Carta abierta a Félix Martialay
De José del OlmoA Félix sólo le puedo mostrar mi más profundo agradecimiento por todo lo que he podido aprender de él. Y sea este reconocimiento para un maestro en todos los sentidos que tan importante vocablo encierra.
Hace más de quince años que Félix y yo nos conocemos. Por entonces CIHEFE estaba dando sus primeros pasos tratando de equipar la investigación de la historia y la estadística del fútbol español a la misma altura de otras asociaciones que gozaban de gran reconocimiento en sus respectivos países. Algunos nombres importantes se acercaron para interesarse por lo que podían obtener de CIHEFE, mientras que los más modestos llegaban ofreciendo su colobaración sin ninguna pretensión. Un buen día Félix se puso en contacto personalmente conmigo: ¿cómo, se trabaja a destajo y no se cobra ni un duro? No fue suficiente para asustarle. Al contrario, a partir de entonces no se puede concebir la existencia de CIHEFE sin Félix. Supo interpretar desde el primer momento el espíritu que nos movía, se convirtió en ejemplo de trabajo e investigación para todos y su constancia sirvió de aliento para que la empresa no se difuminara en los días más adversos.
A lo largo de todos estos años nos hemos reunido en numerosas ocasiones con la excusa de hablar de fútbol. En esos encuentros he de reconocer abiertamente que siempre ha despertado mi admiración ante su inagotable capacidad de trabajo y su persistencia en la búsqueda de pruebas. Sus textos son una verdadera obra de artesanía donde los datos sostienen elaborados comentarios adornados de precisas ilustraciones, todo ello con singular acierto. Jamás le he visto escribir una frase con ligereza o improvisación. Sin ninguna duda, es el mejor historiador que existe del fútbol español y por ello es requerido por la IFFHS para cubrir la información de nuestro fútbol.
Aún así, hay un aspecto que pongo por delante de todos: la amistad que Félix me ha brindado. Una amistad basada en unos lazos de sinceridad, honradez, honestidad, respeto y afecto. Por eso, conociéndole, le pido perdón públicamente por haber escrito estas líneas sin su consentimiento. Es una carta abierta que me ha dictado el inmenso aprecio que siento por un verdadero amigo. Félix, recibe un fortísimo abrazo.
Miembros del CIHEFE momentos antes de que Félix Martialay recibiera la insignia de oro de la RFEF. De izquierda a derecha: José Ignacio Corcuera, Ramón Moraleda, Félix Martialay, Víctor Martínez Patón y José del Olmo.