del deporte hacia nuevos horizontes como el tenis, el fútbol o los deportes de motor. Por otro lado, con una inicial desvinculación de las plataformas asociativas –que reflejaba la conciencia del nuevo modelo empresarial periodístico, más allá del voluntariado asociativo– y la creación de empresas periodísticas netamente deportivas. Finalmente, con la ineludible aparición de un perfil de periodista, promotor y redactor que ya veía con claridad la necesidad de combinar la difusión del deporte –el apostolado, en definitiva– con la subsistencia económica de la empresa periodística y, por lo tanto, su modernización (Pujadas y Santacana, 1997). En esta dirección, el caso de Narciso Masferrer fue paradigmático en el contexto barcelonés y supo materializar esta triple conjunción a través de su primer gran proyecto periodístico.
Este gran proyecto se encuentra, sin duda, en la creación del quincenal Los Deportes por parte de Masferrer y del propietario del barcelonés Gimnasio Solé, Francesc Solé –“pronto se comprendieron los señores Solé y Masferrer y compenetraron sus fuerzas” (Los Deportes, 1906)– en noviembre de 1897. La dirección de la revista recayó en Masferrer, que supo rodearse de un importante equipo de colaboradores, algunos de ellos ya experimentados, con Artur Llorens, Manuel Duran i Ventosa, David Ferrer Mitayna, Hermenegildo Prats y, más tarde, Josep Elias i Juncosa. Inicialmente se trataba de un pequeño opúsculo vinculado a la Asociación Catalana de Gimnasia –entidad creada por el propio Masferrer en 1897–, dedicado a la promoción de la gimnasia y, en consecuencia, en la línea de la prensa especializada de apostolado. Sin embargo, en 1899 Los Deportes materializó una serie de iniciativas que la consolidarían como la cabecera deportiva más relevante en el Estado y que, sin duda, marcaba un nuevo sendero periodístico en el universo deportivo catalán y español.
A principios de marzo de 1899 Los Deportes se fusionó con la revista Barcelona Sport (1897-1899), cuyo propietario –el polifacético tipógrafo anarquista de Reus Josep Llunàs i Pujals (Martínez de Sas y Pagès, 2000)–abandonó el semanario a causa de un largo viaje a América y aceptó pasar sus subscriptores y parte de su equipo a Los Deportes, asumiendo después la administración de la revista dirigida por Masferrer. Tras la fusión, durante el mes de mayo, la revista pasó a ser semanal e incorporó nuevas secciones sobre ocio urbano que tenían como objetivo ampliar el número de lectores, dado que, como reconoció el propio Masferrer, fueron los lectores los que le empujaron a dotar la publicación de un “carácter variado, que al lado de un artículo serio y razonado, aparezca una croniquilla alegre”, con el objetivo de “interesar a todo el mundo” (Los Deportes, 7 de mayo de 1899). En paralelo, el semanario inició la organización de actividades y competiciones deportivas durante el verano de 1899, sin duda influida por parecidas iniciativas en otros países.
La consolidación definitiva de este proceso transformador de Los Deportes, sin embargo, se produjo en septiembre de 1899 con la creación de la empresa registrada con el nombre de Sociedad Los Deportes, cuya misión sería la de dotar de autonomía económica a la revista. Este hecho no solo representaba un salto importante en la vida del semanario, sino en la trayectoria general del periodismo deportivo autóctono, con nuevos objetivos de rentabilidad económica y de impulso a torneos y manifestaciones deportivas. Liderada desde el periódico que dirigía Masferrer, la mayoría de entidades deportivas de la ciudad tenían representación en la flamante sociedad (Los Deportes, 10 de septiembre de 1899). Desde un punto de vista económico la creación de la sociedad debió dar sus frutos. Formalmente la revista se transformó de manera notable, incorporó relatos semanales –“Cuentos deportivos”– con un nuevo registro humorístico, intercaló humor gráfico –ocasionalmente con firmas de indudable valor, como la de Ramon Casas–, e incluyó material gráfico. La construcción de un nuevo periodismo deportivo, moderno, divulgativo y con objetivos empresariales se había iniciado.
