Etimología (V): jugadores (II)
De Víctor Martínez PatónSi en el número anterior quedaron expuestas con más o menos detalle las formas de llamar al portero, en esta segunda parte del tema explicaré los defensas y los centrocampistas. Y para ello voy a hacer referencias frecuentes al Tesoro de la lengua castellana o española, de Sebastián de Covarrubias, publicado en 1611 y que resulta ser el primer diccionario del español, más de un siglo anterior a la fundación de la Real Academia Española (1713). Y lo voy a hacer porque aunque es por todos conocido, quizá no muchos se han acercado a leer sus definiciones; y desde luego, merece la pena. Así pues, salvo indicación contraria, todas las definiciones que siguen son literales de Covarrubias. Quizá sorprenderá a muchos su ortografía, peculiar a nuestros ojos, pero habitual para un idioma que no tenía ortografía reglada y que no la tendría hasta más de un siglo después con la publicación del conocido como Diccionario de Autoridades, primero publicado por la RAE (1726-1739).
‘Defender’ es «hazer rostro al que opugna o contradize»; y esa es precisamente la labor de los defensas, evitar los ataques de los rivales; aunque etimológicamente éstos no opugnan, puesto que el latín ‘oppugnare’ deriva de ‘pugnum’, nuestro ‘puño’. Dejemos opugnar a los boxeadores y expliquemos que el latín ‘defendere’ significa en origen «alejar violentamente» y que junto con ‘offendere’ son los dos únicos restos latinos del verbo simple ‘*fendere’ desconocido en los textos y que significaba «golpear». Todos los derivados que tenemos en español son cultismos (‘defensa’, ‘ofensa’) salvo la palabra ‘dehesa’, cuyo significado básico es el de «prohibición», y que se utilizaba en la Edad Media para designar la tierra destinada a pastos, porque estaba generalmente acotada. Sin ir más lejos en Soria el parque más importante es precisamente conocido popularmente así, «la dehesa».
La palabra ‘defensa’ utilizada en el fútbol es un préstamo del lenguaje militar (tan frecuentes, como hemos advertido otras veces) para designar en principio al conjunto de individuos que realizan la función defensiva en un equipo y después para referirse a un individuo que personifica dicha labor defensiva. Tal individuo es el ‘defensor’, palabra en la que está escondido el sufijo de agente -tor que ya hemos señalado en otras ocasiones (*defend-tor > defensor). Pero en un principio se designaba a estos jugadores con el nombre inglés de ‘back’, lo que coloquialmente podríamos traducir como «el de atrás». Sin embargo posteriormente se generalizó la metáfora guerrera, y ahora es también el nombre habitual en inglés, ‘defender’.
Continuando con las metáforas guerreras y con el puesto de defensa, se oye también en ocasiones hablar de la ‘retaguardia’ de un equipo. Dice Covarrubias que es «el esquadrón postrero, y dixose quasi retro guarda, guarda de detrás». La palabra procede en efecto de las palabras ‘retro’, «atrás» y ‘guardia’, «observación, vigilancia», cuya forma castellana se debe a un cruce entre la italiana ‘retroguardia’ y la catalana ‘reraguardia’. Y se dice ‘retaguardia’ por oposición a ‘vanguardia’, que según Covarrubias es «término militar, quasi avantiguardia, la guarda de delante. Es en el exército el esquadrón primero que haze rostro al enemigo».
Y para terminar nos queda hablar de los zagueros, que son los que están a la zaga. «Çaga: Vale detrás, latine retro. Es nombre arábigo, y vale tanto como postre, últimamente; nosotros le tomamos por la cosa que va o está detrás de otra, de donde se dixo çaguero que cerca de los arábigos vale el mínimo, el postrero, el pequeño, el ínfimo […]» Queda claro pues que la zaga es la parte trasera de una cosa. En efecto es nombre arábigo, deriva de ‘saqa’, cuyo significado es (¡sorpresa!) el de ‘retaguardia’. Así que el devenir de la palabra (cuyo significado original parece ser «empujar al rebaño») ha hecho que de la lengua militar haya entrado a la lengua común con un significado laxo y que haya terminado llegando al fútbol para recuperar el significado primero con el que entró la palabra en castellano: ‘retaguardia’.
Los centrocampistas son evidentemente los jugadores que están en el «centro del campo», y también son conocidos habitualmente como ‘mediocampistas’ o simplemente ‘medios’, nombre este último que fue el más habitual hasta hace pocos años. Apenas nada se puede comentar de ellos, más que recordar que el latín ‘campus’ significa en origen llanura, y pronto pasó a designar al campo de batalla; el germánico dio un paso más allá y el alemán actual ‘Kampf’ significa «lucha», como escribió Hitler en su célebre «Mein Kampf». Así pues en el campo se desarrollaban las ‘batallas campales’ y quien las ganaba era el ‘campeón’.
En su necesidad de crear sinónimos para dar mayor riqueza y fluidez a su discurso, los periodistas deportivos se las ingeniaron para dar un sinónimo a ‘centrocampista’, lo que no resultaba sencillo en principio. Aparte denominaciones específicas como medio ala, medio centro, medio volante, pivote, etc., se denomina al conjunto de los centrocampistas de un equipo con el nombre de ‘línea medular’ y otros parecidos como ‘columna vertebral’, haciendo referencia a la función creadora de los centrocampistas, pero no a su posición media en el campo, que sería la línea media. Aunque es muy posible que algunos utilicen ‘línea medular’ y ‘línea media’ como sinónimos, cuando no lo son.
‘Medula’ (con pronunciación clásica) o ‘médula’ (con pronunciación vulgar generalizada a partir del siglo XVII) es «el tuétano, por estar en medio del huesso». Como se ve, Covarrubias cae en la misma tentación de relacionar ‘médula’ y ‘medio’, aunque la realidad etimológica no sea esta. De hecho no es arriesgado asegurar que en último término sí es así, y que si todavía hoy desconocemos la etimología de la palabra ‘médula’ es porque sin duda ésta (latín ‘medulla’) se vio influida por el latín ‘medius’.
La diferencia entre ‘medular’ y ‘medio’ es sin duda un pequeño detalle, que algunos dirían sin importancia. Pero el camino hacia a la excelencia no conoce detalles sin importancia. Y puesto que el instrumento de trabajo de los periodistas es la palabra, parece mínimamente exigible que la cuiden. Porque aunque la diferencia pragmática entre ‘medular’ y ‘medio’ casi no exista, la diferencia de concepto es muy grande, no nos engañemos.