Vic Buckingham: flema británica para el banquillo del Barça. 1970-1971. Primera parte
De Fernando Cuesta FernándezHay entrenadores que dejan tras su paso –breve o dilatado– un buen sabor de boca, y también hay técnicos que hacen aumentar el consumo de vino espumoso cuando hacen mutis por el foro, para que los que se quedan celebren su marcha. El inglés Vic Buckingham pertenecía con todos los honores al primer grupo. El Barça recuperó con él la antañona y entrañable institución del Mister, aquella denominación de origen anglosajona que había acuñado un término precioso para referirse al responsable de dirigir un equipo de fútbol desde el siempre inestable banquillo, y que en el club blaugrana no se aplicaba a un británico desde hacía casi tres décadas (el último había sido el irlandés Patrick O´Connell en 1940).
Mr. Buckingham contaba con dos nada banales argumentos a su favor. Por una parte, el prestigio del que entonces gozaba el fútbol inglés –y el británico en general– entre nosotros. Inglaterra era la vigente campeona del Mundo, tras derrotar en Wembley en el verano de 1966 a la selección de la RFA (República Federal de Alemania), y el Celtic escocés y el Manchester United habían sido los ganadores de la Copa de Europa en 1967 y 1968 respectivamente. No era extraño, por consiguiente, que los técnicos procedentes del Reino Unido gozaran de una alta estima, como sin ir más lejos había ocurrido el verano anterior, cuando el inglés Ronnie Allen fue contratado para dirigir al Athletic de Bilbao. Y por otra parte, Buckingham pasaba por ser nada menos que el descubrir del jugador de moda en el fútbol europeo, el holandés Johan Cruyff, al que había hecho debutar con sólo 17 años en el Ajax de Amsterdam, y que se había convertido en objeto de deseo para el propio Barça…, siempre y cuando se abrieran las fronteras españolas –cerradas desde 1962–, permitiendo el fichaje de futbolistas extranjeros.
Victor Frederick Buckingham –sin nada que ver con el palacio de cabecera de los monarcas del Reino Unido– había nacido en Greenwich, Inglaterra, el distrito del este de Londres por donde pasa el famoso Meridiano, el 23 de octubre de 1915. Como futbolista hizo sus primeras armas en el Northfleet United, en la temporada 34-35, pasando a continuación al Tottenham Hotspur FC, y permaneciendo en el conjunto londinense hasta la fecha de su retirada, en 1949. Pertenecía a una generación de futbolistas británicos que había visto abruptamente interrumpida su carrera deportiva por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, aunque tan accidentado paréntesis no rezaría para su estricto coetáneo, Sir Stanley Matthews, cuyas mejores temporadas llegaron precisamente tras la finalización del conflicto, con 30 años cumplidos, batiendo todos los récords de longevidad y retirándose… ¡en 1965!, cuando ya los Beatles triunfaban en medio mundo. Centrocampista defensivo, Buckingham disputó con los Spurs 230 partidos. Debutó como entrenador, tras hacer sus pinitos en Noruega, dirigiendo a conjuntos amateurs (Oxford University, Pegasus AFC, Bradford Park Avenue AFC), entre 1950 y 1953, y a partir de esta fecha se hizo cargo del West Bromwich Albion, con el que casi consigue un doblete, pues le hizo campeón de la FA Cup en 1954, y subcampeón de Liga en esa misma campaña 53-54. Allí va a tener a sus órdenes a un delantero centro de gran olfato goleador llamado Ronnie Allen, con quien coincidirá años más tarde en España.
En 1959 dejó Inglaterra para ponerse al frente del Ajax de Amsterdam, donde consiguió el campeonato de la Eredivisie en 1959-60.
En 1961 regresó a su país, como técnico del Sheffield Wednesday, con el cual se enfrentó al Barcelona en cuartos de final de la Copa de Ferias de la edición de 1961-62, venciendo por 3 a 2 sobre un terreno cubierto de nieve en el estadio de Hillsborough –el mismo que sería escenario de una gran tragedia el 15 de abril de 1989, cuando 96 personas resultaron muertas a causa de una avalancha durante una semifinal de la FA Cup entre el Liverpool y el Nottingham Forest–, pero cayendo eliminado en el “Camp Nou” al sucumbir por 2 a 0, con goles de Evaristo y Kocsis. Su reputación, no obstante, va a verse de algún modo empañada cuando en 1964 se le relacionó con un escándalo referente a las apuestas, en el cual se vieron involucrados tres futbolistas de su equipo. Aunque nunca pudo probarse su intervención en el caso, tres jugadores del SW fueron declarados culpables de aceptar sobornos para amañar un partido en diciembre de 1962, y sentenciados a diversas penas de cárcel e inhabilitados de por vida para la práctica del fútbol profesional.
En 1964 regresa al fútbol holandés, y nuevamente al Ajax, donde el 15 de noviembre de 1964 va a hacer debutar frente al GVAV Groningen a un flaco muchachito de tan sólo 17 años y de nombre Johan Cruyff. No consigue el título liguero (que fue para las vitrinas del Feyenoord), y retorna a su país para dirigir al Fulham durante tres temporadas, hasta que en 1968 viaja hasta Grecia, donde se hará cargo del modesto Ethkikos de Pireo. Al comenzar el invierno 1969-70, y tras unos meses de descanso, le encontramos ya dispuesto para iniciar una nueva aventura, para conocer otro país y otro fútbol, de la mano de la nueva Junta Directiva capitaneada por Agustín Montal, con toda su larga experiencia a cuestas, y la innegable elegancia de todo un gentleman británico, sombrero incluido. En un principio, su contrato es únicamente hasta el final de la temporada 69-70.
