Aquellos domingos de carrusel
De Vicente Martínez CalatravaHaciendo parangón al título del libro «Aquellos domingos de gloria» de nuestro querido Félix Martialay, deseo hacer un homenaje a la información deportiva radiofónica, que por ahora cumple los sesenta años, ofreciendo un breve apunte de cómo comenzó todo en aquellas tardes de domingo.
Los medios de comunicación siempre han sido la pieza fundamental para la difusión y popularización del fútbol, aunque durante las primeras cinco décadas fue únicamente la prensa escrita quien tenía la exclusividad de esta información. Sería con el inicio de la década de los cincuenta cuando el fútbol en España inició un espectacular auge, favorecido por la rivalidad entre Real Madrid y Barcelona y la popularización de las quinielas, dos fenómenos en los cuales los citados medios tuvieron mucho que ver. En torno al ámbito futbolístico surgieron con profusión, revistas, biografías, calendarios, postales, cromos, emblemas y cualquier objeto coleccionable, destacando entre ellos una obra pequeña por sus dimensiones, de enorme contenido histórico y de una gran acogida popular, el calendario deportivo Dinámico, que durante más de medio siglo ha logrado mantener una estable hegemonía y ha sido pionero en ofrecer en sus ceñidas páginas la historia condensada de nuestro fútbol como elemento consultivo.
La televisión era otro de los medios que asomaba por los campos de fútbol a mediados de los cincuenta, habiendo realizado algunas transmisiones durante la celebración del Mundial de Suiza, y anunciaba su incorporación de forma inmediata. Mientras tanto en España, desde hacía varios años, la radio venía reclamando también poder acceder al mundo del fútbol, contando a su favor la inmediatez de la información y una difusión mucho más amplia, pero desde que en mayo de 1927 Unión Radio hiciera los primeros escarceos en un campo de fútbol, solamente en contadas ocasiones se había logrado ofrecer información desde el mismo terreno de juego, siendo los mismos clubs muy reticentes a facilitar este trabajo por considerar que ello repercutiría en el taquillaje. La experiencia vivida durante el mundial de 1950 con las retransmisiones de Matias Prats Cañete a través de Radio Nacional de España, y la popularización que experimentaba el aparato de radio en los hogares españoles, hicieron imprescindible un cambio de mentalidad en este sentido y fue en 1951 cuando los clubes concedían la autorización para instalar micrófonos en las gradas y poder emitir de forma instantánea del desarrollo de los partidos, aunque todavía quedaba lejos de tener notoriedad los aparatos de transistores.
La relación de interdependencia entre el fútbol y la radio se comenzó a fijar a partir de entonces. Las emisoras dedicaban los domingos programas exclusivos en emisiones de sobremesa con las informaciones previas a los partidos, y a partir de las siete de la tarde se ofrecía un resumen con resultados, comentarios y la quiniela de la jornada. Nacieron programas como «Marcador», con Carlos Alcaraz y Juan Deportista, «Tablero Deportivo», dirigido por Juan Pablo Salinas, o «Siguiendo los deportes», conducido Paco Quílez Quilates; pero sin lugar a dudas, el programa deportivo por excelencia de los domingos ha sido, y sigue siéndolo «Carrusel Deportivo».
Aunque el programa nació varios meses antes y compartió protagonismo con el humorista chileno Pepe Iglesias El Zorro, hasta 1954 no adquirió la estructura que será pionera en este tipo de informativos y se mantendrá invariable durante muchos años. Todos los domingos por la tarde que había jornada futbolística, hacia las cuatro y media, -dependiendo del inicio de los partidos- comenzaba una primera emisión del programa, con una duración de dos horas, durante las cuales se alternaba la conexión con los diferentes campos, y entre las ocho y nueve de la noche, una segunda parte ofrecía un resumen detallado de los partidos, los resultados de Segunda división, la quiniela y, para muchos lo más esperado: los catorce grupos de Tercera.
Sobre una idea original de Bobby Deglané y bajo la dirección de Vicente Marco, se iniciaba con su preámbulo habitual y una marcha de John Philip Sousa: «la Sociedad Española de Radiodifusión, a través de su gran cadena de emisoras propias y asociadas, presenta…» este innovador programa de multiconexión con los partidos en juego, superando muchas dificultades técnicas -Telefónica tardó año y medio en ofrecer la infraestructura precisa- con un eficaz equipo de corresponsales y reporteros, entre los que destacaban: Triabe, en La Coruña; Manso Menéndez, en Asturias; Langarita, en Santander; Antonio de Rojo, en Bilbao; Paco Ortiz, en Zaragoza; Enrique Fernández, en Barcelona; Chencho, en Castellón; José Simón y Miguel Domínguez, en Valencia; Pascual Verdú, en Alicante; Juan Tribuna, en Sevilla; y desde Madrid, Pepe Bermejo, Juan de Toro, Julio Rodríguez y Enrique Gil Gilera, quien ponía la rúbrica para cerrar la segunda edición, con su inefable «decálogo». Todos ellos llenaron de ilusión las tardes de los domingos españoles en torno a una mesa de amigos, con las fichas de dominó o las cartas del mus, la copa de Terry -el de la malla dorada- o de Anís Castellana, el boleto de apuestas quinielísticas y el calendario Dinámico.