El gran Eusébio
De Alberto Díaz GutiérrezEl pasado 5 de enero fallecía en Lisboa uno de los más grandes futbolistas de la historia. Sirvan estas líneas como homenaje a uno de esos jugadores que surgen muy de vez en cuando. Uno de esos reyes del balón que arrastran multitudes, crean afición y de verdad dignifican este deporte. Él lo hizo. No sólo por sus extraordinarias cualidades, sino porque ejemplificó como pocos el fair play y la deportividad sobre un terreno de juego.
Eusébio da Silva Ferreira nació el 25 de enero de 1942 en Lourenço Marques (la actual Maputo) en el África Oriental portuguesa, territorio que tras la descolonización adoptaría el nombre de Mozambique. Criado en el seno una familia de origen muy humilde, fue el cuarto de ocho hermanos, seis varones y dos mujeres. Inició su carrera en las categorías inferiores del Sporting de Lourenço Marques, filial africano de su homónimo en Lisboa, club de la alta sociedad mozambiqueña[1] donde pronto empezó a destacar por su facilidad goleadora. Su amigo Hilário, quien le precedería y también haría carrera en Portugal, en su caso en las filas de los Leones, gustaba de recordar cómo habían crecido juntos “jugando descalzos sobre el barro”, mientras daban puntapiés a una pelota hecha con trapos.
Tras proclamarse bicampeón juvenil de Lourenço Marques, formó parte de la plantilla del equipo senior que obtuvo el triunfo en el campeonato de 1960. Al comenzar la temporada 1960-61 el nombre de Eusébio ya circulaba entre los principales clubes de la metrópoli. Curiosamente sería el Benfica (cuyo filial africano, el Desportivo, había rechazado al jugador años antes), quien se haría con sus servicios al ofrecerle un contrato en firme cuando contaba con 17 años. Dos emisarios del club se entrevistaron con su madre y hermano mayor alcanzando un acuerdo tras depositar 250 contos (doscientos cincuenta mil escudos) encima de la mesa. Previamente, la familia había rechazado el ofrecimiento del Sporting de Portugal para que se entrenase a prueba con el primer equipo de Los Leones. Los dirigentes sportinguistas intentaron hacer valer sus derechos sobre el jugador, al pertenecer a un equipo filial de la entidad, y el transfer se paralizó hasta que la federación portuguesa dictara sentencia. La operación tuvo visos rocambolescos. Eusébio viajó en avión bajo nombre falso de mujer, “Ruth Malosso”, aterrizando en el aeropuerto de Lisboa el 17 de diciembre de 1960. Tras una breve estancia en la capital, los mandatarios del Benfica recluyeron a la joven promesa en un hotel de El Algarve, donde lo mantuvieron escondido durante dos semanas a salvo de los representantes del Sporting[2].
No sería hasta el 13 de mayo de 1961, tras una dura pugna legal plagada de recursos y alegaciones por ambas partes, cuando el Benfica pudiera presentar su ficha, una vez que contó con los parabienes de la federación y el club de Lourenço Marques remitiera la documentación necesaria tras recibir 400 contos como pago por el fichaje[3]. Durante este periodo el jugador no había permanecido inactivo. Se entrenaba con el equipo y solía viajar con sus compañeros, ya que el cuadro técnico estaba muy interesado en que presenciara partidos para que fuera familiarizándose con el fútbol europeo. Es famosa la anécdota de que, durante sus primeros entrenamientos con el cuadro lisboeta, las portentosas facultades del joven africano hacían exclamar una y otra vez a Fernando Caiado, el ayudante de Béla Guttmann: “Oro. Encontramos oro”. La sensación que causó en el seno de la plantilla no debió resultar menos impactante ya que, tras observar sus evoluciones sobre el terreno, empezó a propagarse la opinión generalizada de que “alguien tenía que salir (del once inicial) para hacerle hueco”.
El 23 de mayo Eusébio iniciaría su extraordinaria carrera en Europa marcando 3 goles en un amistoso frente al Atlético Clube de Portugal. Debido a la tardía fecha de su incorporación al equipo no pudo integrar el once que se convertiría en campeón de Europa frente al Barcelona en Berna, pero sí disputó el último partido liguero de la temporada, lo que le permitió estrenar su palmarés con el título de Liga de la temporada 1960-61, iniciando una racha de éxitos que le acompañaría a lo largo de toda su trayectoria.
Su presentación internacional no fue menos espectacular. El Benfica se enfrentó al Santos en la final del Torneo de París y el entrenador decidió dar entrada al joven delantero en la segunda mitad, cuando el cuadro brasileño ya aventajaba al luso por 4-0 en el tanteador. Nada más entrar se produjo el quinto gol de los sudamericanos. Entonces Eusébio comenzó su recital. En menos de 20 minutos el mozambiqueño anotó tres goles y le hicieron un penalti que sería marrado por José Augusto. Mientras la multitud enloquecía en las gradas, el propio Pelé no dejaba de preguntar a los jugadores del Benfica “quién era aquel negrito”. Eusébio referiría más tarde que lo que más le impactó fue la “lentitud” de los jugadores del Santos, pues había encontrado extremadamente fácil zafarse de sus rivales. El resultado final sería de 6-3 a favor del campeón Paulista. Al día siguiente L’Equipe llevaba en su portada el nombre de Eusébio, dando carta de naturaleza al surgimiento del Pelé Europeo, la nueva estrella del fútbol mundial capaz de competir de tú a tú con el astro brasileño. Una rivalidad que habría de acrecentarse en el futuro, pues el destino les tenía reservado varios enfrentamientos que forman parte de la historia de este deporte.
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A partir de ese momento la fama de Eusébio crecería imparable, extendiéndose por todo el planeta fútbol. En la temporada 1961-62 Béla Guttmann lo fue introduciendo poco a poco en el equipo hasta otorgarle definitivamente la titularidad. De hecho, en la Final de la Copa Intercontinental contra el Peñarol, celebrada en el mes de septiembre, el técnico húngaro prefirió a Santana en los dos primeros partidos (entonces se disputaba a doble encuentro). En el choque de desempate, celebrado en el Estadio Centenario, Eusébio sí jugó de inicio y aunque anotó el gol portugués no fue suficiente ante los dos de Sasía, que otorgarían el título al campeón uruguayo.
Un mes más tarde haría su debut con la selección en Luxemburgo, en partido clasificatorio para el Mundial de Chile, donde el combinado luso sufriría un grave tropiezo al caer por 4-2. El sueño mundialista quedó definitivamente aparcado en un Wembley abarrotado, donde Inglaterra se impondría por 2-0 pese a la exhibición del portugués, que ofreció un recital de juego y facultades, estrellando dos balones en los palos ante la admiración de los presentes y el asombro del locutor de la BBC. Sería el inicio de su desencuentro con el mítico estadio londinense, donde nunca lograría el triunfo.
Por lo que respecta al torneo liguero, la joven promesa finalizaría con 12 goles en 17 partidos. Se perdió buena parte de la temporada al tener que pasar por el quirófano para someterse a una operación de rodilla. Las Águilas no ganarían dicho campeonato, aunque obtendrían el título de Copa al derrotar al Vitória de Setúbal (3-0), con dos tantos del mozambiqueño. Pero, el mayor éxito sería la consecución de su segundo trofeo continental al imponerse al Real Madrid en la final de la Copa de Europa por 5-3, en un vibrante encuentro en el que la pujanza atlética y dinamismo de los encarnados superaron a las veteranas estrellas madridistas (que tuvieron el hándicap de jugar la última media hora en inferioridad debido a la lesión del lateral derecho, Casado, lo que obligó a recomponer sus líneas, y dejar a éste como extremo). Eusébio fue el jugador del partido, anotando dos goles a balón parado, uno de penalti y otro de libre indirecto que se desvió ligeramente al tocar en Di Stéfano, además de ser copartícipe de un tercer tanto, al aprovechar Aguas un balón repelido por el poste tras otro lanzamiento de falta del mozambiqueño. Su actuación le valió el apelativo de La Pantera Negra por parte de Desmond Hackett, periodista del Daily Express[4]. Pese a ello, su mayor satisfacción sería quedarse con la camiseta de su ídolo, Alfredo Di Stéfano, que guardó como su más preciado trofeo.
Como era de esperar empezaron a llover ofertas por el nuevo talento, siendo la Juventus quien hiciera la puja más fuerte: cerca de un millón de dólares por la nueva perla del fútbol mundial. Pero, al igual que ocurriera con Pelé en el Brasil gobernado por la junta militar, el régimen de Salazar declaró a Eusébio “Patrimonio del Estado”, impidiendo su salida.
El año 62 finalizaría con otro plato fuerte. Santos y Benfica dilucidarían la supremacía balompédica mundial inter clubes. Suponía además el enfrentamiento más esperado del momento, Pelé contra Eusébio: el astro ya consagrado, bicampeón del mundo pese a su juventud, ante su más cualificado aspirante. Conviene apuntar que ambos jugadores se habían visto las caras con sus selecciones meses antes, en mayo, en dos amistosos celebrados en el país sudamericano que sirvieron de preparación a la canarinha para el inminente certamen chileno. Dos victorias por la mínima de los brasileños (2-1 y 1-0) mantendrían la rivalidad, aunque fue el 10 del Santos quien decantó la balanza en el segundo partido.
La final de la Copa Intercontinental deparó dos encuentros vibrantes, espectaculares, que dejaron un claro vencedor: O`Rei. Si en el choque de ida, jugado en Maracaná, el resultado fue un ajustado 3-2, con goles de Pelé (2) y Coutinho para los locales, y Santana (2) para los visitantes, en el partido disputado en el Estadio Da Luz no hubo color. En una magnífica exhibición de juego el Santos llegó a ir ganando 0-5 (Pelé (3), Coutinho, Pepe), y sólo al final el cuadro lisboeta maquillaría el tanteador merced a los goles de Eusébio y Santana.