SU CREDO FUTBOLÍSTICO
Convendría hablar un poco de la filosofía de Vic Buckingham como técnico, antes de pasar al relato de sus avatares durante el año y medio en el que ocupó el complicadísimo banquillo del Barça. Este londinense alto e inteligente (había estudiado incluso Economía), le hablaba así acerca de su trabajo al periodista Santiago Codina, en una interviú publicada en las páginas de La Actualidad Española:
”Para ser un buen entrenador no resulta indispensable haber sido antes un buen jugador, pero si considero preciso haber sido futbolista profesional, sin necesidad de haber llegado a ser un superclase. Con haber conocido el fútbol por dentro es suficiente. Ahora bien, no cabe duda que el hecho de haber sido un gran jugador, un renombrado internacional, ayuda mucho. Pero no basta. Prueba de ello es que muchos futbolistas que habían triunfado clamorosamente en los campos de juego quisieron luego ser entrenadores y fracasaron en esta actividad. La razón está en que esa capacidad que habían tenido para jugar al fútbol no la han tenido para transmitir sus conocimientos. Los conocimientos son necesarios, pero las facultades para saber transmitirlos también. Los jugadores deben ver en el entrenador a uno de ellos. Uno que sabe lo suficiente para enseñarles algo que ellos todavía desconocen. Y que sabe, además, el modo de enseñárselo. Entonces los jugadores te respetan. Y entonces eres un buen entrenador”.
Y prosigue: “El balón es la herramienta de trabajo para el jugador. Por tanto, este debe dominarlo a la perfección. Pero debe también conseguir el máximo provecho de tal dominio. Durante el partido, no todo depende de lo que uno hace, sino también de lo que haga el contrario. Nunca hay que olvidar esta verdad. Y como nunca se sabe lo que el contrario va a hacer, instintivamente hay que acertar con la reacción adecuada. Tengo mis técnicas previendo esto. Trátase de ejercicios colectivos con el balón, donde lo inesperado se produce, donde los reflejos mentales son tan importantes como la destreza en el manejo de la pelota”.
Acerca de la preparación física decía lo siguiente:
“Indudablemente la preparación física es esencial. Si las fuerzas no responden, poco sirve la clase de un jugador. Ahora bien, al enfocar los ejercicios tendentes a mejorar la forma física de los jugadores, no hay que olvidar que aquella va a ser empleada cara al balón. Y aplicada al juego del fútbol. En consecuencia, a través de esos ejercicios, ha de estimularse la rapidez de reflejos, unir el esfuerzo a la mente, someter aquel al buen resultado de la acción. Por otra parte, y puesto que esa clase de ejercicios acostumbran a ser los más tediosos en el entrenamiento, hay que romper la rutina, de modo que los jugadores no sólo se limiten a imitar, sino también que el desarrollo de tales ejercicios les obligue a pensar, a tener la mente atenta y en plena tensión”.
Y añadía, hablando de los ejercicios de contacto personal:
“Por regla general, el contacto físico entre los jugadores de uno y otro bando queda reglamentariamente excluido del fútbol, pese a lo cual inevitablemente se producen cargas, encontronazos, trabazones…Pues bien, de cada una de esas situaciones imprevistas el jugador debe saber zafarse con ventaja. De ahí la importancia que yo doy a estos ejercicios, máxime cuanto que los mismos ayudan a vencer la timidez, a no temerle al choque ni a la corpulencia del adversario. Y contribuyen, por tanto, a que los jugadores ganen seguridad y confianza en sí mismos”.
Tenía las cosas muy claras, y no se andaba por las ramas:
“Sin buenos jugadores ningún entrenador puede triunfar. Cuando un profesional del fútbol ficha por un club como el Barcelona, en cuanto a técnica y dominio del balón poco o nada le queda por saber, y por consiguiente su preparación debe centrarse en mejorar su condición física –porque saber sin poder de nada sirve– y conseguir el acoplamiento de su juego al de los demás”.
Confesaba su admiración hacia Matt Busby, manager del Manchester United, quien a mediados de los años 50 dio la alternativa a una brillante y joven generación, y tras la tragedia de Múnich no se desalentó y supo hacer otro nuevo equipo, que finalmente ganaría la Copa de Europa. Consideraba también al fútbol inglés como el mejor del mundo en aquel momento, tanto en juego como en organización, y por lo tanto comprendía que fuese el modelo para muchos clubes de otros países. No obstante opinaba que eso no se conseguiría a corto plazo, y que era un error pensar lo contrario, pues las mentalidades de los jugadores eran distintas, y también las costumbres de los clubes, y por lo tanto la transformación sólo podía llegar de manera gradual:
“Así, en el Barcelona, ello lo han de conseguir los jugadores y el club por sí mismos y no porque yo esté aquí. Yo lo único que puedo hacer es tratar de inculcar lo mejor del fútbol inglés al servicio de un club español”.
Decía esto con respecto a su forma de trabajar:
“Tengo mi propio sistema de entrenar. Pero mentiría si dijera que es totalmente original. Los viajes, la experiencia y los conocimientos adquiridos han contribuido a establecer mis particulares sistemas. Yo, como entrenador, me creo inteligente, pero no creo saber más que nadie. Eso sí, soy muy buen observador. Y como que he visto a muchos y excelentes preparadores en pleno trabajo, consciente o inconscientemente, he adoptado algunos de sus métodos, de sus ideas. De igual forma que muy posiblemente ellos hayan adoptado alguno mío Por otra parte, nunca se sabe bastante. Siempre se puede aprender más. Y yo creo tener una mente receptiva, siempre dispuesta a captar ideas ajenas que combinar con las propias”
Definía de la siguiente forma al entrenador ideal:
“Ante todo, debe tener consideración y respeto hacia los jugadores, pero exigirles a ellos que también le respeten. El trato reciproco debe ser un trato entre caballeros. Debe de hacer gala de tacto y psicología, pues no todos los jugadores son iguales”.