3. Hacia la consolidación de un espacio comunicativo propio (1906-1920)
En 1905, Narciso Masferrer ya preparaba un nuevo proyecto periodístico empresarial que estaría condenado a revolucionar en buena medida el panorama de la prensa deportiva barcelonesa y española. La hiperactividad de Masferrer, junto a su carácter emprendedor e irreductible, lo hacían proclive a iniciar proyectos nuevos de manera sistemática. La creación, en 1906, de El Mundo Deportivo, así como su liderazgo en la creación de la Editorial Deportiva S.A., en 1914, dan cuenta de su visión sobre las transformaciones que operarían en el periodismo deportivo del momento y de su capacidad para construir un espacio propio para este.
Desde el punto de vista de la redacción, El Mundo Deportivo (1906) aglutinó un equipo de personas que habían trabajado con Masferrer en el Sportsmen’s Club y en su efímero portavoz, Revista Deportiva (1905), junto a otros redactores de Los Deportes que le siguieron. El periódico, además, incorporó a intelectuales de prestigio que lo dotarían de un nuevo talante social y cultural progresista, como a Blasco Ibáñez o a Odón de Buen, así como a directivos deportivos como Udo Steinberg. Desde una perspectiva del contenido, Masferrer definió la línea del nuevo rotativo como “integral del deporte” y no vaciló en incorporar en esta perspectiva integradora a algunos de los nuevos usos y hábitos del moderno ocio urbano emergentes a principios del novecientos, como el turismo, el higienismo, la industria del automóvil, el cicloturismo o la formación física. Tal y como rezaba su subtítulo en 1906 –que era un auténtico calco del subtítulo de L’Auto, la mítica revista publicada en Paris por Henri Desgrange desde 1900– el periódico quería ocuparse especialmente del automovilismo y el ciclismo –en consonancia con una industria del sector que era emergente en aquel momento–, sin olvidarse del resto de los deportes. En cuanto al estilo redaccional, El Mundo Deportivo tenía la intención de dar un salto adelante en la crónica deportiva para instalarse cómodamente en un amplio mercado desde el punto de vista territorial –el español– y también desde el punto de vista de la diversidad de intereses que ya estaba impulsando el fenómeno deportivo. Así pues, quería modernizar “introduciéndose en la prensa deportiva especializada como excelente reforma, la información a la moderna, reseñándose y criticándose un acto deportivo por tres o cuatro plumas a la vez” (Masferrer, 1927). Sin duda, la fórmula pensada por Masferrer desde la dirección del rotativo –la propiedad y gerencia fue de Jaume Grau Castellà– obtuvo éxitos importantes desde el primer año de su existencia, dado que de los 6.000 ejemplares vendidos inicialmente se pasó a cantidades superiores y, ya en el mismo año de su aparición, a 10.000, una cifra inédita en la prensa deportiva de la época. La empresa tenía clara, además, su vocación internacional, puesto que ya en noviembre de 1906 el propio Grau viajó a la Exposición Universal de Automovilismo de París para enviar una crónica sobre la actualidad de aquella industria en Europa, iniciando así su apuesta por los referentes internacionales (Justribó, 2014). Cabe recordar, en este mismo sentido, que el propio Masferrer fue corresponsal en España de L’Auto parisino desde 1902.
