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RESUMEN:

Con el tiempo y las temporadas, que se suceden bajo el habitual manto de ruido y acontecimientos, hemos ido tendiendo a superponer las llegadas de Abramovich y Mourinho al Chelsea, como si quisiéramos imponer la idea de que dos personajes tan inigualables y providenciales para la historia de un club tradicionalmente perdedor solo podían llegar de la mano. Pero no, no fue así. Recordemos aquellos años, hoy, cuando la estrella de Mourinho en el Chelsea parece apagarse poco y la institución del suroeste de Londres vive su peor momento deportivo en mucho tiempo.

ETIQUETAS:

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ABSTRACT:

Keywords: Mourinho, Chelsea, English Football, London

With the passing of time and the seasons, that follow one another under the usual cloak of noise and events, we have tended to overlap the arrivals of Abramovich and Mourinho at Chelsea, as if we would want to impose the idea that two characters so matchless and providential for the history of a traditionally losing club could only arrive hand in hand. But no, it wasn't like that. Let's remember those years, today, when the lucky star of Mourinho at Chelsea seems to be fading away little by little and the southwest London institution endures its worst spell in quite a long time.

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El primer Chelsea de Mourinho

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Antecedentes

En junio de 2003, Ken Boates, anterior dueño del Chelsea, quedó para cenar con el oligarca ruso Roman Abramovich. Éste, cansado de invertir solo en negocios rentables, decidió entretenerse en otras cosas y se compró un equipo de fútbol por 140 millones de libras. El Chelsea FC ya nunca volvería a ser el mismo. Como todavía le sobraba algo puso otros 100 millones y se fue de compras por Europa: Duff, Crespo, Makelele, Verón, Mutu, Parker, Bridge, Geremi, Glen Johnson, Smertin y Joe Cole se sumaron a un Frank Lampard que, por esas fechas, ya andaba por allí (¿alguna vez no estuvo?). Pero, como el ruso era un recién llegado al fútbol y no sabía demasiado de esto, pensó que semejante plantel ganaría por acumulación de talento. No se  complicó mucho la vida con el asunto del banquillo y mantuvo a Claudio Ranieri. El Chelsea, lógicamente, no ganó nada. Primer disparo de Roman, agua. Mientras, en Oporto, un portugués sonreía con suficiencia… Acababa de ganar la Champions.

Mourinho´s coming home. Los fichajes.

Para la 2004- 05, Abramovich volvió a reinventar el proyecto y dio varias bajas importantes. Hombres como Hasselbaink (máximo goleador del equipo la temporada anterior), Desailly, Verón, Hernán Crespo, Zenden o Jesper Gronkjaer, dejaron el equipo. A cambio,  se llevó a vivir a Londres a Carvalho, Paulo Ferreira, Tiago, Jarosik, Kezman, Robben, Cech y, pongámonos en pie, Didier Drogba. A semejantes mimbres unió la presencia de un tipo que andaba, por entonces, comenzando su camino de entrenador “top” (como a él le gusta decir), un tipo que acababa de ganar la Champions League con el FC Porto y que enseguida se encargó de declarar que él era “especial”, motivo para su bautizo inmediato como “the Special One”. Hablamos, por supuesto de José Mourinho, ¿de quién si no? “Todo lo que quiero es crear el equipo de fútbol que tengo en mi cabeza”, declaraba José en su presentación. Lo consiguió y, desde luego, no le faltaron los mimbres para ello.

Drogba: fue el fichaje más ilusionante que realizó en aquel verano de 2004 José Mourinho. Veinticuatro millones de libras después, Drogba cambiaba Marsella, donde se había consagrado como gran delantero, por Londres y el 17 de julio de 2004 se presentaba como nuevo jugador del Chelsea FC. Acababa de llegar el mejor delantero de la historia del Chelsea FC.