Para él los grandes jugadores eran de algún modo equiparables a los artistas:
“Y los artistas a veces tienen sus rarezas, y hay que saber comprenderlos, siempre y cuando no peligre la disciplina”
No veía muchas diferencias sociales y temperamentales entre los futbolistas británicos y los españoles, porque, por regla general, tanto en las islas como en España los futbolistas procedían de la clase obrera, y merced al deporte se habían convertido en personajes populares y habían mejorado socialmente. Ello entrañaba ciertas reacciones temperamentales que había que saber comprender. Consideraba también, cuando se le preguntaba acerca del porcentaje de responsabilidad que le correspondía al entrenador en los éxitos y los fracasos del equipo, que este era alto en los fracasos y bajo en los éxitos. Que los campeonatos los ganaban los jugadores, y los perdía el entrenador. Y proseguía, desgranando los requisitos necesarios para ejercer positivamente su difícil profesión:
“El entrenador debe tener la edad suficiente para, sin ser viejo, ser ya veterano y muy experimentado en el oficio. Debe ser algo filósofo para saber reflexionar y analizar, también algo psicólogo para comprender las mentalidades ajenas. Debe ser laborioso, sincero y honesto, y no debe jamás considerarse más importante él que el equipo o el club dónde trabaja. Debe saber la forma de conseguir el máximo rendimiento físico de los jugadores a sus órdenes, debe lograr que la destreza propia de los mismos pueda manifestarse plenamente durante los noventa minutos que dura un partido, debe saber estimular la capacidad mental y los reflejos psíquicos de estos jugadores, y debe también saber acrecentar al máximo su capacidad de combate, su espíritu luchador aplicado al fútbol”.
Como ayudante suyo, Buckingham va a contar con los servicios de Ted Drake, toda una leyenda en el fútbol inglés de antes de la Segunda Guerra Mundial. Edward Joseph Drake (Southampton, 1912-Londres, 1995), jugaba como delantero centro (amén de practicar también a un gran nivel el criquet), y tras iniciarse en el club de su ciudad natal, The Saints, pasó a unirse en 1934 al gran Arsenal creado por el entonces recientemente fallecido Herbert Chapman, equipo que dominó las competiciones inglesas durante la década de los 30. Ariete fuerte, poderoso y pleno de bravura, fue cinco veces internacional con los Pross (marcando 6 goles), pero su brillante trayectoria también resultó bruscamente cercenada por la guerra, durante la cual combatiría enrolado en la RAF como piloto, no sin antes dejar un excelente registro personal de 238 partidos disputados entre Primera y Segunda División, con un balance de 171 goles en su haber. Retirado a los 33 años a causa de una lesión, se convirtió en entrenador, dirigiendo al Chelsea londinense durante 9 temporadas –de 1952 a 1961–, en las que conseguiría el campeonato de Liga de la campaña 54-55. Fue el segundo de Buckingham durante tan sólo 6 meses, pero aun así tuvo tiempo de sembrar en el “Camp Nou” valiosas enseñanzas.
HISTORIA DE MEDIA LIGA
En la decimoséptima jornada del Campeonato Nacional de Liga, al Barcelona le correspondía visitar el Estadio de “Riazor”, para enfrentarse a un Deportivo de La Coruña en apuros. En el terreno gallego se sentará por primera vez en el banquillo azulgrana Mister Buckingham. El técnico inglés aun no dominaba, lógicamente, el castellano (ni por supuesto el catalán), por lo que el club va a poner a su disposición durante varios meses a un intérprete, un norteamericano apellidado Getman. El partido se saldará con un triste empate a cero, pero, bueno, al fin y al cabo “punto es punto…”. Esta fue la primera alineación presentada por el entrenador británico: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Marcial, Zaldúa, Castro y Pujol. Como puede verse, un equipo muy similar a los que venía alineando Seguer.
A la jornada siguiente visita el “Camp Nou” el Pontevedra, otrora equipo correoso donde los hubiera, pero en aquellos momentos hundido en la cola de la clasificación y prácticamente con un pie ya en Segunda, a pesar de que aún restaba casi media Liga por disputarse. Discreta victoria azulgrana por 2 a 0 con un juego que no acababa de convencer a nadie. Los dos goles barcelonistas fueron marcados por Martí Filosía (que sería expulsado en el minuto 34 de la primera parte, por propinarle una patada a un contrario, algo que no se compadecía mucho con su supuesta frialdad) y Gallego, que estaba convirtiéndose en uno de los principales argumentos ofensivos del Barça, sino el que más. Buckingham alineó a los siguientes hombres para su presentación en el Estadio: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Marcial (Romea), Martí Filosía, Fusté (García Castany) y Castro. Al finalizar el encuentro, llamó poderosamente la atención una frase del técnico debutante, reproducida en la primera página de la influyente Revista Barcelonista (RB): “Voy a formar mi equipo para 1974”. Palabras que indicaban un profundo desconocimiento acerca de la peculiar idiosincrasia del fútbol español, tan diferente en tantas cosas del británico, y que se caracterizaba, sin ir más lejos, por la absoluta falta de respeto hacia el trabajo de los entrenadores, a los que no solía otorgárseles confianza y continuidad en cuanto los resultados se torcían un poco.
Muy pronto le va a llegar al manager inglés su primer compromiso serio, pues el bombo quiso que en la Copa de Ferias se enfrentaran dos históricos venidos a menos, Barcelona e Inter de Milán. El primer partido se va a jugar en el “Camp Nou”, con el aliciente añadido de ver de nuevo en acción a un Luís Suárez ya muy veterano, aunque ahora sin Helenio Herrera dirigiéndole desde la banda, pues al Mago le había sustituido un técnico casi homónimo, el hispanoparaguayo Heriberto Herrera, HH II. Boninsegna adelantará en el marcador a los lombardos, empatará Fusté –que resultó lesionado en el momento de conseguir el gol–, y deshará la igualada el italiano Bertini. Esta fue la alineación barcelonista: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Castro, Martí Filosía, Fusté (García Castany y luego Romea) y Pujol.
