El duelo Berkessy-Balmanya en el Real Zaragoza de los años cincuenta
De Vidal Viñarás de BlasDesde hace unos meses, estoy trabajando junto con otro miembro del CIHEFE, Luis Javier Bravo Mayor, en la elaboración de un libro dedicado a los 83 años de historia del Real Zaragoza, con especial hincapié en los 62 entrenadores que se han sentado alguna vez en los banquillos del viejo estadio de Torrero o en el actual estadio municipal de La Romareda.
Como es lógico, para buscar información al respecto, hay que acudir a las fuentes principales a las que recurre cualquier investigador, los periódicos de la época. Esta búsqueda casi siempre resulta tediosa, pero de vez en cuando encuentras cosas interesantes para tu trabajo que compensan con creces las horas de tedio. Es el caso que os voy a comentar ahora y para lo cual os pongo en antecedentes.
En la temporada 1951-1952 el Real Zaragoza acababa de ascender a Primera División. El héroe de aquel ascenso fue Juanito Ruiz, que como entrenador no tenía mucha experiencia pero era un hombre de la casa, todo un mito del zaragocismo tras jugar durante diez temporadas en el conjunto maño y acumular 240 partidos y 64 goles con la elástica blanquilla.
En el regreso a Primera, el equipo había debutado con buen pie tras la victoria por 0-1 en el campo de otro recién ascendido, el Atlético Tetuán. Sin embargo, las tres siguientes jornadas fueron un auténtico desastre y el Real Zaragoza encadenó otras tantas derrotas en las que encajó la friolera de 21 goles. El RCD Español ganó por 5-6 en Torrero, la visita a San Mamés se saldaba con un contundente 10-1 a favor del Athletic y, finalmente, la visita del Atlético de Madrid, que ganó por 0-5, supuso la puntilla definitiva para Juanito Ruiz que fue cesado por la directiva zaragocista.
Se contrató para el cargo de entrenador al húngaro Elemer Berkessy, que en las 26 jornadas que restaban de campeonato, logró salvar al equipo del descenso, finalizando la Liga en una honrosa duodécima posición.
Pero la mayor gesta de Berkessy como entrenador del Real Zaragoza, se produjo una vez finalizada la Liga, concretamente en la Copa del Generalísimo. El sorteo deparó un duro rival, el Athletic Club de Bilbao, que se acababa de proclamar subcampeón de una Liga que terminó ganando el F.C. Barcelona. En el partido de ida, disputado en San Mamés el jueves 17 de abril de 1952, el conjunto de Berkessy nada pudo hacer ante el conjunto vasco que acabó ganando por un contundente 3-0, con goles de Tini, Piru Gainza y Gárate.
La gran machada se produjo en el partido de vuelta disputado en Torrero tres días más tarde, el 20 de abril de 1952. Pitarch, Noguera, de nuevo Pitarch y Belló II, anotaron los cuatro goles del Zaragoza que dejaban fuera de “su” torneo a los leones. La afición maña estalló en júbilo y solo el enfrentamiento entre el técnico Berkessy y Rosendo Hernández puso un borrón que prácticamente pasó inadvertido para el público.
Esta es la ficha del partido:
REAL ZARAGOZA C.D. 4: Higinio; Jugo, Riera, Calo; Ezquerda, Atienza; Pitarch, Belló II, Rosendo Hernández, Noguera y Davi. Entrenador: Elemer Berkessy.
ATHLETIC CLUB BILBAO 0: Lezama; Canito, Areta, Garay, Manolín, Nando, Iriondo, Arteche, Venancio, Tini y Gaínza. Entrenador: José Iraragorri.
Goles: 1-0 Noguera 17’ / 2-0 Pitarch 23’ / 3-0 Pitarch 29’ / 4-0 Belló II 66’.
De nada sirvió esta histórica remontada ya que el Zaragoza fue eliminado en Cuartos de final por el Valencia.
Esa machada en la Copa frente al Athletic, le sirvió a Berkessy para firmar por otra temporada (la 1952-53) con 220.000 pesetas de ficha, 8.000 de sueldo y triples primas. Berkessy, cuando fue licenciado, a pesar de ser la primera vuelta de la Liga y no haber ganado con él ni un solo partido, exigió que le garantizasen y le pagasen hasta la última peseta. Dos directivos del Zaragoza tuvieron que firmarle personalmente unas letras que negoció el húngaro inmediatamente.