Didier colaboró a la primera liga del Chelsea en cincuenta años aportando diez goles. A la luz de sus cifras posteriores podría parecernos poco pero hay que tener en cuenta que estuvo fuera más de ocho semanas como consecuencia de las lesiones, que fue su primera temporada en Inglaterra y que aquel Chelsea era un equipo que repartía mucho las cifras. Por ejemplo, el máximo realizador del equipo esa temporada, Lampard, lo fue con sólo tres goles más que Drogba. Gudjohnssen marcó doce, Joe Cole logró ocho, Robben siete, Duff anotó seis, Kezman y Tiago, cuatro cada uno, etc. Estas cifras eran producto de la forma de jugar de un equipo que aprovechaba mucho las llegadas desde atrás de sus centrocampistas, mientras los delanteros como Drogba, Kezman y Gudjohnssen se movían para generar espacios y arrastrar marcadores.

La impresión que Didier había dejado en las gradas del Bridge aquella primera temporada fue tremendamente positiva. El número ’15’ africano (su habitual ’11’ lo llevaba todavía DamienDuff) no tenía apenas puntos débiles en su juego. A pesar de ser diestro, también le pegaba con la izquierda, era fuerte y rápido, capaz de jugar como único punta o acompañado, iba bien de cabeza, tenía un disparo violentísimo pero también podía ser sutil, tiraba con efectividad faltas y penaltis, aguantaba maravillosamente el balón cuando estaba de espaldas a la portería… En definitiva, un delantero total. Una auténtica maravilla.

Otro de los fichajes más ilusionantes fue el de Arjen Robben quien, tras dos grandes temporadas en el PSV Eindhoven fue reclutado por Mou, previo pago de 18 millones de euros. Robben también tuvo un comienzo complicado en el Chelsea pues, tras lesionarse en un partido veraniego contra la Roma, no pudo debutar hasta noviembre. Robben y las lesiones, ya se sabe, dos caras de una misma moneda.

Arjen resultó fundamental para el esquema de tres atacantes que el entrenador portugués utilizó aquella temporada de 2004/05. El holandés en una banda, Damien Duff en la otra y Didier Drogba (o Gudjohnssen y Mateja Kezman, otro de los fichajes del verano, si faltaba el marfileño) formaron un ataque letal. Ambos extremos aportaron, además de velocidad, desborde, asistencias y desequilibrio, su cuota de goles: siete el holandés y seis el irlandés. Robben estuvo a punto de ser nombrado jugador joven del año en la Premier pero, finalmente, Wayne Rooney le privó de ese honor.

Junto a Robben, en el mismo acto, fue presentado el tercer gran fichaje del Mou: Petr Cech. Lo cierto es que el portero checo (que contaba entonces 22 años) fue un fichaje cerrado antes de su marcha por el italiano Ranieri. Siete millones de libras salieron del bolsillo de Abramovich con dirección al Stade Rennes. Hoy, diez años después Petr Cech se ha convertido en el mejor portero de la historia del Chelsea y uno de los mejores de la historia del fútbol. Pocas veces una inversión fue tan rentable.

Como esos amores que te conquistan desde el primer fin de semana, Petr Cech convenció desde el principio a la grada del Bridge y, ya en esa primera temporada, estableció un récord de imbatibilidad en la Premier League (1025 minutos). Ese año logró no encajar goles en 21 partidos y únicamente fue batido en quince ocasiones por lo que recibió el Guante de Oro de esa temporada, trofeo equivalente a nuestro Zamora y otorgado al portero menos goleado.

Esos fueron, junto a Ricardo Carvalho (que acompañó desde Oporto a Mourinho, previo pago de 30 millones de euros), los fichajes más importantes del curso. El resto de incorporaciones tuvieron menos trascendencia e incluso hubo alguna decepción importante, como la de MatejaKezman, del que se esperaba muchísimo más a la luz de la hoja de servicios que traía desde el PSV Eindhoven (3 trofeos al máximo goleador de la Liga y una Bota de Plata).