El Barça arrancará un muy meritorio empate al domingo siguiente, en la cancha de uno de los dos grandes favoritos al título, el Athletic de Bilbao (el otro era el Atlético de Madrid). El partido tenía también el interés de enfrentar a dos técnicos británicos, pues el banquillo de “San Mamés” estaba ocupado por el inglés Ronnie Allen, viejo conocido de Buckingham. La expedición azulgrana aprovechó el desplazamiento para depositar una corona de flores sobre la tumba del que fuera gran árbitro internacional español, el vizcaíno Juan Gardeazábal, recientemente fallecido. Y ya sobre el terreno de juego, Buckingham estuvo muy cerca de ganarle la partida a su compatriota Allen, y si no lo logró fue a causa de un penalty por manos involuntarias de Gallego, que les sirvió a los Leones para conseguir el definitivo empate a uno. Uriarte convirtió en gol la pena máxima, mientras que Pujol hacía el tanto de un Barça que formó con: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Castro y Pujol.
Antes del encuentro el técnico británico concedió una entrevista a La Actualidad Española, en la que declaró lo siguiente: “Me interesaba el Barcelona. Es un equipo grande e histórico, por eso no lo dudé cuando me llegó la proposición. Ahora bien, en el Barcelona actual hay cosas que no andan derechas. Si en seis meses no consigo ponerlas como una vela, me voy” (¿ya no veía tan fácil llegar a 1974?). Al haberse incorporado tarde al Barça, consideraba que ya no podía optar al tíitulo liguero, y todas sus aspiraciones se reducían a alcanzar una buena clasificación, que cifraba en un cuarto o quinto puesto, pero con vistas a la Copa mantenía las máximas ilusiones.
Y a la semana siguiente, en partido televisado en directo, aguardaba el otro conjunto vasco de Primera División, la Real Sociedad de San Sebastián. Marcó muy pronto Juan Carlos, pero empataría Silvestre y los donostiarras se cerrarían muy bien atrás, fieles a su fama y a su estilo, hasta que Rexach deshizo la igualada en los últimos compases del encuentro, al transformar un máximo castigo. Esta fue la alineación azulgrana: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Castro y Pujol. En la clasificación general el Barça figuraba con 22 puntos, en la séptima plaza, a seis del líder, el Athletic de Bilbao.
Comienza el mes de febrero con el desplazamiento a Milán para disputar el partido de vuelta de la eliminatoria de Copa de Ferias. Y la niebla va a ser la gran protagonista del encuentro, puesto que a los 33 minutos de juego de la primera parte el árbitro se verá obligado a suspender el partido, cuando ganaban los milaneses por 1 a 0. En un principio se esperó durante un buen rato, por ver si remitía la espesa bruma que impedía casi por completo la visión, pero ello no ocurrió, y el juez de la contienda no tuvo más remedio que suspender definitivamente el choque, que se jugaría de nuevo desde el minuto 1, con el marcador a cero, a la semana siguiente. Así formó el equipo barcelonista en este encuentro fantasma: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Castro y Pujol.
Entre medias, los azulgranas acudirán a la “Nova Creu Alta” para medirse con el Sabadell. En un partido loco los vallesanos van a remontar un 0 a 2 adverso, y acabarán imponiéndose por 3 a 2, con un par de tantos del ex barcelonista Marañón, que estaba atravesando por su mejor momento futbolístico con más de 30 años de edad. Rexach y Alfonseda hicieron los goles de un Barça que acabó defraudando a los muchos seguidores que le habían acompañado hasta el feudo arlequinado, donde formó de la siguiente manera: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza (Romea); Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Castro (Sanjuán) y Pujol. A continuación, el equipo tomó de nuevo el avión para desplazarse hasta Milán. En esta oportunidad la niebla no va a ser ya un obstáculo –el partido se jugó a mediodía– pero el marcador final, 1 a 1, supondrá el definitivo adiós del Barça a la competición. El tanto blaugrana lo marcó Rexach, y se malograron ocasiones para superar o igualar al menos la eliminatoria. Este fue el equipo que puso en liza Mr. Buckingham en su segunda visita a “San Siro” en una semana: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté; Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Martí Filosía y Pujol (Castro).
El siguiente compromiso liguero llevaría al Sevilla hasta el “Camp Nou”, con muchas ganas de revancha para los catalanes a causa del 3 a 0 de la primera vuelta. También le añadía atractivo al choque la presencia de Max Merkel en el banquillo hispalense, puesto que el austríaco era el técnico elegido por Baret para entrenar al equipo azulgrana en caso de haber ganado las elecciones. Sin embargo, el encuentro no respondió en absoluto a la expectación despertada. Ganó el Barça merced a un solitario gol de Juan Carlos, conseguido a cinco minutos del final, y formó con: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Marcial; Rexach, Fusté, Alfonseda, Juan Carlos y Castro. Tras este partido los de Buckingham ocupaban la octava plaza de la clasificación general.
Se inicia marzo con la visita al terreno del otro máximo aspirante al título, el Atlético de Madrid. El juego del Barça deja bastante que desear, pero se cosecha un resultado muy positivo, empate a uno. El equipo barcelonista consiguió igualar gracias a un sorprendente disparo de Rexach desde casi el centro del campo, que pilló en la inopia al cancerbero local Rodri. A los 36 minutos de la primera parte resultó expulsado Quimet Rifé. Esta fue la alineación azulgrana en el “Vicente Calderón”: Reina; Rifé, Ramoní, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Marcial, Martí Filosía, Fusté y Romea (Alfonseda).