Pelé realizó una demostración individual portentosa, especialmente en el partido de vuelta, donde jugaría uno de los mejores encuentros de su carrera. Parecía como si la Perla Negra hubiera querido dejar patente la distancia que existía entre él y cualquier otro jugador, zanjando de raíz cualquier posible debate que cuestionara su supremacía.
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Pese a todo, la actuación del interior portugués durante la temporada supuso su confirmación definitiva y así lo certificó el diario L’Equipe al nombrarlo segundo mejor jugador europeo de 1962.
Para entonces el espectacular juego de Eusébio resultaba absolutamente reconocible. Situado como interior de enlace en el 4-2-4 característico del Benfica y la selección lusa, el de Mozambique era una auténtica fuerza de la naturaleza. Poseedor de unas condiciones atléticas inmejorables, el portugués de ultramar realizaba un exuberante despliegue físico en cada partido. Bajaba al centro del campo para hacerse con el balón, conducía el esférico preparando la jugada, combinaba con sus compañeros, siempre buscando el hueco para internarse en el área con su desbordante velocidad. Y sobre todo, contaba con un chut descomunal. Sus disparos con la pierna derecha resultaban auténticos latigazos, tanto en carrera como a balón parado. Golpeaba el cuero con inusitada violencia, no exenta de colocación, por lo que suponía una permanente amenaza en las inmediaciones del área. Su constante movilidad lo hacía muy difícil de defender, y resultaba toda una tortura para su marcador intentar seguir su estela cuando arrancaba desde su propio campo en incesantes galopadas hacia la meta rival. Buen rematador de cabeza, no se prodigaba en exceso ya que los técnicos preferían aprovechar su espléndido golpeo de balón en el lanzamiento de corners y golpes francos, y al hecho de que tanto en su equipo como en la selección contaban con especialistas en el juego aéreo como Aguas, en un primer momento, y Torres después.
Con su concurso el Benfica se convirtió en el mejor equipo europeo de los sesenta, recogiendo el testigo del Real Madrid. Aunque, al contrario que los blancos, el cuadro portugués no logró culminar sus hazañas con más entorchados continentales, algo que, por su estilo ofensivo y preciosista, sin duda hubiera merecido. Habrá quien achaque la sequía benfiquista a la maldición que, según se cuenta, el entrenador húngaro Béla Guttmann lanzó al club de Lisboa tras ser despedido después de haber pedido a la directiva un aumento de sueldo. “El Benfica nunca ganará una Copa de Campeones sin mí”, sentenció. Desde entonces Las Águilas vienen arrastrando una condena que parece inalterable al paso de los años[5]. Para los demás, fue simplemente una cuestión de mala suerte. En cualquier caso, el fútbol estaba cambiando, las tácticas eran cada vez más conservadoras y se imponía el juego especulativo, interesado más en evitar los goles que en marcarlos. El Catenaccio se mostró entonces como la solución más efectiva.
En la final de la Copa de Europa de 1963 el Benfica, entrenado por el chileno Fernando Riera, se daría de bruces con la nueva realidad. Pese a adelantarse en el tanteador, con un golazo de Eusébio, el Milán acabaría por obtener la victoria por mediación de Altafini, autor de los dos tantos del conjunto rossonero y máximo goleador de la competición con 14 dianas, estableciendo un récord que hasta esta misma temporada, la 2013-14, nadie había podido superar[6]. La remontada italiana se fraguó en la segunda mitad al conseguir neutralizar a los dos jugadores clave del once encarnado: Eusébio, sometido al férreo marcaje de Trapattoni (quien sustituyó a Benítez en dicha función tras el descanso, pasando éste a ocuparse de Torres), y Coluna, lesionado después de una entrada de Pivatelli, debido a la cual hubo de ser atendido en la banda durante quince minutos antes de regresar, renqueante, al terreno de juego, como mera figura decorativa. Los estrechos marcajes del cuadro italiano mostraron ser más efectivos que la defensa zonal presentada por el equipo lisboeta, que dejaba espacios perfectamente aprovechados por los atacantes transalpinos, con precisas combinaciones, destacando en dicha faceta el jovencísimo Rivera. En esta ocasión, al conjuro del técnico húngaro sobre el club portugués se uniría el gafe que parecía perseguir al mozambiqueño en el estadio de Wembley, sede del encuentro.
Conviene apuntar que, en abril de ese año, Pelé y Eusébio volvieron a verse las caras en un amistoso celebrado en Lisboa. Ninguno de los dos destacó especialmente en un choque que terminó decantándose del lado ibérico por la mínima diferencia (1-0), con gol de José Augusto.
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No fue ninguna sorpresa que el joven delantero fuera elegido para integrar el once titular de la selección Resto del Mundo que se enfrentaría a Inglaterra en Wembley para conmemorar los cien años del nacimiento de la Football Association. El combinado inglés terminó imponiéndose por 2-1 y Eusébio, que resultó lesionado durante el transcurso de la primera mitad, debió dejar su puesto a Puskás al descanso. Definitivamente, el estadio londinense era terreno vedado para el portugués.
En la temporada 1963-64 el Benfica, entrenado por otro húngaro, Lajos Czeizler (que seguía la estela de los numerosos técnicos magiares en el club, iniciada por Lippo Hertzka en los años treinta), se proclamó campeón de Liga y Copa en Portugal con un Eusébio sensacional, máximo goleador en ambos torneos con 28 y 14 goles respectivamente. El conjunto lisboeta mostró una enorme superioridad sobre sus rivales, algo que quedó patente en sus colosales registros: una única derrota liguera en 26 partidos, con 103 tantos a favor y sólo 26 en contra, además de arrasar al Oporto en la final de la Taça por 6-2. Sin embargo, en la IX edición de la Copa de Europa Las Águilas cayeron de forma tan sorpresiva como concluyente ante el Borussia Dortmund en el partido de vuelta de Octavos (5-0).
Ser “Patrimonio del Estado” no libraría al futbolista de pagar impuestos y tampoco le eximiría de cumplir con la patria, siendo destinado al Regimiento de Artillería Antiaérea en el cuartel de Queluz. Durante 1964 y 1965 compaginaría su estancia en el ejército con sus compromisos con el cuadro lisboeta, llegando a alinearse en diversas ocasiones con la Selección Militar[7].
Tras el breve paréntesis del año anterior, el cuadro luso, con el rumano Elek Schwartz en el banquillo, volvió a disputar la final de la máxima competición europea de clubes en 1965. Por el camino se había deshecho del Real Madrid, al que había barrido en el estadio Da Luz (5-1) para caer en el Bernabéu por la mínima diferencia (2-1). En el choque definitivo habría de verse las caras con otro conjunto milanés, el Inter de Helenio Herrera, que jugaría en su propio feudo, el estadio de San Siro. El partido, con ochenta mil enfervorecidos tifosi en las gradas, se disputó sobre un campo impracticable, absolutamente embarrado debido a la lluvia caída, y que se decidió por una desafortunada acción del meta Costa Pereira, al que se le escurrió un disparo raso de Jair. Para colmo el equipo lisboeta debió jugar en inferioridad la última media hora del partido debido a la lesión de su portero, a quien reemplazó bajo palos el defensa central Germano (también renqueante), teniendo que ocupar un lugar en la zaga el extremo José Augusto. El Benfica acabó volcado sobre el portal nerazzurro pero en vano. El cerrojo italiano dio sus frutos, actuando Bedin como “sombra” de Eusébio, y el cuadro local dejó transcurrir los minutos limitándose a defender el tanteador, ofreciendo esporádicos contraataques por mediación de Jair y Peiró, sin duda sus jugadores más peligrosos. No obstante, la brillante temporada del mozambiqueño, nuevamente campeón de Liga y máximo goleador con 28 tantos, además de encabezar la tabla de anotadores en la Copa de Europa con 9 dianas (igualado con su compañero Torres), le llevó a ganar el Balón de Oro que concedía L’Equipe.
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Cabe destacar que, durante esta campaña, Eusébio se enfrentaría por primera y única vez a la selección española en partido oficial. Fue en un amistoso disputado en Oporto, en el estadio Das Antas, el 15 de noviembre de 1964. Bajo las órdenes del colegiado holandés Sr. Roomer ambos conjuntos se alinearon de la siguiente manera:
Portugal.- Costa Pereira; Pedro Gomes, Germano, José Carlos, Cruz; Coluna, Custódio Pinto; José Augusto, Eusébio, Torres y Nóbrega;
España.- Iríbar; Rivilla, Olivella (Ríos, 46’), Zoco, Reija; Pereda, Fusté, Lapetra; Amancio, Marcelino y Villa;
El encuentro, primero que jugaba nuestra selección tras proclamarse campeona de Europa, resultó muy reñido, un toma y daca constante que finalmente cayó de lado portugués por 2-1. Al gol inicial de Fusté respondería el conjunto local por medio de Eusébio, que marcó por partida doble. El resultado suponía un aviso de lo que estaba por venir. Portugal se estaba convirtiendo en un rival a tener muy en cuenta. Algo que volvería a demostrar meses más tarde ante Brasil, con quien contendió en Oporto, en un partido que finalizó sin goles, y en el que sus dos grandes estrellas se citaron para el próximo Mundial de Inglaterra.