La etapa inicial de la dirección de Masferrer en El Mundo Deportivo, entre 1906 y 1914, y anterior al impacto socioeconómico que supondría la Gran Guerra, resultó ser un compendio de elementos transformadores que permitirían a la prensa deportiva catalana y española hacerse con los fundamentos de un espacio comunicativo real, que no había tenido hasta eses momento:
a) Una base económica suficientemente sólida que se fundamentaba en la contratación de publicidad –naturalmente vinculada a la creciente industria automovilística y ciclista– y en una amplia masa de lectores.
b) Un nuevo formato modernizado y atractivo para lectores diversos: el deportista experimentado así como el neófito, y a su vez relevante para la industria.
c) Un prestigio rápidamente adquirido entre las entidades e instituciones del deporte gracias a la experiencia del equipo de redactores, un nivel de colaboraciones muy destacado y una red de contactos importante con las asociaciones.
d) Una apuesta decidida por la organización de grandes eventos deportivos –al estilo del modelo seguido por la prensa europea– muy directamente conectados con la red local de entidades deportivas y de campañas de mejora infraestructural en pro de un impulso deportivo y turístico.
Las llamadas “campañas de El Mundo Deportivo” se iniciaron con una acción dedicada a la mejora de la carretera entre Barcelona y la frontera francesa, promovida por el periódico junto al Centre Excursionista de Catalunya, el Automóvil Club, la Unión Velocipédica Española y propietarios de hoteles de la zona (El Mundo Deportivo, 8 de febrero de 1906). En el ámbito de las competiciones deportivas, como es sabido, desde el rotativo Masferrer apadrinó y promovió la carrera de automóviles entre Barcelona y Madrid con motivo de la boda del rey Alfonso XIII (1906), las Fiestas Deportivas de Barcelona (1907) o la Volta a Catalunya (1911), entre muchas otras.
Paralelamente, desde las páginas del periódico se potenció la reflexión de ámbito político y económico en relación con el turismo, la industria y la educación, así como los contenidos informativos y la crónica, excelentemente documentada en el contexto de inicios del siglo XX.
Durante el mes de febrero de 1914, Narciso Masferrer abandonó la dirección de El Mundo Deportivo. Tras 8 años liderando el proyecto, crearía una nueva cabecera llamada Vida Moderna, que abrió una nueva línea periodística acorde con las tendencias europeas del momento, dedicada al deporte, los espectáculos teatrales y el ocio urbano, si bien su existencia fue efímera. El estallido de la Primera Guerra Mundial entre junio y agosto de 1914 provocaría una crisis periodística a escala internacional que obligó a la prensa deportiva española más previsora a tomar decisiones sobre su futuro. En este sentido, los principales rotativos barceloneses, El Mundo Deportivo, Stadium y el flamante Vida Deportiva, tomaron la decisión de cooperar para intentar racionalizar sus estructuras, mejorar su oferta y superar el difícil periodo bélico. De esta cooperación, impulsada por Masferrer, Jaume Grau y Ricard Cabot (directores de los tres rotativos), nació un nuevo proyecto empresarial, la Editorial Deportiva Sociedad Anónima, que provocó la desaparición pactada del recién creado Vida Deportiva, reincorporó a Masferrer a la dirección de El Mundo Deportivo y, sobre todo, facilitó una renovación espectacular de este periódico y de Stadium, los dos rotativos deportivos que lideraron el periodismo barcelonés –y lo modernizaron– entre 1914 y 1920. Fruto del acuerdo entre Masferrer y Cabot, El Mundo Deportivo pasó a salir los lunes como “Publicación Semanal de la Editorial Deportiva Sociedad Anónima”, con cambios tipográficos y a 4 páginas. Tirado en rotativa desde entonces, amplió el número de ejemplares, incorporó ilustraciones en la cubierta y amplió las secciones breves, eliminó los artículos doctrinarios y transformó su aspecto de una manera muy evidente. La revista Stadium, por su parte, redujo su precio a 20 céntimos, pasó a ser semanal, mantuvo su tradicional crónica gráfica y se redujo a 16 páginas. Las propuestas de Masferrer y Cabot no solo permitieron superar una etapa crítica gracias a la racionalización y simplificación del mercado de la prensa deportiva, sino que abrieron nuevos caminos hacia el futuro modelo de prensa deportiva que se avecinaba tras la guerra: el predominio de la crónica gráfica, un discurso menos doctrinario, la proximidad con el lector, una mayor simplicidad y brevedad del contenido y una creciente demanda de prensa popular.