El Barça va a imponerse por la mínima –1 a 0– en el siguiente partido disputado en el “Camp Nou” ante el Valencia. La gran noticia de la tarde la constituyó el hecho de que el solitario gol que valió los dos puntos fue logrado por Marcial, que hasta la fecha había sido incapaz de perforar las redes contrarias, extremo que tenía bastante preocupados tanto a los técnicos como a los seguidores barcelonistas, que se hacían cruces acerca de la sequía goleadora de un jugador de tanta clase. Este fue el equipo que derrotó a los Chés: Reina; Rifé, Ramoní, Eladio; Torres, Fusté; Rexach, Marcial, Zaldúa, Martí Filosía y Alfonseda. Después del partido, Mr. Buckingham pronunció otra frase que no tenía desperdicio: “No cambié a ningún jugador al no permitir el reglamento todas las sustituciones que hubiera deseado hacer”. Y si Marcial acababa de estrenarse como goleador, al domingo siguiente iba a ser el propio Barça quien iba a estrenarse como vencedor en campo contrario, ya que hasta entonces únicamente había sido capaz de arrancar empates en sus desplazamientos. La víctima será el Celta de Vigo en “Balaídos”, en partido también televisado en directo a toda España. Los azulgranas triunfaron por 1 a 2, con tantos de Zaldúa y Martí Filosía y esta alineación: Reina; Rifé, Gallego, Zabalza; Torres, Fusté; Rexach, Zaldúa, Martí Filosía, Marcial y Alfonseda. Después de esta jornada, la tabla de realizadores barcelonista continuaba encabezada por Gallego y Rexach, con seis goles cada uno.
Por estos mismos días, las máximas instancias rectoras del deporte español van a desestimar de nuevo la posibilidad de abrir la puerta a la contratación de jugadores extranjeros. Por lo visto en el Barça se habían hecho ciertas ilusiones de que la prohibición, existente desde 1962, podía ser derogada –con lo cual quedaría expedito el camino para el fichaje de Cruyff–, pero al parecer varios clubes que de forma oficiosa se habían mostrado favorables a la apertura de nuestras fronteras futbolísticas, se volvieron misteriosamente atrás en el último momento, ignorándose las razones. Por otra parte, comienza a rumorearse el interés del Barça por el interior izquierdo ilicitano Asensi, uno de los pocos valores jóvenes de nuestro fútbol con auténtica proyección.
Los últimos resultados positivos habían catapultado al Barça hasta el tercer lugar de la tabla con 31 puntos, aunque todavía se hallaba a 6 del líder, el Athletic de Bilbao, y por lo tanto prácticamente descartado para la lucha por el título. Dicha trayectoria triunfal la va a corroborar el duro correctivo que se le infligirá al Mallorca, que va a caer por 5 a 1 en el “Camp Nou”, en un buen partido de la delantera azulgrana, alcanzando por primera vez en la temporada dicho guarismo en el marcador. Martí Filosía –en dos ocasiones–, Fusté, Zaldúa y Alfonseda fueron los goleadores de un Barça que formó con: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté; Rexach (Pujol), Zaldúa, Martí Filosía, Marcial y Alfonseda.
El día 19 de marzo, festividad de San José, el Barça va a desplazarse hasta la barriada barcelonesa de Sant Andreu –cuyo equipo representativo militaba entonces en la categoría de plata del fútbol español– para enfrentarse a los locales en el encuentro de inauguración de su nuevo terreno de juego. Los azulgranas se anotaron el triunfo merced a un gol de Fusté. Y en la jornada 27 de Liga, un nuevo positivo, esta vez cosechado en “Los Cármenes”, frente al Granada (0 a 0), y con la siguiente formación: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté; Rexach, Zaldúa (Zabalza), Martí Filosía, Marcial y Alfonseda. Se daba la curiosa circunstancia de que Mr. Buckingham aún no había visto perder al Barça en el Torneo de la Regularidad, puesto que en su única derrota de la segunda vuelta –en Sabadell– el técnico inglés no se encontraba presente, sino de viaje en Holanda.
Y parecía también que al fin el “Camp Nou” se había abonado a los goles, porque en el siguiente encuentro en el feudo barcelonista estos van a conseguirse con profusión: Barça 4 Real Zaragoza 2. Rexach y Alfonseda pusieron un claro 2 a 0 en el marcador, pero los zaragocistas Quirós y Villa obtuvieron la igualada, para ser de nuevo Alfonseda y por último Eladio quienes lograsen el resultado definitivo. Esta fue la alineación azulgrana en un entretenido partido ya casi primaveral: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté; Rexach, Zaldúa (Zabalza), Martí Filosía, Marcial y Alfonseda (García Castany). Pero la tendencia se quiebra en el último compromiso liguero celebrado en el Estadio, en la jornada 29: Barça 0 UD. Las Palmas 0. Vuelta a las andadas, decepción…y pañuelos en las gradas. Estos fueron los protagonistas de un anodino choque: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Fusté, Martí Filosía, Marcial y Alfonseda. Y otra comentada frase de Mr. Buckingham: “Les aseguro que yo también sentí deseos de sacar el pañuelo”.
La Liga 69-70 toca a su fin en Elche, y el Barça no va a poder conseguir su objetivo de terminar el campeonato en tercer lugar. Los locales se juegan la permanencia, y triunfarán por 1 a 0, con gol de Asensi, precisamente el jugador que pretendía el Barça. Este fue el equipo que perdió en “Altabix”: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach (García Castany), Fusté, Martí Filosía, Marcial y Alfonseda. El Atlético de Madrid se proclamaría campeón del torneo por delante del Athletic de Bilbao, tras un emocionante mano a mano entre ambos conjuntos rojiblancos. Descendieron a Segunda Pontevedra, Mallorca y Deportivo de La Coruña. El Barça se clasificó en cuarto lugar, con 35 puntos y un balance de trece victorias, nueve empates y ocho derrotas. Había marcado 40 goles y encajado 31. Su eficacia rematadora, como se ve, seguía bajo mínimos, con una misérrima media de poco más de un gol por partido.
EL GURUCETAZO
Esta temporada el Español militaba en Segunda División (al final ascendería, junto con Sporting de Gijón y Málaga), pero no por ello los aficionados van a verse privados de vivir la especial emoción de un derbi. El sorteo quiso que culés y periquitos se enfrentasen en la primera ronda de la Copa del Generalísimo, y el partido de ida corresponde disputarlo en “Sarriá”. Allí salta la sorpresa, pues los blanquiazules –con los que debutó un muchachito de 18 años llamado Daniel Solsona– van a imponerse por 2 goles a 1. Marcó primero Amas, empató Alfonseda, y obtuvo el gol de la victoria blanquiazul un jugador con pasado barcelonista, Giralt. Este fue el equipo presentado por Buckingham: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos (Zabalza); Alfonseda, García Castany, Marti Filosía, Marcial (Rexach) y Pujol.