Se habían disputado las siete primeras jornadas de Liga y el Real Zaragoza no había conseguido ni un solo punto. Estos fueron los resultados:
Jor-1 |
14/09/1952 |
Torrero | Real Zaragoza C.D. |
0 |
Real Valladolid |
4 |
|
Jor-2 |
21/09/1952 |
San Mamés | Athlétic C. Bilbao |
3 |
Real Zaragoza C.D. |
0 |
|
Jor-3 |
28/09/1952 |
Torrero | Real Zaragoza C.D. |
1 |
R.C.D. Coruña |
2 |
|
Jor-4 |
05/10/1952 |
Buenavista | Real Oviedo |
3 |
Real Zaragoza C.D. |
2 |
|
Jor-5 |
12/10/1952 |
Torrero | Real Zaragoza C.D. |
0 |
C.D. Málaga |
2 |
|
Jor-6 |
19/10/1952 |
Metropolitano | Atlético de Madrid |
4 |
Real Zaragoza C.D. |
1 |
|
Jor-7 |
26/10/1952 |
Torrero | Real Zaragoza C.D. |
1 |
F.C. Barcelona |
5 |
Tras la última derrota en Torrero frente al F.C. Barcelona por 1-5, la semana fue movida en Zaragoza. El equipo había perdido los siete primeros partidos de Liga, cuatro de ellos en su estadio de Torrero y tan solo llevaba 5 goles a favor y 26 en contra. Según se indica en una noticia del diario Marca del 29 de octubre de 1952, dimitieron tanto el Presidente, señor Abril, como el entrenador Berkessy: “BERKESSY Y ABRIL DIMITEN. En cuanto al Real Zaragoza, Berkessy ha presentado su dimisión como entrenador, que le fue admitida por la Junta Directiva. También el doctor Abril mantiene con carácter irrevocable su dimisión y ha sido sustituido accidentalmente por el primer vicepresidente, don Emilio Ara Bescós. La directiva del club realiza gestiones cerca de Pasarín para que acepte el cargo de entrenador. Mientras tanto, se ha hecho cargo del equipo como preparador accidental, el capitán Garay”.
Durante las dos siguientes jornadas, el capitán Victor Garay y el secretario técnico José Luis Conde se hicieron cargo del equipo mientras en el club se intentaba la contratación de un nuevo entrenador. El elegido, finalmente, fue el gerundense Domingo Balmanya, y de esta manera lo reflejaba en su portada el semanario aragonés Zaragoza Deportiva en su edición del lunes 17 de noviembre de 1952:
Sin embargo, la tarea que tenía por delante Balmanya no iba a resultar fácil y, como era de prever, el equipo acabó la temporada en la última posición de la tabla con tan solo 17 puntos. El Real Zaragoza volvía a Segunda División.
A pesar del descenso, Domingo Balmanya continuó dirigiendo al Real Zaragoza en la temporada 1953-54 en Segunda División. Se ganó en el primer partido de Torrero a la Gimnástica de Torrelavega por 3-1 y en la jornada siguiente llegó la primera derrota por 1-0 frente al Caudal de Mieres. Dos victorias consecutivas y con espectaculares marcadores (8-1 al Ferrol y 3-5 frente al Escoriaza), parecían enderezar algo el rumbo del equipo, que finalizaba la quinta jornada en la cuarta posición de la tabla. Sin embargo, en la jornada 10, y tras una derrota por 0-1 en Torrero frente al Real Avilés, Domingo Balmanya presentó su dimisión al presidente Cesáreo Alierta, sin poder cumplir su promesa de devolver al Real Zaragoza a la Primera División
Tras la dimisión de Domingo Balmanya, se inició una guerra dialéctica entre éste y el anterior preparador del Real Zaragoza, Emilio Berkessy, en lo que la prensa denominó “Duelo Berkessy-Balmanya”. Ese era el titular del semanario Zaragoza Deportiva en su edición del lunes 4 de enero de 1954:
Balmanya atacaba a su antecesor Berkessy en el semanario barcelonés “Dicen”, una vez consumada la dimisión del técnico gerundense como entrenador del Real Zaragoza. Estas fueron, íntegramente, las declaraciones de Balmanya:
“Conocíamos la gran ilusión con que Balmanya inició sus trabajos la pasada temporada en el Zaragoza, y conocíamos también la excelente acogida que su plan de trabajo mereció de la Directiva y elementos oficiales del futbol zaragozano. Por ello nos sorprendió su dimisión, y es por todo lo antes dicho que estamos ahora charlando con Domingo en plan de reportaje:
– ¿Cuál era el plan que expusiste tú la pasada temporada al Zaragoza?