La temporada

Los comienzos fueron difíciles, la máquina se estaba engrasando y, tras los primeros nueve partidos, el Chelsea estaba cinco puntos por detrás del Arsenal. Pero entonces Cech, Terry y Makelele cambiaron la cerradura y no repartieron copias de las nuevas llaves, Lampard pidió la pelota y decidió pintarla de azul y Robben patentó el regate eterno. El Chelsea encontró su lugar en el mundo ordenado en torno a un 4-3-3 en el que el teórico once tipo se aproximaba mucho al que sigue: Cech; Paulo Ferreira, Terry, Ricardo Carvalho, Gallas; Makelele (este casi formaba como un quinto defensa, pues vivía incrustado entre los centrales), Tiago, Lampard; Robben, Duff (ambos como extremos, intercambiándose frecuentemente las bandas) y Gudjohnssen. Hombres como Drogba, Joe Cole, o Mateja Kezman también entraban constantemente en el equipo, especialmente los dos primeros que, aunque castigado por las lesiones el primero y sin partir como titular fijo el segundo, lograron ser tercer y cuarto máximo goleador del equipo (Drogba marcó 10 y Joe Cole, 8)

Así, arraigados en la solidez defensiva, el físico y la velocidad, aquel primer Chelsea de Mourinho consiguió sus dos primeros títulos: la Carling Cup y, especialmente valorada, la Premier League, la segunda Liga de sus historia, ganada tras obtener los aplastantes números de 29 victorias y 95 puntos. Doce puntos logró sacarle al siguiente clasificado, el Arsenal de Wenger y Henry.

Aquella eliminatoria contra el Barcelona

La trayectoria europea también resultó brillante pues el Chelsea llegó hasta semifinales tras protagonizar alguno de los momentos más destacados de la competición. Especialmente eléctrica fue la eliminatoria contra el FC Barcelona en octavos de final.

Tras perder 2-1 en Barcelona con una polémica expulsión de Drogba, las cosas pintaban mal para los londinenses. A la sanción de Drogba para el partido de vuelta se unió la de Mourinho que, tras decir, en la rueda de prensa posterior al partido de ida, que había visto al árbitro Frisk reunirse con Rijkaard en los vestuarios, fue apartado por la UEFA para los dos siguientes encuentros. Así de calientes andaban las cosas cuando aquel 8 de marzo de 2005 el Barcelona se presentó en Stamford Bridge. Pronto, el islandés Gudjohnsen abrió el marcador y Lampard, confirmando la arrolladora salida del Chelsea, puso el 2-0 tras un mal rechace de Valdés a disparo de Joe Cole. Un pase al espacio y una carrera de velocista permitió a Damien Duff marcar el 3-0. El Chelsea estaba arrollando al F.C. Barcelona en una primera parte de ensueño. Entonces llegó un absurdo penalti por manos de Paulo Ferreira y Ronaldinho, tras una extraña carrera hacia el balón, puso el 3-1 y reabrió la eliminatoria. Todo estaba en el aire.

Fue el momento de Ronaldinho: cazó un balón en la frontal del área y se creyó en Copacabana. Bailó a Carvalho sin tocar el balón, girando y girando rodilla y tobillo, dibujando una coreografía brasileña en el aire de Londres. Con todos ya embobados, acarició dulcemente la pelota y, de una manera sutil, casi evanescente, logró el 3-2. El Chelsea, en esos momentos, estaba fuera.

La segunda parte fue un intercambio de golpes, especialmente por parte del Chelsea que, de no marcar, estaba eliminado por el valor doble de los goles en campo contrario. Lampard cogió su fusil de las grandes ocasiones, se pintó dos rayas azules a cada lado de la cara y empezó a disparar: ta, ta, ta… Pero nada. Agua, una y otra vez. El Barcelona también tuvo algunas muy claras: un disparo al palo y un balón que Eto´o, completamente solo, mandó por encima del larguero. Así iban transcurriendo los minutos y la clasificación era ya un agua azul que, poco a poco, se iba por el sumidero… Entonces, en el minuto 76, el Chelsea lanzó un córner y John Terry se colgó del cielo (otros creen que bajó de él) para rematar de cabeza el 4-2, para sacar al Barcelona, para clasificar al Chelsea, para pintar de azul los sueños de cientos de miles de londinenses.