Y en un partido amistoso jugado en la localidad costera de Calella va a reaparecer, antes de lo esperado, Miguel Ángel Bustillo, ausente del equipo desde su desgraciada lesión en el primer partido de Liga. Y mientras unos reaparecen, llenos de ilusión por hacerse con un puesto en el once titular, otros van preparando las maletas. El próximo 30 de junio terminaban contrato cuatro jugadores de la plantilla barcelonista: Pellicer, Martí Filosía, Zabalza y el guardameta Valiente, incorporado al equipo esta temporada. Martí Filosía y Zabalza eran relativamente optimistas de cara a la renovación, todo lo contrario que Pellicer. Lo curioso del caso es que también Valiente –al fin y al cabo, el cuarto portero– confiaba en renovar…
La vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa deparará un partido flojísimo en el “Camp Nou”, aunque el Barça no va a encontrar grandes dificultades para superar al Español. 3 a 1 en el marcador, con tantos de Gallego, Martí Filosía y Pujol por los azulgranas, y Mingorance para los blanquiazules, y la siguiente alineación: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté (Juan Carlos); Rexach, Marcial, Alfonseda, Martí Filosía y Pujol. Ante un panorama tan triste en lo deportivo, una de las pocas cosas capaces de ilusionar a la afición eran los fichajes, y uno de muchas campanillas va a hacerse por fin realidad. Tal cómo se rumoreaba insistentemente en las últimas semanas, el centrocampista internacional del Elche Juan Manuel Asensi suscribe contrato con el Barcelona. Las cifras de la operación son exorbitantes, y la revista RB calcula que el traspaso le costará al Barcelona un total de 21 millones de pesetas, pues la marcha de los defensas Sanjuán y Romea al club franjiverde forma parte de los flecos.
El próximo adversario en la Copa es el Celta, otro equipo asequible sobre el papel, aunque en la ciudad viguesa el rendimiento barcelonista continúa siendo muy pobre, y el equipo regresa para Barcelona con un 1 a 0 en contra, que sin embargo no parece constituir un obstáculo insalvable. Estos fueron los que jugaron en “Balaídos”: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Martí Filosía, Zaldúa (Castro), Marcial y Pujol. En la vuelta, tal como se preveía, el Barça tampoco va a pasar excesivos apuros para eliminar a los celestes, aunque todos los goles llegaron en la segunda parte, tras una primera mitad muy floja. Reapareció en partido oficial Bustillo, y lo celebró marcando en un remate de cabeza desde cerca y sin mucha dificultad. Los otros dos tantos los hicieron Torres y Marcial. Esta fue la alineación barcelonista: Reina; Rifé, Gallego Eladio; Torres, Juan Carlos (Castro); Rexach, Martí Filosía, Bustillo, Marcial y Pujol.
Pero muy pronto se van a acabar las peritas en dulce, porque el siguiente adversario es nada más ni nada menos que el Real Madrid. El partido de ida se disputa en el “Santiago Bernabéu”, un campo que a Bustillo le traía recuerdos agridulces, recuerdos de dos goles marcados en cinco minutos fulgurantes de juego barcelonista, y también de una gravísima lesión que le había mantenido en dique seco durante todo el campeonato. Y en un alarde de absoluta carencia de deportividad, el jugador va a ser recibido con insultos por parte de algunos aficionados cuando salte –todavía en ropa de calle– junto a sus compañeros para inspeccionar el estado del césped antes del partido. Partido que, por cierto, no va a pintar nada bien para los intereses azulgranas, aunque a tenor del juego desplegado por ambos equipos la victoria madridista por 2 a 0 pueda antojársenos corta. Fue muy protestado uno de los goles merengues, al considerar los jugadores barcelonistas que Amancio arrancaba en posición de fuera de juego. Actuaron los mismos once futbolistas que habían eliminado al Celta, con la única salvedad de la sustitución de Pujol por Alfonseda en el segundo tiempo.
Con el 2 a 0 adverso, sin embargo, aún no estaba todo perdido. Era una misión muy complicada empatar la eliminatoria, y ya no digamos superarla, pero teniendo en cuenta que el Barça jugaría una hipotética prórroga al calor de su afición –a la que nada le motivaba tanto como los duelos contra los blancos–, todavía existían fundadas esperanzas de poder dar la campanada. El partido iba a jugarse un sábado por la noche, concretamente el día 6 de Junio de 1970. Por primera vez en bastantes años no estaba presente la televisión, y como juez de la contienda había sido designado un joven árbitro guipuzcoano nuevo en la categoría y en la plaza: José Emilio Guruceta Muro. Los barcelonistas se aprestaban a vivir una noche que deseaban fuese mágica y también histórica. Y de hecho lo va a ser, pero por razones muy distintas de las que ellos y ellas esperaban…
Casi al final del primer tiempo, Rexach lanzó uno de aquellos durísimos disparos suyos, marca de la casa, y el balón, después de tocar en ambos postes, se introdujo en la meta blanca. La remontada parecía posible, y el segundo tiempo se anunciaba épico, con un Barça poniendo cerco continuo al marco madridista. Pero, antes de que llegase el anhelado segundo gol azulgrana, hacia el minuto 14 de la reanudación, se va a producir uno de esos hechos destinados a pasar a los anales de nuestro fútbol. Velázquez, protagonizando una contra en solitario y a punto ya de entrar en el área, es derribado por Quimet Rifé con una entrada por detrás. Hoy en día algo así hubiese supuesto la expulsión del defensor, pero en 1970 se castigaba únicamente pitando la falta, que era lo que el numeroso público congregado en el “Camp Nou” esperaba. Mas cual no sería su sorpresa, cuando vieron que el señor Guruceta –que se encontraba siguiendo la rápida jugada desde el centro del campo, bastante alejado del lugar de autos– iniciaba un vertiginoso sprint para señalar inapelablemente el punto de penalty.