– Trabajar a fondo y no sólo para reorganizar el futbol del Zaragoza, sino también de Zaragoza.
– ¿Tuviste éxito inicial?
– Sí. Mi plan fue aceptado por la directiva, no sólo con plena convicción de su necesidad, sino también con intenso cariño.
– Explícalo a grandes rasgos.
– Crear filiales cuyos entrenadores trabajasen en un plan de preparación conjuntamente conmigo. Dar a conocer el futbol juvenil, completamente desconocido hasta que yo lo implanté.
– ¿Se empezó a trabajar rápidamente?
– Tan pronto como vimos que era imposible salvarnos del descenso, iniciamos nuestros trabajos con vistas a esta temporada.
– ¿Resultados?
– Hoy cuenta el Zaragoza con el “Amistad”, de Tercera División, y el “Celta”, de Primera Regional, como Clubs filiales, y tiene además dos equipos juveniles en marcha.
– ¿Entraba el ascenso en tus cálculos?
– Mi plan era de trabajo formativo, que es lo que precisa el futbol aragonés hoy. Sobre el ascenso, creo que dije poco más o menos que haríamos todo lo posible por ascender, pero que las posibilidades eran mínimas esta temporada.
– ¿Por qué tu plan, que fue bien iniciado, no ha podido ser seguido?
– Porque hay una cierta impaciencia en la afición, que no permite al futbol aragonés alcanzar la solera necesaria.
– Pero la impaciencia del aficionado, si no normal, es humana, ¿no te precipitaste tú un poco al dimitir?
– Quizás sí, pero confieso que me sacaron pañuelos una vez y creí deber mío dimitir, sin perjudicar económicamente a la Directiva ni a nadie.
– ¿Estás en buenas relaciones con la Directiva?
– Buenísimas. Estos días estoy recibiendo sus felicitaciones por las fiestas y me confiesan que no se saben hacer todavía a la idea de ir al Club y no encontrarme a mí.
– ¿Sufriste campañas de prensa?
– Algún sector de Prensa es bastante culpable de lo que ocurre con el futbol zaragozano. Para que te des cuenta, te diré que han llegado a afirmar que las escuelas de preparadores han sido nefastas para el futbol español, que el futbol sigue siendo improvisación y personalidad…. Y otras lindezas que iban dirigidas contra mi labor táctica y técnica dentro del equipo.
– ¿Hay disensiones dentro de la afición?
– Hay una lucha entre elementos ajenos a la actual organización del Club, y entre los que más significan en este sentido desmoralizador es el ex ex entrenador Berkessy.
– ¿Berkessy?
– Vive en Zaragoza y su mayor ilusión era y es volver a ocupar el cargo que tuvo que dejar de un modo ruidoso.
– Recuerdo bien como llegó a tus manos el Zaragoza.
– Completamente deshecho, a pesar de contar con buenas figuras. A mi modo de ver, todas las desdichas arrancan de la actuación de Berkessy como entrenador, durante la cual el equipo no logró puntuar en los nueve primeros partidos de Liga.
– Berkessy fue alumno tuyo en la Escuela Nacional de Preparadores ¿no?
– Quizás a razón de su asistencia al cursillo haya mejorado unos conocimientos básicos en futbol que creo desconocía totalmente.
– ¿Vio mal tu nombramiento como entrenador del Zaragoza?
– Lamento tener que decir que el comportamiento de Berkessy en Zaragoza no ha sido ni elegante ni leal como debiera, máxime teniendo en cuenta que era un hombre que en la tierra aragonesa se le habían dado las máximas facilidades para organizar futbolísticamente su vida en España. Yo, particularmente, he tenido un enemigo abierto en él.