La temporada 1965-66 resultó decepcionante para el Benfica. El retorno de Béla Guttmann supuso un fiasco absoluto, pues el cuadro de Las Águilas no sólo no pudo revalidar el título de Liga sino que resultó eliminado prematuramente tanto en la Copa de Portugal como en la máxima competición europea, donde se vio arrollado por el Manchester United en su propio estadio, en un choque en el que brilló con luz propia un jovencísimo George Best. Eusébio debió conformarse con galardones individuales, y ambos compartidos, pues si en el torneo doméstico encabezó la tabla de goleadores junto al sportinguista Figueiredo con 25 tantos, en la Copa de Europa hubo de compartir protagonismo con el húngaro Flórián Albert (Ferencváros), al anotar 9 goles cada uno.
La buena noticia fue la clasificación del combinado luso para el Mundial de Inglaterra, un logro histórico (era la primera vez que el fútbol portugués accedía a la fase final de la competición), en el que la actuación del mozambiqueño resultó absolutamente providencial.
Si hubo un campeonato que elevó la popularidad de Eusébio hasta sus más altas cotas fue la Copa del Mundo de 1966. Portugal acabaría en tercera posición tras realizar un excelente torneo, con una actuación estelar de La Pantera Negra, considerado el mejor jugador del evento además de proclamarse máximo goleador del mismo. Sin duda el choque más interesante de la fase de grupos fue el enfrentamiento ante Brasil, que supuso el reencuentro entre Pelé y Eusébio y a la postre la eliminación de la canarinha de la competición. Quizá lo más recordado de dicho partido sea la doble entrada de Morais sobre el astro brasileño, que dejó a O’Rei incapacitado para el resto del encuentro. A este respecto, cabe señalar que Eusébio siempre exculpó a su compañero, haciendo hincapié en que el golpe recibido por el 10 verdeamarelho había sido en el tobillo y éste se quejaba de la rodilla. Y es que, para Eusébio, Pelé no estaba en plenas condiciones físicas, se encontraba renqueante de la lesión sufrida ante Bulgaria, y no debía haberse alineado con sus compañeros. Lo que resulta innegable es que este hecho eclipsó en parte el gran partido de Portugal y, en concreto, la sensacional actuación de Eusébio, autor de dos soberbios goles.
Aunque, la gran exhibición del mozambiqueño se produciría en Octavos de Final frente a la sorprendente selección de Corea del Norte. Los asiáticos habían provocado una auténtica conmoción en Italia al dejar en la cuneta al once transalpino tras derrotarlo por 1-0. Este hecho tendría consecuencias inesperadas para el propio Eusébio, como veremos más adelante. El conjunto norcoreano volvió a dar un golpe de efecto al adelantarse en el marcador con suficiencia (0-3). Parecía que habían dejado encarrilado el encuentro hasta que el delantero portugués inició su recital de juego y goles. Obtuvo cuatro en la remontada lusa, que dejó el resultado final en un espectacular 5-3. En semifinales aguardaba el conjunto anfitrión.
Fue entonces cuando se produjo un hecho clave para el desenlace de aquel campeonato. Portugal poseía un mejor coeficiente que Inglaterra, puesto que había ganado todos sus partidos mientras que los británicos habían empatado con Uruguay en la jornada inaugural, por lo que correspondía disputar la semifinal en Goodison Park, el campo del Everton, donde venía disputando sus encuentros el combinado portugués. Sin embargo, la Federación lusa aceptó la propuesta de la FA de celebrar el choque en Wembley, el tradicional feudo inglés, algo que Eusébio siempre consideró un error imperdonable. “La Federación se vendió a los ingleses”, sostendría. Sobre el terreno de juego se vivió un encuentro vibrante, muy igualado, destacando el férreo marcaje de Nobby Stiles sobre la estrella portuguesa, que aguantó estoicamente las marrullerías del duro defensor del Manchester ante la pasividad arbitral. Finalmente los pross se alzarían con el triunfo, liderados por un formidable Bobby Charlton, autor de dos tantos, que harían inservible el gol obtenido por el 13 portugués desde el punto de penalti. Las amargas lágrimas de Eusébio, tras quedarse a las puertas de la final, marcarían el final de la contienda.
Como colofón a su espléndido torneo, Portugal se haría con el tercer puesto en detrimento de la U.R.S.S., a quien superó por 2-1. El partido contó con el aliciente de ver frente a frente a Yashin y a Eusébio, dos auténticos caballeros de este deporte.
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El corolario mundialista dejaría empero un sabor agridulce para el jugador. Tras haber firmado un contrato con el Inter de Milán, que había llegado a un acuerdo con el Benfica para el traspaso de su gran figura (en una operación que contaba con el visto bueno de las autoridades portuguesas, quizá en premio a los servicios prestados por el delantero en la cita mundialista), el fichaje quedaría en agua de borrajas toda vez que la federación italiana decretó el cierre de fronteras para los futbolistas extranjeros, consecuencia de la debacle de la Squadra Azzurra en Inglaterra. Así, el conjunto del inefable H.H. se quedaría sin el concurso del jugador europeo del momento (si bien L’Equipe eligió a Bobby Charlton Balón de Oro por delante del portugués), quien debió conformarse con seguir liderando al cuadro lisboeta[8].
Durante la pretemporada se celebró la US Cup of Champions, un triangular que disputaron Benfica, Santos y AEK de Atenas en Nueva York. El conjunto brasileño se impuso en el torneo y, en el choque que enfrentó a los dos colosos, Pelé se tomaría cumplida revancha de lo sucedido en el Mundial al anotar un gol en la contundente victoria (4-0) sobre el conjunto portugués.
La campaña 1966-67, de nuevo con Fernando Riera en el banquillo, no fue brillante para el Benfica en Europa. Hubo de contentarse con jugar la Copa de Ferias, resultando eliminado en Octavos de Final por el Lokomotiv Leipzig. Eso sí, volvería a hacerse con el título liguero tras el fracaso del año anterior, con un nuevo trofeo al máximo anotador para Eusébio (31 goles), aunque no pasaría de cuartos en la Copa. Tampoco la selección portuguesa dio la medida de sus posibilidades en la fase de clasificación para la Eurocopa’68. Los enfrentamientos directos con Suecia y Bulgaria se saldaron con derrotas como visitantes e insuficientes igualadas en campo propio, lo que dejaba al combinado luso fuera de la competición a las primeras de cambio, recién comenzada la temporada 1967-68.
El 27 de septiembre Eusébio jugaría su segundo y último partido frente a la selección española, con ocasión del Homenaje a Zamora celebrado en el Bernabéu ante más de 50.000 espectadores pese a ser televisado en directo. Lo hizo formando parte de un potente combinado internacional formado por jugadores de varios de los principales equipos europeos. Con arbitraje de Ortiz de Mendívil, ambos conjuntos se alinearon de la siguiente manera:
España.- Iríbar (Sadurní); Sanchis (Eladio), De Felipe (José María), Gallego, Reija; Glaría, Adelardo; Ufarte, Marcelino, Grosso y José María (Bueno);
Selección Internacional.- Sarti (Bonetti); Burgnich, Ure, Cooke, Schnellinger; Coluna (Benítez), Rivera; Hamrin (Waldo), Mazzola, Eusébio (Goyvaerts) y Corso;
D.T.: Helenio Herrera (Inter) y Nereo Rocco (Milán).
Cabe señalar que, pese al carácter festivo del choque, hubo dos lesionados. Sarti debió retirarse mediado el primer tiempo al lastimarse tras realizar una estirada a disparo de Adelardo y, ya en la segunda mitad, De Felipe hubo de salir en camilla, siendo reemplazado por José María, que tuvo que volver al terreno de juego tras ser sustituido (había formado parte del once inicial) para no dejar a los hombres de Balmanya en inferioridad.
La Selección defraudó totalmente, con un juego ramplón, parsimonioso, falto de fuerza y técnica individual, viéndose desbordada por sus rivales desde el primer minuto. Sorprendió la conjunción del bloque internacional, que desplegó un juego técnico, vistoso, moviendo el balón a ras de suelo con velocidad y precisión. El resultado fue concluyente, 0-3, siendo los goles de bellísima factura. Mazzola y Eusébio marcaron en la primera mitad, cerrando la cuenta Goyvaerts a pocos minutos del final. Y aún pudo ser más abultado de no haber detenido Iríbar una pena máxima, por derribo de De Felipe sobre Eusébio, lanzada por Mazzola. El portugués fue, junto con los dos ases transalpinos, el jugador más destacado del encuentro, recibiendo una atronadora ovación al ser sustituido.
El desarrollo de la temporada volvería a confirmar al Benfica como uno de los grandes equipos del continente, jugando un papel preponderante su máxima figura. El conjunto luso, entrenado por Fernando Cabrita, se hizo con su XVI título de Liga de la mano de Eusébio, quien alcanzó cifras estratosféricas al anotar 42 dianas en 24 encuentros (¡una media de 1’80 goles por partido!), y llegó a una nueva final de la Copa de Europa que habría de enfrentarle al Manchester United en Wembley. El encuentro fue un remedo del choque entre portugueses e ingleses dos años antes en el Mundial, un partido vibrante con alternativas en el juego y elementos reconocibles en el guión: con Stiles persiguiendo a Eusébio por todo el campo y Bobby Charlton al frente de la sala de máquinas del conjunto rival. Esta vez el Benfica estuvo en un tris de romper las maldiciones. En las postrimerías de la contienda, con empate a uno en el marcador, Eusébio se plantó ante el guardameta Stepney a quien fusiló desde cerca, atrapando éste el disparo. Lo que sucedió a continuación define a la perfección la categoría humana del crack portugués quien, en su enésima muestra de caballerosidad, comenzó a aplaudir al portero rival y se acercó a saludarlo, mientras éste, embebido en el juego, no cesaba de dar instrucciones a sus compañeros[9]. En la prórroga el Manchester no dio opción al cuadro luso, tocado anímicamente tras la oportunidad marrada al final del tiempo reglamentario, y terminó imponiéndose por 4-1. A título individual, cabe señalar que Eusébio encabezó por tercera ocasión la tabla de anotadores de la competición, con 6 goles en 9 partidos, y fue galardonado con el primer trofeo al máximo goleador europeo del año, la Bota de Oro, distinción recién instaurada por el rotativo francés L’Equipe. El mismo periódico distinguiría la excepcional campaña del Benfica al considerarlo el mejor equipo europeo del año.