Tan clamoroso error arbitral, dadas las especiales circunstancias que acompañaban al choque, iba a producir un verdadero conflicto de orden público. Las protestas arreciaron en las gradas, el césped se llenó de almohadillas, y los jugadores del Barça se comieron literalmente a Guruceta, tratando de que se volviese atrás en su decisión, pero todos sus esfuerzos fueron en vano. El máximo castigo fue transformado finalmente por Amancio estableciendo el empate, pero el partido ya estaba sentenciado. El capitán barcelonista Eladio fue expulsado por mofarse del colegiado (según el acta, “por aplaudirle con ambas manos”), y el juego prosiguió a duras penas –incluso hubo un conato de abandono por parte de los azulgranas–, entre un continuo griterío y un masivo lanzamiento de almohadillas, hasta que en un momento dado el público decidió invadir el césped, cosa que hicieron por millares, sin que las fuerzas de seguridad presentes en el Estadio fueran capaces de impedírselo. Ante tan graves hechos, Guruceta dio por terminado el encuentro unos cinco minutos antes de su reglamentaria finalización. La Policía Armada acabó por cargar contra los espectadores rebeldes para disolver aquella espontánea manifestación, produciendo numerosos contusionados, y luego los incidentes prosiguieron en el exterior, desplazándose centenares de aficionados hasta la fuente de Canaletas y la zona superior de las Ramblas, donde continuaron hasta avanzada hora de la madrugada dando rienda suelta a su herido sentimiento culé. Esta fue la alineación barcelonista que vivió en primera persona uno de los acontecimientos más memorables de toda la historia del club: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Marcial y Pujol. Por supuesto, y con dicho resultado, el Barça quedaba eliminado de la Copa.
Durante días, la España futbolística no habló de otra cosa. El club azulgrana cursó inmediatamente dos enérgicos telegramas de protesta, uno dirigido a la Delegación Nacional de Deportes, y el otro a la Federación Española de Fútbol. Y al fin y al cabo puede decirse que va a salir bastante bien librado de todo el asunto, pues el “Camp Nou” no sería clausurado a causa de los gravísimos incidentes acaecidos –solamente se le apercibió al Barça que si volvían a repetirse unos hechos similares, se le cerraría el recinto–, y la entidad recibirá una sanción económica (90.000 pesetas) que hoy se nos antoja discreta, siendo suspendido Eladio durante dos partidos oficiales. Guruceta, en cambio, va a ser tratado con mucha mayor severidad, puesto que será inhabilitado por espacio de seis meses, lo cual motivó la dimisión del presidente del Colegio Nacional de Árbitros, señor Plaza, dimisión que por cierto retiraría pocos días después.
Tal vez no tenga nada que ver con todo esto –o tal vez sí–, pero semanas más tarde se va a producir un relevo en la cumbre del deporte español, donde José Antonio Samaranch, el hombre bajo cuyo mandato se acuñó el popular slogan “Contamos contigo”, será sustituido por otra personalidad catalana, y precisamente procedente del propio Barça, Joan Gich Bech de Careda, a la sazón su gerente. En breve sería también aprobada una generosa subvención oficial a fondo perdido – 50 millones de pesetas–, que a la entidad barcelonista le va a venir de perlas para acometer las obras de construcción de un pabellón polideportivo acorde con su categoría (el futuro Palau Blaugrana), y también las de la Pista de Hielo, algo que sin duda iba a redundar en breve plazo, y de manera muy positiva, en el rendimiento de algunas secciones cuasi profesionales del club, como eran las de Baloncesto, Balonmano o Hockey sobre Patines.
No podemos dejar pasar la ocasión sin tomar prestado un significativo artículo publicado por Manuel Vázquez Montalbán en las páginas de la revista Triunfo, el órgano de referencia de la izquierda española, al igual que el ya reseñado del otoño anterior ( “Barça, Barça, Barça: más allá del fútbol”). Se titulaba “Noche de amor y guerra en el Nou Camp” (sic), y esta era la particular versión de los hechos por parte de tan destacado intelectual y escritor:
“Veinte, treinta mil almohadillas llenan la noche de extrañas coloraciones, y detrás de las almohadillas surgen los primeros espectadores. No saltan para agredir al árbitro. Saltan para decir a los jugadores que se vayan. Se mezclan algunos seguidores del Real Madrid con sus gorras blancas, dispuestos a conseguir las elásticas de sus jugadores. Pero la oleada de gente va en aumento. El señor Guruceta empieza a inquietarse. Nadie le tocó ni un pelo en toda la noche, pese a que estuvo rodeado por cinco mil personas; pero alguien le aconseja el pies para qué os quiero y el hombre, con sus liniers, inicia la lucha contra el cronómetro y corre como John Carlos en sus mejores tiempos y, puesto a correr, igual le da el terreno llano que los escalones que le abren la puerta del vestuario. El campo ya es del pueblo; cinco, seis, diez mil personas pasean banderas del Barça, gritan el nombre del club, avanzan hacia el palco presidencial. El espectáculo supera al mejor partido que ustedes hayan visto en su vida. Los colores del verano y el entusiasmo de los cuerpos, el césped verde, las amapolas-almohadillas, la noche de azul oscuro, cohetes, banderas azulgranas y una íntima, total satisfacción de las gentes más ecuánimes, incluso los burgueses con puro de tribuno gritan por fin… ¿Por fin, qué? La respuesta está en un pozo oscuro, profundo, que tal vez algún día pueda clarificarse. La fiesta, en el césped, la protagonizan los espectadores de las localidades más económicas, que han saltado todas las barreras habidas y por haber y han llegado al ágora verde e iluminada (…) Hoy es fiesta. Se respira libertad y la noche tiene los colores más propicios. El público grita, aplaude, jalea el “¡Barça, Barça, Barça!” por encima de la derrota que ya asumen, pero paladeando la victoria estética y moral de una noche en la que el público cree hacer justicia, cree vencer por encima del Comité de Competición, de la Real Federación Española y de unos cuantos etcéteras”.