– ¿No eres partidario del entrenador extranjero en España?
– Si es bueno, ¡cómo no!
– ¿Son buenos todos los que actúan en la actualidad?
– No tengo nada que oponer.
– ¿Cuál es el mejor?
– Scopelli, sin duda alguna.
– ¿Bueno técnica y tácticamente?
– Buenísimo en los dos aspectos y un caballero en su trato personal. Yo poseo recortes de prensa chilenos en los que Scopelli dedica los mayores elogios a las escuelas españolas de preparadores. Es un detalle que no todos prodigan cuando están fuera de España.
– Para terminar. ¿Algún recuerdo agradable de tu estancia en Aragón?
– Los amigos que he dejado en la Directiva, verdaderos caballeros que yo sé cómo y cuánto luchan por un Club pobre al que sostienen gracias a sus grandes dotes de ordenación económica, y también comprobar que se sigue el plan de trabajo que yo tracé, que un día dará sus frutos.
– Unos frutos que tu no vas a recoger, Balmanya.”
El mismo semanario deportivo zaragozano, publica a continuación la carta que dirigió el húngaro Elemer Berkessy al director de Zaragoza Deportiva, y que este medio publicó también íntegra en la misma edición del lunes 4 de enero de 1954. En dicha carta se defiende de las acusaciones realizadas por el recién cesado entrenador del Zaragoza Domingo Balmanya. La carta, que lleva el título “AQUÍ BERKESSY”, dice textualmente lo siguiente:
“Sr. D. Eduardo Fuembuena.
Mí distinguido amigo: Perdone usted que me dirija a ese simpático semanario que dirige para hacer llegar a los aficionados zaragozanos la expresión del disgusto que me ha producido leer, otra vez, injustas acusaciones que se hacen en contra mía, y que por ser tan repetidas no puedo dejar sin contestar. Muchas otras he dejado pasar, pero temo que se entienda como cobardía, o como comodona conformidad por mi parte, mi silencio, y creo que en ninguna otra tribuna como en ZARAGOZA DEPORTIVA, tan leído y tan apreciado por los aficionados zaragozanos, había de hallar mejor resonancia mi disgusto. Muy agradecido por ello, pidiéndole perdón, comenzaré mi alegato.
En el último número del semanario barcelonés “Dicen”, del 24 de diciembre, el Sr. Balmanya hace unas declaraciones en contra mía, manifestando que yo he sido un enemigo abierto para él, y por ello que yo he preparado su fracaso. No quiero discutir, sino contestar documentalmente. No hay que olvidar que el Sr. Balmanya había ya achacado su fracaso a “cierto sector de la Prensa”; al público más tarde, y a los jugadores. Ahora, agotados ya todos los argumentos, ha encontrado otro culpable. Ese he sido yo. Para salvar su piel no ha vacilado en informar falsamente a los periodistas catalanes, ignorantes de cuanto había ocurrido en Torrero.
Vamos a dejar hablar a la realidad. Balmanya cogió al Zaragoza el 12 de noviembre de 1952, según él mismo dice, con un material magnífico, el mismo que yo tuve “con todas las facilidades que se me dieron”. Tenía que jugar todavía veintiún partidos y ha tranquilizado al público diciendo que en quince días tendría equipo. El primer partido, contra la Real Sociedad, después de un primer tiempo en que se ganaba por 3-1, empataron a 3 y casi se perdió. El segundo partido, contra Vigo, y después de haber asegurado al público que haría una formación “betón” casi imposible de atravesar, se perdió por 6-1. Luego ha cambiado de táctica y declara que el material con que cuenta es flojo. Y por ello ha fichado a Unanue, Bolta y al chileno internacional Díaz Zambrano, para reforzar su cuadro.
En seguida vinieron las experiencias ridículas. Pitarch quedó arrinconado porque pensó luminosamente que Pío, Calo y Roig eran mejores extremos que el pequeño Pitarch, que conmigo llegó a ser uno de los mejores extremos de España, y especialmente el domingo pasado demostró sus magníficas cualidades y sus facultades excepcionales, con lo que ha contestado bien claramente a la equivocación de Balmanya.
Con Atienza ocurrió algo parecido. Después de haber descubierto que era un magnífico interior, puesto que ocupó hasta fin de temporada, ocurrió la sorpresa de que en la Segunda Liga ya no valía para nada, ni tenía puesto en ninguna de las líneas del equipo.