Con la disolución de la empresa en octubre de 1920, Masferrer volvió a abandonar la dirección de El Mundo Deportivo y pasó a substituir a Ricard Cabot al frente de Stadium. Un nuevo reto en un nuevo contexto de masificación del periodismo deportivo.
4. Masferrer y la dignificación del periodista de deportes (1911-1920)
El proceso de deportivización y de proliferación del fenómeno deportivo en España entre 1890 y 1910 dio como resultado la aparición de una prensa deportiva especializada pero, también, de secciones de deportes en la mayor parte de los periódicos generalistas publicados en las grandes ciudades a finales de la década de 1910. Ello conllevaba que el número de periodistas especializados en deportes –si bien muchos de ellos alternaban en diferentes rotativos– creciera de manera exponencial. Desde un punto de vista cualitativo, además, el trabajo de los periodistas deportivos de 1910 había cambiado sensiblemente respecto de aquel de los sportsmen amateurs y voluntaristas de 1880 y 1890, que fundamentalmente respondían a los intereses de una asociación deportiva o de un colectivo de amateurs de la cultura física. En la primera década de 1900, los viejos amateurs de la difusión del deporte ya debían convivir con un cierto profesionalismo de corresponsales, redactores que trabajaban para diferentes medios, fotógrafos, cronistas y dibujantes especializados.
En este contexto, y ante el incremento del riesgo por parte del número de periodistas que trabajaban en el seguimiento de modalidades como el automovilismo y otras especialidades de una cierta peligrosidad, Masferrer lideraría en octubre de 1911 la creación de una asociación sindical de periodistas deportivos en la ciudad de Barcelona. La entidad fue creada en el decurso de una reunión celebrada en los locales de la Unión Velocipédica Española el 25 de octubre de 1911 (El Mundo Deportivo, 26 de octubre de 1911). El propio Masferrer reconocería, un tiempo después, que era necesario crear una asociación de ayuda mutua, que “hermanándonos a todos y estrechando más y más los vínculos de compañerismo entre cuantos nos dedicamos a la propaganda del sport por medio de la prensa, cuide y vele por los intereses de todos y por la mayor dignificación de la clase” (Navarro, 1916).
Tras la redacción de sus Estatutos a partir de octubre de 1911, el Sindicato de Periodistas se constituyó formalmente en noviembre de ese mismo año. Sus objetivos fundamentales fueron los de la previsión y el socorro mutuo, dada la peligrosidad a la que se exponían sus asociados. La organización permitió estructurar una plataforma de cooperación entre periodistas de la mayor parte de cabeceras de la ciudad que contaban con redactores especializados en deporte y, sin duda, facilitó el desarrollo de una mayor conciencia de su espacio profesional.
El Sindicato contó con la adhesión de periodistas de medios de gran tradición y prestigio como La Vanguardia, La Tribuna, Diario de Barcelona, El Progreso, La Publicidad, La Veu de Catalunya, El Noticiero Universal o La Prensa, entre otros. Y naturalmente, de representantes de la prensa deportiva como El Mundo Deportivo, Stadium, Eco de Sport, Sport, Boletín Oficial de la UVE y Aviación. En 1916 representaba a más de 40 profesionales del periodismo deportivo barcelonés. Presidido inicialmente por Masferrer entre 1911 y 1913, el Sindicato potenció la colaboración entre los profesionales y supo impulsar actividades de carácter social y deportivo con el propósito de recaudar fondos para la entidad. Masferrer volvió a ser elegido presidente en 1915, en 1926 y en 1928.