En otro orden de cosas, la Junta Directiva del Barça, aparte de seguir protestando por el Caso Guruceta, va a tomar varios acuerdos. Concede la baja a Pellicer y a Valiente, renueva a Zabalza y a Martí Filosía, y también al entrenador, Mister Buckingham, a este por el plazo de un año. Aparte de estas decisiones, se procede a la contratación de otros dos futbolistas de cara al próximo curso 1970-71. Uno es un fichaje de los que calificaríamos como modestos debido a su no excesiva cuantía económica, el del jugador del CD. Sabadell José Luís Romero, pero por el otro –a pesar de no tratarse de un jugador de Primera División– se va a pagar una elevada suma de dinero, hasta 9 millones de pesetas, acompañados de varias cesiones a su equipo de origen, el Rayo Vallecano. Se trata del delantero centro del conjunto representativo de la populosa barriada madrileña, el manchego Teófilo Dueñas, que había venido destacando por sus dotes como realizador, justo lo que entonces el Barça buscaba con mayor ahínco. Para el cuadro rayista se irán, a guisa de contraprestación, los delanteros Roselló y Nieto y el centrocampista Puig, hijo de Curta, el gran defensa de los años 40. El Barça continuaba desprendiéndose a precio de saldo de sus canteranos, para adquirir jugadores foráneos a golpe de talonario, una política que no estaba rindiendo precisamente muchos frutos…
Por estos mismos días la Revista Barcelonista se va a apuntar un gran tanto propagandístico con la publicación en sus páginas de un reportaje sensacional, ya que su editor, Carles Barnils i Vila, invita al matrimonio Cruyff, que se encontraba pasando unos días de vacaciones en Palma de Mallorca, a visitar Barcelona. En la Ciudad Condal, aparte de enseñarles las numerosas bellezas de la capital catalana, los rectores de RB consiguen que Johan Cruyff y su joven y bella esposa Danny acudan al “Camp Nou”, donde la gran estrella holandesa accede incluso a vestirse con el uniforme azulgrana y a realizar algunas evoluciones con balón sobre el césped. En el reportaje en cuestión se va a recordar que fue precisamente Mr. Buckingham, el entrenador azulgrana, quien descubrió e hizo debutar a Johan en el Ajax con tan sólo 17 años, a la par que el futbolista asegura que su antiguo mentor deportivo triunfará en el Barcelona.
A pesar de los gravísimos incidentes acaecidos en el reciente choque entre el Barça y el Real Madrid (o tal vez a causa de ello), el “Camp Nou” va a ser designado como sede de la final de la Copa del Generalísimo, a la que –tal cómo entonces era preceptivo– acudiría el mismísimo Franco para entregar el trofeo que llevaba su nombre al capitán del equipo vencedor. En esta ocasión van a clasificarse para el encuentro decisivo Real Madrid y Valencia, aunque en las gradas únicamente se darán cita los seguidores de ambos conjuntos, ya que el público habitual del coliseo azulgrana se retraerá, pensando que no se le había perdido nada en dicho evento. En un gran partido, los blancos van a triunfar por 3 goles a 1, y Paco Gento recibirá la Copa de manos de su tocayo, el Caudillo, en la que será la última visita de ambos al “Camp Nou”, puesto que el veloz extremo cántabro se va a retirar al concluir la siguiente temporada (pero ya no será alineado en el Barça–Madrid de la Liga 70-71), y en cuanto a Franco –al que aún le quedaban cinco años y pico de vida–, el Dictador no volverá a pisar el recinto barcelonista.
Interesantes declaraciones de Vic Buckingham a la revista RB: “Creo, sinceramente, que el Barcelona me ha renovado contrato por lo que pueda hacer y no por lo que he hecho. El equipo no ha mejorado bajo mis órdenes, pero ahora conozco a fondo a los jugadores de la plantilla. Lo fácil es fichar a diez jugadores cada temporada, pero yo quiero hacer triunfar a los jóvenes de la cantera, como en otros tiempos. Martí Filosía posee cualidades mentales, físicas, técnicas y de habilidad para triunfar en el Barcelona”. El bienintencionado técnico inglés seguía pensando que el impaciente e improvisador Barça de 1970 era equiparable al Arsenal, el Liverpool o el Manchester United…
Surge por estas fechas, sin demasiado fundamento, el rumor de que el Inter de Milán pretendía el fichaje de Marcial Pina, que no había brillado demasiado en su primera temporada como blaugrana. Montal se apresurará a responder: “No queremos que ocurra con Marcial lo que pasó con Suárez, cuyo traspaso hemos llorado todos los barcelonistas”. Y de hecho no llegará a ocurrir tal cosa, por más que algunos años más tarde el nombre del rubio jugador volvería a estar en cuestión, asociado al de clubes de muchísima menos enjundia que los negriazules milaneses, al fin y al cabo uno de los grandes del Calcio y dos veces campeón de la Copa de Europa y la Intercontinental.
La temporada 69-70 da ya sus últimos coletazos. Algunos jugadores, como Zabalza y Pujol, aprovechan sus vacaciones para contraer matrimonio, y el fútbol español celebrará su pleno anual (en el cual se va a aprobar la ampliación de la Primera División a 18 clubes para la campaña 71-72, a instancias del CD. Sabadell y su dinámico presidente, Don Ricardo Rossón). En el calendario del curso inminente, al Barça le corresponde abrir el fuego ante el Athletic de Bilbao en “San Mamés”, auténtico plato fuerte de la primera jornada de la Liga 70-71. Mientras, Montal hace balance: “Como presidente hago examen de conciencia cada día. Después de conocer las virtudes y defectos del señor Buckingham, creímos conveniente renovarle contrato. Sería un error reducirle la sanción a Guruceta”. Y contesta a la Federación: “No temo a la advertencia de futuros castigos, si son por defender a mi club y a la afición barcelonista y barcelonesa”