¿Por qué no le daba ocasión a Riera para que en veintiún partidos demostrara sus facultades, sabiendo que era el jugador más caro del club? Por lo menos hubiera procurado un buen traspaso para este jugador, con lo que el Club se hubiera podido aliviar de su fichaje? ¿Por qué no dio oportunidad a Higinio cuando Pita había recibido verdaderas goleadas en Vigo, en Barcelona, en Sevilla, donde después de un empate a dos, un error posicional hizo que terminara el partido 5-2? En este partido, mientras Samu marcó a Arza, se conservó el empate a dos; cuando Gonzalvo marcó a Arza en el segundo tiempo, llegó la derrota.
Pero lo interesante de este encuentro fue que el 12 de abril de 1953 declaraba en el “Correo de Andalucía”: El Zaragoza está mal situado por falta de preparación física al comenzar la Liga. Y hacía cinco meses que yo había dejado el Zaragoza…. En ese tiempo yo había conseguido que el sencillo Avilés, al que recogí en séptimo lugar, tuviera la seguridad de jugar la Liguilla. Balmanya seguía echándome la culpa del escaso rendimiento de un equipo que hacía cinco meses que él entrenaba. ¿Cómo podía ser enemigo abierto de Balmanya, hallándome a 700 kilómetros de distancia de Zaragoza?
Cuando llegó a Zaragoza, un periodista le preguntó: ¿Conoce el material del Zaragoza? Y contestó: Le he visto jugar contra el Barcelona y no comprendo cómo han podido perder después del magnífico primer tiempo con empate a un goal. Había olvidado rápidamente que el mismo día su equipo, el Gerona, había perdido 8-0 contra el Escoriaza, equipo del que se hallaba a un punto de distancia, mientras el Zaragoza era el colista y el Barcelona estaba en la cabeza de la Liga.
Cuando yo llegué a Zaragoza, en 3 de octubre de 1951, tenía todavía que jugar veinticinco partidos sin conocer no sólo a los jugadores del Zaragoza, ni siquiera a los equipos adversarios. Así empecé mi trabajo, dejando abiertas de par en par las puertas del campo para que los aficionados pudieran ver mi trabajo. Ninguna vez culpé a mi antiguo entrenador, Juanito Ruiz, de la situación del Zaragoza. No hice tampoco ninguna promesa a los aficionados…. Pero terminamos la primera vuelta en el octavo lugar de la clasificación, sin estrellas, por lo menos sin aquéllos jugadores, cualquiera que fuera su nombre, que no querían hacer sus deberes; ni siquiera el aspecto afectivo de la nacionalidad, como ocurrió con Hrotko, que también dejó de jugar.
Salvamos al Zaragoza con jugadores grises, buscando el puesto donde daban más rendimiento, como Daví y Belló, de interiores; Ezquerda, volante; el joven Atienza, y con el resucitado Jugo, con los que alcanzamos el bonito final de temporada eliminando al Atlético de Bilbao en la Copa y permaneciendo en Primera División.
En cambio, en la actuación de Balmanya después de las victorias sobre el Español, Atlético de Madrid y del Bilbao, cuando se esperaba la reacción del Zaragoza y su juego ofensivo, jugándose la última carta, sorprende ver de nuevo formaciones defensivas.
Balmanya ha manifestado muchas veces su aversión hacia los extranjeros, pero podía recordar que durante el Movimiento Nacional, Balmanya estuvo jugando y ganando muchos francos en Francia, esperando hasta que pudo volver a España. Por ello, parece poco humano que manifiestamente haga declaraciones contra los extranjeros, sobre todo si son refugiados. Porque, además, falta saber si no estaría dispuesto a aceptar algún buen contrato fuera de España.
Vamos a comparar nuestras personalidades deportivas respectivas. Balmanya fue entrenador del Tarragona, donde fue llamado como jugador por Nogués, y a quien en gratitud, con una pequeña labor, desplazó de su cargo de entrenador para coger el equipo. Luego fue a Gerona, que era el equipo de su ciudad natal ¿Qué otros equipos ha preparado? ¿Dónde más ha sido entrenador?