5. Conclusiones
El proceso de aparición y consolidación de una prensa moderna en España se produjo, fundamentalmente, en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. Será en aquel momento –y sobre todo durante las décadas de 1920 y 1930– cuando se producirá la cristalización de una prensa de masas “concebida como un negocio”, “que pretende satisfacer los más diversos intereses de una gran y heterogénea cantidad de lectores”, y que superará sin escrúpulos el “modelo decimonónico”, “de predominio ideológico, de escasa paginación, con secciones poco racionalizadas” (Seoane y Saiz, 2007). Sin duda, se trata de “un proceso lento, iniciado tímidamente en pleno siglo XIX”, cuyo punto de inflexión se dio durante los trágicos años de la Primera Guerra Mundial (Gómez Mompart, 1992; Seoane y Saiz, 2007). De hecho, en el caso del periodismo deportivo, la etapa de 1914 a 1920 puede ser tratada como una fase de transición hacia la modernización y la masificación posteriores (Pujadas y Santacana, 2012).
En este contexto de evolución de los modelos culturales periodísticos, la figura de Narciso Masferrer Sala fue decisiva. De hecho, se puede afirmar que toda su actividad en este ámbito tiene como objetivos fundamentales la construcción de un modelo periodístico deportivo moderno. Desde la perspectiva empresarial, Masferrer supo interpretar la necesidad del nuevo periodismo de dotarse de una autonomía financiera que le ayudaría a consolidarse. Desde un punto de vista del discurso, trabajó de manera incansable para ampliar las bases de lectores, incorporando discursos diversos para un público heterogéneo, cada vez más amplio en sus intereses hacia el deporte. También supo conectar los intereses de la prensa deportiva a los de la emergente industria del automóvil y de la bicicleta y, naturalmente, a los intereses socioeconómicos de un país con importantes precariedades culturales y económicas en relación con su entorno europeo. Finalmente, siguiendo los modelos de la gran prensa deportiva francesa e italiana, creó plataformas periodísticas capaces de organizar y desarrollar competiciones, campañas y eventos deportivos de gran magnitud y con un vínculo irrenunciable con el asociacionismo deportivo local en cada caso.
Es cierto que Masferrer Sala casi nunca actuó solo. Como lo es que supo rodearse en gran medida de individuos de un valor incuestionable. Una parte de su obra en el terreno periodístico se debe a la colaboración entre Masferrer y personas experimentadas como Josep Elias i Juncosa, Jaume Grau Castellà, David Ferrer Mitayna, Josep Llunàs i Pujals, Francesc Solé, Jaume Garcia Alsina, Josep Maria Co de Triola, Ricard Cabot, o Manuel Duran i Ventosa, por citar solamente algunos. Sin duda, todos ellos participaron también de este proceso de modernización del periodismo deportivo en Cataluña y en España antes de 1920.
Es necesario reconocer, en última instancia, que la obra periodística de Masferrer –y por tanto su influencia en el conjunto del periodismo escrito deportivo en la España del primer tercio del siglo XX– es inseparable de sus objetivos regeneradores a través del impulso del deporte. Es probable que, sin la existencia de una visión socioeducativa más amplia, Masferrer no hubiera dedicado una parte tan importante de sus esfuerzos y de su vida a transformar el periodismo deportivo autóctono. Sin embargo, su amplia experiencia sobre el terreno y sus conocimientos sobre el periodismo deportivo internacional le permitieron desarrollar una profunda conciencia sobre la necesidad social y cultural de un periodismo especializado profesionalizado, formado y moderno.
La figura de Masferrer Sala es irrepetible. Sin duda porque vivió una época fundacional –en el caso del fenómeno deportivo europeo–, donde todavía debían crearse las infraestructuras del sistema deportivo moderno. También por su hiperactividad, talento y esfuerzo. Pero, muy claramente, por su compromiso con un sistema periodístico deportivo que todavía era incierto y en el que él creyó como herramienta de mejora social y cultural.
Referencias
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