¿Fue gol?

Tras eliminar, en otro fabuloso intercambio de golpes, al gran Bayern de Múnich, llegó una preciosa semifinal: Chelsea vs Liverpool. Tenía algo de simbólico este cruce, la riqueza de los recién llegados a la élite contra la elegante decadencia de la vieja nobleza red. El efectivo ejecutivo de la City, encarnado en ese arrogante portugués que tanto gustaba a las aficionadas inglesas, contra ese terrateniente que, prácticamente arruinado, ve como se derrumba su mundo mientras se bebe lánguidamente una taza de té. En definitiva: Chelsea vs Liverpool.

Anunciaba más el cartel de lo que luego resultó la faena del partido de ida. Cero para unos, cero para otros y la eliminatoria a Anfield. Lo que allí pasó aquella noche forma parte de la historia de la Champions. A los cuatro minutos, el Pool, que había salido a por todas, se plantó dentro del área rival tras una jugada iniciada por Riise en la banda izquierda, que abrió al centro para Gerrard, quien, picando exquisitamente el balón por encima de la defensa del Chelsea, dejó a Baros solo ante Cech. El guardameta checo derribó a su compatriota, pero la jugada continuó yLuis García, a puerta vacía, pero asediado por Terry, logró rematar el balón muerto dentro del área pequeña, impactando éste en el defensa, pero manteniendo un amortiguado rumbo hacia la portería, hasta que ¿sobre la línea? ¿traspasada? Gallas despejó el balón. El árbitro concedió el gol. Nada más ocurrió. El Chelsea fue eliminado por un gol que todavía hoy no sabemos si fue o no, tal era la confusión de la jugada. Mourinho, por supuesto, lo tenía claro y tronó a los cuatro vientos. Ese fue el final de la trayectoria europea de aquel primer Chelsea de Mou. Todavía faltaba para que Abramovich pudiera cumplir su gran sueño de levantar el mayor de los trofeos pero un nuevo gigante europeo estaba ya en pie.

Plantilla

Porteros: Petr Cech, Carlo Cudicini, Lenny Pidgeley y Yves Ma-Kalambay

Defensas: Paulo Ferreira, Glen Johnson, Robert Huth, John Terry, Ricardo Carvalho, William Gallas, Nuno Morais y Waney Bridge

Centrocampistas: Claude Makelele, Alexey Smertin, Geremi, Scott Parker, Jiri Jarosik, Frank Lampard, Tiago Cardoso y Joe Cole

Delanteros: Damien Duff, Arjen Robben, Mateja Kezman, Eidur Gudjohnssen y Didier Drogba

Máximos goleadores

Frank Lampard: 19 goles (13 en Premier, 4 en Champions, 2 en Carling Cup)

Eidur Gudjohnssen: 16 goles (12 en Premier, 2 en Champions, 2 en FA Cup, 2 en Carling Cup)

Didier Drogba: 16 goles (10 en Premier, 5 en Champions, 1 en Carling Cup)

Damien Duff: 10 goles (6 en Premier, 2 en Champions, 2 en Carling Cup)

Joe Cole: 9 goles (8 en Premier, 1 en Champions)

Arjen Robben: 9 goles (7 en Premier, 1 en Champions, 1 en Carling Cup)

Estadísticas

Partidos totales jugados en la temporada: 59 (38 en Premier, 12 en Champions, 3 en FA Cup y 6 en Carling Cup)

Partidos ganados: 42 (29 en Premier, 6 en Champions, 2 en FA Cup y 5 en Carling Cup). 71,18 % de los partidos

Partidos empatados: 11 (8 en Premier, 2 en Champions y 1 en Carling) 18,64 % de los partidos

Partidos perdidos: 6 (1 en Premier, 4 en Champions y 1 en FA Cup) 10,16 % de los partidos

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