Yo empecé, en 1938, en Hungría mi labor trabajando cinco años en primera Liga, luego dos años como entrenador oficial de la Federación húngara, cuatro años en Italia en Primera y Segunda división, más tarde en Zaragoza y en el Avilés. En total, quince años de entrenador.
Siempre he sido respetuoso con las leyes del país en que he vivido y las disposiciones federativas de aquéllos países… y, por ello, solicité los títulos regional y nacional españoles, en tanto salvaba al Zaragoza del descenso con la práctica que poseía.
Acudí al cursillo de Barcelona con una carta de la Federación Nacional firmada por el señor Ramírez, en la que se decía que me presentaba para “revalidar mis títulos”, y con mis cuarenta y ocho años, quince años de experiencia de entrenador y tres títulos en mi poder, ocupé mi sitio en la Escuela junto con los principiantes, para demostrar así mi absoluta conformidad con las disposiciones de la Federación Nacional, sin contar para nada mis méritos.
Reconozco que, efectivamente, allí aprendí mucho, cada país tiene sus sistemas; pero fíjese nuevamente, señor Balmanya: en Hungría el primer curso nacional se inauguró en 1938, y mi título lo obtuve en 1940, y en España el primer cursillo oficial se inauguró en 1949-50. No quiero discutir la valía del fútbol húngaro, bien claro lo demuestra su rendimiento, con veintiocho victorias, y con el brillante resultado reciente sobre Inglaterra en Wembley, ni quiero decir tampoco nada de mis méritos señalando que en ese equipo que venció a Inglaterra, cuatro jugadores: Lorant, defensa central; Zakarias, Bozsik, volantes, e Hidegkuti, delantero centro, fueron descubiertos y en sus primeros tiempos preparados por mí. Ni quiero tampoco recordarle que de ese mismo equipo internacional formé parte dieciocho veces.
Documentalmente puedo demostrar en cualquier momento la veracidad de estas manifestaciones, como puede testimoniar Kubala mismo, que sabe bien de mi actuación en Hungría.
Finalmente, y para terminar, quiero destacar que en todas partes la misión de los entrenadores es trabajar con sus jugadores, sudando todo lo que sea preciso para lograr una perfecta compenetración y un perfecto dominio por parte de cada jugador, que sólo trabajando arduamente se logra. Sentado en el banquillo no se puede lograr un perfecto trabajo. Nadie podrá acusarme de haber dado un paso para lograr el fracaso de Balmanya, él solo lo ha preparado.
Confieso que después de él hubiera cogido muy a gusto el Zaragoza, para demostrar que con el mismo material, colocando a cada jugador en su puesto, pudiera llegar a dar la máxima satisfacción para los aficionados y para el Club, por ejemplo bajando a Belló a la línea delantera, contando con Ezquerda como volante, como una iniciación de solución.
Moralmente estoy rehabilitado, desde el momento en que, según pudieron ver la mayor parte de los aficionados recordando mi labor, esperaban mi regreso al Zaragoza.
Ya veremos cuándo en la vida de Balmanya puede darse el caso de que la afición zaragozana desee su regreso….
Y nada más, señor director; únicamente quiero expresar el sentimiento que me produce que la conducta de un antiguo compañero mío, jugador como yo del Barcelona, y un colega, preparador como yo, y entrenador como yo, y entrenador como yo, me haya obligado a hacer estas declaraciones; pero todos deben comprender que no se puede soportar tan continuado, tenaz e injusto ataque sin que por una vez por los menos pueda defenderme.
Mi gratitud para las columnas acogedoras de ZARAGOZA DEPORTIVA, para usted, señor director, y para los aficionados zaragozanos, a quienes aprendí a apreciar en Torrero.
EMILIO BERKESSY
Como podemos comprobar, tras la lectura de las declaraciones de ambos entrenadores, un auténtico culebrón de los años cincuenta, a la altura de los grandes debates dialécticos entre José Mourinho y Pep Guardiola en tiempos mucho más recientes.
Esto es tan solo un adelanto de lo que podréis encontrar, en su debido momento, en el libro que estamos elaborando entre Javier Bravo y un servidor. Tal vez en otro número de Cuadernos de Fútbol os adelantemos algún otro culebrón. Mientras tanto seguiremos investigando.