Al comienzo de la temporada 1968-69 se celebró en Argentina la Copa Ciudad de Buenos Aires, un interesante torneo estival que contaba con la participación de equipos de primerísimo nivel. Eusébio andaba renqueante tras haber sido sometido a finales de la campaña anterior a su segunda operación de rodilla, pero aun así se alineó con sus compañeros[10]. Recordaría con posterioridad que había perdido la cuenta de las veces que tuvo que jugar lesionado durante su carrera. Entraba al campo aunque estuviera al 30 ó 35% de sus posibilidades porque “yo imponía respeto al adversario”. Señalaba que había llevado muchos golpes, algunos a propósito, otros sin intención, por parte de sus defensores. Y que lo que más le molestaba eran las entradas por detrás. Sobre éstas, refería: “Ahí, ganas me daban de dar una paliza, pero, ahí se queda, un jugador tiene que saber estar”.
El pentagonal se disputó entre el 11 y el 25 de agosto, jugándose todos los encuentros en La Bombonera y enfrentó a los siguientes conjuntos: Boca Juniors, River Plate, Santos, Nacional de Montevideo y Benfica. El cuadro luso empató con los anfitriones en el partido inaugural (1-1), para después caer con el Santos (4-2), igualar con River (3-3), y perder de nuevo, ya sin Eusébio, ante el Nacional (2-1). El mozambiqueño debió ser sustituido en todos los choques salvo uno, frente a River, precisamente en el que anotó su única diana en el torneo. Cabe señalar que el Santos fue el vencedor del mismo, brillando por encima del resto Toninho, autor de 7 goles (Pelé sólo marcaría uno), quien fue el máximo artillero del campeonato.
De la mano del técnico brasileño Otto Glória Las Águilas volvieron a obtener un doblete en competición nacional (la Primeira Divisão y la Taça de Portugal) y, aunque Eusébio siguió manteniendo una notable capacidad anotadora (18 goles en 9 partidos de Copa), su rendimiento se vio mermado por sus problemas de rodilla, que ya no le abandonarían jamás. Prueba de que el jugador no estaba en condiciones es que durante esta campaña se vivieron dos hechos que conmocionaron a la opinión pública portuguesa. En septiembre, Eusébio fue expulsado por primera vez en su carrera profesional al enzarzarse a golpes con su marcador, quien también vería el camino de vestuarios, en partido liguero contra el Vitória de Setúbal. Apenas tres meses más tarde el mozambiqueño perdería por primera vez su condición de titular en el Benfica, sin lesión de por medio, al partir como suplente en el choque liguero frente al Oporto. Se comentaba que tras la delicada operación a la que había sido sometido no había vuelto a ser el hombre-gol que asombrara en el Mundial de Inglaterra (en Liga terminaría con sólo 10 goles en 21 encuentros). Lo cierto es que a lo largo de la temporada el delantero disputó pocos partidos completos.
Por lo que se refiere la competición europea, el Benfica pareció dejar sentenciado su pase a semifinales al imponerse a domicilio (1-3) al Ajax de Ámsterdam, un equipo joven y dinámico que estaba dando mucho que hablar; pero en el encuentro de vuelta el conjunto holandés dio la campanada al devolver el resultado a los portugueses, haciéndose necesario un partido de desempate que habría de celebrarse en París. En el choque definitivo la igualdad fue la tónica predominante, llegándose al final de los 90 minutos reglamentarios con tablas en el tanteador (0-0). En la prórroga el Ajax mostró una mayor fortaleza física y terminó imponiéndose con goles de Cruyff y Danielsson (2), sin duda alguna los jugadores más destacados de la eliminatoria, ya que entre los dos se repartieron los tantos del cuadro ajacied, con tres y cuatro dianas respectivamente.
Eusébio finalizaba su vinculación contractual con el Benfica al final de la temporada y el tira y afloja entre club y futbolista para renovar el contrato se convirtió en un auténtico vodevil nacional. El mozambiqueño pretendía mejorar considerablemente sus emolumentos, que resultaban ridículos para un jugador de su categoría (durante los últimos tres años había percibido 1.600.000 escudos, unos tres millones y medio de pesetas) y se negaba a aceptar la oferta presentada por la entidad. Para forzar la negociación contó con la ayuda desinteresada del abogado lisboeta y amigo personal del jugador, doctor Silva Resende, redactor del diario A Bola, que desde hacía tiempo encabezaba una campaña para acabar con la inicua situación del fútbol profesional portugués, donde los clubes tenían la sartén por el mango haciendo y deshaciendo a su antojo. Era la primera vez que un futbolista se hacía representar para negociar su contrato y los dirigentes benfiquistas, ofendidos, se negaron a tratar con el letrado, exigiendo hablar directamente con el futbolista.
Con la situación enquistada, en el mes de agosto el conjunto lisboeta se desplazó a Mozambique para disputar un torneo internacional junto al Racing de Buenos Aires y al Sporting de Portugal, mientras Eusébio se quedaba en la capital lusa preparándose en solitario en Das Antas, tras haber obtenido permiso para ejercitarse en las instalaciones del club. La situación no dejaba de ser complicada para el futbolista ya que dos de los destinos más apetecibles, España e Italia, tenían las fronteras cerradas a la importación de foráneos, lo que suponía un importante hándicap a la hora de jugar en el extranjero.
Finalmente, transcurrido el verano, las posturas se acercaron y el 11 de septiembre el jugador firmaría un contrato de tres temporadas de duración por cuatro millones de escudos (alrededor de diez millones de las antiguas pesetas), primas y premios no incluidos, representando el mejor contrato que hasta la fecha se había acordado en el país vecino, lo que, paradójicamente, no dejaría de generar controversia.
Al comienzo de la campaña 1969-70 la situación se volvió complicada para el jugador, a quien se le culpaba en buena medida del fracaso del combinado nacional en la fase clasificatoria para el Mundial de México. Portugal sólo pudo vencer en el choque frente a Rumanía en casa (3-0), cayendo de forma concluyente en Grecia (4-2), ante Suiza en Lisboa (0-2) y también en el encuentro de vuelta en Bucarest (1-0). Dos empates, con el conjunto heleno en Oporto (2-2) y el helvético en Berna (1-1), culminaron una actuación decepcionante. Eusébio se defendió de las críticas indicando que con él al 100% se hubieran clasificado, y aducía que necesitaba partidos para recuperar la forma física ideal[11].
Efectivamente, con el correr de la temporada el goleador benfiquista pareció volver por sus fueros, manteniendo unos registros más que notables que le permitieron obtener su sexta Bola de Prata (el trofeo al máximo goleador liguero), con 20 tantos, aunque no le valiera para refrendar el título de la Primeira Divisão, que acabó en las vitrinas del Sporting de Portugal. El Benfica se resarciría, eso sí, en el torneo copero, al imponerse a su gran rival en el Derby da Capital, disputado en el Estadio Nacional de Jamor, por 3-1, decantando la balanza a su favor merced a los goles de Artur Jorge, Torres y Simões, mientras que Fernando Peres anotaba el único tanto de Los Leones. Aunque, para entonces Eusébio ya no se alineaba con sus compañeros puesto que había vuelto a ser operado, debido a una recaída de su lesión de rodilla, y se encontraba en el dique seco desde finales de abril.
Por lo que respecta a la Copa de Europa, el Benfica no pasó de Octavos al verse eliminado por el lanzamiento de una moneda tras la disputa de dos vibrantes encuentros frente al Celtic de Glasgow. Los pupilos de Jock Stein se impusieron cómodamente en su enorme estadio (3-0) para caer por igual tanteador en Lisboa. La suerte se alió con el conjunto irlandés, que realizaría un excelente torneo llegando hasta la final, donde se vería superado por el Feyenoord, quien daría inicio a una etapa de absoluto dominio holandés.
Hay que señalar que, mediada la campaña, Eusébio estuvo a punto de ser cedido al Vasco da Gama. El Benfica, ya sin posibilidades en la Liga, en la que sus rivales de Lisboa habían cobrado mucha ventaja y, por tanto, sin posibilidades de clasificarse para la siguiente edición de la Copa de Europa, meditó la propuesta del conjunto brasileño. Sin embargo, las excesivas pretensiones del club luso, más de cuatro millones de escudos y el sueldo del jugador aparte, echaron para atrás al equipo sudamericano. El jugador, deseoso de “vivir una experiencia internacional en un fútbol distinto”, se mostró desencantado con el resultado de las negociaciones ya que le habría encantado ir a Río de Janeiro.
La final de la Taça de Portugal enfrentó a los dos rivales lisboetas en el Estadio Nacional de Jamor. Los Leones fueron superiores a Las Águilas, logrando la victoria por 4-1 con tantos de Dinis, Nélson y Chico Faria (2), anotando Eusébio el único gol benfiquista desde el punto de penalti.
El Benfica iniciaría la nueva década estrenando entrenador, el inglés Jimmy Hagan, y dando minutos a una serie de jóvenes futbolistas de enorme calidad, especialmente delanteros, jugadores como Matine, Artur Jorge, Nené, Vitor Batista, que parecían garantizar la renovación de un equipo veterano en demasía, donde todavía figuraban nombres de la vieja guardia como el central Humberto, los centrocampistas Graça o Simões (que había retrasado su posición), y los delanteros Torres y, por supuesto, Eusébio. Precisamente en diciembre se tributaría un partido homenaje al Monstro Sagrado del club, Mário Coluna, que abandonaba el Benfica para ir a jugar a las filas del Lyon. El partido, que enfrentó al cuadro lisboeta contra una selección de la UEFA, atrajo a una pléyade de estrellas: Cruyff, Džajić, Hurst, Bobby Moore, Uwe Seeler, además de contar con una nutrida representación española: Iríbar, Suárez, Pirri, Gallego, Rodilla y Gárate, quien anotaría uno de los goles del combinado europeo, entrenado por Kubala, que terminó sucumbiendo por 3-2 ante los locales.
Por lo que respecta a la temporada, el Benfica volvería a hacerse con el campeonato liguero y, si Artur Jorge se proclamó máximo anotador del torneo con 23 dianas, fue bien secundado por el propio Eusébio, con 19 goles. Pero, como venía sucediendo reiteradamente, el cuadro luso no dio la talla en Europa. Fue eliminado en Octavos de Final por el Vorwärts Berlín de la Alemania del Este en los lanzamientos desde el punto de penalti, tras finalizar la eliminatoria igualada (2-2) en el cómputo de los dos encuentros. Eusébio, que anotó 7 goles en los 3 partidos que disputó, no pudo alinearse en el choque de vuelta, celebrado en el Berlín oriental.
La entrada en los años setenta supuso para Eusébio tener que amoldarse a una nueva posición y funciones sobre el terreno de juego, aunque su estilo seguiría siendo característico. Muy castigado por las lesiones, el técnico Jimmy Hagan prefirió ubicarlo en el centro del campo, por detrás de la tripleta atacante, que contaba con la novedad de Jordão, un veloz y espectacular extremo. La variación táctica resultó todo un éxito, pues el Benfica renovaría el título liguero de forma inapelable, con diez puntos de ventaja sobre el Vitória de Setúbal. Artur Jorge volvió a encabezar la tabla de goleadores ligueros con 27 dianas, alcanzando Eusébio la nada despreciable cifra de 18 partiendo desde segunda línea.
En la Copa de Europa el conjunto portugués realizó un gran torneo, deshaciéndose sucesivamente del Wacker Innsbruck austríaco, de los búlgaros del CSKA de Sofía y del Feyenoord campeón de Holanda. En semifinales le esperaba el fútbol total del Ajax, que acababa de dejar en la cuneta al Arsenal tras dos apasionantes choques. La eliminatoria resultó igualadísima, y el vigente campeón de la competición logró clasificarse para la gran final por la mínima diferencia al vencer en su estadio por 1-0 y mantener el 0-0 inicial en Da Luz. Sería la última gran actuación del Benfica en Europa con Eusébio en sus filas. El mozambiqueño se quitaría el mal sabor de boca en la final de la Taça de Portugal al derrotar al Sporting en un reñido encuentro, que hubo de resolverse en la prórroga, en el que fue la gran estrella al anotar los tres tantos de su equipo, haciendo inútiles los marcados por Fernando Peres y Dinis para Los Leones.
Al final de la campaña se disputó en Brasil la Copa Independencia, Torneo Abilio de Almeida, organizada con motivo del 150 aniversario del gigante sudamericano. Pese a los ofrecimientos de la Federación Brasileña de Fútbol para contar con la presencia de la Selección, la RFEF se negó a intervenir en dicho acontecimiento para sorpresa y decepción de los dirigentes brasileños, muy interesados en el concurso del combinado nacional debido a la numerosa colonia española residente en el país. Al mismo acudirían buena parte de las mejores selecciones del planeta, lo que otorgó a la Minicopa la categoría de un Mundial oficioso. La Fase previa la disputaron: Portugal, Argentina, Francia, Colombia, Chile, Irlanda, Irán, Ecuador, Yugoslavia, Paraguay, Perú, Bolivia, Venezuela, así como los combinados de África y de la Concacaf, divididos en tres grupos de cinco equipos. En la Fase Final a los campeones de cada grupo: Argentina, Portugal y Yugoslavia, se les unieron Escocia, Checoslovaquia, Uruguay, la U.R.S.S. y el país anfitrión (en el que ya no figuraba Pelé), para formar dos grupos de cuatro cuyos primeros clasificados se verían las caras en la gran final, a celebrar en Maracaná. El desarrollo de la competición deparó una final iberoamericana. En la misma, Brasil se impondría a Portugal con un solitario gol de Jairzinho.
https://www.youtube.com/watch?v=z_Abj_5dejI&feature=youtu.be
En la temporada 1972-73 el Benfica, simplemente, arrasó en la Primeira Divisão. Con 28 victorias y dos empates, se convertía en el primer campeón invicto de la Liga portuguesa. 101 goles a favor y tan solo 13 en contra dan idea de la manifiesta superioridad de los pupilos de Jimmy Hagan en aquel campeonato. Un renacido Eusébio volvió a dar muestras de su extraordinaria categoría encabezando la tabla de goleadores con 40 dianas en 28 partidos, cifras que le hicieron acreedor a su segunda Bota de Oro europea.
Sin embargo, no correría la misma suerte el cuadro luso en los torneos del K.O., donde resultó apeado a las primeras de cambio. En la máxima competición continental Las Águilas cayeron frente al Derby County en Octavos de Final (o lo que es lo mismo, Brian Clough le ganó la partida a Jimmy Hagan), mientras que en la Taça de Portugal debieron hincar la rodilla ante el Leixões, en idéntica ronda.
Eusébio disputaría tres encuentros con su selección a lo largo de la temporada. El primero de ellos fue un amistoso en París, donde volvió a dejar muestras de su recuperación al obtener los dos tantos que dieron el triunfo a Portugal sobre el combinado galo (1-2). No obstante, el camino al Mundial de Alemania comenzó a torcerse pues, si bien se arrancó un positivo empate a uno contra Irlanda de Norte en Coventry (donde había sido trasladado el encuentro por el conflicto imperante en el Ulster), frente a Bulgaria, en Sofía, el combinado luso acabó perdiendo 2-1.
Señalar como curiosidad que en uno de los abundantes amistosos disputados por el Benfica a lo largo de la campaña, el celebrado en un desangelado Vicente Calderón (la ausencia de Eusébio y el frío reinante tuvieron buena culpa de ello) a beneficio de los damnificados por el terremoto que había asolado la ciudad de Managua, se produciría la grave lesión de un juvenil colchonero que apuntaba maneras. La doble rotura de tibia y peroné no impediría a Juanito triunfar en el fútbol español, aunque no fuera precisamente como rojiblanco.
Durante la siguiente pretemporada el cuadro luso realizó su habitual gira por todo el mundo, incluido sus territorios de ultramar (en Mozambique se impondría 2-0 sobre el América de Río de Janeiro), no siendo todo lo satisfactoria que se esperaba. Eusébio resultó lesionado en un partido disputado en Lunda (Congo) y el Benfica cosechó varias derrotas, sobre todo en los torneos veraniegos españoles, que arrojaron sombras sobre el rendimiento del equipo de cara a un campeonato que se antojaba apasionante por la auténtica invasión de jugadores brasileños, que poblaban las filas de los equipos portugueses, después de que el año anterior se hubiera firmado un decreto por el que se les otorgaba la doble nacionalidad. El Benfica fue uno de los pocos que no se reforzó con brasileiros haciendo gala de su tradicional política de jugar sin extranjeros.
El 25 de septiembre, con Eusébio ya recuperado, se celebró en Da Luz el partido homenaje que el conjunto portugués ofrecía a su máxima estrella tras 13 años de dedicación. La prensa del momento no ahorró elogios para una carrera plagada de éxitos en el Benfica, que se comparaba con las de Di Stéfano en el Madrid o Pelé en el Santos. En la celebración estuvieron presentes numerosas estrellas (en su declive la mayoría, puesto que salvo Paulo César, Netzer o Best, ninguna de las primeras espadas del momento tuvo a bien acudir), como parte de una selección mundial. Así, junto a Gordon Banks (ya retirado debido al accidente que le había restado visión en un ojo), se alinearon los hermanos Charlton, Uwe Seeler, o el mismísimo Gento (que tuvo la gentileza de volver a vestirse de corto), como cabeza de una nutrida representación española integrada por Iríbar, García Remón, Pirri y el entrenador Miguel Muñoz. El encuentro finalizaría con empate a dos goles.
La temporada se inició con mal pie, pues el Benfica rescindió el contrato a Jimmy Hagan debido a un incidente ocurrido en el partido homenaje a Eusébio. El entrenador inglés abandonó el estadio después de que el presidente del club le exigiera la presencia de dos jugadores (Toni y Humberto) en la alineación que debía enfrentarse al cuadro internacional. Los desencuentros entre técnico y dirigentes habían sido frecuentes, y todo ello unido a su excesivo autoritarismo en el vestuario (mantenía en el ostracismo a Simões, a quien había retirado la capitanía) terminó por provocar su caída. Fernando Cabrita tomaría las riendas del equipo.
Las malas noticias continuaron con la lesión de menisco de Artur Jorge y los problemas físicos de Eusébio. A mediados de noviembre, el mozambiqueño se encontró de pronto fuera de las competiciones internacionales, pues si el Újpest Dózsa húngaro dejaba en la cuneta a Las Águilas en Octavos de Final de la Copa de Europa, Portugal caía eliminada en su grupo de clasificación para el Mundial tras empatar en casa frente a Bulgaria (2-2), en un choque en el que Eusébio se vio obligado a abandonar el terreno de juego en la primera mitad.
A destacar el Primer Día Internacional del Fútbol celebrado en Barcelona bajo los auspicios de la FIFA, en una feliz iniciativa del club blaugrana. El 1 de noviembre se disputó un partido amistoso entre dos combinados de Europa y América (con mayor presencia de estrellas de primera fila en el cuadro sudamericano, todo hay que decirlo), que finalizó con empate a cuatro goles en el marcador tras un bonito espectáculo, sobre todo en la primera mitad. El fútbol sería justo con el equipo que presentó un plantel más lucido, y los jugadores del otro lado del Atlántico se impondrían en los penaltis por 3-2.
Como se presumía, el desarrollo de la Primeira Divisão fue muy diferente en esta ocasión. Tanto que incluso el Benfica volvió a perder en su estadio[12]. Hasta cinco equipos lucharon a lo largo del torneo por el título, que finalmente se llevó el Sporting. Tampoco en la final de la Taça de Portugal pudo el cuadro encarnado lograr un triunfo esta temporada. El cuadro de Los Leones se proclamó bicampeón nacional al imponerse por 2-1 a sus rivales lisboetas.
Eusébio iniciaba la temporada 1974-75, en la que finalizaba contrato, sabiendo que posiblemente sería la última de su carrera en el Benfica. Los encarnados estrenaban entrenador, el yugoslavo Milorad Pavić, ex técnico del Athletic, y el cuadro luso realizó una prometedora pretemporada, con dos veteranos como Eusébio y Simões llevando la batuta del equipo desde el mediocampo. Sin embargo, las lesiones volvieron a ser las acostumbradas compañeras de viaje del mozambiqueño, que apenas pudo participar con sus compañeros a lo largo de la campaña. Tan sólo nueve encuentros ligueros, que le permitieron contribuir modestamente al XXI campeonato nacional del Benfica y los cuatro de la Recopa, donde fueron eliminados en Octavos tras lograr un buen resultado en Eindhoven (0-0) para caer frente al PSV en Da Luz (1-2) ya en las postrimerías del choque. En cuanto a la Taça de Portugal Las Águilas llegaron a la final, sucumbiendo ante el Boavista por 2-1 en el campo de su máximo rival, el José Alvalade.
Durante la época estival Eusébio firmaría contrato con los Boston Minutemen para participar en la Liga Estadounidense, siguiendo los pasos de Pelé, que regresaba a los terrenos de juego para formar parte del Cosmos de Nueva York. Los dólares americanos atraían a las veteranas estrellas europeas y sudamericanas con la esperanza de hacer arraigar el fútbol en los Estados Unidos. En esta ocasión, con la adición de los cuatro equipos de la Costa Oeste, el torneo se convertía en una auténtica liga nacional por vez primera desde 1968.
La trayectoria de Boston en la NASL (North American Soccer League) fue espléndida. Campeón de la División Norte, superó los Cuartos de Final tras vencer a los Cometas de Baltimore (1-0) y sólo cayó en semifinales ante los futuros campeones, Los Ángeles Aztecas, por 2-0. La participación de Eusébio, no obstante, se redujo a siete encuentros. Con todo, su figura siguió siendo recordada por la comunidad portuguesa de Boston, y una réplica de la estatua que se le dedicó en Lisboa se encuentra junto al Gillette Stadium de Foxboro (Massachusetts).
Con posterioridad ficharía por el Monterrey de la liga mexicana, requerido por el chileno Fernando Riera, con quien se reencontraba muchos años después de su etapa en Lisboa. Lo cierto es que el futbolista no llegó solo. Se trajo el Chevrolet Camaro Sport que había adquirido en Texas, un automóvil que le entusiasmaba. Sin embargo, pese a tener una magnífica acogida por parte de los dirigentes y la afición local (llegó a ostentar incluso el brazalete de capitán), su temporada con los Rayados no fue todo lo buena que se esperaba. Únicamente actuó en 10 partidos de Liga, anotando un solitario gol. La Pandilla caería en semifinales frente al equipo de la Universidad de Guadalajara en un choque recordado por una discutida decisión arbitral. Pero, para entonces, ni el técnico chileno ni el delantero portugués se encontraban ya en el equipo, habiendo obteniendo la carta de libertad en marzo de 1976. Consignar, eso sí, que la estancia de la Pantera también dejó legado en Monterrey, ¡su Chevrolet!, vendido al presidente del club, D. Alberto Santos de Hoyos.
Eusébio regresó a la NASL para liderar a los Toronto Metros-Croatia, conjunto resultante de la fusión de los dos principales equipos de la capital de la región de Ontario, integrado fundamentalmente por expatriados yugoslavos, en su mayoría croatas. Con el mozambiqueño en sus filas el equipo canadiense no perdió un solo encuentro[13], obteniendo la nada despreciable cifra de 16 goles y cuatro asistencias en 21 partidos ligueros. La final de la Soccer Bowl’76 se disputó en Seattle, ante 26.765 espectadores, y Toronto se impuso a Minnesota por 3-0, obra de Eusébio, Lukačević e Ivair Ferreira. Para comprender la heterogeneidad del fútbol USA baste señalar que Minnesota alineó a siete británicos, un nigeriano, un sudafricano y dos norteamericanos. Por su parte, Toronto estaba formado por seis yugoslavos, un canadiense, un austriaco, un alemán, un brasileño y un portugués. Es interesante reflejar que, tratando de evitar cualquier estereotipo de carácter étnico, los responsables de la Liga prohibieron al comentarista televisivo pronunciar “Metros-Croatia” a lo largo de la retransmisión.
Pese al logro obtenido por el equipo de Eusébio, éste no fue incluido en el equipo ideal y tampoco figuró en la lista de galardonados. Pelé (New York Cosmos) fue elegido MVP de la competición tras firmar 13 goles y 18 asistencias (récord de la NASL) en 23 partidos, ocupando Best (Los Angeles Aztecs) la segunda posición con 15 goles y 7 asistencias en el mismo número de encuentros que el brasileño, y Chinaglia (New York Cosmos) el tercer lugar al conseguir 19 dianas en otros tantos choques y dar 11 pases de gol.
Tras el periplo americano Eusébio firmó un contrato de seis meses con el Beira-Mar, un modesto conjunto de la Primera División portuguesa, con el propósito de regresar a la Liga Norteamericana en verano. La decisión del jugador de alargar su carrera profesional no terminaba de ser entendida. Como ejemplo, exponemos la siguiente reseña que Juan Antonio Calvo firmaba en El Mundo Deportivo:
“(…) Con sus 34 años a cuestas, el moreno jugador –que vistió en su día las camisetas de los equipos de la UEFA y de la FIFA– está ahora oscurecido en un club modesto, en el que se ha convertido en la figura más por el conjuro que despierta su nombre que por el fútbol que aún lleva en las piernas.
Después de haber sido uno de los jugadores –y goleadores– más destacados de la década de los sesenta, Eusebio se marchó a Estados Unidos para aprovechar monetariamente sus últimos años futboleros. Pero ahora ha vuelto a Portugal. No en olor de multitudes ni tampoco como primera figura del fútbol, sino a un equipo modesto, el Beira-Mar, que le ha firmado un contrato por seis meses y por una cantidad que en sus buenos tiempos Eusebio hubiera despreciado olímpicamente. Pero ahora en cambio ha aceptado porque era la única oferta que tenía para acabar sus últimos años de fútbol. Y el Beira-Mar, contento porque aumentará sus taquillas aprovechándose de la nostalgia del aficionado al cual el nombre de Eusebio aún le recuerda tardes gloriosas de fútbol y goles inverosímiles del que fue llamado en su día el «Pelé europeo».
Al cabo de estos seis meses, Eusebio volverá de nuevo a la aventura americana, donde se retirará con más dinero que gloria y regresará a su Portugal ya integrado en la categoría de los «ex». Y se habrá quedado sin lo que en su día fue su mayor ambición: jugar en el fútbol español. Cuando estaba en su pleno apogeo las fronteras estaban cerradas para las estrellas foráneas. Y ahora que podría integrarse en nuestro fútbol ya no interesa ni a un Segunda División. Y es que la edad –al menos en el fútbol- no perdona. Ni a Eusebio, ni a nadie”.
En sus últimos años como jugador, la trayectoria de Eusébio (cuyo rendimiento estaba mediatizado por sus continuos problemas físicos) importa más por las anécdotas que por la relevancia de sus logros en los terrenos de juego. Así, Antonio Sousa, compañero del mozambiqueño en el Beira-Mar, recordaba tiempo después cómo, en un partido contra el Benfica celebrado en enero de 1977, el colegiado señaló un golpe franco contra los lisboetas con empate a dos en el marcador, y Eusébio, que inevitablemente lanzaba todos los tiros libres del equipo, se apartó del balón indicándole que lo tirara él, porque “no podía marcarle goles al Benfica”.
O cómo, tras ser sustituido en un choque frente al Sporting de Braga, Eusébio se fue y no volvió a aparecer, desligándose a continuación de la entidad. Finalizaba de ese modo su decepcionante paso por el Beira-Mar, con tres goles en doce encuentros jugados, y el descenso de categoría del club de Aveiro.
Tras su paso por Portugal, Eusébio retornó al fútbol estadounidense en las filas de los Quicksilvers de Las Vegas, un equipo de escaso fuste y nulas expectativas. De hecho, ocupó la última posición de su grupo. Dos goles en 17 partidos fueron el escaso bagaje del mozambiqueño. Por lo demás, la NASL continuó pasando olímpicamente de las reglas FIFA y, en esta ocasión, para evitar los empates estableció un nuevo sistema que iba a reemplazar a los lanzamientos desde el punto de penalti. Se trataba de los Shootouts, una especie de uno contra uno en el que el jugador, que debía partir de la línea de 35 yardas (que delimitaba el fuera de juego en el fútbol yanqui), disponía de cinco segundos para batir al portero. En cualquier caso el torneo fue todo un éxito, con un incremento en audiencia del 33% respecto al año anterior. El triunfo del Cosmos, en el último año de Pelé en el conjunto neoyorquino, fue la guinda del pastel. Y eso que los problemas internos habían sido la tónica dominante del vestuario. La incorporación de Beckenbauer, primero, y de Carlos Alberto, más tarde, contribuyó a dar la consistencia necesaria al conjunto; y ello, unido al postrero despertar de Pelé (extrañamente apático al principio de la campaña), terminaron por impulsar al “equipo de la ONU” al título.
Como venía siendo habitual, Eusébio firmó un nuevo contrato temporal para regresar al soccer americano al año siguiente. La novedad consistió en que el União de Tomar era un Segunda División de la liga portuguesa. Su presidente, Fernando Mendes, era un gran benfiquista y ofreció al jugador un puesto en el equipo. Éste aceptó el ofrecimiento pese a tener propuestas de conjuntos de Primera División. Pese a las grandes expectativas que generó su fichaje en la ciudad el equipo no lograría el ascenso de categoría. Eusébio jugó 12 partidos, siendo sustituido en la mayoría de ellos, consiguiendo tres goles, dos de ellos de golpe franco. Sus problemas físicos empezaban a ser evidentes, como pone de manifiesto la siguiente anécdota referida por Faustino Lusa, unos de sus compañeros en aquel entonces: “Siempre que hacía un gran esfuerzo su rodilla izquierda se le salía de sitio. Así, cuando luchaba por un balón dividido con un contrario todos le gritábamos, «ojo con la rodilla, Eusébio». Y él se la colocaba de nuevo en su lugar. La «Pantera Negra» no era de los que se quejaban”. Y añadía para finalizar: “No era «O Rei», como le llamaban. Era la persona más sencilla que existía. De las más humildes que conocí. Amigo de todos los compañeros. No debe existir una persona que pueda hablar mal de él”.
A finales de julio de 1978 se anunciaba el fichaje de Eusébio por los New Jersey Americans, el vigente campeón de la American Soccer League (una especie de 2ª Div. estadounidense). El suculento contrato, a razón de un millón seiscientas mil pesetas por partido jugado, no se prolongaría en el tiempo, pese a que estaba estipulada una temporada más. El conjunto del condado de Hudson no lograría revalidar el título, viéndose superado en semifinales por sus vecinos de la “Gran Manzana”, los New York Apollo. El mozambiqueño contribuiría con dos goles en nueve encuentros en el último tramo de la competición.
El colofón a su trayectoria como jugador lo pondría Eusébio en el fútbol sala norteamericano, en la Major Indoor Soccer League 1979-80, donde aún jugaría cinco partidos en las filas de los Buffalo Stallions, lastrado por las lesiones, y anotaría el último tanto de su prolífica carrera.
En la misma, se contabilizan 543 goles en 589 encuentros oficiales como aditamento a un palmarés envidiable: 11 títulos de Liga con el Benfica (1960-61/62-63/63-64/64-65/66-67/67-68/68-69/70-71/71-72/72-73/74-75), 5 de Copa (1962/64/69/70/72), y una Copa de Europa (1962); alcanzando el subcampeonato del torneo en otras tres ocasiones (1963/65/68), además de ser dos veces finalista de la Copa Intercontinental (1961 y 62). El periplo americano se saldó con 1 campeonato de la NASL con el Toronto Metros-Croatia (1976). Sin olvidar el tercer puesto en la Copa del Mundo de 1966 con Portugal.
A título individual, resaltar sus siete Bolas de Prata en el campeonato portugués (1963-64/64-65/65-66 (ex aequo con Figueiredo)/66-67/67-68/69-70/72-73), además de encabezar la lista de anotadores en el máximo entorchado continental en tres ocasiones (1964-65 (ex aequo con su compañero Torres)/65-66 (ex aequo con Flórián Albert)/67-68) y de proclamarse máximo goleador en el Mundial de Inglaterra’66. Así mismo, obtuvo en dos ocasiones la Bota de Oro (1968 y 1973) y recibió el prestigioso Balón de Oro entregado por L’Equipe en 1965, ocupando la segunda posición en las votaciones de 1962 y 1966.
Paradójicamente, la situación económica de Eusébio tras volver de hacer las Américas era bastante delicada. Había invertido buena parte de lo ganado como futbolista en terrenos e inmuebles en Mozambique pero, con la independencia de la colonia en 1975 (favorecida por la Revolución de los Claveles y el fin de la dictadura en la Metrópoli, que pondría fin a la Guerra Colonial Portuguesa), y la nacionalización de las propiedades llevada a cabo por el gobierno del nuevo estado, de ideología marxista, el jugador se había encontrado desposeído de todos sus bienes en su tierra natal.[14]
Finalmente, regresaría al Benfica para dirigir la escuela de fútbol infantil y juvenil, además de actuar como relaciones públicas de la entidad, “acompañando al equipo en sus desplazamientos al extranjero y oficiando como embajador plenipotenciario y extraordinario del club lisboeta”, como señalaba Juan Antonio Calvo en las páginas de El Mundo Deportivo en abril de 1980. Con posterioridad, compatibilizaría dichas funciones con otras similares para la Federación Portuguesa de Fútbol.
Convertido en un símbolo del Benfica y de Portugal, el propio jugador tendría el privilegio poco común de descubrir su propia efigie, erigida en las inmediaciones del Estadio Da Luz, una estatua que homenajeaba al mejor futbolista luso de la historia y uno de los más grandes de todos los tiempos, como prueban la consideración y alta estima que su figura despierta en el mundo del fútbol.
Siempre que se le requería su opinión sobre si él formaba parte de los elegidos de este deporte, Eusébio mantenía una respuesta inalterable, perfectamente ejemplificada en las declaraciones recogidas por Joaquín Maroto en el diario As en una entrevista realizada en 2008: “Di Stéfano era el número uno, el mejor de todos. Y no lo digo ahora, lo pienso desde que tenía 19 años. Yo tengo 66 años, los mismos que Pelé, y Alfredo es más mayor. Uno siempre admira a su padre, no tanto a su hermano. Tú te sientes igual que tu hermano, pero menos que tu padre. Eso me pasa a mí con Di Stéfano y Pelé. Pelé es como yo, que también marqué mil goles[15]”. Una afirmación, ésta última, que muy pocos futbolistas podrían sostener sin pecar de inmodestia o rayar en la presuntuosidad, algo muy alejado de la honestidad y bonhomía de la Pantera Negra del fútbol mundial.
Descanse en paz.
Fuentes consultadas
– Marca
– El Mundo Deportivo
– ABC
– La Vanguardia
– 50 años de la Copa de Europa (As)
– Revista Única (Expresso). 12-11-2011. Entrevista de Pedro Candeias e Bruno Roseiro.
Diarios on-line y páginas web
– A minha historia com Eusébio. Rui Antunes, Ana Paula Azevedo, Felícia Cabrita, Margarida Davim, Joana Ferreira da Costa, Sónia Graça e Ricardo Rego. 12-01-2014 (Sol)
– Diálogos com a História: Eusébio e Hilário. 25-11-2011 (The Delagoa Bay Company)
– Hilário: Eusébio fugiu para assinar pelo Sporting. 23-11-2011 (Expresso)
– The Legend Of Ruth Malosso. Srinwantu Dey. Enero 2014 (Goalden times.org)
– Eusébio. Wikipédia. A enciclopédia libre.
– Eusébio – O Artilheiro. António Martinó de Azevedo Coutinho. 27-8-2013 (Largo dos Correios) Fonte do Rosário.
– aavv: Message Board post #869810. 7-1-2014 (When Saturday Comes. The Half Decent Football Magazine)
– O Eusébio do Sporting. Rui Gomes. 10-1-2014 (Camarote leonino)
– «“Dos Subúrbios da Lourenço Marques Colonial aos Campos de Futebol da Metrópole”, uma Entrevista com Hilário Rosário da Conceição». Nuno Domingos. (Cadernos de Estudos Africanos)
– Houve um King fora do Benfica (mas esse não ficou na história). Filipe Caetano. 7-1-2014 (Mais Futebol)
– Eusébio nunca será suplente na equipa dos melhores de sempre. Marco Vaza. 5-1-2014. (Público)
– O senhor Eusébio da Silva Ferreira partiu, mas jamais da nossa memoria! Alberto Helder. 6-1-2014 (albertohelder.blogspot.com.es)
– Eusébio no U. Tomar – 1977-78. Leonel Vicente. (uniaotomar.wordpress.com)
– Faustino recorda jovialidade de Eusébio no União de Tomar. (SportInforma c/Lusa)
– La pantera de Mozambique y las páginas amarillas de Zagreb. Luis M. Alonso. 9-11-2009 (La Nueva España)
– The Year In American Soccer (1974-80). Steve Holroyd & David Litterer. (The American Soccer History Archive)
– Eusébio. Dave Morrison. (North American Socceer League Players)
– Pelé es como yo; el mejor fue Di Stéfano. Joaquín Maroto. 13-03-2008 (As)
– Eusébio. Memorial Benfica, 100 Glórias. (SerBenfiquista.com)
– Portugal – International Results. Rui Mestre. (Rec.Sport.Soccer Statistics Foundation)
Archivo audiovisual
– Um Jogador de Todos Os Tempos (RTP Internacional)
– Memoria Deportiva. Eusebio. (Teledeporte)
– El Partido del Siglo. Eusebio. (La 2)
– Benfica 5 Real Madrid 3 – Youtube JulioLeonFandinho
– Benfica 2 X Santos 5 (Canal 100) – Youtube rluiz 66
– AC Milan 2-1 Benfica : 1963 European Cup Final – Youtube AC MilanArab
– 1963 European Cup Final – Milan V Benfica (1963) – Youtube British Pathé
– ECCC-1965/1966 SL Benfica – Manchester United 1-5 (09.03.1966) – Youtube Eurocups dofootball
– 1969 (February 12) Ajax Amsterdam (Holland) 1- Benfica (Portugal) 3 – Youtube sp1873
– Ajax – Benfica 1969-02-19 1/4 КЕЧ 2 матч. обзор(16,3 минут) – Youtube SuperAjax69
– 1969 (February 19) Benfica (Portugal) 1- Ajax Amsterdam (Holland) 3 – Youtube sp1873
– Ajax – Benfica 3-0, 5 maart 1969 – Youtube RaisingKundalini2
– No. 8. Eusébio – Football’s Greatest (Sky Sports) – Youtube MyHumanVideos
[1] En noviembre de 2011 Eusébio realizó unas declaraciones en la Revista Única, editada por el diario Expresso, que levantaron cierta polvareda: “(…) Pero a mí no me gustaba (el Sporting), además, a nadie de mi barrio le gustaba. ¿Sabe por qué? Era un club de la élite, de la policía, a quienes no les gustaban las personas de color. Era racista”. Así mismo, refería que no había jugado con el Desportivo, el filial africano del Benfica: “porque el entrenador me tenía manía y no me dejaba entrenar” y había terminado en el Sporting obligado por su madre, harta de recibir visitas de enviados del club preguntando por su hijo.
De inmediato surgieron voces que matizaban o desmentían las palabras del jugador. Hilário señaló al respecto que él había sido el primer preto (negro) en formar parte de la plantilla del Sporting de Lourenço Marques, tres años antes de que lo hiciera Eusébio, y que siempre se había sentido bien tratado (aunque ha reconocido que muchos de sus amigos del barrio dejaron de hablarle por fichar por un club “racista, que no aceptaba negros”). Su incorporación supondría un punto de inflexión en la política de la entidad.
Uno de los compañeros de Eusébio en el equipo juvenil, el portero Braga Borges, salió al paso de lo publicado en la entrevista afirmando que en el cuadro sportinguista figuraban indios y mestizos, además de negros, sin que jamás hubiera habido el menor problema.
El periodista Alexandre Franco, que creció y jugó con Eusébio en Lourenço Marques, se mostró muy decepcionado con su antiguo amigo. Señalaba que éste debía mostrarse agradecido al club de las camisetas verdiblancas, porque el Sporting le había dado de comer en una época en la que pasaba hambre. Refería que había sido el único jugador del juvenil a quien se le pagaba: “cien escudos por cada gol que marcaba”, y recordaba cómo, tras ser rechazado por el Desportivo, no había tenido más que saltar el muro que separaba el campo de éstos del terreno de juego sportinguista, situados uno al lado del otro, donde le habían recibido con los brazos abiertos.
[2] El fichaje de Eusébio siempre ha estado sujeto a controversia. Desde las filas del Sporting se acusó al club benfiquista de raptar al jugador para evitar que firmara por el cuadro de Alvalade. Su amigo Hilário ha desvelado que fue a buscarlo poco después de llegar a Portugal, a la residencia de jugadores del Benfica, donde se alojaba, para hacerle llegar una oferta de Los Leones que multiplicaba por diez la cantidad que el club de Las Águilas había entregado a la madre del jugador. Según señala Hilário, Eusébio había aceptado el ofrecimiento pero el Sporting no pudo contactar ese día con su filial en Mozambique para formalizar el transfer. Al regresar a la residencia para que pernoctara esa noche, los dirigentes del Benfica, alarmados por la desaparición del jugador, decidieron llevárselo fuera de Lisboa para evitar cualquier injerencia en su fichaje por parte de los enviados del Sporting.
[4] El cronista deportivo reflejó en su crónica: “Eusébio, la Pantera Negra, despedazó al Real Madrid”. No obstante, se cuenta que fue Walter Winterbottom, el seleccionador inglés que dirigiera a los pross en el partido clasificatorio para el Mundial frente a Portugal de 1961 quien lo definió así por primera vez, al gritar desde la banda a su marcador que tuviera cuidado con la Pantera Negra rival.
[5] Es posible que se le fuera la mano al técnico húngaro con sus palabras porque tampoco él pudo romper el hechizo, pese a regresar al Benfica en la temporada 1965-66. La maldición ha resistido el paso del tiempo y ni siquiera la reciente inauguración de una estatua de bronce en su honor, erigida junto a la puerta 18 del estadio Da Luz, ha servido para deshacer el conjuro. En la Final de la Europa League de 2014 el Benfica cayó en los penaltis frente al Sevilla, volviendo a quedarse a las puertas de un título, esta vez sin haber perdido un solo encuentro en toda la competición.
[6] El barcelonista Messi había igualado dicha cifra en la edición de 2011-12. Pero habría de ser el auténtico sucesor de Eusébio, su compatriota Cristiano Ronaldo, quien estableciera el nuevo récord goleador en la competición con 17 goles en 11 partidos, culminando un extraordinario torneo con la conquista del título continental en el reciente derbi madrileño disputado en el estadio Da Luz.
[7] Entre febrero y noviembre de 1964 Eusébio disputaría cinco encuentros con la Selección Militar, ante sus homólogos de Luxemburgo (2), Francia (2) y Grecia, anotando un único gol. Con posterioridad, en marzo de 1965, se enfrentaría a España en la fase de clasificación para el campeonato mundial de la categoría. Tras lograr un empate (1-1) en Oporto, la Selección obtuvo un triunfo por la mínima en Las Palmas (1-0), en un encuentro que fue televisado en directo para el archipiélago canario y Portugal. Conviene apuntar que el combinado nacional se alzaría con el entorchado mundial en la fase final del certamen, con sede en Asturias, concretamente en Oviedo y Gijón, al encabezar una liguilla que le enfrentó a Bélgica en el Carlos Tartiere (5-1), y a Turquía (1-2) y Marruecos (3-0) en El Molinón.
[8] Eusébio viajó con su mujer ese verano al Lago Como de vacaciones. En realidad era una excusa para elegir su futura casa. En Italia se vio con Facchetti y Corso, y habló con el presidente Moratti. El Inter había accedido a pagar tres millones de dólares (90 mil contos) por el traspaso del jugador.
[9] El guardameta diría después al observar las imágenes que estaba tan concentrado que apenas se había percatado de la acción del portugués, a quien consideraba todo un caballero del deporte.
[10] La polémica surgió ante la posibilidad de que el Benfica no hubiera cuidado convenientemente a su estrella. Primero, porque la operación de rodilla se atrasó para que el delantero pudiera disputar la final de la Copa de Europa contra el Manchester United. Apenas once días después de la misma el jugador era internado en una clínica e intervenido de inmediato. Después, porque se estimaba que O Rei (así era conocido en Portugal), no había dispuesto del suficiente período de reposo ya que el equipo luso debía cumplir un contrato en América del Sur, y estaba obligado a presentar a Eusébio en todos los partidos. Como curiosidad, apuntar que debido a la operación el mozambiqueño no había podido estar presente en el amistoso disputado en junio en Lourenço Marques, su ciudad natal, ante la selección brasileña. El combinado sudamericano, en el que tampoco se alineó Pelé, se impuso por dos goles a cero, obra de Rivelino, dirigiendo la contienda el colegiado español Adolfo Bueno Perales.
[11] Sobre su ubicación como centrocampista en el Suiza-Portugal, novedad que fue muy comentada en la prensa lusa, Eusébio realizó las siguientes declaraciones: “Si jugué allí fue porque los técnicos de la selección consideraron eso ventajoso para el equipo, ya que podría tratar de asegurar el juego, aunque no gustase a algunos. Y confieso que a mí tampoco me agradaba. Sí, porque, al contrario de lo que algunos piensan, me gusta jugar en el área. Y en ese puesto –en el área- me considero con condiciones para jugar varios años más. Pero deseo hacerlo ahí y después cederé el puesto, al estilo de aquel maravilloso jugador que fue Alfredo di Stéfano, que a partir de cierta edad pasó a jugar más atrás, armando el juego en servicio de sus compañeros, no dejando por ello de marcar su «goliño», siempre que la oportunidad se le presentara. Para mí, esa hora no ha llegado aún, ya que sólo tengo veintisiete años de edad”. Texto extraído de la crónica de Cruz do Santos, corresponsal en Lisboa del diario Marca.
[12] El Benfica, tras 8 años sin perder en su terreno en competición nacional, caía frente al Vitória de Setúbal (2-3) en partido de Liga. Desde que se inaugurase el Estadio Da Luz el recinto de Las Águilas sólo había sido profanado en seis ocasiones. Tres veces en el plano internacional —ante el Santos (3-5), Manchester United (1-5) y Ajax (1-3)— y otras tres en el ámbito doméstico, para lo que había que retroceder hasta el 17 de octubre de 1965 en partido frente al Sporting (2-4). Desde entonces había disputado la friolera de ¡106! encuentros sin conocer la derrota.
[13] Al menos sobre el terreno de juego. En 1974 los dirigentes de la NASL habían decidido suprimir los empates, asumiendo que los aficionados americanos no sabrían apreciar un partido, por bueno que fuese, si no había un ganador. Desde entonces, si los noventa minutos reglamentarios finalizaban con igualdad en el marcador, el vencedor del choque debía dirimirse en lanzamientos desde el punto de penalti. El ganador del empate se anotaba tres puntos por ninguno el perdedor.
[14] El Frente de Liberación de Mozambique (Frelimo) había lanzado una guerra de guerrillas contra el régimen portugués en 1964, conflicto que se sumaba a los existentes en el África Occidental Portuguesa (Angola) y la Guinea Portuguesa (actual Guinea Bisáu). Tras la independencia, en Mozambique se desató una guerra civil entre el Frelimo, con apoyo de la URSS y Cuba, y el movimiento opositor de la Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo), que contaba con la colaboración de Sudáfrica.